Una modesta exposición

10711671_840766375955190_1502463146_n

Los dueños de los garitos saben que la vida nocturna de una ciudad se estructura en torno a la entelequia de la sexualidad local. Salvo en Pekín, donde según Miguel Espigado son los occidentales los que principalmente salen y follan de noche, o eso quiere creer él. Por esa razón, aquí como en la China, los dueños de los garitos no hacen pagar a las mujeres. De nuevo hay excepciones, si tener que salir de mi ciudad: Chueca aplica el principio de exclusión inverso durante el Orgullo Gay, pero la lógica de estabular a las gallinas para facilitar la labor a los zorros se repite allá donde mires. Basta mirar con atención. La adolescencia típica de un madrileño heterosexual pequeñoburgués como yo consistió en pagar la entrada a las sesiones de tarde de Kapital (la sala, no el libro) para buitrear ad nauseam corros muy prietos del sexo opuesto. El resultado se parece mucho a la batalla de Kruger, una guerra sin cuartel entre un cocodrilo, media docena de leonas y muchísimos, demasiados ñus. Para evitar confusiones, sepan que los ñus son ellas y las leonas, nosotros. La figura solitaria del cocodrilo se la dedico al viejo sordo de Kapital y su danza del peine, que bailaba cuando la música había terminado para todos, pero no para él. Ay, el viejo sordo. Me pregunto si habrá muerto.

En SUMMA Art Fair, la feria de segunda división que tuvo lugar la semana pasada en el Matadero Art Fai de Madrid, las galerías grandes no pagaron dinero, como las niñas bonitas en la canción del barquero, porque se suponía que le daban a la feria un caché del que todavía carece, dando por sentado que, si el sexo es el motor inmóvil de la noche madrileña, en el mundo del arte la fagocitosis hace lo propio. En las primeras páginas de un comic que tiene el mismo nombre, Fagocitosis, Marcos Prior y Danide ilustraron, trayendo a nuestro tiempo la modesta propuesta que Jonathan Swift publicó en 1729 para acabar con el hambre de los campesinos irlandeses y sus hijos. Si según Swift, la solución consistía en legalizar el canibalismo y que los pobres vendieran a los ricos la carne de su prole (“Concedo que este manjar resultará algo costoso, y será por tanto muy apropiado para terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayoría de los padres, parecen acreditar los mejores derechos sobre los hijos”), Prior y Danide imaginan que pasaría si una compañía llamada Marx Donald’s comercializase la carne picada fruto de la clase trabajadora a un precio módico para la clase trabajadora. Fordismo puro y duro: hubiera sido un éxito seguro en los años 50.

Pero el fordismo es historia. El modo de producción dominante de nuestro tiempo, si todavía puedo utilizar este vocablo marxista sin que me peguen una colleja a la salida del metro, es posfordista en el sentido de Sergio Bologna: centrado en las mejoras logísticas que facilitan la localización [sic] de la cadena de valor. Lo que acabó con el poder de chantaje colectivo de la FIAT de Turin, cuyos obreros montaban mal a posta los coches cuando les negaban un aumento salarial, no fueron los bajísimos salarios checos, que entraron en el mercado cuando el edificio Lingotto llevaba una década cerrado, sino la trazabilidad que los japoneses impulsaron mundialmente desde Toyota, que permite trazar, aislar y despedir a la cuadrilla responsable del sabotaje. En el caso de la industria automovilística, la localización de la cadena de valor llevó a una mayor división del trabajo, lo que supone que, entre los costes de la fabricación y del transporte, el coche híbrido de mi madre, un Toyota Prius recién comprado, contamine bastante más de lo que uno desearía, aunque no tanto como dicen.

Todo esto para decir que en el mundo del arte pasa algo similar. Si en el sector industrial, las titánicas corporaciones han diversificado su oferta fagocitando pequeñas empresas hasta volverse prácticamente irreconocibles, hasta el punto que el destino de las startups exitosas, desde Silueta hasta Instagram, consiste básicamente en crear marca y venderse al mejor postor antes de que los oligopolios las quemen a base de lupa como hormigas, en el mercado artístico las cosas no son muy distintas. Los peces grandes viven de comerse a los pequeños. Las ferias como SUMMA son a ARCO lo que la Masía al Barça: un suministro de materia prima. El mundo del arte es tan grotescamente corporativo que nada menos que Unilever, una de las compañías más versadas en el arte del larvatus prodere, de la diversificación como estrategia del enmascaramiento cartesiano, una que lo mismo te vende los helados de Frigo y Magnum que las cuchillas Williams o el desodorante Axe para salir a matar esta noche, es la que financia las exposiciones temporales en la famosa sala de las turbinas de la Tate Modern en Londres. Y no me extiendo más, que para eso mi padre ha escrito un libro bautizado Contra el bienalismo (Akal, 2012), para que no tenga que venir yo ahora a repetir la palabra de mi progenitor como, hacerme pasar por su ἄγγελος y terminar crucificado como quien tú sabes.

En conclusión: si el circuito artístico se arrodilla ante la máxima del gigantismo, o como dice el lema de Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013), esa película a caballo entre Godzilla y Transformers, si la disyuntiva está entre Go Big or Go Extinct, mejor extinguirse ahora que aumentar de tamaño como el imperio de Napoleón, que los satíricos británicos comparaban con una rana que se hubiera hinchado hasta alcanzar el tamaño de un burro, como el Burro Grande de Fernando Sánchez Castillo, lo que ya revela la condición intelectual del emperador. Y de tantos otros emperadores. Por sus orejas los reconoceréis.

Ernesto Castro

facebooktwitter

Tus abuelos no son mis abuelos

Veraneantes, Marco Vigo, Museo de Arte Contemporaneo de Vigo 2013

La segunda edición del Festival IDEM, Festival de Artes Escénicas e Inclusión Social, comisariado por Paz Santa Cecilia se desarrolló del 12 al 28 de septiembre en La Casa Encendida. La programación se puede ver aquí. Por desgracia solo pude ver una cosa: O estado salvaxe. Espanha 1939; de Pablo Fidalgo, poeta y exmiembro de La Tristura. Hemos visto lo que hace Pablo sin La Tristura, todavía no sabemos qué hará La Tristura sin Pablo. Hace tiempo Rubén Ramos le hizo una entrevista, aquí. Para saber lo que dice Fidalgo sobre su obra, Liz Perales le entrevistó en su blog de El Cultural (acá).

Hay un puñado de periodistas (por ejemplo) que considera que Fidalgo es uno de los mejores poetas de su “generación”: los poetas españoles más jóvenes. Su primer libro fue elegido por El Cultural como uno de los cinco mejores libros de poesía publicados en 2010. Leyendo La educación física (Pre-textos), La retirada (Ártese quién pueda) y Mis padres: Romeo y Julieta (Pre-textos) se pude decir que sabe titular y que tiene una obra sólida temática y formalmente, aunque a veces algo repetitiva. En definitiva, se puede decir que no se le da nada mal juntar una palabra tras otra. Escribe bien. Bastante bien.

Su último libro publicado por Pre-textos está emparentado con la pieza que pude ver en La Casa Encendida. Un proyecto que ha iniciado en busca de sus raíces y las raíces de su familia. En el libro: sus padres. En O estado salvaxe. Espanha 1939: sus abuelos. El libro comienza con este poema, que copio para que sirva como ejemplo de su escritura:

Yo tenía dos vidas:
una era una pequeña verdad,
la otra era una verdad absoluta.
¿Cuál crees que elegí?

Sé que en mi casa la pureza
es volver lleno de sangre.
Tú me limpias la sangre
porque crees saber de quién es.

O estado salvaxe. Espanha 1939 está estructurado en dos partes. La primera es una película montada con los vídeos que grababa su abuelo desde la década de los 50. Vídeos familiares, de vacaciones, niños pequeños, acontecimientos íntimos. A las imágenes se le suma una locución en off que narra la vida, los dimes y diretes, de su abuelo. Que si su vida, que si los estudios superiores, que si la guerra, que si escuchó el disparo de cuando asesinaron a su tío. El texto es literatura. El audio es la voz del propio Fidalgo, con una cadencia que puede hacerse algo monótona, pero con unas imágenes poderosas: un texto trenzado y bastante redondo. La muerte como regreso al vientre materno. Ole.

La segunda parte. Se acaba el vídeo. Suena un piano. Repito: suena un piano. Sube la abuela de Fidalgo a escena y nos saluda y dice, más o menos: Hola. Lo que vais a ver aquí no es una obra de teatro; es un acto de vida. La abuela se sienta en una mesa y comienza a pasar en silencio fotografías familiares que se proyectan al fondo, donde antes se proyectó la película. Reconocemos ver a la abuela en los vídeos familiares. Después comienza a leer una larga carta escrita para sus nietas: que si su vida, que si no la dejaban hablar gallego, que si no sabía castellano, que si las mujeres, que si tuvo problemas con su suegra. Conflicto entre su origen rural, su emigración a la ciudad y el origen de su marido: urbanita de una ciudad industrial como Vigo. Etcétera, etcétera. El texto también está bien escrito. Se intercala, en ocasiones, una estrofa de poema Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo, escrito para su hija, esta:

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

José Agustín Goytisolo (de los Goytisolo) se tiró por la ventana de su domicilio barcelonés en 1999, a los 70 años. Digresión aparte.

La “puesta en escena” de O estado salvaxe. Espanha 1939 es sencilla y efectiva. La abuela lee bien, hay algo en su modo de decir las palabras que inunda la sala de “verdad”, pero también hay algo en su presencia que abre una grieta con su discurso. Un discurso que emana belleza, pero con una arquitectura literaria que no puede ocultar su artificiosidad. No es que esto entrañe algún problema: toda creación, de una u otra manera, es artificio. Suponemos que Fidalgo trabajó con sus abuelos y luego fue él quien reescribió sus textos/carta. Bien.

El plano de la obra que menos me convence es cuando intenta realizar el trasvase del testimonio personal al plano colectivo, generacional. El nosotros. En ese momento tengo más dudas con la pieza. El texto de O estado salvaxe está publicado en el libro Autobiografía de mi generación (Marco, Vigo, 2014). Es difícil hacer lo que se propone. La escritura del yo de Fidalgo intenta englobarnos a todos, a veces lo consigue, pero otras muchas veces no. Ahí hay una falla que te saca de la obra. No creo que el dispositivo utilizado sea el más adecuado: los textos son muy familiares por mucho que se desarrollen en un contexto global que empape los acontecimientos. El imaginario familiar es muy particular (hay tantas familias como culos, todo el mundo tiene una). El espectador en su libertad es el que tiene que compartir y comulgar con testimonios ajenos. Cuando alguien enarbola una supuesta voz generacional tiene el peligro de caer en un juego de poder peligroso que achate las circunstancias íntimas y personales de cada uno. Pablo Fidalgo nos muestra con maestría y buena pluma las circunstancias de sus abuelos, y lo hace bien, pero eso no significa que sean también las de mis abuelos o las de los tuyos o las de los suyos o las de toda una generación. Se trata de un proceso interno del que asiste a la obra. No puede ser impuesto. Es una manera innecesaria de elevar el discurso. Hablar de mi abuela es hablar de mi abuela. Si hablando de mi abuela para algún espectador estoy hablando de una generación, será siempre algo residual; no debe ser buscado: es consecuencia del buen hacer.

O estado salvaxe. Espanha 1939 no es un acto de vida. Es un testimonio de unos abuelos escrito por su nieto y puesto, de nuevo, en boca de los abuelos. Merece la pena acercarse a él. Pero mejor acercarse como quien se acerca a la historia de una familia, no como quien se acerca a la Historia de un país.

207

Otro Perro Paco

facebooktwitter

Una de las mejores temporadas

Crónica-d’un-espai-de-desgast

Hace una semana fui al Antic Teatre de Barcelona a ver la pieza “Crónica d’un espai de desgast” de Quim Bigas junto al grupo Festucs. Todavía la tengo en la cabeza. Y no empezaré hablando de su juventud, de su energía, del modo de hacer casi imberbe, porque no importa. La pieza tiene transiciones mal acabadas, cambios de ritmo mal acabados, tiene textos imperfectos, interpretaciones irregulares, cambios de luz de aquella manera, entradas de música atropelladas, pero “Crónica d’un espai de desgast” es una pieza real de artes escénicas vivas. Absolutamente vivas.

La pieza invoca la alegría de unas personas que todavía no tienen culpa de nada, y danzan en escena su propio ritual moderno, el Pogo. El inicio no tiene palabras (casi treinta minutos de baile loco, agresivo, violento y divertidísimo), pero al inicio no le falta ni una coma. Es así y debe ser así. No se puede explicar el mundo de otra forma. No se puede explicar su mundo de otra forma. Y cualquier persona que se quite esta capa afrancesada de estar en escena, entenderá que esta pieza es danza contemporánea,   esta pieza tiene mucho rigor. Es realmente una pieza del año 2014. Conozco algunos trabajos de Quim Bigas, y escuché la entrevista que Rubén Ramos le hizo en Sin Comentarios. Y la vi lógica. Es un trabajo que empezó en 2011, poco a poco, con personas que no pertenecen a las artes escénicas, y que quieren hacer cosas raras, personas que se ofrecen en un escenario abiertamente, y necesitan a gente más grande, más rara y con más experiencia que ellos para que les ayuden a canalizar esta energía. ¿No va de esto? ¿No va el mundo de ofrecer espacios y oportunidades a los que tienen las ganas? Esta pieza es así, y me alegra que esta nueva temporada empiece con una obra que ofrece garra, ofrece kaos, muestre trozos de vida, más allá de lo normal.

No me gusta citar nunca a nadie, porque creo que se le descontextualiza a favor de quien utiliza la proposición, pero hay una frase del Subcomandante Marcos, (que no sé si existe realmente o es un grupo de personas… qué risa) que dice algo así como: “…estamos hartos de ver en la televisión a los ricos mostrándose ricos, y a los pobres mostrándose pobres. Y de seguir así, es normal que la gente tenga miedo de nosotros. Nosotros también nos divertimos, y bailamos y nos lo pasamos bien.“ No sé si la frase es exactamente así, (qué poco rigor, por mi parte, por favor). Pero la cito porque creo que esta pieza ofrece el trabajo de unos jóvenes en escena no haciendo lo que se espera de ellos. No defienden que ellos son el futuro, aunque lo son, y no hacen las cosas bien hechas, están muy libres, no tienes pautas, no se les ha exigido retener un texto concreto. Se han mostrado como jóvenes que son. En escena se les ve que no controlan cuál es su mejor perfil, se les ve que no saben qué están ofreciendo a la platea, no han elegido un filtro bonito para resaltar la fotografía que nos están haciendo. Lo de los jóvenes ninis ya ha tocado fondo, huele, y ver a gente joven sudar, zurrarse, exigir, señalar, equivocarse, reírse en escena, es un lujo. No importan las formas teatrales dominantes, no importa el rigor dramatúrgico, no importa la calidad del verso, ni la calidad del baile, ni la belleza de las cosas bien hechas. Lo que importa es que la pieza duda de ella misma, tambalea y se levanta, se equivoca y continúa, la pieza está vacilando como si fuera una persona viva. Y esta pieza es todas estas cosas.

La realidad es complicada si se la mirada parcialmente, es decir, en Barcelona, si uno sólo pone el ojo a todo el desastre político y turístico, es normal que decida hacer las maleta inmediatamente. Porque esta ciudad se ha convertido en un ciudad hostil. Y ya he escuchado a algunos amigos/as artistas que balbucean la posibilidad de abandonar la ciudad. Cosa que me pone muy triste, porque aquí son absolutamente necesarios. Pero a la realidad, si se la mira parcialmente, es posible que se la escapen cosas. Y yo necesito ver (o necesito querer ver) que otras cosas están pasando, más allá de la falsa normalidad. Ver que otras vidas están exigiendo vivir, que despegan otras propuestas fuera de todo este supuesto “País Normal” que se pretende. En lo artístico y en lo político. Porque, o me exijo ver qué otras buenas cosas pasan en esta ciudad, o también me tocará, por desgaste, hacer las maletas. Lo que hizo Quim Bigas con estos chicos en el Antic Teatre, no se si ellos lo sabe, es una auténtica obra heroica, un lujo para los que estuvimos en el Antic Teatre, una forma de estar en escena sin complejos. Me alegraron el día, y al igual que el teatro es una forma efímera de arte, así ha de ser la sensación después de ver una pieza: alegre, dura, seria y a continuar, esperando que las cosas no se enquisten. Ni ellos tampoco.

Pienso que la temporada empieza muy bien, y creo que van a llegar otras propuestas raras que la van a hacer una de las mejores temporadas en años.

Perra Guapa

facebooktwitter