¡El teatro ese esplendor! # 3

Ian hippie

Chavalería, ladies and gentlemen, vamos a terminar con esto. Ya se ha hablado en este espacio de la etiqueta Teatro Alternativo, incluso se estableció un debate en los comentarios que puede ser bueno no dejar muy atrás. Aquí os pongo los enlaces. Uno y dos. Sirva lo que sigue para complementar lo dicho, no para contradecirlo.

Me gustaría ser poco repetitivo. Pero como en ocasiones eso es algo incontrolable, vayan las disculpas por delante. Nada más lejos de mi intención que aburrir al respetable.

Un último apunte antes de meternos en harina: Otro Perro Paco no sabe lo que es el teatro de verdad, aunque agradece y da la bienvenida a los nuevos compañeros de TEATRON, pues nunca está de más que haya nuevas manos para pensar juntos en esto. Es un buen motivo de celebración. Otra reflexión sobre el teatro alternativo se puede encontrar ahí.

Otro Perro Paco no se considera jauría, pues está demasiado solo para tal empresa; ni hombre de teatro, pues para eso habría que hacer algo de teatro y no solo este juego de juntar palabras que es Perro Paco.

Teatro alternativo

Nota inicial aclaratoria: no es lo mismo Teatro Independiente que Teatro Alternativo. El Teatro Independiente tuvo su época dorada en otra época; aquella de los grupos universitarios alocados que eclosionaron en los setenta. Hoy en día apenas existen algunos coletazos de ese teatro, para nuestra desgracia. Todo se ha institucionalizado demasiado, por ende, todo se controla demasiado. El problema de la fagotización.

El Teatro Alternativo -que se ha ido asentando y creciendo hasta hoy en día- es uno de los inventos de la transición  y de los gobiernos de mayoría progresista (estatales, autonómicos, provinciales y locales) y como tal está auspiciado, en su mayoría, por el sistema de subvenciones del gobierno que ahora mismo se encuentra en caída libre. Poco tiene que ver nuestro Teatro Alternativo con ese Teatro Alternativo de finales del S. XIX y principios del S. XX -aquel constituía una alternativa de verdad-. El nuestro es el teatro creado para tener contentos a los artistas/creadores/gentes de la cultura off. De ahí la crisis que existe hoy en día alrededor de esta etiqueta; cuando de la Red de Teatros Alternativos solo queda un pingajo y las salas se encuentran a la caza de cualquier tipo de ayuda antes de echar el cierre; ya sean Festivales ya sean las dos pesetas que quedan en la Administración. El Teatro Alternativo no es Teatro Independiente porque depende en su mayoría del dinero público; los tentáculos de la Administración se convierten en ocasiones en yugo.

El Teatro Alternativo es el teatro de los que no viven del teatro. Es el teatro de los luchadores. Es el teatro de los que esperan su oportunidad. Es, como avancé anteriormente, la cantera de los otros dos tipos de teatro: el comercial y el académico. Ocurre que no todos los jugadores de la cantera debutarán con el primer equipo y hay algunos de estos jugadores que desarrollarán toda su carrera (corta o larga, dependerá del empeño y la paciencia) en el equipo B. Hecho que en el teatro no tiene porqué significar que jueguen peor, puede, cruel y simplemente, que no hayan encontrado el padrino necesario para su confirmación. Utilizando el lenguaje taurino, que aquí nos viene al pelo, nadie les dio la alternativa.

El Teatro Alternativo es el teatro de los que, en su mayoría, no quieren estar en el Teatro Alternativo. El Teatro Alternativo debiera ser la alternativa a lo demás. Está lo canónico y está lo alternativo. Está lo que da dinero y está lo alternativo. Está la familia y está la comuna. El Teatro Alternativo es el limbo antes de llegar al paraíso (aunque para eso deba bajar un ángel para guiarte hasta él). Se piensa en el Teatro Alternativo como en un teatro de paso, en un trampolín; aunque rara vez sea así. Por eso, el Teatro Alternativo es el teatro que más abunda; pues es el teatro donde entrenan los teatreros antes de, si se da el ansiado caso, dar el paso y torear en las plazas de primera.

Los creadores del Teatro Alternativo pueden jugar en varias categorías y saltar del Alternativo al Académico -por ejemplo- siempre y cuando les llegue una oportunidad. Voy a poner de muestra a Paco Zarzoso, cuya escritura estaría más próxima al Teatro Académico (una obra teatral de la que ya se pueden escribir tesis), pero que salvo contadas y alabables ocasiones, desarrolla, dentro de España, su labor como director de la Compañía Hongaresa en el seno del Teatro Alternativo.

En el Teatro Alternativo se va a porcentaje de taquilla; algo que apenas llega para pagar una producción. Esta crisis ha arrasado, casi completamente, con el concepto del caché. El Teatro Alternativo es el Teatro Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. El Teatro Alternativo suele programar unos pocos de días, de ahí la dificultad del boca a boca (pues de las página de prensa que se ocupan de este tipo de teatro, es mejor no hablar). Frente a esto, las otras etiquetas programan un mes o hasta que el público se canse y deje de ir.

Hay que distinguir entre diferentes espacios de Teatro Alternativo. Hay espacios de Teatro Alternativo de renombre que gracias a su significativa trayectoria ocupan un lugar cercano al del Teatro Académico: aunque ahora las pasen putas, no siempre fue así. Estos tipos de espacios coquetean con los Festivales Nacionales que incluimos en el apartado anterior. Están en un margen, un equilibrio, una frontera; pero reciben el dinero por parte de la Administración no de manera directa, sino de manera indirecta mediante subvenciones públicas o ayudas de entes privados como La Fundación Autor, por poner el primer ejemplo que me llega a la cabeza. Estas salas pueden organizar sus propios, humildes y puede que necesarios festivalitos como medio de financiación. De estas salas han emergido creadores que ahora están en la picota; estas salas realizan una función clara y necesaria; estas salas molaban y esperamos sigan molando.

Hay otros espacios de Teatro Alternativo donde empresarios emergentes han visto la posibilidad de meter la cabeza y arañar un pellizco. Aquí voy a hacer una digresión que espero puedan apreciar y sientan empatía con la misma. Estoy seguro que no les resultará ajeno y si tienen amigos que hacen teatro se sentirán identificados.

Sin título

Digresión: hay una serie de salas minúsculas que están abriendo sus puertas. Salas de veinte o treinta butacas que son imposibles de sostener. Salas que van al 50 % de taquilla junto a la compañía que programan. Salas que juegan con las ilusiones de gente con ganas de hacer teatro. Salas que ceden su espacio solo por uno, dos o tres días. Estas salas intentan meter la cabeza en las ruinas de un circuito para sacar algo de tajada. Estos espacios se aprovechan de los amigos de la compañía que ponen en cartel, pues durante los pocos días que estarán programados, los amigos de la compañía colgarán el cartel de no hay localidades. Estas salas han creado un nuevo paradigma: hacemos teatro para estafar a nuestros amigos y las salas se aprovechan de ello. Fin de la digresión.

Por otro lado hay salas de Teatro Alternativo que han encontrado un posible filón en el Teatro Infantil y Juvenil. Algo que aplaudo, siempre y cuando las propuestas sean de calidad y no caigan en los modos de la mera animación cultural, el payaso, el malabar y las marionetas rancias de gomaespuma. El Teatro Infantil y Juvenil cumple una función social y educativa clara. Si creemos que siga habiendo teatro, habrá que meter el gusanillo del teatro (el veneno del teatro) a los más pequeños. Nueva digresión: creo que debemos apoyar a esas compañías que han convertido a éste en su campo de acción, haciendo unos trabajos con una calidad, amor, compromiso y rigor que ya quisieran muchos de los creadores afamados. Como ejemplo, por no irnos a Le Carrousel de S. Lebeau, pondré La Siesta Teatro. Es una lástima que a estas compañías de Teatro Infantil y Juvenil no les queden más cáscaras que pertenecer a un circuito paupérrimo, a pesar de su trabajo.

Por último, de momento. El público de estas salas es un público teatrero en su mayor parte. El Teatro Alternativo es, principalmente, el teatro de los teatreros. Amigos de amigos, conocidos o estudiantes. El Teatro Alternativo es la utopía. Un público entendidillo. Un público al que le cuesta ser objetivo. Pero también un público de familia o un público barrial, en aquellas salas situadas en barrios y que, como ya dije, realizan una importante labor acercando el teatro a gentes que de otra manera jamás se desplazarían a los centros de las ciudades para ver teatro.

Sin más y haciendo mías las reflexiones ya dichas anteriormente; acabo.

Habrá que hablar en Perro Paco sobre los diferentes tipos de público, ¿no?

Las demás entradas de ¡El teatro ese esplendor!, las podéis encontrar aquí (Teatro Comercial) y allí (Teatro Académico).

Otro Perro Paco

facebooktwitter

De perros, nombres, caretas y seudónimos anonymous

Cursi es todo sentimiento que no se comparte

Ramón Gómez de la Serna

 

Mucho se trata entre bambalinas en las últimas semanas la cuestión del anonimato en comentarios, foros, blogs, críticas, crónicas y escupitajos. El propio Maestro Ramos se pronunció con la ya icónica sentencia: “Perro Paco es una especie de Anonymous de la escena ¿no?” re-situando el debate sobre las máscaras, caretas y hocicos manchados que ocultan y emborronan los nombres y los rostros.

Si Tu Perra tuviera algo que decir sobre el tema, diría esto:

El anonimato, como herramienta, puede constituir una potencia. Con luces y sombras, claro. Como en casi todo, su pertinencia depende de su uso. De su aplicación y de su utilidad.

El anonimato se constituye como una identidad desdibujada. Un cualquiera. Todos somos, por tanto, susceptibles de ser parte de esa comunidad sin comunidad. La comunidad de los anónimos. Todos los rostros superpuestos dan lugar a una rostridad genérica. Y sin embargo, este nombre común permite la individualidad más radical. Un individualidad libre y conectada. Lo hemos visto en las pantallas de nuestros ordenadores y móviles. Lo hemos visto en las calles. Lo hemos leído en muchos lados. La fuerza del anonimato. La comunidad anónima reniega de jerarquías, reivindica la asamblea, el diálogo y la reflexión crítica, personal y colectiva. La comunidad de los nadie es la voz de la multiplicidad. Del entrechocar de pensamientos. Todos somos Perro Paco. Perro Paco somos todos.

Y una de las cosas que facilita el anonimato es que las palabras no estén contaminadas. Que las ideas y el ritmo de las frases construyan una comunicación. A puñetazos o con caricias. Pero sin interferencias. Y así, se discutirán las ideas, si son útiles o fértiles o pertinentes. Y se desecharán si son improductivas o nocivas o banales. Nada más justo para un Perro. Conversación o silencio. Las palabras no tendrán el timbre de voz conocido. Las relaciones personales no condicionarán estas palabras. Quitarse un poco del medio, que diría Paniker. No dejar que las alianzas, los grupos, las comunidades y las amistades interfieran en las palabras. Palabras, palabras, palabras. Para ello, como dice el gacetillero, la única consigna, la única exigencia posible es exprimir un poco las meninges. Para que las neuronas espejo habitantes de otras meninges entren en resonancia. Y trabajen también. Para rechazar, modificar, desestimar. Pero que trabajen.

Interesante parece en todo caso que las conversaciones a media voz, los silencios, las ausencias y las reacciones indecorosas salgan a la luz. Y podamos hacerlas propias, discutirlas, tomar conciencia de los desacuerdos y, en definitiva, manosearlas. Construir algo con todo ello. Una plural conversación. Creo que esto es algo extremadamente necesario para los creadores, además. Aunque fragilice. Aunque moleste. Porque un/a autor, compañía, intérprete, coreógrafo/a o director/a de escena tiene las siguientes maneras de encontrar una respuesta del “público” o del “contexto” o simplemente, de todos aquellos que van a ver la presentación de la nueva propuesta:

1/ La reacción del público durante la pieza: cómo respira, cómo reacciona, cómo atiende y observa;

2/ Las presencias y ausencias en el patio de butacas;

3/ Las conversaciones, laudatorias principalmente, de gente que se acerca al artista después del estreno;

4/ Los silencios de aquellos que no dicen nada ni se acercan a comentar nada (esa situación especialmente absurda que convierte al autor en un apestado que excitado, dudoso y ansioso después del trabajo hecho para llegar a poner sus ideas frente o junto a otros, se encuentra hablando de cualquier cosa con los espectadores) cuando es posible que ese mismo silencio signifique tantas cosas: rechazo, incapacidad de decir, éxtasis sensible o disgusto airado…;

5/ Los, en unas ocasiones insufribles y en otras, las menos, iluminadores Aftertalks que se proponen en algunos contextos y espacios (en muchas ocasiones el autor y su obra se convierten rápidamente en una excusa para hablar, lo que se agradece cuando este hablar construye algún tipo de pensamiento en común, y entonces la obra es una excusa genial para aprender y reflexionar. Pero otras veces es simplemente el momento que algunos eligen para oírse hablar a sí mismos eternamente – no hay que ir muy lejos para saber a qué me refiero si estuvisteis en la conferencia de Michael Hardt en el MNCARS…);

6/ La críticas que puedan publicarse en la prensa (en el caso de las artes vivas contemporáneas su presencia es nula o milagrosa, y no hay mejor noticia que descubrir los textos de Pablo Caralana en El País estas últimas semanas) o en blogs y webs que siguen el desarrollo de la escena. La sensación de esta Perra es que la mayoría de estos blogs (sí, generalizando y exagerando, ¿si no como cojones voy a explicarme bien?) practican la lisonja aséptica, el bienquedar y la superficialidad en su acercamiento;

7/ La proposición de actuaciones, residencias, co-producciones, giras y bolos, que se constituye como algo fundamental para el artista, pero que sitúa la única recepción relevante de la práctica artística en comisarios, programadores y acumuladores de poder;

8/ La revisión o crítica más seria y elaborada de la “Academia”, los estudios, las publicaciones de documentación y revisión artística, etc. Algo que escasea por estas tierras y que suele ir por detrás de los propios artistas y sus trayectorias, siempre un poco tarde, siempre un poco anacrónico;

9/ Las conversaciones pausadas o exaltadas con amigos y gente de confianza, seguramente las más productivas, pero con tendencias ensimismadas;

970325_10152485266120639_652952459_nFoto de Tu Perra en su cuenta de twitter

Y poco más. ¿Y los espectadores, compañeros, artistas? Silencio o lisonja. Los Seudónimos Anonymous sólo pretenden aportar una voz más. Una voz que son muchas. Porque cuando el autor no está presente se habla mucho de las propuestas. Y todos estos diálogos maravillosos entre espectadores, entre los que conforman esa mágica comunidad incierta de “los que lo han visto”. Y también las conversaciones de los que explican lo que vieron a los que no pudieron o no quisieron acercarse al teatro, a la sala, al museo. El intercambio, las preguntas, las conclusiones inacabables. Todo eso, es lo que los Perros, de manera humilde y con tono pedante (no os preocupéis: nos estamos controlando…) pretenden arrimar a la luz. Iniciar la conversación. Con el convencimiento de que nos va a enriquecer. A todos.

Recordemos: los Perros escriben porque les sale de los huevos, sin cobrar un duro (pagando su entrada, en realidad), peleándose con el teclado del ordenador. Discutiendo consigo mismos. Tratando de generar pensamiento, coreografiar las ideas, encontrar las preguntas adecuadas. Exponer las dudas. Valorar los hallazgos. Construyendo con sus recién salidos dientes una manera de mirar múltiple. Y con todos los errores que produce una experiencia “en práctica”, no están utilizando su liquidez anónima para convertirse en un comentarista de periódico digital. ¿Escupen, a veces? Sí, claro, es que nos han dibujado así.

Es obvio que el anonimato tiene sus riesgos. Su mal uso problemático. El insulto personal y gratuito desde esa invisibilidad. Lo podemos leer en cualquier noticia del periódico. Lo más básico y rudimentario de la comunicación alienada encuentra su lugar. La reducción de la dialéctica al improperio. Llevado al extremo, el desprestigio y la calumnia desde una posición confortable. Todo esto lo vemos a diario. Pero que los árboles quemados no nos impidan ver la potencia del bosque en crecimiento.

(Flashback),

En el 2005 se creó la plataforma Youtube. En 2006 se inventaron Twitter, aunque alcanzaría el uso masivo años después. En 2007 Zuckerberg da forma a Facebook. Pero hubo un internet pre-conexión. Una world wide web pre 2.0. Era la época del anonimato. De la explosión de los chats. De la quimera de los “portales”. De los avatares. De las máscaras. Del juego y la personificación. En aquellos años, la consigna fundamental era no dejar tus datos, ni tu nombre real, no ser controlado. Cuando internet era una red que aspiraba al control a través de los portales de contenidos y el desembarco empresarial en el entorno virtual. Este control explícito tuvo como respuesta el anonimato. Años después, el desarrollo de blogs, del universo de la 2.0, traía una idea revolucionaria: que los usuarios generaran sus propios contenidos. El control pareció ceder y entonces todo explotó. Internet invadió nuestra cotidianeidad. Nos habíamos convertido en trabajadores esporádicos sin sueldo de google, facebook, tmblr, twitter y demás empresas de recogida de datos. Estos datos están siendo vendidos a multinacionales, gobiernos y lobbies empresariales. Cotizando en bolsa mientras colgamos nuestros gatitos y nuestros vídeos de la policía pegándonos y las fotos de nuestros pies en la playa y nuestros caretos en todos los estados posibles. Paradójicamente, lo que antes era dificilísimo de conseguir, ahora, en esta era de control difuso y global, está siendo regalado. Todos los “me gusta”, todos los clics, todas las galletitas. Comenzaba la era del Control. ¿Mr. Burroughs donde estará?

Y, por supuesto, la primera consecuencia de todo esto fue la marginación y desprecio a los seudónimos. No queríamos más diferencias entre el mundo virtual y nuestro día a día real. Estaba todo tan ligado, que no tenía sentido ser “muchos”. Bastante teníamos con intentar ser uno en medio de toda esta velocidad. Y ahora queríamos saber con quién estábamos hablando. Hacer amigos. Confundir la esfera pública y privada, la esfera personal y la profesional. ¡Fuera las caretas! ¡Abajo los seudónimos!

Y la posibilidad de un mundo virtual distinto del real se esfumó. Uno y otro mundo se fusionaron y el nuevo proletariado ocupó sus asientos frente a la pantalla del ordenador. Y los Cualquiera sólo podían ser quienes eran. Y llamarse con sus nombres. No podían soñar ni creerse otros. Game Over. Insert coin. Se acabó el teatro.

Especialmente sorprendente son las dudas y recelos entre la comunidad de escénicas ante estas máscaras, personificaciones y juegos performativos con la identidad. ¡Perro Paco es una puta performance! Y, a veces, mejor que muchas de las cosas que se ven en los escenarios. Recomendaría a los recelosos y jóvenes imbéciles que se rían un poco y disfruten del espectáculo. Con nombres o sin nombres, con caretas o a hocico descubierto, qué más da. ¡Que corra el aire!

Bueno, ya he llenado tres folios y necesito que me saquen a pasear si no quieren que mee en la alfombra del salón. Ni dueño ni amo. ¡Guau!

TU PERRA.

facebooktwitter

Gorrón, lujos y meta-teatro

http://4.bp.blogspot.com/_cx6o7oJF8Go/TPRG9qoXJNI/AAAAAAAABp4/LQIR90799XI/s1600/perro.jpg

Bienvenido a casa. Roberto Suárez. EL CANAL-Centre d’Arts Escèniques Salt / Girona. Festival Temporada Alta. 

Hola, soy Perro Flaco. Flaco de no poder comer, de anorexia o flaco porque hago mucho ejercicio y no engordo.

El pasado día 2 de Noviembre estuve en el teatro “CanalArts escèniques de Girona” ya que me invitaron a ver un espectáculo que costaba 31€.

Después de dos líneas no puedo evitar hacer un paréntesis y repetir que la entrada vale 31€. 31€. 31€. ¿Quién puede ir a ver estos espectáculos? ¿Quién se puede permitir ir a ver más de dos obras al Festival Temporada Alta? La verdad, no tengo una respuesta. Me permito una mentira: estaba vacío.

De todas maneras, este escrito no es para hablar de los precios de los teatros y los festivales, ni para hablar del robo, ni de la posibilidad de que el teatro más grande que existe es, a veces, el que está en la entrada, ni de la confrontación de saber que has pagado mucho dinero y que te gusta pensar que “ha valido la pena”…. Hubiese preferido que el espectáculo fuese una mierda y poder quejarme de que me siento robado.

Pero no puedo.

1.Porque me invitaron.

2. Porque el teatro que propone es ambiguo dentro de la formalidad de sus formas. La oposición que las dos partes del espectáculo juegan son muy meditadas (entre una parte y otra hay gran cantidad de tiempo. Suficiente para contribuir al bar local con muchas cervezas, bocadillos y bravas y suficiente para haber creado todo una lista de posibilidades sobre lo que podría pasar en la segunda parte) y son un ejercicio que deslumbra capas por todos lados. Esas capas, se van cayendo durante la duración del espectáculo y van haciendo obvio lo que ya temíamos: no hace falta saberlo todo pero si darlo todo. No es necesario saber cuál es la historia de los personajes, cual es el problema real de la situación y saber si realmente ser actor es tan castigado como ellos lo proponen. Tampoco es necesaria una conversación honesta entre ellos, ni un momento de humildad total… Al final, lo que hay es teatro, actores entregados, misterio y una sensación de lujo. Lujazo.

3.Porque me generó pensamiento.
Al pasar los días, no he dejado de pensar en el meta-teatro. De hecho, pensé en que debería hacer un post sobre el meta-teatro. Sobre todos los actores y performers que juegan a cierta transparencia superflua y engañosa para hablar de teatro. Sobre todos aquellos personajes que se suben a un escenario y que se creen que ilustrar lo que hacen es hacer meta-teatro. Las definiciones son resbaladizas pero hoy, mañana a lo mejor me arrepiento, tengo el convencimiento ciego de que a los artistas les gusta saltarse el protocolo escénico y hablar de meta-teatro para así poder hablar más de ellos y lo sufridas que están sus vidas como artistas.

Otra putada es que la gente se cree más inteligente si entienden lo que ven. La gente entiende y la gente crece pensando que entiende. En verdad, no entiende. Lo que ha pasado es que se lo han contado.

Perro Flaco

facebooktwitter

Todo significa sin cesar y muchas veces

La semana pasada Teatro Pradillo acogió el universo creativo de Norberto Llopis Segarra. En poco tiempo hemos podido ver a Norberto en La Casa Encendida (¿Y si dejamos de ser (artistas)?), en el CA2M y ahora en Pradillo. Digresión. No pasan desapercibidas las concomitancias entre estos dos últimos espacios de creación e investigación madrileños. Cierro paréntesis. Llopis se trajo a Madrid dos perfomances, una conferencia y cuatro vídeos para el fin de semana. De lunes a miércoles compartió por la tarde cuestiones y acercamientos que ocupan su trabajo en una práctica artística. Todo bajo el nombre de “El espacio es un objeto”.

Llopis es valenciano, se formó en Danza y Coreografía en el Institut del Teatre, y después en el reconocido Máster en Artes Performativas DasArts, en Ámsterdam, ciudad donde vive y trabaja. Los que cruzamos poco los Pirineos, a eventos como el del viernes en Pradillo solemos ir un poco acojonados por si no estaremos preparados para asimilar los códigos. Por si nos sonará a chino u holandés. El propio Norberto dijo entre obra y obra que suelen acusar a su trabajo de poco comprensible. No estoy de acuerdo. Creo que si bien las artes vivas ponen en cuestión más que otras disciplinas la “comprensibilidad” de una obra, más aún cuando su núcleo no es la palabra, los que estuvimos en Pradillo pudimos entender nítidamente lo que se nos mostró en la escena y en la pantalla. Tampoco estoy de acuerdo con aquello que dijo Norberto de que no nos esforzáramos en buscar relaciones entre las tres piezas. Que no las había. Sin duda, éste es un vicio del que los espectadores de escénicas no podemos quitarnos. Además, cuando me dicen que no haga algo, primero se me dibuja media sonrisa en la boca, y acto seguido lo hago. Quisiera o no conseguir eso Norberto, los que nos pusimos a buscar asociaciones entre las piezas seguro que las encontramos, entre otras razones, porque como dijo el bueno de Barthes: “Todo significa sin cesar y muchas veces”.

Tendency. Al entrar en la sala, Norberto nos espera de pie con una larga cuerda enrollada en el brazo. Está cerca del público, nos mira. Entre él y el público hay una silla. Empieza a mover la cuerda de un lado a otro con distintos ritmos. La cuerda acaba golpeando a la silla. Poco a poco se aleja mientras alarga la cuerda y sigue golpeando la silla. Una y otra vez. Oímos el zumbar de la cuerda y su golpear en la silla. La silla funciona como un mediador entre nosotros y la escena delimitada por un cuadrado blanco hasta que nos convertimos en objeto. El riesgo de que se le pueda escapar la cuerda nos hace pensar en nuestro cuerpo como otro objeto golpeable. El cuerpo de Norberto se prolonga con la cuerda y golpea en la silla. “…dado un cuerpo A podemos formar nuevos cuerpo haciendo que los cuerpo B, C ,… se pongan en contacto con A. Decimos entonces que continuamos el cuerpo A y podemos continuar dicho cuerpo A hasta que llegue a estar en contacto con otro cuerpo cualquiera, X. Podemos llamar “espacio del cuerpo A” al conjunto de todas las continuaciones de dicho cuerpo”, dijo un tal Poincaré. Pues eso, si el cuerpo es un espacio, y el cuerpo es un objeto, el espacio es un objeto, o algo así, que oye, nos viene de perlas, porque es el título de la semana de Norberto en Pradillo.

Después de esta acción Llopis se pone a bailar, sobre lo que no puedo decir mucho porque poco sé de danza. Me interesó más cuando coge dos sillas, las sujeta estando cada una ellas apoyadas en una pata, nos mira y las deja caer. Un juego sobre las expectativas. Sabes que lo va a hacer, y esperas que lo haga. Expectativas satisfechas. Ay qué gusto. Y todavía me interesó más cuando choca una silla con otra, porque son el mismo objeto y no son el mismo objeto. Y más todavía cuando hace no sé cuántos fouettés en tournant con una silla en la mano. Porque fouet significa látigo y me recuerda a la cuerda golpeando a la silla, y porque me pone cachondo el riesgo de que se le pueda escapar la silla. Lo único que no me gustó fue escuchar el Claro de luna de Beethoven. Lo siento, me pasa lo mismo que con La Chica de Ipanema. No puedo más.

Por último Norberto se queda en gayumbos y corre con distintos objetos. Un pie de micro, una borriqueta, y un par de maderas. Una carrera de relevos por el espacio escénico en donde parece que el testigo es el cuerpo de Norberto y quien se lo releva son los objetos. Yeah. En la misma frase aparecen las palabras objeto, espacio y cuerpo. Estas casualidades son las que hacen pensar que la pieza tiene una buena dramaturgia. Quiero decir que es coherente, consistente y que las ideas se activan en escena de forma que Norberto seguramente consigue lo que quería. Guste más o guste menos.

Cosita. Descanso de diez minutos, pitillo y otra vez para dentro. Ahora cuelga una pantalla en escena. Vamos a ver unos videos. Norberto los presenta. El primero se llama Cosita. Grabado en 2006 en Holanda, es una joyita. Cosita es un juego en el que vemos cómo David Michael DiGregorio y Pere Faura proponen a cinco artistas que bailen cosita, o algo así. Al parecer les han dado unas reglas de antemano que deben respetar. Inevitablemente despierta la risa. Mecanismo clásico. Cuando el público sabemos más que a quien estamos viendo, nos hace gracia. Cosita nos muestra a dos personas que en una pequeña sala de ensayo dan indicaciones verbales en un lenguaje críptico, propio del arte contemporáneo más ensimismado o de la alta cocina. Por supuesto, ninguno de los artistas sabe bailar cosita. Cosita es ininteligible. Lo que consigue poner en evidencia mucha de la tontería que hay hoy en día en el arte, y que todos en algún momento nos hemos creído. Así, en el fondo, de quien nos estamos riendo es de nosotros mismos. Decir que en el vídeo hay un suceso llamativo. Una de las bailarinas consigue dinamitar el juego, ya que impotente pregunta a David y Pere que qué es para ellos Cosita. Bravo por esas personas contestonas e incrédulas. También se me ha quedado grabado el gesto de Guillem Mont de Palol al acercar la mano al piano buscando entender qué es cosita. Daría para una trilogía, y me sirve como excusa para pedir encarecidamente a Jorge Dutor y a Guillem que traigan Los micrófonos a Madrid.

Rita. El segundo vídeo forma parte de “un diálogo en continuo que quiere crear espacios para compartir actividades extracurriculares entre los miembros de Cabra”. El diálogo “funciona como un juego de relevos: durante dos meses los miembros de Cabra trabajan sobre algo con la idea de proponérselo a otra persona, y este dispondrá de otros dos meses antes de pasárselo a otra persona y así sucesivamente”. Lo que pudimos ver era una obra de Jaime Llopis. Sencilla y certera. Eso que siempre gusta pero que por desgracia no abunda en esta época barroca. Una mesa, un plátano, un martillo, una pelota de plástico y un cuerpo de mujer. ¿Las reglas? La gravedad y la materialidad de cada objeto. Nada más y nada menos. Con estas dos premisas la mujer juega a explotar todas las posibilidades imaginables que le brindan su cuerpo y cada uno de los objetos. Aquí las expectativas funcionan a la inversa que en Tendency, es decir, el público se sorprende de cada una de las acciones. Ay qué gusto. Pero al igual que en Tendency, el cuerpo de la mujer vuelve a convertirse en un objeto, y podemos contemplar otra vez cómo se crea aquel “espacio del cuerpo A”. No me quiero repetir, pero acabo de escribir en una misma frase las palabras cuerpo, objeto y espacio. Cuando la mujer se acerca a cámara y mueve las orejas en un primerísimo primer plano es un momentazo. A lo mejor ése gesto es cosita.

Y para terminar, como decía al principio, no pasan desapercibidas las concomitancias entre el CA2M y Teatro Pradillo. Pablo Caruana en su artículo de los jueves en El País vuelve a hablar sobre el ligoteo entre las artes escénicas y otras disciplinas. Un claro ejemplo de ello es que desde el renacimiento de Pradillo, muchos creadores han estado programados en estos dos espacios: el propio Norberto Llopis, Cristina Blanco, María Folguera, Juan Domínguez, Los Torreznos, Ziad Chakaroun… Lo que significa sin cesar y muchas veces que los dos centros comparten sensibilidades, actitudes, público… A veces cuando vuelvo de Móstoles en el cercanías sueño con la posibilidad de que Pradillo y el CA2M se hagan más fuertes el uno al otro. Que jueguen al tú me das y yo te doy. Luego el segurata me despierta, y mientras dice que quite los pies del asiento, recuerdo que estoy en Madrid y que no es fácil y que lo que quieren es hacernos débiles. Pero también pienso que algo gordo está pasando y que ahora es el momento para no distinguir sueño y realidad. Ahora.

P.D.: El miércoles asistí a una conferencia de Alfred Brendel en la sala de cámara del Auditorio Nacional titulada “¿La música clásica tiene que ser completamente seria?”. El siguiente post será una videoplaylist sobre el sentido del humor en la música clásica. Para que no piensen que sólo nos interesan las cosas “modernas”. O qué hostias, que piensen lo que quieran. Como dice Rubén Ramos, “la ventaja de tener un blog y ponerse a jugar a periodistas es que nadie te lo puede impedir ni nadie te dice lo que puedes o no puedes hacer”. Para abrir bocas.

Un Perro Paco

facebooktwitter

¡El teatro ese esplendor! #2

Raffael_058

Sigamos adentrándonos en las fauces del monstruo. Pinchando con un palo para ver si sale sangre. En algún momento inesperado quizá saquemos algo en claro. Lo más probable es que sí. Para bien o para mal. Siempre se puede hacer mejor, el reto está en hacerlo. Adelante.

Nota antes de continuar: meter en cajones/categorías/etiquetas es utópicamente absurdo, pero puede ser divertido y puede que sirva para tener la cabeza algo organizada (tipo almacén) por un momento. Además esta clasificación es claramente materialista, nada de valores artísticos ni por aquí ni por allá.

Teatro académico.

El teatro académico es aquel que necesita del mecenazgo de una institución, es decir, aquel que se desarrolla por y para una institución, normalmente pública, y cuyo objetivo -por favor, no neguemos la vanidad- es engordar los anales del Arte. Un objetivo, a fin de cuentas, incontrolable, antropocéntrico y algo mezquino. Las instituciones suelen ser de renombre.

El teatro académico es el teatro que directamente financia la administración. El teatro académico es el teatro de los aspirantes al olimpo. El teatro académico es el teatro de las referencias y de los homenajes. El teatro académico, comparado con el teatro comercial, es el teatro de las invitaciones.

Una de las singularidades de este teatro es que necesita tiempo para establecerse; nadie nace teatro académico, el teatro académico se hace, se consigue y se necesita para ello de algunos agentes externos. Cuando se establece añora los tiempos de independiente porque la academia suele aplanar sus obras, las achata; aunque sin su parné -pues son inviables en el mercado cultural– serían imposibles tales propuestas. Debido a esto es lógico y comprensible que para formar parte de tan selecto club haya que pasar por algún aro y pagar alguna cuota. Nada muy diferente de los demás tipos de teatro, por otra parte.

Este es el teatro de los elegidos por la crítica. En el teatro comercial los programadores son los empresarios privados; en el teatro académico los programadores son funcionarios en un sentido amplio del término. En el teatro académico el dinero es público, en el teatro comercial privado; mientras en el teatro comercial los empresarios juegan y apuestan con sus ganancias (de ahí el conservadurismo del mismo), en el teatro académico el dinero puede esfumarse sin complicaciones mientras la obra adquiera una categoría artística que se presupone elevada.

También hay un teatro académico de corte histórico-antropológico: el teatro clásico, la zarzuela, etcétera; cuyos objetivos distan solo en apariencia.

¿Dónde debemos meter el teatro de La Liddell?

Respondiendo al comentario de la entrada anterior (gracias Jose), no creo que Angélica sea teatro comercial en el sentido que aquí expongo. Sus propuestas no se rigen por el éxito económico -sus propuestas no son viables en el teatro comercial- si no que necesita de un respaldo superior al del público, necesita del respaldo de una institución y su dinero. Necesita de ciertos avales que digan que es apta para estar donde está. Angélica es un producto claro que está en el mercado, pero ese producto no se vende por sí solo (por decirlo de algún modo), como sí lo pueden hacer las producciones del Reina Victoria sostenidas únicamente por el público al que se dirigen.

Mientras el teatro comercial es el teatro de los elegidos por el gran público (si acaso podemos emplear hoy en día esa categoría en el teatro) y necesita de él para mantenerse en la picota, algo nada sencillo. El teatro académico necesita del crítico, a pesar de la falta de público. Necesita de la crítica de periódico, pero más si cabe de la sesuda universitaria. Hasta ahí se llega después de un recorrido, de un proceso, de un viaje. Normalmente antes fue alternativo y luego le salieron pelos en los huevos. La academia es lenta, pero tiene el poder de fagocitar todas aquellas propuestas que pasados los años considera válidas; buscando aquí y rebuscando allá. El teatro académico es propenso a crear corrillos.

También es el teatro de los festivales nacionales, de los festivales internacionales, de las muestras de tres días hasta la bandera, del paso corto por una ciudad con las localidades agotadas. Es el teatro del Teatro Nacional y de los Teatros Públicos de Ayuntamientos y Comunidades. Es el teatro de los premios, el teatro del Premio Nacional de Teatro, es el teatro del Premio Valle-Inclán, es el teatro del Premio Nacional de Literatura Dramática. Porque en el teatro académico se publican los textos de las obras para que formen parte del canon por los siglos de los siglos hasta que nos olvidemos de ellos. Es el teatro que se estudiaría en los colegios si en las escuelas se estudiase teatro.

Es el teatro que reflexiona sobre sí mismo. Es el principal objeto de los ensayos y la teoría teatral.

El teatro académico es el teatro que añoran buena parte de los teatreros con formación (aunque no solo ellos), por esto, en ocasiones, las críticas hacia él de parte de la profesión se convierten en rabieta y pataleo al no poder ocupar un puesto que muchos consideran de intrínseco derecho.

Por otra parte. El público del teatro académico es aquel que tiene inquietudes culturales, el público que compra libros y va a bibliotecas, el público cultureta de toda la vida de dios, los que creen en el objetivo espiritual del arte y piensan que el teatro debe ser, por ejemplo, una herramienta social o política (cualquier tiempo pasado fue mejor).

Madrid antiguo - elefantes en cibeles

¿Goza de buena salud el teatro académico?, ¿podrá seguir existiendo?, ¿hasta cuándo?

El teatro académico, al ser mayoritariamente financiado con dinero público, ¿debería tener unas obligaciones?

¿Quiénes ostentan la posición de poder -los que dicen quién entra y quién sale-?, ¿son claramente visibles?, ¿quién los pone a ellos a desempeñar ese papel?, ¿la viabilidad sólo reside en sus manos?

Aquí lo dejo por hoy. El próximo día el teatro alternativo: cantera del teatro académico y del comercial.

Otro Perro Paco

facebooktwitter