Elogio a la resistencia

  Elogio a la resistencia

 

  Las plantas de la entrada de Teatro Pradillo, utilizadas alguna vez como parte de las escenografías, han visto la pasada temporada mucho mejores piezas escénicas que la mayoría de los espectadores de Madrid. Sobre todo en comparación con aquellos espacios con presupuestos de siete cifras, gestionados por personas con los ojos grises, cuyo objetivo parece ser contaminar la mirada de todo aquel que tenga dinero para comprar una entrada. Mejor así. Todos tranquilos. No vayamos a desestabilizar el status quo de las artes escénicas en este país. Pero no todos estamos contaminados. Una de las principales razones por las que en Madrid todavía conseguimos mantener limpia (y crítica y despierta) la mirada, es el trabajo que se lleva a cabo en Teatro Pradillo. Pradillo resiste. También resisten las plantas de su entrada. En serio, si las utilizaran como parte de la escenografía en otros espacios, se marchitarían de buenas a primeras. Normal. Están bien educadas.

  Para que quede claro a lo que me refiero, la temporada pasada hemos visto pasar por Pradillo a Carlos Marquerie, Elena Córdoba, Fernando Renjifo, Los Torreznos, Juan Domínguez, L´Alakran, Motus, Emilio Tomé, El Conde de Torrefiel, Claudia Facci, Chus Domínguez, Nilo Gallego, Jorge Dutor, Guillem Mont de Palol… y muchos muchos otros. Casi nada. Pradillo también impulsó la investigación y los espacios de pensamiento. Un tal Romeo Castellucci presentó su libro editado por Continta Me Tienes, o durante una semana hicieron “Una lectura compartida de la Odisea”. Y establecieron “Correspondencias”, por ejemplo, con Citemor. Y ya paro.

  Por supuesto, no todo lo que acoge Teatro Pradillo tiene siempre la misma calidad o el mismo interés. Pero debido a la falta actual de instituciones que aviven el panorama escénico, hay que agradecer a Pradillo el riesgo que asume en sus líneas de programación. Un riesgo que permite a muchos creadores acceder a un espacio en el que trabajar honestamente, y que impide a los espectadores de Madrid ser condenados al ostracismo.

  Los espectadores se hacen. Si ofreces basura, la gente te acaba pidiendo basura. Pero si muestras que existen otras posibilidades, entonces se les despierta el apetito y la cosa se descontrola. Justo lo que algunos no quieren. Y justo lo que consigue Pradillo: incentivar el deseo de ser muchos tipos de espectador. Labor que en un país que se folla sin contemplaciones a las artes escénicas, es harto complicada. Aún con lo dicho, en Teatro Pradillo nos topamos muchas veces con ese problema de ir a ver algo y encontrarte con las mismas caras. El viejo problema de las familias. ¿Tiene solución? Puede que no. Su agenda es atractiva, se difunde… Pero algo más tendrán que hacer hasta conseguir eso de invitar a alguien a comer a casa, y que se quede para siempre.

  A veces, una buena defensa es el mejor ataque. Y una buena parte de la defensa de las artes vivas en Madrid se lleva a cabo en Teatro Pradillo. Es una de las trincheras desde la que las escénicas resisten los ataques de afuera (y de adentro) y se hacen fuertes, y es donde Un Perro Paco ladra de alegría como quien vuelve al hogar. Getsemaní de San Marcos, Carlos Marquerie, la Comunidad Pradillo y todos los que trabajan y han pasado por allí, mantienen el fuego encendido. Encendamos una vela para que Teatro Pradillo siga resistiendo, y tirémosla al fuego para avivar la llama. Bailemos.   

 

Un Perro Paco


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Los sin lugares

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Fui uno de ellos, señores, uno de esos que asistieron a la representación de Los no lugares,  dentro del Festival Fringe en Matadero Madrid, y también fui uno de esos que no pudieron ver el espectáculo. Aún pagando la entrada y accediendo al recinto, pero es que no había sitio en el recorrido para tanto público. Quien mucho abarca, poco aprieta; y la organización de Fringe Madrid es algo más que caótica. Total, para lo mismo, para que unas cuantas compañías, que por un momento se sienten privilegiadas, desplumen a sus amigos. Véase ejemplos de otra índole como el Talent Madrid.

Costumbre es de este espectador, el visionar y oír el espectáculo al que asiste, completando así un acto que, si todo va bien, supone en sí mismo una experiencia estética. Idealizaciones del teatro que tiene uno. Desgraciadamente, la puesta en escena de los textos, surgidos en el taller organizado por Draft.inn, de Alberto Velasco, Antonio Hernández, Sergio Martínez Vila, Juan Pablo García y Javier Hernando Herráez, llevada a cabo por la directora Carlota Ferrer; no me posibilito tal experiencia.

De forma itinerante e incómoda se iba pasando sin apenas transiciones reseñables de un “no lugar” a otro, asistiendo a la puesta en escena de los textos seleccionados, puesta en escena que este humilde servidor sólo podía atisbar entre cabezas y brazos, porque no gusta de empujar a nadie y siempre se quedaba en las últimas filas. Sin saber qué significa exactamente el concepto “no lugar” y sin querer entrar en discusiones de café, copa y puro, surge la primera impresión negativa del espectáculo: la desafortunada gestión del espacio en un proyecto que se genera a partir del espacio. Y me refiero tanto al espacio escénico como al espacio del público.

En cuanto a la ejecución de las escenas, destacar que los actores hicieron su trabajo honrosamente, pese al carente dominio del espacio de representación como de la comprensión de los textos, que estaban tratados como quien trata un poema de Neruda, así a la primera y a lo loco.

Por último los textos, que supuestamente eran el motivo principal del evento (por cierto, de los autores no queda ni rastro en la página de Fringe). El evento, en principio, ofrecía la posibilidad de conocer nuevas voces; y a estos nuevos autores, la posibilidad de ver sus textos en pie. Afirmo que en el juicio a los dramaturgos juega un papel importante el gusto personal.

Alberto Velasco, presenta una escena sencilla interpretada por él mismo en la que se demuestra, al observar la propia ejecución del autor, la importancia de que los autores estén cerca de sus textos en los procesos de puesta en escena. Agradecí que Velasco estuviese interpretando uno de los personajes, puesto que le dio sentido a la escena adecuando el tono, la intención y el código. A continuación vinieron las escenas de Sergio Martínez Vila y Antonio Hernández; después Juan Pablo García, texto más que interesante que espero desarrolle en una obra más larga y, por último, el monologo de Javier Hernando Herráez, el más interesante a mi parecer,  aunque maltratado de nuevo por el espacio y por los clichés. Parece ser que el absurdo, por definir de algún modo el texto, sólo puede ser interpretado por locos. Lo importante, en definitiva, es que no se les otorgó el cuidado que merecían, como es costumbre últimamente. Efectivamente surgen proyectos aislados que dan voz a nuevos dramaturgos, pero desafortunadamente todos esos proyectos maltratan de alguna forma la experiencia en sí, resultando negativa. Véanse los despropósitos del CDN con Escritos a escena, donde servidor tuvo la sensación de asistir a una muestra escolar tras otra en pleno Teatro Nacional.

Qué lástima que las buenas ideas no tengan un buen desarrollo. Deberían los teatreros aprender marketing y saber que no sólo se trata de vender, también de ofrecer un buen producto que resulte imprescindible. Qué lástima también, señores, que la falsa contemporaneidad despoje a los directores del cuidado del texto y los cubra de un forzado protagonismo y omnipresencia. Qué lástima señores, que también les haga olvidar la presencia del público, porque en definitiva, el teatro es para el público, ¿no?

 El que asó la manteca

*imagen de http://nodulo.org/ec/2009/n087p15.htm.

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Gran convocatoria

Es hora de hacer que corra el aire en las artes escénicas, de romper espejos y abrir puertas y ventanas…

¡Participa y mándanos un escrito, crítica, crónica, etc., sobre lo que hayas visto, sobre lo que opinas, sobre lo que hayas leído, etc.!

Sólo pedimos un poco de rigor, algunos argumentos, que no sea demasiado ofensivo, y que sea comprensible. Tampoco es para tanto.

Perro Paco se reserva el derecho a decidir si se publica o no lo que nos enviéis.

Correo de contacto: labutacadeperropaco@gmail.com

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La importancia de llamarse Ernesto


Querido Ernesto,

Te escribo porque estoy preocupado, preocupado por el Teatro, preocupado por los tipos que comienzan y por los que están, preocupado por la dichosa crisis, por las peroratas, por el oficio, por el buen hacer, preocupado por el público. El público se merece lo mejor, Ernesto. El público se merece que las cosas no siempre sean las mismas. Puede que para el Centro Dramático Nacional 4.000.000 no den para mucho, pero no es excusa para condenarnos a la tiranía del deja vu.

Para ver la programación del CDN, pulsa aquí.

Querido Ernesto, ¿de veras era necesario reprogramar todos esos espectáculos? ¿De veras era necesario reprogramar tu “Doña Perfecta” -qué ironía-? Galdós mola. Lo acepto. Nos quedó claro. Pero ¿de verdad esa obra tiene tanto que decir que necesita dos temporadas en el Teatro Nacional para decirlo? Es tu obra y no es que lo diga yo, es que la gente puede pensar mal. Muchos de los espectáculos repuestos son de ni fu ni fa. Te lo aseguro. Se lo he oído decir a los que van al teatro pagando su entrada.

(Bienaventurados los que no tienen invitaciones porque ellos heredarán el reino del buen escenario)

Querido Ernesto, ¿qué  has hecho con el Ciclo de la Novela al Teatro?, ¿poner lo mismo? No. Eso no está bien. Eso era fácil. Muy fácil. En España hay gente que puede hacer eso la mar de bien, seguro que no es por falta de buenas novelas ni de proyectos que merezcan la pena. Incluso, por decir algo, se pueden establecer grupos de trabajo, bien coordinados (no voy a decir San ni voy a decir Chis), para seguir alimentando el ciclo y facilitar la entrada y la formación a dramaturgos jovenzuelos e ilusionados.

Querido Ernesto, ¿estás contento con el Ciclo Escritos en la Escena? Si estás contento, ¿por qué lo has rebajado a la mitad?, ¿tan poca confianza  tienes en tus herederos?, ¿por qué se habla tan bien del T-6 y tan… tan… tan… de tus Escritos en la Escena? Quizá los dramaturgos “emergentes” se merecen un plato igual de grande que los demás, o quizá se merezcan un plato mayor. Están creciendo. No basta con las migajas. No basta con abrir un correo electrónico para hablar de la apertura de una institución. No basta con programar autores vivos para hacer teatro contemporáneo, ¿no crees? Es verdad que no todo es malo. Me gusta, por ejemplo, que programes a un exiliado como José Ricardo Morales, tan olvidado, aunque no sé si es necesario que programes tres de sus obras. Puede que valga con una. Con una obra buena.También me gusta que venga a España, de nuevo, Donellan con Ubu y que programes géneros diferentes y que programes al dramaturgo de moda Wajdi Mouawad y un espectáculo con cinco dramaturgos españoles, porque queda muy bien en las notas de prensa y aumenta la nómina de dramaturgos vivos.

Querido Ernesto, me gusta que te reserves una de las golosinas de la temporada -las “Comedias Bárbaras” de Don Ramón María-. ¿Era necesario que hicieses la versión? No se puede estar en todos los sitios. No se puede estar en la versión y la dirección de “Doña Perfecta” y en la dirección y versión de las “Comedias Bárbaras” y ser el marido de la actriz y estar en la dirección del Centro Dramático Nacional. Y. Y. Y.

Termino, querido Ernesto, porque sé que eres un hombre ocupado (sólo hay que ver tu agenda). Pero dale vueltas, la gente puede pensar que tienes demasiados amigos. No es bueno que haya nombres que se repitan tanto, puede causar una mala imagen, puede llevar a la gente al equívoco. ¿Cuál es la verdadera función del Centro Dramático Nacional?, ¿luchar por la salud del teatro y cuidar de su cantera? No lo sé.

En la próxima temporada, aciertos, querido Ernesto, haberlos haylos. Menos mal. Cada uno tendrá su preferido. Ya se verán -los que todavía no se han visto-. Para la siguiente, ¿por qué no programar “La importancia de llamarse Ernesto” de O. Wilde? Brindemos, entonces, para superar tanto traspiés.

Otro Perro Paco

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¿Dejaron de ser (artistas)?

miguelito

    Lo que sigue no desea ser más que un intento de cartografiar el festival “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, acogido en el patio de La Casa Encendida del 10 al 16 de junio de 2013. Cartografiar para que todos aquellos que no pudieron o no quisieron asistir consigan situarse un poco. Mucho se escapará, por antojo de la memoria, o porque Perro Paco no posee el don de la ubicuidad. Disculpas.

  Durante todo el festival, y especialmente los primeros días, la conversación que más se escuchó fue:

X: Oye, algo está pasando, ¿no?

Y: Creo que sí.

X: ¿Y qué está pasando?

Y: No lo sé.

  Es el momento de dar al rewind, y retroceder hasta principios de año para rastrear cómo nace y se piensa “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Ya desde febrero se hizo público un blog en el que se podía seguir el proceso de trabajo del festival. Al blog, aparte de estar estupendamente confeccionado, hay que agradecerle, aun más en estos tiempos de oscurantismo, que hiciera pública y participativa información como: las bases sobre las que se sustentaba el proyecto, las líneas de investigación… pero sobre todo que expusiera los presupuestos en forma de “debate abierto y praxis sobre cómo abordar la cuestión del dinero”, y que las “(red)actas” de las reuniones que se sucedieron casi semanalmente, cuya hora y lugar también se anunciaban, estuvieran accesibles a cualquiera. Ole. Una posición encomiable. Buena y bonita.

  Antes de mudarse al patio de La Casa Encendida, los “Implicad*s” en “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, hicieron del 4 al 7 de abril una parada en Teatro Pradillo. Lo llamaron “[OCUPACIÓN/BETA]: un experimento abierto“,  “un proceso en paso intermedio. Hacer en BETA lo que las propias prácticas del proyecto están desarrollando. Procedimiento inter/auto cobaya: lo que está haciéndose se congela, se abre y se comparte; se invita a ser probado y a probarse en ello. Hablamos de un procedimiento que desea compartir su código fuente (herramientas) para que cualquiera pueda desarrollarlo, manipularlo, corregirlo y afectarlo […], abrir el código propone un escenario para potenciar y evaluar lo abrible del proyecto”.  Después de la “[OCUPACIÓN/BETA]” de Pradillo, como pudo verse en el blog, continuaron las reuniones, se supone que una vez testeados los códigos que conformarían el gran código del festival. Se acercaba la ocasión de materializar o desmaterializar tanto paréntesis, desplazamiento, plano secuencia, guateque, barricada, miguelito, crochet, (ex)citación… 

  Volvamos al patio de La Casa Encendida. Hacía tiempo que ya era público el programa del festival. Su estructura se presentaba así: por la mañana talleres, a primera hora de la tarde encuentros/conversaciones y a partir de 20 h., noches de “Plano Secuencia”. 

  Talleres. No cabe duda de que los distintos talleres impartidos por Jaron Rowan, Jara Rocha, Silvia Nanclares, Paz Rojo, PLAYdramaturgia, Ester Jordana, David Grácia, Isis Saz, Laura Bañuelos y Fernando Quesada no dejarían insatisfecho a quien se pasara aquellas calurosas mañanas de junio por el número 2 de la Ronda de Valencia.

  Encuentros/conversaciones con Peter Pál Perbart, Jordi Claramonte, Marina Garcés y Aitor Erce. El encuentro con Peter Pál Perbart, filósofo y ensayista afincado en Sao Paulo, fue el lunes 10, martes 11 y miércoles 12. En uno de los descansos, en la cafetería de La Casa Encendida, una niña preguntó a su padre: “Papá, ¿quién es el señor que está hablando”. “Un filósofo aburrido”, respondió el padre. Puede ser que en ciertos momentos, Peter Pál Perbart, con un ritmo pausado en su dicción, pudiera adormecer al auditorio. Problema que compensaba con el interés que despertaba su discurrir y el contenido de sus exposiciones. Resulta un placer encontrase con alguien capaz de traducir de forma brillante el pensamiento de Deleuze, Guattari, Foucault, Artaud, Agamben, Dostoievski, Nietzsche, etc., y asociarlo con el estado actual del afecto, el cuerpo, o las prácticas políticas. Peter Pál Perbart habló sobre el concepto de vida y el “superviviente” de Agamben (“una vida reducida a su dimensión biológica por el poder”), sobre el encuentro del cuerpo con su exterioridad, un cuerpo no adiestrado y no silenciado, “un cuerpo capaz de ser afectado”, sobre el agotamiento ampliamente entendido, metaforizado por aquellos personajes Beckett, mutilados o condenados al inmovilismo ontológico, sobre la “guerra que Artaud declaró a la biopolítica” (en aquel instante, un amigo le decía a otro: “¿Sabes que Artaud juraba que todas las noches Dios se le metía por el culo?”), también habló sobre posibilidades de nihilismo y otros muchos temas… Antes de una de las necesarias treguas o pausas, sobre la posibilidad de hacerla o no hacerla, Peter Pál Perbart se refirió al famoso n-1 de Deleuze. Ahora que gracias a él creo que lo entiendo, me parece que “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” tiene mucho de intentar ser n-1, y así se dice en algún pliegue de su blog. Un gesto, el de construir multiplicidad, al que a la “industria” no le vendría nada mal atender.
  El encuentro con Jordi Claramonte, profesor de
Teorías Estéticas Contemporáneas y una de las personas que ha hecho posible la existencia del C.S.A. La Tabacalera de Lavapiés, fue ágil y divertido. Mezcló el western con Shakespeare, Marx, los Hoplitas, Peter Sellers… Habló sobre los “desaclopados”: desde los campesinos ingleses del siglo XVII que sufrieron la masacre capitalista de la Condesa de Shuterland, hasta el John Wayne de “Centauros del desierto”. Todos ellos fueron desposeído de su repertorio y se quedaron con unas pocas disposiciones que no valían para nada. Por supuesto, es algo más complejo. 

  Los encuentros/conversaciones constataron la consabida estrecha ligazón entre el mundo de las artes escénicas y el del pensamiento, entre la práctica y la investigación artísticas. Al margen de esta perogrullada, resultó llamativo que dichos encuentros/conversaciones fueron de los eventos con mayor afluencia de “¿Y si dejamos de (artistas)?”.

  Plano Secuencia. Bajo este formato estaban citados en el patio de La Casa Encendida una buena representación de artistas escénicos y de otras disciplinas de este y otros países. Lo primero, el formato. “Cada noche, una única secuencia continuada que publica en directo la escena, construyendo una obra en obras donde lo que entre y (nos) pase, sean maneras de percibir, de sentir, de pensar, de mirar, de escuchar, y también, maneras de representar sin representarnos, de asociar disociando, de estar en escena y simultáneamente salirnos de ella”. De primeras no queda muy claro. Vayamos a lo que “pasó” el lunes 10 de junio tras el encuentro con Peter Pál Perbart para intentar esclarecerlo. Unas cuantas personas empiezan a sacar mesas, sillas, sillones, lámparas, toboganes… de una camioneta aparcada en la puerta del recinto. Poco a poco se van sumando personas a esta acción hasta que la camioneta queda vacía. De pronto, el patio La Casa Encendida se convierte en una suerte de escena que se co-construye entre todos. Una escena que no dejó de cambiar, espacialmente y en todos los sentidos, durante la semana del festival. Ese mismo día se pudo asistir al visionado de “Obra Social” de Terrorismo de Autor, a una conferencia en la que Norberto Llopis mezcló el desodorante de bebés con Walter Benjamin y “algunas cosas más”… Asimismo, quien quiso pudo acercarse a los llamados “Dispositivos Periféricos” que se encontraban por todo el patio. Esto es el formato Plano secuencia. Las piezas por momentos interferían unas con otras, se superponían… Por otro lado, los dispositivos periféricos funcionaban como un bajo continuo al que se podía pegar la oreja. Es en esta confusa situación donde más podía escuchare aquello de: “Oye, algo está pasando, ¿no?”. Pregunta a la que era difícil responder. Si bien es verdad que durante los primeros días aquella confusión fue dominante, según avanzaba la semana, el formato “Plano Secuencia” iba transformándose en una fórmula más conocida: esa en la que se sabe que a las 20 h. va no sé quién y las 21 h. no sé quién otro. Aún así, en cierta medida se mantuvo alguno de los efectos deseados del formato propuesto, siendo uno de los más palpables el del auto-cuestionamiento de la figura clásica de espectador. Uno casi nunca sabía cómo definirse ante lo que sucedía. Un temazo. La revolución de la física relativista, en cierta medida se dio por un cambio de concepción de los sistemas de referencia. Cada uno de los que asistimos al festival, dejamos un poco de ser el tipo de espectador al que estamos tan mal acostumbrados.

  Pasemos a describir algunos de los eventos, artistas, colectivos, etc., que participaron en el “Plano secuencia” de la semana de “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Terrorismo de Autor. Usando sus palabras, este colectivo se propone “protagonizar en la actualidad un remake estético e ideológico del Mayo del 68 francés. Combinando humor, viralidad, activismo y nouvelle vague, plantean una acción revolucionaria que no sea ni violenta ni pacífica, sino creativa”. Hacen piezas audiovisuales y las hacen muy bien. Tan bien, que puede decirse que Terrorismo de Autor es uno de los acontecimientos artísticos del último año. “Ni Marx, ni menos.”

  Durante “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” proyectaron dos vídeos. El primero, como ha podido leerse, se llama “Obra Social”. El segundo, llamado “¿Y si dejamos de ser (autores)?”,  proyectado el domingo en una especie de cine club que se montó en el patio, esclareció qué leches hacían unos tipos pegando torres de VHSs en La Casa Encendida.

“Obra Social”

“¿Y si dejamos de ser (autores)?”

  Performance Municipal. Vicente Arlandis e Hipólito Patón mostraron una de las piezas que más gustó en el festival. En la línea de Los Torreznos o la obra “¿Y por qué John Cage”? de Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol que pudimos disfrutar este año en Teatro Pradillo; “Performance Municipal” hizo descojonarse al público (esta vez sí concienciado como tal) poniendo en evidencia lo absurdo de la comunicación… bla-bla-bla. Desde Perro Paco hacemos un llamamiento popular para conseguir un single de la impresionante post-jota que se marcaron Arlandis y Patón en su Performance Municipal. Ahí queda.

  Croma Key (Your Face as an open Space for Lying). PLAYdramaturgia, colectivo de dramaturgistas creadores del proyecto Escenarios del Streaming, sigue dando guerra. Su aterrizaje esta temporada en el panorama escénico quedó descrito por Rubén Ramos en Notas que Patinan #24. Croma Key lo describen  así: “Entrar en este edificio y pensar: “Esto está lleno de cromas por todas partes”. Contárselo a amigos y preguntarles: “¿Cómo ocuparías la imagen corporativa de La Casa Encendida?”. Pedirles que te envíen un vídeo e incrustarlo en las innumerables brechas que la imagen corporativa que La Casa Encendida nos proporciona. Con todo el material haremos un comisariado de vídeos… Cada jornada un corte y una unidad temática distinta”. Pues eso hicieron, una dramaturgia en distintas unidades temáticas de vídeos de, o elegidos por, El Conde de Torrefiel, Basurama, Javier Chozas, Emilio Tomé, Elena Alonso, Terrorismo de Autor y muchos otros. El resultado, un golpe directo en la cara.

  (100) preguntas absurdas y urgentes: Coreo-grafías. Carolina Boluda y Juan Calatayud escribieron con agua en el suelo: “aquí y ahora”, rompieron un gran bloque de tiza, y con las briznas que soltó, junto con otras tizas de colores, empezaron a escribir preguntas por el patio de La Casa Encendida. Mientras el “aquí y ahora” se evaporaba, casi todo o todo el público presente se animó a usar las tizas y escribir, haciendo que la propuesta consiguiera “socializar la potencia de preguntar(nos) acerca de lo que nos importa y afecta”.

  Huelga Salvaje (sin servicios mínimos). Presentación de Paulina Chamorro compuesta por imágenes de personas quemándose a lo bonzo, y por palabras que también “ardían”. Como se suele decir, no dejó indiferente a nadie y, además, consiguió evidenciar eso que días antes había dicho Peter Pál Perbart: “sólo hay vida en los gestos extremos”.

   También se han quedado en la retina las siete imágenes del Calendario semanal para dejar de ser. De haber otra querella iconoclasta, es probable que el mundo sólo pudiera ser representado como en aquellas diapositivas. En efecto, una “invitación a callarse” y a callar el ruido constante de imágenes al que estamos sometidos. Más que en la retina, The Last Shot, también proyectado el domingo en el cine club,  se ha quedado grabado en el hipotálamo. Una pieza audiovisual compuesta de cientos de fragmentos de películas que, espectacularmente montadas, consigue crear asociaciones mentales de todo tipo. Un placer de proyección que hubiera dejado flipao al mismo Eisenstein. 

  Es momento de reunir todas las preguntas que puedan surgir sobre lo que “pasó” la semana del 10 al 16 de junio en el patio de La Casa Encendida, asumir que no es necesario responderlas, y aceptar que lo que generó “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” es un contexto para formularlas. Un contexto al que agradecer el riesgo y la aparteura de nuevos campos de posibilidades para los formatos de exhibición escénica. Asimismo, desde Perro Paco queremos animar a Paz Rojo, a Paulina Chamorro, Fernando Quesada, Sandra Cendal, David Grácia, Laura Bañuelos, Carolina Boluda, Emilio Tomé y a todos los que participaron en el proyecto (la lista sería muy larga, y además es pública), a repetir la experiencia.

Un Perro Paco

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