Esta es la primera parte de una serie que se publicará a lo largo de la semana.
Aviso para navegantes: es obvio que voy a generalizar para entendernos. Pero intentaré ser claro para que vosotros, que estáis deseosos de sacar punta al lapicero, podáis ser certeros. Al generalizar la diana se agiganta, cosa que no impide que las flechas toquen o bordeen el centro.
Aunque lo ideal sería analizar una a una cada producción (todas pueden ser singulares), es obligación simplificar refiriéndome en ocasiones a los espacios donde se representan: el continente casi siempre dice algo sobre el contenido. Voy a dividir la cartelera en tres tipos de teatro -siendo consciente de lo chato que es utilizar cualquier etiqueta-. Teatro comercial, teatro académico y teatro alternativo.
Teatro comercial
El teatro comercial es aquel que se rige por la búsqueda de salud económica, puesto en manos de empresarios privados y que tiene como condición sine qua non el éxito de público. Sin el público este teatro no existe. Sin el público ningún teatro existe.
No voy a entrar aquí en el uso de una categoría tan plana y vacía como la de público burgués. No hay, salvo excepciones de teatro de calle o grandes representaciones que tienen lugar con motivo de fiestas populares, un gran público teatral proletario -hecho que sí pretendían creadores como Brecht o Augusto Boal- en ninguna de las tres categorías que voy a analizar. El público teatral proviene de una clase media/alta -para entendernos-, a pesar de que nos gustase que fuese de otra manera. La culpa la podemos intuir en primer lugar en el precio elevado de las entradas, pero también en un alejamiento y ensimismamiento por parte de los teatreros que suelen enarbolar la bandera de la cultura con gran vacío y ligereza. Gran daño ha hecho la palabra cultura a la Cultura. Les recomiendo la lectura de este artículo del año 1984 –La cultura, ese invento del gobierno– de Rafael Sánchez Ferlosio, aquí.
Por otro lado el teatro comercial es más proclive a irse de gira a provincias (irse de gira no es lo mismo que irse de festival), llevando el teatro a lugares sin programación teatral regular. Hecho curioso y que es no es baladí señalar. El teatro comercial cumple ahí una función clara extendiendo sus tentáculos por la geografía española.
Las fórmulas de programación del teatro comercial van encaminadas al común de los mortales, suelen contar con rostros conocidos que provienen del cine o televisión y, salvo excepciones, gran parte de sus obras son de corte cómico o melodramático, si se programan obras dramáticas, rara vez serán de autores españoles, serán, más bien, de franceses o ingleses. También es proclive a las adaptaciones de novelas o películas exitosas. Esto hace que -mayoritariamente- el teatro comercial pierda su poder subversivo y reflexivo pues puede en demasía la complacencia con el espectador: entretenimiento de digestión fácil. Teatro fast food.
Suele tratarse de un teatro de corte conservador en sus fórmulas y usos del lenguaje teatral; aunque grandes musicales de Broadway hayan revolucionado las estructuras dramáticas como pocos. No suele ocurrir lo mismo en nuestro país y menos en nuestros días, aunque un dramaturgo como Antonio Buero Vallejo llegó a conseguir un equilibrio que le permitió representar, ser crítico, sortear la censura y hacer una sólida obra dentro de este tipo de teatro. Era una época en la que aún no había Teatro Nacional (aunque sí un Teatro Universitario de una vitalidad encomiable) y la complejidad de la vida teatral era algo diferente a la de ahora. A día de hoy hay algunos coqueteos con este teatro de creadores que se podrían considerar dentro del teatro académico, véase Juan Mayorga. ¿Pierde su teatro fuerza crítica o la gana al llegar a más lugares/más público?
Muchas de las fórmulas del teatro comercial no son solamente propias de éste, entre los tres tipos de teatro hay un trasvase de códigos (no nos engañemos), aunque en algunos momentos puedan llevarse al extremo buscando la diferencia. El teatro comercial es principalmente un teatro de texto sea hablado o sea cantado, aunque excepciones haberlas haylas (Tricicle, para no ir muy lejos).
El teatro comercial es arte pop. El teatro comercial es teatro fácilmente legible, de ahí que su público sea mayor a pesar de que el precio de sus entradas es el más elevado -obviando espectáculos del Teatro Real, que forma parte del teatro académico/culto- al ser uno de sus principales objetivos la viabilidad monetaria; por eso el aforo de sus espacios es multitudinario y 1200 almas pueden estar recogidas y asistiendo al mismo espectáculo a la vez. El teatro comercial es una categoría económica. El teatro comercial es ocio, cosa que puede estar mal vista si nos recubrimos con una capa de esnobismo, pero cosa que todos hacemos. Cada uno busca su ocio allá dónde le peta.
Otra cosa que es interesante señalar es que se puede hacer teatro comercial con grandes textos clásicos. El teatro comercial es más una forma de hacer que impregna la forma de ser, no viceversa.
Cosa importante: del teatro comercial se vive. Algunos viven muy bien y otros van tirando. Dejando a un lado los altibajos de esta profesión que parece una montaña rusa; un autor, director, técnico o etcétera que trabaje en el teatro comercial no necesita ir mendigando por las esquinas un puesto de sirvecopas.
Caminar por la Gran Vía madrileña un sábado a las nueve de la noche es un signo claro de la vitalidad de este teatro, pero ¿por qué la gente asiste masivamente a estos espectáculos?, ¿por qué los espectadores no asisten masivamente a otros tipos de teatro?, ¿es un problema de educación? Parece poco lógico que unas obras estén tan llenas y otras tan vacías, ¿es todo fruto de una gran campaña publicitaria?, ¿existe una conspiración mundial para hacernos más tontuelos? Aunque el público que acude a estos espectáculos luego también se va a tomar una cerveza y habla sobre los conflictos de los personajes y sus raíces sociales con la misma profundidad y la misma ligereza que suele hacerse en otros espectáculos más al margen. ¿Es todo una fachada en la que sentirnos cómodos y reconocidos? Está claro que ni unos ni otros espectadores arreglan el mundo, simplemente lo observan desde lo que ellos consideran su atalaya de sabiduría mientras alternan con los amigos. Mirados con lupa, ¿hay grandes diferencias -por mucho que nos empeñemos en buscarlas-? Incluso algunos de los espectadores de teatro comercial tienen mucha más empatía y el bisturí más fino que otros que van al teatro con el culo pelao, a los que ya nada les atraviesa ni las transforma, pues están protegido con su escudo de cultura.
Cada cual se emociona con lo que se emociona. ¿Necesitamos ir al teatro con una carga teórica o se puede ir al teatro sin más, disfrutarlo y cuestionarnos?
Si cada sociedad tiene el teatro que se merece, ¿es necesario educar para que la sociedad no sea así? Desde casi todos los flancos a la sociedad se la bombardea con pan y circo, ¿si la sociedad se acostumbra a pan y circo, la sociedad solo pide pan y circo pues para ella no existe nada más allá?
En definitiva, ¿existirán tantas diferencias?, ¿es necesario hacer la guerra?
Aquí nos quedamos hoy. En los próximos días, si ustedes quieren, teatro académico y teatro alternativo.
Otro Perro Paco