#3 Feria gayega | En el minifundio no puedo jugar

VOADORA !

Joane de Voadora. Fotografía: Carlos Teles.

La situación del teatro en Galicia es…

1) Muy buena
2) Buena
3) Mala
4) Muy mala
5) Ninguna de las anteriores

La respuesta correcta, como no podría ser de otro modo, es la número 6) “Depende”.

Sólo si entendemos situación desde una perspectiva situacionista la respuesta puede ser la 1) “Muy buena”.

Los últimos años (y no concreto si 5 ó 50) han servido para crear una suerte de performance kafkiana de espacios, redes, instituciones y propósitos de revolución en la que lo bueno, lo malo, lo muy malo y lo ninguno de los anteriores se mezcló y alternó con una intencionada falta de criterio común.

El esfuerzo de unos pioneros que hace varias décadas levantaron algo parecido a unas herramientas de apoyo y gestión industrial al teatro con, quiero creer, buena intención, ha derivado en una política cultural de la metadona que casi obliga a la inmovilidad absoluta.

Inmovilidad de acción y de opinión.
Todos en contra de que se reduzcan las ayudas.
Todos en contra de que se reduzcan las redes.
Todos en contra de que la Xunta controle el 100% de la financiación para la producción y la distribución.
Todos en contra de que se cierren teatros.
Todos, en la intimidad, opinando que sobran compañías.
Todos en contra de bajar los salarios.
Todos bajando los cachés.
Todos dispuestos a trabajar gratis, según para quien.
Todos exigiendo que vuelvan las vacas gordas.
Algunos incluso las ven. Les llaman vacas a los gatos si es necesario.
Todos, poco a poco, dejando que la situación se vaya degradando con la única opción de unas subvenciones, envidia de muchos de nuestros vecinos que ya no las tienen o nunca las tuvieron, pero en las que te indican qué producir, cuándo producirlo, cuánto dinero puedes conseguir fuera, qué porcentaje le puedes destinar a los salarios, cuándo tienes que venderlo, en dónde y a quién. Normas todas ellas creadas año tras año para evitar el engaño y la picardía de algunos de los subvencionados en convocatorias anteriores.

TEMPESTADA tempestade de Voadora. Fotografía: Paulo Pacheco.

Ojo, que las ayudas y redes no son el problema. Faltaría más.

El problema es que todo gira en torno ellas y se oprimen otras alternativas.
Esas que nadie busca.
Parece imperar el síndrome de Estocolmo.
Y si pensamos a largo plazo ya se puede oir el tic-tac.
Este modelo industrial no solo está caduco sino que demostró tener poco o nada de modelo industrial.
Un año sin ayudas = un año sin creación escénica.
Menos redes = creaciones que nadie ve.

Y uno tiene la ligera sospecha de que si de un plumazo desapareciera todo el teatro galego, todo, las compañías y los autores, apenas pasaría nada.
Salvo alguna excepción (puede que una o dos) socialmente somos muy, pero que muy, prescindibles.

La metadona hizo su efecto.
En nuestra esquina, calladitos, sin molestar a nadie.
Como complemento a ésto cada cierto tiempo surgen macroproducciones megapublicitadas que pasan como Atila y dejan tras de sí una cierta sensación de vacío en las relaciones entre el teatro y el resto de la actividad humana.
Como el enorme agujero que luce en el centro de la Cidade da Cultura de Galicia, que debía albergar un Auditorio faraónico donde ahora luce una hermosa nada que hasta le da algo de sentido al resto del complejo.
Y ni rastro de la nueva ley de mecenazgo.
Y ni rastro de lo que hasta hace pocos años gestionaban las cajas de ahorro lucrándose sin ánimo de lucro (por lo visto lo que cuenta es el ánimo).
Y ni rastro de muchas buenas iniciativas ciudadanas fagocitadas por políticos ineptos desde los ayuntamientos: Festivales de danza, de circo, de teatro en la calle…

Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario; Peter Brook.

Las valientes alternativas a este modelo, consideradas como outsiders, resulta que ahora son lo único que mantiene una estructura mínimamente sana.
Existen.
Y comen.
Puede que poco, pero comen.
Ellos están marcando una de las salidas del laberinto y varias son las salas, compañías, gestores, etc. que toman buen ejemplo.
Si no quieres ser prescindible hazte imprescindible. Puede que lo consigas. Lo único seguro es que nadie lo va a hacer por ti.
El resultado tardará en verse.
Y exige una dieta detritófaga.

Son solo palabras… a menos que sean verdad; David Mamet

Mientras, la naturaleza impera y el relevo es una realidad.
Una ola de cabezotas que se empeñan en crear para la escena (y también en comer) se desenvuelven mejor que los anteriores en la precariedad y la crisis porque apenas conocieron otro modelo.
Cabe tener en cuenta que en Galicia es imprescindible tener 40 años y 20 de experiencia para ser considerado joven promesa.
Los que ya los tenemos, para empezar, nos llevamos bien. Y existe una camaradería que supera por mucho a la divergencia de opiniones.
Ésto, que podría ser trivial, se me antoja como el principal rasgo diferenciador entre el modelo que hubo y el que habrá.
Que el tiempo no me contradiga.
Hasta ahora, y aún colea, hicieras lo que hicieras alguien iba a entender que estabas yendo en contra de sus intereses.
El minifundismo aprieta.
Pero no ahoga.
Porque ya no puede.

No hay tiempo. Es tiempo perdido; Jim Henson

En este sentido la postura de nuestra compañía fue siempre la misma: escapar hacia adelante. Mirar hacia donde te devuelvan la mirada. Disparar en abanico y a discreción y ver que siempre algo cae. Trabajar para dentro y para fuera. Con las instituciones y con los espacios alternativos. Con lo establecido y con lo que está por establecerse. Sumar Galicia a Portugal, al resto de España y a todo lo que se ponga por el camino.

Hacer lo que queramos siempre.
Lo único cierto es que el proyecto artístico manda.
Primero decidir qué hacer y luego ver cómo hacerlo. En ese orden.

LlullProject Llull de Voadora. Fotografía: Jose Cruzio. 

Y a día de hoy, con 8 espectáculos producidos en los últimos 3 años, nos vimos envalentonados para echar un órdago a la grande. Una nueva declaración de principios. Es lo que nos apetece. Y si nos damos un planchazo que se oiga desde bien lejos. Sin complejos. En cuanto podamos volveremos a subir al trampolín.

Nuestra situación como creadores en el teatro gallego es la misma que en el teatro portugués o en el teatro español.
Cada vez conocemos a más gente.
A alguna le gusta lo que hacemos y nos ayudan.
Poco más.
No nos interesan los discursos teóricos.
No nos interesa hacer política.
Nos interesa crear y producir espectáculos.
En ellos nuestra teoría y nuestra política para quien quiera verlas.

No tenemos derecho a hablar de nadie en concreto porque no pertenecemos a ninguna asociación, ni grupo, ni nada. Tampoco es algo buscado, simplemente no estamos. Los lazos que nos unen a nuestros compañeros, que los hay y muy fuertes, son puramente sentimentales y nos gusta que así sea. Cuando empezamos sabíamos que ésto era una carrera de fondo. Sin embargo en algún punto del trayecto descubrimos que no es una carrera: es un paseo. La carrera hay que ganarla solo. El paseo se hace mejor acompañado.

Nuestra filosofía de producción es contaminarnos, trabajar siempre que se pueda con reciclajes, reutilizaciones, préstamos, cesiones, intercambios y todas las fórmulas que permita la creación que lleves a cabo.

Además de ser posible, que no es poca cualidad, es mucho más razonable, más ecológico, enriquece enormemente la creación y establece vínculos bilaterales de colaboración para futuros proyectos. Y es la única fórmula que permite invertir todo el dinero en los salarios de la gente con la que quieras trabajar. A veces no llega a uno. Otras veces sí. En fin, hay que insistir.

“El futuro de las artes escénicas pasa por dignificar la profesión de los que las hacemos.”
Este enunciado, repetido desde hace milenios, nunca ha dejado de estar vigente.
Da que pensar, ¿no?
Y hoy se corre el riesgo de establecer unos precedentes peligrosos.
La necesidad lo permite.
Aunque exija grandes esfuerzos, en arte, la ética siempre es una buena inversión.
La experiencia así nos lo confirma.

Sabemos que le tenemos que agradecer mucho a mucha gente que trabajó para que la “situación” esté como está ahora, para que exista una “situación”.
A todos ellos muchas gracias.
Pero no debemos nada a nadie.
Vamos a intentar ponerlo todo patas arriba.
Devolveremos, como mucho, un legado de ejemplos de nuestros éxitos y planchazos para las jóvenes promesas gallegas.
Las de verdad.
Las que ya están trabajando hoy y preguntándose cuándo carajo se come.

Jose Díaz
VOADORA

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#3 Feria gayega | Esperando la primavera atlántica

Elefante EleganteGranito de Elefante Elegante

“Como van las cosas por Galicia?”-nos pregunta un amigo y distribuidor afincado en Alicante- “Yo he tenido que cerrar la oficina de Madrid y me he venido para el pueblo de mi mujer, hemos abierto una sala pequeña en el bajo de casa”. Las cosas en Galicia no son muy diferentes a las del resto de la península, pensamos de entrada, pero luego, nos damos cuenta de que igual sí, a lo mejor Galicia is different.

Quizás no contamos con la tradición teatral de los franceses, ni Santiago es Berlín… pero la gente hace frente a la que está cayendo como en todas partes. Aúnque quizás la administración aquí es un poco different y cuando cierra una puerta nos abre una ventana, eso sí, en el noveno piso.

Así, en caída libre, sálvese quien pueda.

Lo que se lleva, o lo que se puede llevar, es tener una compañía con nosotros mismos. Nosotros mismos para producir, nosotros mismos para crear, nosotros mismos para vender y claro, nosotros mismos para autoexplotarnos, eso sí, con dignidad y elegancia. Y es que más de la mitad de las empresas culturales gallegas no tienen asalariados. Y eso que las empresas teatrales representan el 25,9% de la actividad empresarial cultural gallega, según el último informe del Consello da Cultura Galega. Vamos a pararnos en lo de “empresa cultural”, ya que a pesar de que no tenemos más remedio que aceptar la onda de las Industrias Culturales, podemos y debemos expresar nuestras reticencias a entrar en el juego de comerciar con arte sin más guías que la oferta y la demanda. Obviamente las compañías gallegas deseamos y creamos nuestros espectáculos para que el público asista y le dé sentido con su presencia a nuestra creación. Queremos público, queremos llegar a más espectadores, espectadores potenciales, que están sentados viendo la tele sin saber que lo que hacemos les puede mover, remover e incluso conmover. Pero claro, eso no puede significar que el Estado se desvincule de los creadores dejándolos a la merced de las taquillas y de criterios de creación estrictamente comerciales. Nunca podemos dejar de insistir en esto, que es bien sabido, pero que siempre está a punto de olvidarse en un lejano cajón de la organización liberal. El arte y el entretenimiento son dos cosas bien diferentes en el sentido de que mientras el segundo necesita apoyos, el primero nace andando, como los hijos de las yeguas. Si en la época de las vacas gordas no se aprovechó para subir el precio de las entradas al teatro, ahora la gente no se habituará a pagar entradas que financien completamente el espectáculo.

Pero volvamos a casa.

En Galicia llueve más que en Alicante, por eso abrir una pequeña sala requiere cierto acondicionamiento. Pero, ¿quién se atreve a abrir un espacio cuando casi no puede pagar el alquiler de su casa? Pues algunos valientes como los que abrieron Extramuros Espazo de Colisións Artísticas, o La Casa Tomada, O Liceo Mutante, etc. Nuevas fórmulas de gestión para tiempos salvajes… Malabarismos para atraer al público a la sala. Pero, ¿hasta cuándo podrán resistir? El futuro es incierto. También la Rede Galega de Salas, de organización institucional abre nuevas puertas: la Sala Gurugú, A Sala Ingrávida, A sala de Talía. ¡Bienvenidas sean!

Si damos un pequeño salto más allá de los Pirineos descubrimos que el IVA de las entradas al teatro en Francia es del 5,5% y para más envidia, no sé si sana, las “primeras” 140 representaciones de un espectáculo tienen un IVA superreducido del 2,1%. Fue allí donde vimos, anonadados, -hace ya casi 10 años-, a un grupo de adolescentes haciendo cola un domingo por la tarde en el teatro para ver un Moliérè. Exactamente como aquí… ¡No todo iban a ser malas noticias del norte! 🙁

Por suerte también nacen nuevas compañías, o agrupaciones de personas sin personalidad jurídica propia, pero ahí están, creando y ayudando a que el teatro gallego siga hacia adelante en su evolución. Darwin estaría muy orgulloso de todos nosotros. De muchos de los veteranos también.

La así llamada crisis, ha traído mucha unión en la profesión con el nacimiento de asociaciones y plataformas de defensa de las artes escénicas que fueron fundamentales para aguantar las paredes de la casa del teatro en medio del terremoto. Y quien dice teatro hoy en día dice danza, dice nuevo circo, y todo con la boca llena. Y es que en Galicia hay mucho talento y grandísimos creadores. Creadores que van más allá en la búsqueda de lenguajes escénicos, allá donde las fronteras entre disciplinas y estilos se desdibujan con la fuerza de las ciclogénesis que nos acompañan durante el largo e incubador invierno. Quien no siempre está a la altura quizás sean las instituciones.

En Galicia hasta hace pocos años, para formarnos, teníamos que irnos a Barcelona y a Madrid -la mayoría-, otros dábamos el salto al corazón de Europa y los más intrépidos cruzaban el charco. Esto ha hecho que con el paso del tiempo y el retorno del emigrante cultural, nuestro panorama creador sea cada vez más rico, variado y de gran calidad. También los hubo que se quedaron aquí, grandes autores y creadores, grandes autodidactas. Menos mal que estaban, sino qué hubiera sido de nuestro teatro… La apertura Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia en Vigo hace unos seis años vino a colmatar un vacío vergonzoso que cubrían dignamente otras escuelas privadas y municipales como la de Narón. Ahora quien se quiere especializar fuera puede hacerlo, después de recibir una sólida formación de base.

¿Y el público? ¿Qué piensa la gente que acude a los teatros? No hemos realizado ninguna encuesta con el CIS, pero sabemos por experiencia que las personas que asisten a las salas lo disfrutan, lo necesitan y quieren más porque “es una pena que no haya más de estas cosas”. Queremos una programación estable, variada y de calidad, tanto unos como otros. Para todo tipo de públicos, mayoritarios y minoritarios. Y los minoritarios, salvo honrosas excepciones, quedan en el cajón del programador a la espera de un futuro más propicio, en el mejor de los casos. Nuestra antaño flamante Rede Galega de Teatros e Auditorios, está funcionando en modo supervivencia, con menos teatros adscritos y menos programación, lo que dificulta tanto a la creación como a la conservación de públicos, incluso a la supervivencia de los creadores, por muy buena que sea, fuera o fuese, su programación.

ININ de E. E.

El auge de compañías que crean espectáculos para la infancia con un alto nivel de exigencia tanto a nivel de fondo como de forma, lejos de infantilizar al publico infantil, merece mención aparte. De hecho, en el año 2013, por primera vez en la historia de los Premios María Casares del Teatro Gallego, un espectáculo creado para la infancia, Nuncabunga, de nuestro Elefante Elegante, recibió el galardón de mejor espectáculo. Una fiesta para todos los creadores que creen que el teatro para los más pequeños es igual de Teatro que el de los grandes. Y es que a pesar de todo aún nos quedan algunos prejuicios de los que librarnos.

Hablando de prejuicios, aquí va el último, pero éste no es solo nuestro… Fuera de las grandes capitales del Estado, hay grandes creadores y grandes espectadores, llenos de brisa marina y aire puro. Es una pena que ciertos espectadores acepten pagar entradas más caras por espectáculos de fuera de Galicia como si aquí no tuviésemos que comer o pagar el alquiler o que fuésemos peores artistas. Es una pena que “el espíritu de las provincias” no haya pasado a mejor vida… Qué feo es el complejo de inferioridad, a este podían llevárselo las enormes olas de 10 metros que el océano nos mandó este invierno para enseñarnos su poder y ponernos en nuestro sitio de efímeros mortales, como el Teatro.

Afortunadamente para las compañías las redes sociales funcionan muy bien de altavoz. Arden de información, reivindicación y comunicación horizontal. Pero claro, siempre entre amigos, y la cuestión principal es llegar a donde no nos conocen. Y para eso también deberían estar los medios de comunicación.

Antes, cuando éramos jóvenes (hace tres años) todavía teníamos el apoyo y difusión de gran parte de los medios que ahora yacen. Otros, con mucho esfuerzo, se mantienen vivos online. ¡Gracias! Pues sabemos que no es nada fácil. Hay días en los llueve hasta en Alicante.

Sería fantástico que un día en las amplias explanadas de la Ciudad de la Cultura de Galicia se juntase todo el mundo que cree que pertenece de algún modo al mundo de la cultura. Entonces podríamos ver como aquello se llenaría por un lado de actrices, actores, escritoras, bailarines, tramoyas, acomodadores, iluminadores, directoras, dramaturgos, atrezzistas, músicos… y por la otra ladera del monte Gaiás subirían también las profesoras, los alumnos, médicos, bomberos, carteros, panaderas, universitarios… ¡incluso funcionarios!, todas aquellas personas que normalmente pasan por taquilla, se acomodan en la butaca y se lanzan curiosas rumbo a lo desconocido esperando la primavera. Lástima que cuando broten las flores, será demasiado tarde para traer a Pina.

 Iria Pinheiro y María Torres 

Elefante Elegante

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Muchas, grandes y livres #3 | Feria gayega

Un paisaje gallego.

El crisol del teatro posdramático gallego.

En el minifundio no puedo jugar.

Esperando la primavera atlántica.

Aquí está la tercera entrega de Muchas grandes y livres, esta vez sobre Galicia. Como hemos dicho en otras ocasiones: sería lógico y deseable que no todo el mundo estuviera de acuerdo con lo que se dice en cada uno de los textos. Más allá de los comentarios, si alguien consigue crear un hueco en su agenda pluriempleada y le apetece sumar su punto de vista que nos escriba, por favor.

Queremos agradecer a los autores de los artículos que hayan sacado tiempo y se hayan animado a colaborar en esta sección. Sus reflexiones arrojan luz y nos ayudan a dibujar el paisaje de las artes escénicas gallegas. Gracias.

También nos pusimos en contacto con otros creadores, compañías, salas, gestores, etc., que no han podido liarse esta vez. La puerta -y la invitación- sigue abierta.

Para terminar, dar las gracias a R.B., M.A.R., A.P. y E. F. por los consejos que nos han dado para armar esta nueva entrega sobre el fogar de Breogan.

Malo será!

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La carta de Rodrigo y el problema francés. Me siento como una mierda.

Yo me siento como una mierda, tú te sientes como una mierda, él se siente…

Cruda, vuelta y vuelta, a punto, chamuscada. Fot. Christophe Raynaud Delage. Fotografía Christophe Raynaud Delage

Los intermitentes franceses llevan calentitos los últimos meses pensando que les van a quitar la intermitencia. Pueden leer las noticias aquí y acá. Resumiendo: el Estado está en banquita rota, la derecha nacionalista asciende y la Francia no sabe qué hacer. Bueno sí, piensa en quitar la intermitencia a ver si saca cuartos de debajo de las piedras. Los intermitentes no están contentos y han ido a la huelga.

Rodrigo García, enfant terrible del teatro español, hijo predilecto en Francia y ahora director del CDN de Montpellier escribió un mail público que todavía está en la portada de la web del teatro. Ahora lean -y piensen-: la carta de Rodrigo y la contestación a la carta de Franck Ferrara.

CARTA DE RODRIGO GARCÍA A LOS ACTORES, TÉCNICOS Y TODO EL EQUIPO (16 PERSONAS) QUE PARTICIPAN EN LA OBRA GÓLGOTA PICNIC

Queridos amigos,

Como podéis ver, este mail ha sido escrito a las 3 de la mañana del cinco de junio y no porque he estado de fiesta, simplemente no conseguía dormir.
Las representaciones deGólgota Picnic han sido anuladas.

Esto se parece a lo que algunos de nosotros vivimos en 2003, teníamos funciones previstas en Avignon y al final nos quedamos en casa porque el festival fue anulado por el boicot de los intermitentes del espectáculo que reivindicaban sus derechos.

Hoy, once años después, el mismo hecho tiene lugar. Los intermitentes mantienen un combate contra el Estado francés y preparan huelgas para protestar porque han tocado sus derechos.

Comienzan por boicotear el primer festival de primavera-verano del sur de Francia: Las Primaveras y si las cosas no se arreglan seguro continuarán con el Festival de Montpellier Danza y terminarán quizá por obstruir el de Avignon, como en 2003, a menos que el gobierno ceda y negocie.

Yo, en nombre del CDN, he prestado hace ya tiempo la sala grande del teatro a los intermitentes para su primera Asamblea General.

Yo, en nombre del CDN, he firmado hace dos días una carta en apoyo a los intermitentes dirigida al Primer Ministro Emmanuel Valls.

Yo, esta mañana, tenía una reunión en el DRAC con otros 18 directores que forman parte -como yo- de eso que se llama comité de expertos: nos reunimos para debatir sobre compañías regionales que obtendrán subvenciones. Hemos decidido esta mañana no hacer nuestro trabajo y unirnos a la huelga y hemos redactado una carta a favor de los intermitentes.

Yo, esta tarde, he decidido que anulábamos Gólgota Picnic en un gesto de apoyo a los derechos de los trabajadores franceses a los que llamamos “intermitentes del espectáculo”.

Cuando explico, a otros, que uno de los actores de nuestra compañía (Gonzalo Cunill) ha renunciado a un trabajo de varias semanas en España sólo para hacer tres funciones de Gólgota Picnic en Montpellier, no le interesa a nadie.

A nadie le importa saber que otros sufren económicamente por todo esto.

Que se vayan al carajo, los artistas y técnicos españoles, italianos y portugueses de nuestro equipo, ellos que no reciben ninguna ayuda del Estado cuando no trabajan porque no trabajan en Francia, Bélgica o Suiza.

A todo el mundo le importa un bledo. A causa de esta cancelación, todo el equipo de Gólgota Picnic pierde la oportunidad de hacer un trabajo y ganar un salario para vivir con sus familias, a todo el mundo le importa un bledo que vengan de países en crisis donde no hay trabajo.

Los intermitentes franceses defienden sus derechos con un egoísmo pronunciado y no se preocupan de lo que pasa a su alrededor.

Es digno de estudio antropológico; a veces todo tiene un aire tan primitivo, como en Tristes trópicos de C. Lévi-Strauss. También hay que decir que la asamblea de esta tarde ha tenido sus momentos estalinistas, que me han parecido oscuros y patéticos. Y sin embargo, yo estoy con ellos. Los apoyamos.

Además: nadie se ha dado cuenta del gran perdedor: el público, los ciudadanos, sus vecinos, los profesores de sus hijos o los médicos que los curan, es decir, el público que, cuando deja de ser profesor o médico, va al teatro. Que se vayan al carajo. Este verano se quedarán en casa a echar un solitario o irán a pasear al Odysseum, porque no habrá ópera, ni teatro, ni danza.

El debate sociológico y filosófico sobre este tema sería interminable y no quiero comenzar a discutir en este mail que escribo solamente para comunicaros la mala noticia de la cancelación.

Como director de una institución, me he posicionado en uno de los dos campos, el de los intermitentes del espectáculo, que han sido traicionados por el gobierno socialista. Hollande no ha mantenido sus promesas. La ministra de cultura le pasa la patata caliente al ministro de trabajo que se niega a echarse atrás.

Al tomar esta decisión, me siento en el plano personal como una mierda, porque no podemos hacer nuestra obra en junio como estaba previsto (habíamos recibido tantas solicitudes de entradas que habíamos ampliado a una tercera función) y que vosotros, como yo, nos vemos privados de un primer contacto artístico con la ciudad de Montpellier.

Supongo que mi decisión de cancelar la obra y de situarme al lado de los intermitentes no agradará mucho al Ministro de trabajo. Supongo que esta carta, que hemos decidido hacer pública, no agradará mucho a los intermitentes del espectáculo. Muy bien, recibiré bofetadas de ambos lados. Por lo menos he dicho lo que tenía que decir. Creo indispensable decir que la gente que -y es su derecho- tira por los suelos un festival debe tomar conciencia de los “daños colaterales”, porque los hay, y no los menos.

No merece la pena decir que las trescientas personas que estaban en la Asamblea esta tarde me han aplaudido cuando he anunciado que no haría Gólgota. Me he sentido y me siento como una mierda. Porque amo mi trabajo.

Os volveré a escribir pronto para saber si es posible presentar Gólgota Picnic más tarde. Veremos. Porque esta cancelación afecta, y mucho, la economía precaria de nuestro pequeño CDN que tiene la ambición de crecer y modernizarse.

Rodrigo

4MUERTE_Y_RENCARNACION_EN_UN_COW_BOY_copyright-christianberthelotFotografía Christian Berthelot

A los pocos días en varios medios de comunicación apareció una respuesta del actor Franck Ferrara.

CARTA DE FRANCK FERRARA A RODRIGO GARCÍA

Hola Rodrigo,

Te conozco, conozco tu trabajo, te admiro por lo que haces y lo que defiendes en este arte que también es el nuestro. Te ruego que creas en mi amistad y mi sinceridad. Por mi parte, tú no me conoces y no puedes admirarme, pero da igual. Por lo contrario, cuando leí tu carta, me puso contento que te sintieses como una mierda, porque quiere decir que sientes un poco eso que yo siento después de diez años de lucha.

Porque yo también me siento como una mierda. Como una mierda cuando debo aceptar hacer mala figuración a dos horas en coche desde mi casa, sin que te paguen la gasolina. Como una mierda cuando tengo que sonreír para ver si encuentro un papel que nunca encuentro porque siempre es demasiado tarde. Como una mierda cuando doy talleres a chavales que se la sopla y que consideran el teatro como una buena razón para saltarse las clases, aunque yo sepa que comencé en el teatro como ellos. Como una mierda cuando mi familia me pregunta por qué no soy ya una estrella, por qué no salgo en la televisión, porque no hago cine. Como una mierda cuando les respondo que no quiero volverme comercial y que se rían en mi cara mientras me dicen que hoy todo el mundo lo hace. Como una mierda cuando los espectáculos que monto con mis compañeros no hacen gira porque no llegan por aquí o se pasan por allá. Como una mierda cuando llamo diez veces a un director para que acepte leer mi pobre dossier, como una mierda cuando entiendo que le importa un carajo mi trabajo y que cree ser mi padre. Como una mierda cuando comprendo que ese mismo director está cogido por los huevos y que sus subvenciones se ven reducidas año tras año. Como una mierda cuando aplaudía en la huelga con lágrimas en los ojos sabiendo que ese será el único modo de hace avanzar las cosas porque en este país, hoy, sólo las estúpidas demostraciones de fuerza logran cambiar las cosas. Como una mierda cuando he leído tu carta y me he dicho: tiene razón, ¿qué estamos haciendo? Como una mierda delante de gente que habrá leído tu carta y me dirá: “¡No tienes vergüenza, especie de gandul, impedir a la buena gente ir a distraerse al teatro!” ¡Como una mierda, tío! Una pequeña mierda que le importa un carajo a todo el mundo… que actúe, que no actúe… que sea artista o no, intermitente o no…

Pero Rodrigo, lo que hemos hecho hoy, lo que intentamos hacer, es para ti, es para todos tus amigos que volverán a actuar la próxima vez en tu teatro o en otros, es para todos aquellos que pueden decirse artista, técnico u otra actividad en el Arte. Es un oficio, no un pasatiempo, UN PUTO OFICIO, que podamos poner en la mesa delante de la suegra para que se calle la boca, delante de todos los que creen que el teatro son vacaciones, o simplemente escribir “intermitente del espectáculo” en cualquier documento que tenga tu oficio en vez de escribir “parado” porque es lo que somos oficialmente de nuevo, te recuerdo. Ya acabo…

La próxima vez que nos quieras decir algo, ven a hablarnos en vez de enviar una carta y mandarnos a la mierda, nuestras Asambleas Generales son caóticas, pero por lo menos nos expresamos, si tú lo haces mejor, si sabes más, ven y explícanos tu método.

Hace diez años que hacemos dossieres, que estamos ahí, que no soltamos la cuerda, porque sabemos que nuestras propuestas son justas, porque sabemos de lo que hablamos, porque sabemos lo que es anular un espectáculo, ¡ANULAR UN ESPECTÁCULO! Como reventar una fábrica o inmolarse en fuego o tirar por los suelos muchos meses de trabajo. ¿Es arcaico y estúpido? Pero es la única forma de luchar con una política arcaica y estúpida, es la única forma que nos queda después de TODAS LAS TENTATIVAS de diálogos, de encuentros, de propuestas.

La única acción que nos queda, el “Teatro”, para hacernos entender… y sin nosotros, no habrá más teatro… Más teatro libre, independiente, comprometido o caótico como nuestras Asambleas Generales o también tú teatro… El teatro para hacerse entender, para luchar, para intentar mejorar este país que se va al garete, para hacer oír la voz de los parados, los precarios, los temporales. No me enfado contigo, Rodrigo, pero la próxima vez, reflexiona un poco antes de escribir una carta a las 3 de la mañana, mi suegra las lee… Sabes dónde encontrarnos, Rodrigo, hasta pronto.

Franck Ferrara

Actor, escenógrafo, director, pedagogo, sustituto, profesor, intermitente del espectáculo y parado.

Le chien andalou

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Golpes bajos a las artes escénicas madrileñas: Talent, Fringe y Surge

 Ignacio te lo pintaDibujo obra de “Nacho”, nombre artístico de Ignacio González, presidente NO electo de la CAM, que inexplicablemente no usaron en lugar del huevo como imagen de Surge.

Según Bismark, “Canciller de hierro” y bisabuelo de “la reina sin trono de Marbella”, “la política es el arte de lo posible”. Y aunque lo posible en nuestro país pueda parecer el arte de crear hordas de analfabetos y ricos o en el mejor de los casos de ricos analfabetos, destruyendo o expulsando todo lo demás, de vez en cuando nos sorprenden con estrategias menos evidentes tras las que se ocultan perversas intenciones. Las artes escénicas no se salvan, y menos en Madrid. Estamos asistiendo a un cambio de modelo en el que, salvando las distancias, ciertos acontecimientos dibujan un panorama que recuerda a aquellos campos de concentración nazis en los que los presos debían “representar” a enviados internacionales sus condiciones de vida. Para ellos no fueron factibles otros posibles. Nosotros todavía podemos parar la representación, pero, ¿cuáles son nuestros otros posibles? ¿Cuáles queremos que sean? ¿Qué otros modelos escénicos podemos imaginar?

La Historia o José Antonio Sánchez nos avisó[i] en 2006 del viraje o la evolución desde el final del fascismo en España, tanto en la creación escénica como en los contextos en los que se enmarca (si es que no es lo mismo), desde implosiones independientes sustentadas por años de lucha hasta una “normalización” y posteriormente a una “vulgarización” generalizada, y de cómo los “discursos alternativos” y sus esperanzas de los noventa y principios de siglo XXI en Madrid se vieron aplastados sin piedad conduciendo a gran parte de los sus participantes a un exilio geográfico o interior. La cosa desde el 2006 podríamos decir que alcanzó el paroxismo de la vulgarización, ilustrado por ejemplo por el provincianismo de nuestros teatros públicos o por el Síndrome de la Red de Teatros Alternativos o Síndrome del Chiringuito, y que el consuelo de ciertas iniciativas y festivales, la mayoría ya desaparecidos, no fue suficiente. No fue suficiente ya que dicho aplastamiento provocó el aislamiento de quienes quisieron o pudieron quedarse en Madrid, pero sobre todo porque impidió el relevo generacional, en el sentido de transmisión de lenguajes, de problemas y de soluciones, dejando un silencio enrarecido a las que ahora llegan. ¿Cuántos sobreviven de aquellos “41 creadores de la nueva escena madrileña[ii]”? ¿Los que sobreviven, en qué condiciones lo hacen? Cada caso es particular, por supuesto, pero lo que sí que comparten todos es que les jodieron hasta decir basta. Quien todavía sigue en activo es por cabezonería y por destreza en el arte de la resistencia.

La historia está llenan de pliegues y vacíos y es difícil manejar una escala lo suficientemente lúcida como para dibujar un mapa de la evolución escénica en Madrid y poder situar este momento, todo esfuerzo será inexacto y arbitrario, pero tenemos que ser rápidos y ágiles para desbordar lo que ahora intentan vendernos, ya que se está escribiendo sin nuestro permiso y con nuestra complacencia un nuevo capítulo cuyas páginas son un panfleto publicitario de supermercado chungo, muy chungo. Y es que desde hace un par de años podría decirse que entramos en una nueva fase que completa un recorrido con mucho sentido y mucha mala hostia en el devenir de la creación escénica madrileña: de la “normalización”, pasando por la “vulgarización”, siguiendo por el paroxismo de la vulgarización y ahora, por fin, la más perversa de todas: la frivolización auspiciada por políticas culturales de dilatación.

La frivolización ya se venía intuyendo desde el primer Fringe y el primer Talent, ambos apellidados Madrid al ser marcas importadas a las que recibimos como a suecas en Benidorm, pero el triángulo de la frivolización escénica acaba de cerrarse dos años después con un producto español, madrileño, con Surge. Con frivolidad no sólo me refiero al hecho de parecer que se apoya mientras se explota a una profesión que ha sido condenada por nuestros “representantes”, a cuyos ojos no hemos dejado de ser como aquellos pobres locos medievales que salían de su encierro a bailar por si les caía una limosna. Con frivolidad además me refiero, como decía antes, a una estrategia menos evidente y más perversa. Y es que han conseguido convertir la escena madrileña en un puto menú de restaurante, lo que significa que tenemos que pedir rápido y consumir, sin opción a otras consideraciones. “Frívolo es quien, sin tener razones de peso fundadas en la naturaleza misma de las cosas, tiene que decidirse por esto o lo otro: el color turquesa o el carmesí, el teriyaki de salmón o el carré de cordero, Naomi o Vanessa, los Bad Boys o Depeche Mode[iii]”. Si la frivolidad “encuentra su justificación en una débil diferencia en el seno de un desnivel insignificante”, cualquiera que vea el programa de Talent Madrid, Fringe Madrid o Surge, no podrá si no practicar, como mínimo, un consumo frívolo de artes escénicas, en el que tanto la plusvalía material como simbólica alimenta a la gran máquina de la precarización en la que todos nos movemos como ratas drogadas.

Si seguimos el rastro podríamos remontarnos a las campañas del renacimiento o la removida del off en las artes escénicas de la capital, del supuesto boom de salas alternativas. Así se generó una narrativa compartida que no se matizó con las condiciones laborales en las que se seguía trabajando y mucho menos con la cualidad de los lenguajes escénicos que allí se estaban dando. Siempre hemos sido un país de cantidades, ¿no? He aquí el problema de las narrativas. La removida escénica ha nacido protegida y alentada por los aparatos de poder, lo que nos tenía que haber puesto en alerta desde el principio. No me detendré en este tema porque ya hablamos de él. Pero ha terminado por asentarse en Madrid una telaraña de salas alternativas donde se dan lenguajes poco alternativos que ha consolidado un público entregado. Dabuten. Que se queden con el denominativo. Para ellos para siempre. Hemos de conseguir salir de la dialéctica viciada de alternativo-no alternativo y articular otras fórmulas. Ya. “Por mucho que lo alternativo quiera presentarse como bueno en sí y, por tanto, obstruir la posibilidad de que se dé una alternativa a ello mismo, por el simple hecho de aparecer como alternativo confiesa ya que vive secretamente de aquello a lo que se opone. Lo alternativo-sustantivado sigue, como siempre y a pesar de su ya avanzada edad, viviendo parasitariamente de aquello de lo que se presenta como alternativa; pero, por otra parte, lo no alternativo (igualmente sustantivado), se encuentra arruinado y en fase de demolición debido al éxito fulgurante de lo alternativo, y ya casi sólo subsiste como un fantasma, el fantasma que necesita lo alternativo para seguir presentándose como tal[v]”.

negro black mirrorMientras tanto, continuando con el rastro, dos festivales nos mostraron que se podía ir más allá y obtener rédito tanto del shock generalizado como de las ganas lícitas de la gente por seguir haciendo sea como sea. El Talent, concurso escénico acogido en el absurdo cortesano que son los Teatros del Canal, lleva ya dos ediciones jugando con la razonable ilusión de pisar un escenario “importante”, y sentirse, en palabras de los ganadores de este año, “como Paco Martínez Soria cuando llega a la estación de Atocha en La ciudad no es para mí”. La visibilidad lo puede todo. Y lo saben. El ingenioso periplo mercantil ideado[iv] para ganar el concurso hace que a los participantes les sea todavía más costoso obtener una limosna que a los locos medievales. Con un discurso centrado en los malditos axiomas meritocráticos de la originalidad y la competitividad, y con una estrategia de política cultural de dilatación, Talent Madrid ha conseguido en dos ediciones abrir el culo a cientos de creadores y compañías. Dabuten. Aunque hemos echado de menos al que hubiera sido el ganador ideal de un concurso así: el negro de Black Mirror cuyo gesto radical contra las estructuras de visibilidad y recompensa espectaculares queda desactivado, vuelto en su contra y finalmente absorbido por ellas en su propio beneficio. Ya se sabe, los vanguardistas, estrictamente hablando, siempre han tenido inclinaciones suicidas, y por lo que parece, pocos o ninguno se han presentado al Talent Madrid.

Sin títuloEspacios que apoyan Talent Madrid, la mayoría escuelas de artes escénicas profundamente preocupadas por la dignidad profesional de sus alumnos y egresados.

Aunque en Madrid parece que alguien ha pensado: si los vanguardistas no se matan ellos solitos, convénceles para que se unan a tu bando, por ejemplo importando “el festival más arriesgado de artes escénicas”, el Fringe. Conviérteles en fringers, tronco. Además ahora, como antes en los campos de concentración nazis, no hay que pensar a largo plazo, y si alguno se te viene abajo puedes sustituirlo rápidamente, y así te evitas aquel silencio intergeneracional que por lo menos ha servido para preguntarse qué hostias ha pasado aquí. Fringe Madrid toma nota del pensamiento cortoplacista y se ha instalado con éxito en la pasarela del Manzanares o Matadero Madrid. Un festival cuya historia se ha vuelto en su contra. La marca Fringe nace en 1947 en Edimburgo cuando los rechazados por el festival oficial decidieron montárselo por su cuenta. Pues bien, en el caso de no volarlo por los aires, con argumentos, por supuesto, habría que hacer un Fringe Madrid del Fringe Madrid, en donde el reclamo de los creadores ya no fuera el tipo de propuestas escénicas, batalla que quieren que demos por perdida al haberlo confundido todo en sus carteles amarillos, si no sus condiciones de trabajo. Aunque poco más podemos pedir a su director, Joan Picanyol, quien ya tiene suficiente con no saber explicar qué entiende por vanguardia o alternativo. Como para que entienda lo que es un caché, la creación de contextos escénicos que vayan más allá de la ilusión de recompensa inmediata o la necesidad de apostar contundentemente por lenguajes escénicos con los que se les llena la boca. Los bolsillos ya se le llenaron supuestamente al que fuera su jefe en el Centro Niemeyer, Natalio Grueso, imputado entre otras cuestiones por gastarse 180.000 euros en concepto de cafeterías y restaurantes. ¿Y no invito a nadie a un mísero café? De lo que sí que es seguro culpable Grueso es de su lamentable programación como director artístico de Teatro Español. Gestión a la que él mismo ha puesto final, y no nosotros. Nada nuevo en un país que vio morir plácidamente intubado a su dictador. Ahora tampoco haremos nada para que deje de oler a podrido en la elección del nuevo director artístico del Teatro Español que ha convocado la empresa Municipal Madrid Destino, adscrita al Área de Las Artes, Deportes y Turismo. ¿Área de Las Artes, Deportes y Turismo? ¿Quiénes forman el comité de selección? ¿Cuáles son sus verdaderos criterios? Estas preguntas deberíamos convertirlas en exigencias innegociables, ¿no? ¿Apuestas para el nuevo Director Artístico? Pensando en cosas más alegres, este verano podremos ir a Matadero en bicicleta a tomarnos unas birras, escuchar unos conciertos, y ver decenas de propuestas escénicas de las 555 recibidas en Fringe Madrid. Todo muy amarillo y muy arriesgado. Pero por favor, tengamos siempre presente, sin dejar de pasárnoslo dabuten, la dilatación anal de cada uno de los participantes, las condiciones laborales en las que se enmarca su trabajo y qué será de ellos a largo plazo. Si no, no mola tanto.

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Y con Surge hemos topado. Poco más tenemos hay que añadir. Ya se han puesto demasiado en evidencia ellos solitos, y ha habido buenos análisis en las últimas semanas: aquí, aquí, aquí, aquí… Por darle la vuelta al discurso, tenemos que estar profundamente agradecidos a Surge. Por un lado nos han mostrado que hay dinero para la creación escénica, desvelando las mentiras de años atrás y permitiendo que no nos la vuelvan a meter; y por otro han conseguido poner de acuerdo a todas las salas de Madrid. Algo que no pasaba desde tiempos de Joffrey I Baratheon. Y aquí sí que hay mucho que decir. Sin querer convertir estas palabras en una arenga populista: ha llegado el momento de que todas los teatros de Madrid, perversamente homogeneizados como salas alternativas, cada uno desde su lugar, redacten un comunicado púbico conjunto diciendo NO a Surge, argumentando punto por punto el sinsentido de la muestra; y a lo mejor así, vaya usté a saber, se consigue consensuar unos mínimos en lo que a políticas culturales escénicas se refiere, que es lo que aquí importa y lo que está en juego. Ya están tardando. Si no es posible un comunicado, algo.

Surge ha vuelto a poner de manifiesto lo que aprendimos del juicio de Eichmann (¿otra metáfora nazi?), que para ejercer el mal o el daño no hace falta ser un lumbreras, que con cumplir órdenes con origen difuso basta. Y es que tenemos que creernos que somos mucho más listos que ellos, que ya se ha acabo eso de ir unos pasos por detrás, esto es, responder a sus movimientos sin opción a generar propuestas autónomas, y asumir que las responsabilidad de las políticas culturales es nuestra. De cada uno de nosotros, cada cual en su campo[v]. Porque como dice Marina Garcés: “La cultura no es un producto o un patrimonio. Es la actividad significativa de una sociedad capaz de pensarse a sí misma. Esto es en lo que podemos creer: en la posibilidad de pensarnos con los otros. ¿Cómo darnos esa posibilidad? Ésta es la pregunta con la que política y cultura vuelven a encontrarse. Y se encuentran no para neutralizarse sino para redefinir, simultáneamente, los lugares de lo político y de lo cultural[vi]”.

Y para terminar, invoquemos a la madre del cordero. Rápidamente. ¿Ha de ser el arte, en este caso las escénicas, subvencionado? ¿Debería de sostener el dinero público gran parte de la creación escénica? En caso de responder a la pregunta negativamente, por ejemplo por miedo a que se pueda despilfarrar erario público ayudando a Ignacio González a que perfeccione su arte, la siguiente pregunta es: ¿Pueden ser las artes escénicas ser un negocio? Es decir, ¿pueden mantenerse vivas y generar ingresos con lo que recauden a través de la taquilla y otras vías? Hasta Eichmann sabría que es imposible pagar el alquiler de una sala, la luz, a cada uno de los trabajadores, técnicos, etc., y encima poder dignificar el trabajo de los creadores con un caché. ¿Entonces? Pues volvemos a la primera pregunta y la respondemos afirmativamente. Sin duda vivimos en un momento en el que la devaluación de lo público ha calado muy hondo. La paradoja es que quienes nos han hecho perderle el respeto son aquellos que se han lucrado a partir del trabajo de todos. Por eso es importante mojarse ahora. No en un debate sobre si arte subvencionado sí o arte subvencionado no, si no sobre qué tipo de gestión de lo público en relación a las artes escénicas queremos. Hay que cambiar la actitud victimista reinante en la que nos han hecho asumir que todo nos toca de lejos y nos llega tarde como para hacer algo, y empoderarnos responsablemente de la toma de decisiones. Hacer que el miedo cambie de bando y, si hace falta, respondiendo a Bismark, imaginar imposibles, a ver qué pasa. Sólo podemos ganar.

Un Perro Paco


[i] José A. Sánchez (dir.), Artes de la escena y de la acción en España: 1978-2002, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2006, pp. 15-24.

[ii] Kekejian, M., (ed.) (2010). ¿41 creadores de la nueva escena madrileña se equivocan? Madrid: La Casa Encendida.

[iii] Sloterdijk, P. (2004). Si Europa despierta. Reflexiones sobre el programa de una potencia mundial en el fin de la era de su ausencia política. Valencia: Pre-textos.

[iv]Lo alternativo”, de José Luis Pardo, publicado en Babelia el 6/6/2014.

[v] Primero tienes que colgar un vídeo de tu propuesta y venderte por facebook y twitter para que te voten. Las 10 más votadas, junto con otras 50 seleccionadas por un florido jurado que además apoya los ensayos forman parte de las 60 “obras” que pasan por una serie de galas, de las cuales una por categoría (teatro, danza, circo y artes alternativas -¿artes alternativas?- y espectáculo musical) gana 1000 euros, y la gran ganadora 5000.

 [vi] Garcés, M. (2013). Un mundo común.Barcelona:  Bellaterra.

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