Casa Tomada · Centro Social de Intervención Artística
Si hablamos de construir las Políticas del Arte desde el ámbito de lo micropolítico o, en todo caso, desde la acción de colectivos que se conforman a través de los afectos que acontecen y las afinidades que se procuran, desde el imaginar la realidad de modos afines al procomún y a éticas ecológicas y de origen, podemos empezar diciendo que hoy en Galicia estamos trabajando desde nuestras propias micropolíticas. Desde tal lugar es que nos posicionamos y estamos consiguiendo sostener la comunidad de las artes vivas y áreas colindantes.
En un territorio en el que fallan las condiciones de acompañamiento a los diferentes procesos de los creadores, son los propios artistas junto al resto de la comunidad, quienes configuran el contexto de las artes vivas; públicos, críticos, gestoras, mediadoras, algunos curadores, filósofos, antropólogos, arquitectas, etc., están contribuyendo a generar redes en el mundo del arte, a crear entornos de encuentro con artistas y operadores del resto del territorio, a proponer espacios para el conocimiento de la producción contemporánea y un largo etc.
Las políticas del arte a vehicular por las estructuras de poder deben ponerse en crisis, y quizá su praxis inmediata deba pasar por apoyar todas estas iniciativas civiles que sin duda garantizan la diversidad de la escena (y de la vida), y no tanto por inventar nuevos modos de operar desde la institución pues está ya muy deslegitimada por no haber sabido responder a los tiempos, modos e inquietudes de una sociedad que ha cambiado radicalmente sus deseos y sus prácticas.
Así es que cuando reflexionamos en este escrito acerca de tales políticas, hablamos de las prácticas que cada una de nosotras en nuestro quehacer diario desarrollamos, y de aquellas que desplegamos cuando operamos en manada, cosa cada vez más frecuente en nuestro territorio, aunque no tanto como nos gustaría.
Si hablamos de políticas del arte desde la administración pública podemos pensar en la idea de dotar de recursos a estas iniciativas de la sociedad civil, y cuando hablamos de recursos no pensamos sólo en lo económico sino en poner a disposición de las mismas aquello que necesitan para poder desarrollar los proyectos que proponemos a largo plazo, en continuidad, con coherencia e implicándose con el contexto y la comunidad con la que operamos.
Estas iniciativas civiles en manada que se están distinguiendo, empoderándose grácilmente sin caer en lo obtuso de definirse desde la diferencia sino por su valor en sí mismas, que surgen y operan de forma espontánea, más o menos visible, en continuidad, unas más que otras, y respondiendo casi siempre a la ética y estética de aquellas personas que tiran de cada una, podrían ser las que siguen (seguro faltan algunas):
Se ha hecho y se sigue haciendo mucho en Galicia desde esta faceta de corpus resistente. La comunidad artística que puede ubicarse en los rigores de la creación contemporánea se muestra en buena forma a nivel creativo y muy generosa, con ganas de construir obra y contexto. La calidad e inteligencia salvaje de un buen número de sus integrantes, revelan el presente como estimulante y altamente prometedor. Los creadores se están juntando. Grupos como el de “Misa de Domingas” (A Coruña) sirven como lugar de encuentro y reflexión para construir discurso y ponerlo en marcha; ejemplo de ello es la curadoría colectiva en los contenidos del Mov-s de la Isla de San Simón con fuga directa hacia el celebrado en Bilbao. Los integrantes de tal grupo -filósofos, arquitectos, bailarines, gestores, editores… un sano zoo- se juntan desde el compartir un modo de entender y atravesar el paradigma de lo contemporáneo, desde el mostrar libremente sus afectos y no desde la ansiedad de las urgencias del sector, lo que, paradójicamente para muchos, activa de un modo más coherente, directo y terrenal: funciona. De esa necesidad de poner en marcha también surge el programa de mediación cultural para con la programación anual de danza del Teatro Rosalía de Castro de A Coruña (TRC Danza). Este proyecto de programación expandida, activo desde abril de 2014, articula acciones de mediación cultural con otros agentes y espacios de la ciudad, con el objetivo de generar un público más involucrado, establecer relaciones con los artistas invitados, y de esta manera enriquecer el contexto cultural vinculado a la danza y a las artes del movimiento.
Otro ejemplo de trabajo colectivo curatorial, es el grupo de trabajo de creación artístico-política “De Corpo en Lugar” (Santiago), cuya primera acción se concretará en unas jornadas en el CGAC en las que se podrá ver el trabajo de Amanda Piña sobre la Creación del Ministerio de Asuntos del Movimiento entre otros proyectos.
Material Memoria (Vigo) es otro de los proyectos resultantes de una relación interinstitucional, entre el Marco de Vigo y el comisario Pablo Fidalgo concretamente, que propone durante todo el año un programa de artes vivas vinculado a la programación del centro de arte. A la espera estamos de poder conseguir que este museo sea el primero en adherirse al documento sobre “El papel de los museos en las artes vivas” producido de forma colectiva en el seminario de Mov-s San Simón y terminado en el propio Marco, entre sala de reuniones y sala de cafeses.
El Festival Corpo(a) Terra (Ourense) entra en su tercera edición. Generado desde la escena independiente ha ido creciendo y sumando esfuerzos con la Red de Festivales A Cielo Abierto para generar una suerte de red de circulación a lo largo del estado para piezas para espacios públicos. Otro festival que se sitúa dentro de una línea de trabajo de curaduría múltiple, con la riqueza en la mirada que esto comporta.
Festival Corpo(a) Terra 2014
El Festival ALT o el Teatro Ensalle, ambas iniciativas también en Vigo y con una línea de programación que apoya la creación local en diversas capas: residencias, formación, apoyo a la producción y presentación de propuestas. El Teatro Ensalle propone ciclos de programación durante todo el año y de forma concentrada en los festivales Vigo en Bruto, Isto Ferve y Seis Cordas.
Más recientemente Casa Tomada en A Coruña, un espacio social de intervención artística situado en un antiguo almacén dentro de la estación de Renfe y operado por un colectivo de activistas, pensadores, artistas y gestores de la ciudad organizados como asociación cultural sin ánimo de lucro. La programación de este espacio se articula a través de grupos de trabajo (artes escénicas, música, familia y formación). En concreto el área de artes escénicas ha venido desarrollando en estos primeros meses de vida un intenso ejercicio de visibilidad de la práctica escénica a través de la muestra de trabajos de artistas locales e internacionales. Además de ser un espacio de exhibición, la Casa Tomada ha empezado a acoger residencias artísticas. Se trata de un espacio abierto a practicar otra manera de hacer, que opera de modo intenso con la comunidad y el barrio en el que se instala y que trabaja alrededor de diferentes ejes programáticos pero con un componente político y social que atraviesa buena parte de sus contenidos.
Casi al mismo tiempo surge el proyecto Extramuros, pilotado por dos artistas y que se despliega en otro barrio de la ciudad con un programa artístico contemporáneo, espacio para residencias artísticas, talleres, etc..
Todas estas iniciativas cuentan con un dispositivo de contenidos fuerte y relevante, una potencia para complejizarse en su relación con el contexto y las comunidades artísticas y ciudadanas, así como con otros proyectos culturales de las ciudades que los acogen, con un gran interés por parte de los públicos pero un escaso nivel de recursos. Sobre todo hablamos, esta vez sí, de recursos económicos y de infraestructuras para poder afrontar los gastos y situar lo creado, para construir tejido cultural de forma profesional con lo que eso comporta para artistas, mediadores, espectadores y la comunidad en general. Son algunos de los ejemplos que proponemos para que la administración pública, es decir las personas que gestionan el dinero de todos, distribuyan tales recursos económicos para ampliar y dar luz a las potencias que creadores y festivales están destilando en este momento en Galicia.
Además de todas estas acciones civiles existen dos espacios públicos que se ocupan y se preocupan por la danza: el Auditorio de Carballo, es decir Carmen Castro, y el Teatro Rosalía de Castro (A Coruña), es decir Paulo Rodríguez; porque no debemos olvidar que todo al final recae en las personas que están detrás de los proyectos. El auditorio de Carballo centra sus esfuerzos en un festival, lo cual no deja de ser bien interesante pero deja el resto del año desierto de danza y genera por lo tanto una ausencia de normalidad para los ciudadanos y ciudadanas que buscan referencias para ampliar su mundo sensible. El Teatro Rosalía por su parte a través del programa TRC Danza propone una programación de danza durante todo el año acompañado por el proyecto de mediación arriba mencionado, y acoge por primera vez a una compañía local en régimen de residencia anual que sostiene la creación de un grupo de espectadores.
DANESGA es la asociación de danza escénica galega. Asociación que, una vez más, reúne a las personas por sector más que por afinidades, por urgencias más que por afectos, lo que deriva en que los intereses estén encontrados provocando que sea complejo vislumbrar una deriva común. Sin embargo, trasciende el asociarse por oficio para poder conocernos, reconocernos, analizar dichas urgencias, compartirlas y, sobre todo, tener un lugar común desde el que erigirse en la interlocución con las administraciones públicas para discutir líneas estratégicas de trabajo, proyectos, etc. En relación a esto, si en algún momento conseguimos que las relaciones interinstitucionales avancen y nos instituimos, desde los colectivos y las individualidades, como jurídicamente autorizadas, podremos unirnos por afinidades para la compleja tarea de la negociación con la administración pública.
Desde la web de Danesga podemos conocer a las creadoras y creadores del territorio y ver cómo atravesando las derivas colaborativas, existen diferentes líneas de trabajo individuales o de grupos afines que comportan diversos modos de producción. La mayoría de asociados a Danesga, excepto quizá uno o dos artistas, producimos desde la precariedad, contando con nuestros propios recursos para investigar, crear, producir y visibilizar nuestro trabajo. Muchos de nosotros no contamos con ayudas a la producción y mucho menos a la difusión y confrontación con los diferentes públicos. La autogestión es frecuente en los artistas de Danesga.
Redenasa.tv es un archivo virtual de buena parte de la historia de la Sala Nasa de Santiago de Compostela, desaparecida gracias al esfuerzo de algunos políticos locales, que además funciona como una memoria del presente, pues es un espacio virtual para que colectivos y creadores actuales puedan dar visibilidad a procesos, investigaciones y propuestas artísticas en internet.
Otro de los lugares que en poco tiempo será referencia para la consulta de buena parte de nuestra historia es la página web de Matarile Teatro, que está en proceso de digitalización de los desaparecidos Festival En Pé de Pedra y Sala Galán (ambos en Santiago de Compostela). Dos espacios con una intensa historia vinculada a la creación contemporánea del estado. La filmoteca del Centro Galego das Artes da Imaxe se ha ofrecido como sede para acoger un archivo de artes vivas y aglutinar los diferentes contenidos analógicos generados en tales años, procurando su difusión, facilidad de consulta y así salvaguardarlos; una relación surgida de las prácticas de programación expandida del TRCDanza.
¿Qué ocurriría si realmente los distintos agentes culturales, políticos y sociales hiciesen llegar a sus contextos las herramientas que desde las artes vivas resuenan? ¿Cómo se potenciarían los cuerpos, las relaciones, cómo se espabilarían las mentes? Es en esta onda que la programación expandida -y sus muchas prácticas- deviene como estrategia necesaria y hermosa para acercar lo que se está sublimando en la investigación artística de sus creadores. Entrar en la Universidad, en los institutos, en los centros de investigación; darle la vuelta a los teatros; ser espectadores, dándoles/nos la oportunidad de descubrir nuevos modos críticos, autocríticos; etc.
Javier Martín en el Festival ALT
Llegados a este punto es interesante resaltar ciertos restadores de potencia, como son:
La desconexión de la mayoría de los Conservatorios con los creadores, no abriendo sus instalaciones, equipo y alumnado a los procesos de éstes, privándose/los de la oportunidad de sumar diferentes praxis en un entorno profesional. Por desgracia, tales Conservatorios no se plantean la ideología que transmiten las estéticas y las formas que se encriptan en las distintas asignaturas que imparten; sean locales, nacionales o europeas, la formas informan. ¿Cómo éstas gestionan líbido, propiocepción, cuerpos, mentes, etc? Si no existe consciencia de ello, poco posicionamiento crítico puede haber ante tales contenidos, tanto para aceptarlos como para negarlos, así que el aprendizaje será parcial.
O que un buen número de programadores operan desde un sentido paternal con los públicos de los pueblos y ciudades del territorio, considerándoles seres pasivos dentro del sistema artístico. Un juego snob de condescendencia de párvulo, o de párroco soberbio, que lejos está de ser un antagonista interesante que estimule la inteligencia del espectador. Están tras la correa del concejal de cultura y lo que sea de turno, que a su vez utiliza los presupuestos públicos en grandes eventos, soltando sus migajas al mejor postor en días señalados como los alrededores del Día Internacional de la Danza y ya y gracias. Al mismo tiempo es muy interesante la queja de que en nuestro entorno nunca pasa nada; pocos somos conscientes de nuestro derecho a participar proponiendo, promoviendo, sosteniendo, comunicando, creando contexto; sin duda, en esto, hay algo de decadencia díscola y paciencia de ganado.
Y también enunciar otras de las constantes que parecen cronificarse en todo territorio, como son: el costumbrismo de muchas de las propuestas escénicas que surgen en Galicia, con un lenguaje monomediático, versado en la tiranía del texto en el teatro, o en la coreografía emocional en la danza; la inutilidad del actual modelo de las, verbigracia, Industrias Culturales -promovido con ahínco por la Xunta de Galicia-, y de los estragos del tendencioso IVA cultural; la especulación inmobiliaria y sus favores, Ciudad de la Cultura a la cabeza de muchos otros centros; o el intervencionismo político-institucional en líneas de programación a través del Centro Coreográfico Galego y Centro Dramático Galego, ESAD, etc, siendo además obstáculo grosero en otras iniciativas civiles ya desaparecidas como festivales y salas -En Pé de Pedra y Festival Empape, Sala Nasa y Teatro Galán…-, generando nostalgia en vez de movimientos contestatarios en las comunidades que los sostenían.
Todo esto, y es admirable, revuelve el alma de los más resistentes -porque bailar (o no) es en sí mismo un acto de resistencia política- siendo grato poder resaltar la enorme calidad de las propuestas gallegas en torno a la creación contemporánea. Riesgo, investigación, discurso, entrega, transdisciplinariedad, verdad estética, …, son algunos de los adjetivos que atraviesan a gran parte de los mismos, y desde su mirada y trabajo quizá descubramos otros modos en que la experiencia de lo real se nos revele y accione, que de eso se trata.
Escrito a varias patas por Cadelas de Fisterra