Nueva sección en Perro Paco donde intentaremos arrojar algo de luz sobre lo que pasa y lo que no pasa en todos los rincones de este país o países o lo que sea. A ver si conseguimos reventar la idea de periferia, y así poco a poco cada lugar llega a convertirse en su propio centro. No porque no lo sean ya, si no porque los demás no sabemos que lo son.
Si tienes algo que contarnos de las fiestas de tu pueblo, o de cómo se encuentran las artes escénicas en tu ciudad, provincia, comunidad o bloque de vecinos, escríbenos a labutacadeperropaco@gmail.com. Eso sí, nos reservamos el derecho milenario de todo perro de publicar o no.
Ríase Usted de Justin Bieber o Nikki Sixx;[i] los músicos actuales quizá mojen mucho el churro, sin duda gracias a la aparente superioridad concedida por la posición del escenario, pero nadie lo hace como lo hacía en época Franz Liszt, el primer pianista en llevarse el auditorio hasta el orgasmo y más allá. Hasta finales del siglo XVIII el arrebato sonoro tenía sobre todo una dimensión religiosa, más que nada porque las óperas y las piezas orquestales respetaban muchísimo el calendario de santos, y la música de cámara —algo más laica— tenía el mismo valor y función que un cráneo de jabalí sobre el marco de una puerta: elemento puramente decorativo. Sea como fuere, la popularidad de la música estaba limitada a parroquias y entornos cortesanos. No será hasta el fichaje de Händel por la Reina de Inglaterra en el mercado de invierno de 1710 que se abrió la veda del compositor masivamente querido. Y pagado: a su muerte, el autor de Agripina había ahorrado 20.000 de las antiguas libras, lo que ahora mismo equivale a varias veces el patrimonio de David Bisbal; una bicoca frente a las cifras que más tarde verán estrellas como Haydn o Rossini en una sola gira por las islas del Norte. Haydn y Rossini, por cierto, sólo comparten (musicalmente hablando) las cantidades que amasaron. Una comparación entre ambos compositores ofrece ciertas pistas sobre el cambio que —nadie sabe cómo— tuvo lugar durante las Guerras Napoleónicas en materia de hábitos musicales:
(α) Marzo de 1808. Haydn cumple 76 años. El príncipe von Trauttmansdorff organiza una gala de honor en Viena. El maestro dirige La Creación, su oratorio. Tras el preludio orquestal y un recitativo sucinto aparece el coro diciendo: «Y el espíritu de Dios recorrió / la superficie de las aguas. / Y Dios dijo: Hágase la luz. / Y la luz se hizo.» El pasaje arranca pianisimo hasta la segunda ‘luz’, momento que la orquesta aprovecha para irrumpir en fortissimo, que es como recibir un manotazo después de un escalofrío. En aquella ocasión el público se arrancó en aplausos, según cuenta el Allgemeine Musikalische Zeitung, mientras Haydn «con lágrimas rodando por sus pálidas mejillas y como abrumado por las más violentas emociones, alzó sus tembloroso brazos al Cielo, como si elevara una plegaria al Padre de la Armonía.»
(β) Otoño de 1822. Rossini visita Viena. La misma revista musical informa: «Fue realmente suficiente y más que suficiente. Toda la interpretación fue como una orgía idólatra; todo el mundo actuaba como si le hubiera picado una tarántula; los chillidos y alaridos de ‘viva’ y ‘forza’ no pararon en ningún momento». Y Lord Byron corrige: «la gente lo siguió por todas partes, lo coronó, le cortó mechones de pelo comorecuerdo, lo aclamó, le dedicó sonetos y lo festejó, y lo inmortalizó mucho más que a ningún emperador.» Y Stendhal concluye: «Ligero, animado, divertido, nunca pesado, pero rara vez sublime, Rossini parece haber venido a este mundo con el propósito de conjurar visiones de extático deleite en el alma común del Hombre Corriente.»
Aquí entra en juego Liszt, el primer virtuoso en ganarse a la burguesía tocando el piano. A diferencia de Mozart, ese wannabe de aristócrata y cortesano biempagao,[ii] Liszt tocó ante todo tipo de públicos y tenía un trato cercano con las clases altas, se dirigía a ellas como si fuera su familia. Una anécdota de Tim Blanning mostrará el grado de reciprocidad: «Cuando se marchó de Berlín en 1842, lo hizo a bordo de un carruaje de seis caballos blancos, acompañado por una procesión de treinta coches de caballos y una guardia de honor de estudiantes, mientras el rey Federico Guillermo IV y la reina lo despedían desde el palacio real.» Viajaba además con un pasaporte expedido por las autoridades austriacas que por única patria, condición o categoría social declaraba: Celebritate sua sat notus (“De sobras conocido por su fama”). Y se alojaba en los hoteles de Paris bajo el registro de músico-filósofo en camino de la DUDA a la VERDAD. En la cima de su fama, hacia 1845, corrió el rumor de que se había prometido a la reina de España, a la sazón unateenager que había creado el ducado de Pianozares ex profeso para el pianista con los mejores dedos a este lado del Dnieper. Descuiden: en peores enredos estaba metida nuestra Isabel, hecha mayor de edad con trece años a golpe de decreto real, todo para evitar la mala sombra de los carlistas, y luego prometida en matrimonio a un Borbón primo suyo. Cuestión de genética, supongo.
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Tanto monta la condesa de Pauline Plater, quien —ante la pregunta por el top tres de pianistas que hubieran tocado en su mansión— dijo que los mejores sin duda son Hillier, Chopin y Liszt: el primero sería el mejor amigo, el segundo el mejor marido y el tercero el mejor amante. El virtuosismo instrumental no parecía figurar entre los criterios de juicio de la condesa. Tampoco diríase que fuera el caso de las jóvenes (y entradas en años) que reclamaban la atención de nuestro músico, a pesar de que hubiera tomado órdenes menores y la gente le llamara ‘el abate’ Liszt. Algunas llevaban bordada su litografía de 1846 (obra de Kriehuber) en la ropa más inhóspita, en las prendas más insospechadas. Fue Heine quien, ante este clima de opinión, inventó la palabra ‘Lisztomanía’ para referirse a «¡Un frenesí incomparable en la historia del frenesí!». Preguntada por esta contradicción religiosa (¿acaso el entusiasmo de las lisztómanas ha decaído desde la ordenación como sacerdote de su caballero de los pentagramas y de las teclas?), Judith Gauthier estuvo tajante: «¡Al contrario, las excita más! ¡Es la atracción por el fruto prohibido!». Y sigue: «¿Era un santo? Le mostraban una veneración tan extraordinaria… ¡sobre todo las mujeres! Corrían hacia él, prácticamente se arrollidaban, le besaban las manos y le miraban la cara con éxtasis en los ojos.»
Liszt parecía —no bromeo— un demonio tocando su instrumento. Su predecesor inmediato fue Paganini, sobre quien decían las malas lenguas que debía su técnica a un homicidio. Así se explicaba que su trayectoria como intérprete hubiera despegado tarde, cuando lo normal era ser un prodigio famoso y virtuoso desde niño, hasta el punto que la ausencia de genio y alcanzar objetivos mediante el esfuerzo —la propia idea de ascenso social— resultaba sospechosa en plena Restauración. Asesinó a una amada y estuvo veinte años en la cárcel, se rumoreaba de Paganini. Tampoco faltaba quien sospechase que la cuerda de sol de su violín estaba hecha a partir del intestino de la muerta —quien haya visto la serie Hannibal sabrá que tal cosa resulta factible (y hasta de buen gusto). En el caso de Lizst, el público exclamó ‘milagro’ durante su primer concierto público, hacia 1824, unos dicen que porque tocaba dabuten y otros que era tan pequeño (unos 12 años) que no se le veía y el piano parecía tocarse solo.
Paganini no parece haberse percatado del cambiazo: su violín es ahora una pala y la plebe que acompaña sus notas con sogas y cacerolas lleva el gorro frigio. ¿Mera coincidencia con la Revolución Francesa?
Liszt y Paganini parecían demonios, en definitiva, porque su inadecuación respecto de una sociedad estamental encarnaba una variante peculiar del Diablo. Hay tantos ángeles caídos como países. Es habitual señalar (y Jankélevitch lo repite en un librito delicioso[iii]) que nuestro músico encarna el comienzo del nacionalismo o de la peculiaridad folclórica en la música clásica, sobre todo en virtud de su Rapsodias Húngaras que, junto con sus escritos sobre los cíngaros, muestran una noción de patria donde la clave no está en la identidad fortificada o prevenida del exterior, no tanto en las fronteras cuanto en el nomadismo (aquí Jankélevitch reproduce los prejuicios franceses favorables a la movilidad sin raigambre de las estepas por encima del Danubio, algo que ahora mismo nadie puede celebrar con semejante entusiasmo y atletismo filosófico) pero también debería señalarse que Liszt rompe con aquella (presunta) Ilustración monolítica sobre todo cuando aborda en su Sinfonía Fausto (op. 108) la figura del satanismo, entonces confundida en los principados protestantes alemanes con la melancolía (la Iglesia ofrecía a los exorcistas consejos prácticos para distinguir entre ambas facetas de la genialidad, entre la posesión y la malafollá, por ejemplo en el Rituale Romanium de 1614, así que seguro que había problemas de distinción entre los católicos), pero la clave está aquí: ante las ilusiones sensibles del Satán latino (cuya acechanza continúa invariable desde tiempos de San Agustín); ante la naturaleza desafiante del Lucifer británico (puesto de moda por los románticos y vinculado con Prometeo en el famoso instante del Paraíso Perdido donde Milton escribe: «Better to reign in Hell than to serve in Heav’n»); ante estos modelos aparece el símbolo de la burguesía alemana, Mefistófeles el marchante de espíritus y destinos exitosos. Ante quien Fausto toma una decisión errada, cuyo significado ideológico no resulta difícil de digerir, como indica Cesar Rendueles:
“Para mí fue un descubrimiento importante entender que el cuidado podía ser una fuente de realización personal, y no sólo de sometimiento. Es algo que mi generación, la primera educada completamente en el hiperconsumismo, ha entendido tarde y mal. Nos ha pasado un poco lo que al Fausto de Goethe. Ya sabes, Fausto busca satisfacer su ambición con conocimiento, sexo, experiencias vitales, transformando el mundo… Pero nada, sigue igual de insatisfecho. Dan ganas de gritarle: «Tío, cómprate un perro.»”.
Ernesto Castro
[i] Por si todavía quedara alguna, el bajista de Mötley Crüe despeja todas dudas que pueda haber sobre la falta de morbo o la presunta carencia de erotismo más de la MTV: «En los comienzos del grupo juntábamos monedas para comprar un burrito de huevo en Noogles. Mordíamos el extremo y nos frotábamos la polla con la carne picada caliente para que nuestras novias no notaran el olor al coño de otras chicas. Nos tirábamos a cualquiera lo bastante idiota o borracha como para meterse en la furgoneta de Tommy Lee.»
[ii] Contra una opinión bastante difundida, la miseria económica de Mozart no se debían a la falta de trabajo (o a las deudas de juego. La parte del león se la llevó el costear los tratamientos para la enfermedad de su esposa); lo que trajo su ruina fue el éxodo masivo de nobles a raíz del asedio de Viena que los turcos iniciaron en 1787. Basta con echar un vistazo a los suscriptores de los conciertos benéficos de Mozart, un formato de patrocinio entonces recurridísimo: de 176 personas, el 50% pertenecen a la alta nobleza, el 42% a la baja y solo un 8% a la burguesía. Vaya esto como refutación (aunque sea parcial) del papel que, según algunos mistagogos, tuvo la burguesía en el desarrollo de las artes: hasta finales del XIX, ese papel brilla por su ausencia.
[iii] La colección de ensayos Liszt: rapsodia e improvisación resulta deliciosa —a mi juicio— en su segunda parte, donde el francés escribe cosas bien dichas, en lugar de marcarse filigranas de múltiples referencias y confusión conceptual a cascoporro (Jankèlevitch es un filósofo de las distancias cortas, más certero cuanto más concreto, pero también un creador de aforismos dentro del ensayo extenso, un prosista que cuenta las sílabas del párrafo y pondera el sentido de la reflexión a partir de su eco); oigamos cómo suena:
“La improvisación musical la mayoría de las veces solo improvisa fingiendo que lo hace o como forma de hablar; en el lugar de la conversación académica que reserva al público la obra acabada, inmaculada, increada y pone entre paréntesis el laborioso devenir, el improvisador coloca, a modo de juego, un malentendido sobre la propia sinceridad de esa génesis: la operación se ha convertido en un elemento del opus, el tiempo aparece entonces como un prolongamiento de la obra, por más que sea una obra a la que su latencia convierte en imprecisa, difluyente, atmosférica; de ahí el equívoco de un impromptu que parece salir degolpe y que progresa como si buscara su camino ante nuestros ojos cuando incluso sus tanteos están determinados de antemano por ficción e idealizados por el artificio de una reconstrucción retrospectiva: una música oral, hecha para no ser ejecutada nunca dos veces seguidas del mismo modo, se convierte en música escrita. La improvisación es la aproximación profesada; la propia vacilación engendra en el oyente una simpatía agradecida por ese proceder imperfecto, errante, aproximativo y jalonado de fracasos que se supone que es el de la vida. «Quasi improvvisando», leemos un poco en todas partes en las obras de piano de Liszt”.
Cuando a Roman Polanski le preguntaron por qué en mitad del rodaje de La semilla del diablo había sido tan déspota y cabrón al despedir al humilde dire de foto u operador (no recuerdo bien) de un plumazo contestó: “no volveré a trabajar nunca más con alguien que no sea exactamente de mi misma altura”. La suya era y será, digo yo, de 163 cm. El osado colaborador le comentó al pequeño genio fascista que veía un encuadre un tanto extraño de Mia Farrow hablando por teléfono. La sugerencia le costó la vida.
Viendo el otro día a Hermann Heisig y Nuno Lucas presentando en Teatro Pradillo su pieza Pongo Land (2008) pensé decididamente en ello. No soy tan bajito como Polanski, pero me di cuenta de cómo ellos dos, en el mismo instante en el que la coreografía se hacía carne (dos pavos en gayumbos produciendo movimiento), planteaban su verdad absoluta. Yo, capullo, no soy tú, y además cuando bajo el brazo se choca con tu crisma. ¿Que haré? ¿Armarme a tiros? No. Hermann y Nuno, maestros de la combinatoria, copiando el arcano mayor del tarot que sigue al loco 0, el mago, empiezan a mezclar(se), a pedir colaboración, a descubrir al menos una posibilidad, como si les fuera la vida en ello. Hay algo que me llama la atención y que me estorba un poco al principio, a saber, la sensación de que emplean una rigurosa matemática del recuerdo de los movimientos, de las contorsiones y que luego se torna espera, observación, mirada, estudio anatómico, incluso deseo a veces, erotismo del contacto, de las pieles y las extremidades que buscan afanosamente su derecho a la fusión, al abandono en el otro, sí, me gusta, empiezo a reír a través de ello, sensación que me calienta y me pone delante de dos seres inocentes a veces, vulnerables, payasos, y también aguerridos, conscientes de cómo funciona el viaje, afirmando lo debido. Y a veces animales misteriosos, animalarios arcanos, criaturas ya extinguidas en la noche de los tiempos. Estetas de geometrías humanas no euclidianas, de geometrías de la piel y las extremidades que se miden para encontrarse irremediablemente. Más allá de la voluntad. Irrefrenables cuerpos imán en la última cita antes de la expulsión del paraíso.
Barthes en su Fragmentos de un discurso amoroso: “Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético. Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones. Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro”.
En esa espera y observación del otro hay una necesidad a la vez casi exhibicionista de decirle al amado o al enemigo, al compañero, a la presencia impuesta, decirle, digo, decirle cuánto vale uno. Cuánto de propio hay en la soledad también. Y cuánta necesidad de locura, de liberación, y de comunión, de agarrarle la mano fuerte, y decir, mirando a los ojos, estoy en ello. Nos hace falta un poco de valentía. Chordata, Mammalia, Primates, Haplorrhini, Simiiformes, Hominoidea, Hominidae, Ponginae, Pongini, Pongo.
Pongo Land es el espacio del orangután, del ser que aberrado en el gran hermano propuesto por su vecino del tercero, hominidae, copia, reproduce, imita, toca lo que le separa y diferencia del otro. Ahí el espectador ha pagado ya su entrada para entrar en la ciudad de los horrores, para ver a los seres que han sido obligados a ser uno para el otro, obligados a una continua relación entre ellos. Al menos ellos son dos, pueden aún divertirse. Y lo hacen pero bien. Nosotros no sabemos si reír o llorar.
Hermann me recuerda al maravilloso Jaques Tati de Playtime y Nuno es un astronauta que ha perdido cualquier esperanza pero que sabe que el planeta que habita es suyo, propio. Ambos, todo un ejemplo de seriedad escénica.
Pongo Land aparece dentro de la propuesta del colectivo portugués Demimonde que nace en paralelo al festival Celebraçao y que ese mismo día presenta después un directo musical de Melhor Amigo, un dúo compuesto por Gui Garrido y Antonio Pedro Lopes.
Nos dejan colchonetas y nos tumbamos y ante nosotros aparece la bestia performática Gui (he visto ya dos piezas suyas y cada vez me gusta más su potencia y su honestidad) junto a un Antonio & the Johnsons (alguien me dice que la voz es parecida) que consiguen ponernos a tono. Dejan clara entre canción y canción su formación en danza pero algún fan le pide a mitad del directo a Gui que abandone la mierda esa y se dedique a tocar, y sí, porque el fiera lo toca todo y bien. Mucho romanticismo pop y de sinte, Timber Timbre, el queer Antonio mencionado antes, las Cocorosie de la maison, Velvet… a ver si se ponen serios y sacan álbum, joder.
Pequeña videoplaylist sobre el trabajo de alguno de los creadores de Demimonde
(para irte preparando para las grandes equivocaciones)
esto será tu tarea personal, una misión íntima
es tu secreto, son tus errores
es tu espacio más intenso de trabajo
tus mejores obras serán tus mejores errores
ERRAR
es lo que se te escapa
(por el culo)
no se le puede poner palabras
y solo a la larga irá tomando cuerpo, densidad y olor
mucho olor
será tu modo de estar en el mundo, de estar en escena
de apestar tantos y tantos proyectos hechos para redimir
para enseñar, entretener, salvar a los otros
para que el arte sea mejor (como tú), para que tu —mi— trabajo tenga por fin algún sentido
(cuando en realidad solo tratas de salvarte a ti mismo porque no puedes más con tu propia mierda; en lugar de disfrutarla, se la das envenenada a los demás)
será tu modo secreto de hacer las cosas
de hacerte y deshacerte a ti mismo
en tu soledad de mierda compartida
con tantas otras soledades
por lo demás no te preocupes
trata de hacerlo lo mejor posible
lo mejor posible en relación a lo que te han enseñado
lo mejor posible en relación a lo que has visto y lo que te gusta
lo mejor posible en relación a lo que se espera de ti
lo mejor posible en relación a lo que te gustaría ser
lo mejor posible en relación a lo que has soñado
lo mejor posible en relación a todo
hazlo cada día mejor
esfuérzate mucho
Y LUEGO CÁGALA
pero, ojo, cágala con cuidado, con delicadeza
con AMOR
no creas que esto de cagarla se puede hacer de cualquier manera
anunciándolo a bombo y platillo como si se tratase de una obra más de mierda
déjate de malditimos y marginalidades
(son el peor tipo de ego)
el ego es lo primero que te tienes que empezar a meterte por el culo
bien desde jovencita
para que luego te salga con menos dolor
y con el ego los juicios
tus maravillosos criterios y acertados valores
que van sosteniendo tu ego
cada vez más fuerte, más robusto, más estúpido
los valores que te sirven para valorar
las buenas obras y las malas obras
los buenos artistas y los malos artistas
los buenos textos y los malos textos
los mismos valores que te sirven para sentirte tú mismo como aspirante al grupo de los buenos y luego como el mejor de entre ellos
serás la mejor puta de la escena
y cada día un poquito más adentro
esto es una práctica para toda la vida
hasta que te quepa todo entero
todo el paquetito entero
con todos sus juicios, prejuicios, valores, criterios y fundamentos
luego te creas otro ego
lo vuelves a trufar de valores varios
y vuelta a empezar
es una práctica oscura, ya lo sé
no es fácil de entender
dedícale tiempo
y FÉ y sobre todo FÉ
la construcción de egos te servirá para hacer buenos espectáculos y confundir al público haciéndoles ver que eres un artista polivalente, proteico
un artista multimierda
expondrás tus valores y tus razones, lo entenderán y te aplaudirán, y si no te aplauden, prueba con otros valores y otras razones, ves cambiando hasta que encuentres la dosis adecuada de aplausos
(pero, cuidado con pasarse de aplausos, se te puede inflar el ego y luego te costará un horror evacuarlo, esto es peligroso sobre todo cuando estás tierna, es decir siempre, porque tú siempre estarás tierna y viva, y sufrirás mucho si se te atranca el zurulo en mitad de la caída, luego vendrán las almorranas y será fatal, vas a echar mierda hasta por las orejas, no volverás a cagar a gusto; así que no descuides tu buena cagada diaria)
y mientras te estén aplaudiendo
irás amasando tu mierdecilla, laboriosamente, con mucho amor
recuerda que es un trabajo arduo
que lleva toda una vida
no quieras cagarla toda de una vez
requiere concentración y buen hacer
venga ego para dentro, y cagadita para afuera
y otro ego más, con sus elocuentes juicios y sus sabias razones
y otra cagadita más
y otro ego más, rebosando ética y principios morales
y un cagalera mayor todavía
una plasta de benditos compromisos con la humanidad y contigo misma como reina de reinas
al principio chiquitas, luego vendrán más grandes, con más valores y fundamentos
con más concepto y mejor ritmo
las cagaditas serán tu secreto, el mal olor que te acompañará
lo peor que sale de tu cuerpo
pero no lo olvides, también es la parte más frágil de ti misma
tu verdad más apestosa
por eso han de ser sutiles, casi imperceptibles
(el olor ya hablará por ti, descuida)
eres tú misma deshaciéndote en forma de heces
si los demás se dieran cuenta, ya no serían cagadas, sino un ego más, cubierto de mierda, como todos
pero los egos nos los meteremos por el culo a base de exhibirlos
lo importante no son las exhibiciones
sino las cagadas en mitad de la exhibición
las cagadas en la intimidad de tu propia exhibición
en mitad de tu vida
es el momento de la fractura, del accidente
la apertura al vacío
es el momento más intenso
la caída del santo zurulo
acarícialas, rebózate en ellas, son tu mayor secreto, son tu fuerza, eres tú misma
quiérelas y no dejes de cuidarlas
no les des la espalda
(estarás perdida en manos de tu ego de mierda que te dará de hostias por aquí y por allá y no sabrás ni por dónde te vienen)
hazte fuerte en tu cagada, en tu cagada diaria, de todos los días
levita en la caída
concéntrate en ese momento, piénsate y quiérete
en el momento de deshacerte y darlo todo por detrás, sin que nadie se entere
de ahí sacarás tu fuerza, tu estilo, tu originalidad
serás única, porque no hay dos cagadas que huelan igual
no pasarás a la historia, pero serás feliz
nadie es más feliz que quien la caga mejor, más a gusto, con mayor alegría
(algunas incluso pasaron a la historia, pero de lo felices que eran ni se enteraron,
y se terminaron cagando en la misma historia)
nadie sabrá tu secreto, porque dará asco acercarse a ti
le dará asco a los profesionales del buen olor y el buen hacer
a los que buscan algo de ti distinto a esa putrefacción maravillosa que llevas dentro
a los que te recomiendan que uses otro perfume
que te dediques a otro tipo de espectáculos
todavía más apestosos, sin apreciar ese tesoro que está en tu cuerpo
pero no te preocupes, te seguirán aplaudiendo mientras exhibas tus egos de mierda
(y reconozcas los suyos, con eso basta, reconocer el ego de los demás)
sonríe y sé amable
para entonces ya habrás cogido experiencia
y tendrás el culo como un bebedero de patos
por el que egos y juicios saldrán a raudales cada noche
mientras sonríes sentada en tu trono, tú y tu mierda
no te comportes como esos gilipoyas que van por ahí de artistas raritos gritándole a todo el mundo
(no creas que la cagan muy bien, por más que hagan buenos espectáculos)
una cagada no es una cuestión de credibilidad, ni de representación, ni de aplausos y reconocimiento
es algo mucho más secreto, oscuro como el agujero del que sale
exhibe tus egos, disfrútalos, juega con ellos
y luego vuelta a cagarla, con delicadeza, con cariño, es tu vida lo que te va en ello
es tu arte
no la cagues de forma descuidada
prepara el momento, el espacio, prepárate tú, eres tu mejor público
piensa en tu mojón humeante
y haz fuerza sin que nadie lo note, disfruta la sensación, siente como sale sin que nadie lo perciba, nota cómo la estás cagando, en mitad del escenario de tu propio desastre
sonriéte y gózalo
es tu obra, tu santa equivocación, tu mejor error, el más negro, el más apestoso
quiérete según tus cagadas
ten fe en ellas
y quiere a los demás también según sus cagadas
no le preguntes a nadie por ellas
es una cuestión de fe, y voluntad
se intuye, se huele
el que la caga bien sabe reconocer a otro buen cagador
son hermanas de plegarias
no hacen falta palabras, ni hay que alardear de ello
no hacen falta criterios ni valores
basta con tener el olfato preparado para sentir esa peste inmunda que nos devuelve la vida
cada noche agachadas en nuestra capilla
es un estilo, el estilo del buen cagar
y una forma, de amarte a ti y amar a los demás
todo un arte, el verdadero arte de la vida, la gran cagada
nunca juzgues a los otros por ello
juzga sus espectáculos, sus aciertos, esas minucias que proyectamos sobre los demás para que nos valoren, esa mierda que empaquetamos cada día para que no lo parezca
pero nunca sus cagadas
una cagada no se valora es solo un motivo para querer y quererse
con el tiempo te irás olvidando de hacer juicios
porque los espectáculos de la vida te interesarán cada vez menos al lado de la inmensidad que se abre con cada buena cagada
al lado de ese culo abierto al infinito
no pensarás en otra cosa, ni en obras ni en performances ni en piezas
pensarás solo en lo fundamental
SEGUIR CAGÁNDOLA
(sin obra ni representación, ni siquiera proceso)
pensarás en las tuyas y en las de los demás, en las cagadas artísticas, en las cagadas personales, en las cagadas de pareja y en las familiares, en las cagadas de todo tipo, en la gran cagada del mundo
y te sentirás llena de una inmensa capacidad de amor
que te dará fuerza para continuar con tu tarea artística
tu misión apostólica
les darás fuerzas a las demás
todas seremos artistas finalmente
porque todas estaremos cagándola hasta el final de los tiempos
la humanidad entera, como lo ha hecho siempre y lo seguirá haciendo
porque cagar es una obra de amor
es nuestra obra de amor
la auténtica fenomenología del espíritu
la verdadera crítica de la razón, la moral y el juicio estético
y cada vez juzgarás menos
porque juzgar nos mata
y cagar nos da vida
ay, hermanita, los juicios son cosa de muertas
de muertas vivientes que van poniéndole nota a todo lo que ven, especialmente a aquello se parece más a ellas mismas
con sus benditas razones éticas y valores estéticos
seguirán cortando cabezas
diciendo lo que está bien y lo que está mal
prometiendo la vida y dando muerte
pero tú estás viva, mi joven hermana
te siento con unas ganas infinitas de cagarla
porque seguirás cagándola como solo tú sabes hacer
concentrándote en lo único
EN EL AMOR
a tu mierda
serás la mejor oliendo lo más oscuro que sale de tu cuerpo, verás a Dios
entenderás el arte
de cagarte patas abajo con las bragas bajadas
sé que no es fácil
es un concepto oscuro y no hay recetas
tendrás que encontrar el camino tú sola
continúa, mi hermana
siguiendo el rastro de esa peste que va saliendo con timidez de ese cuerpo joven
cada día irá oliendo peor, créeme
tu mierda, mi niña, tu mierda
huélela, disfrútala y sé fiel a ella
y en momentos de crisis, no lo olvides
meterte tu ego por el culo suele funcionar bastante bien
tu ego con el paquetito completo de juicios y pensamientos amasados en mitad de tanto mal olor
y así cada vez estarás más viva
con el culo más abierto
y los juicios te entrarán y te saldrán, como los egos
uhhmmm QUÉ PLACER
ya lo puedo oler
y continuarás cagándola y amando a todos los que la cagan
(es decir, a casi todos, incluso a un par de imbéciles que a falta de juventud ya no les queda más que juicios que han ido amasando a lo largo de la vida para sentirse mejor; estos también la cagan, pero con tanto juicio perfumado no da ni para oler su rica mierda)