Venga, antes de que llegue la avalancha de artículos sobre lo de El Conde, voy a hacer una contra al último artículo de Pablo Caruana, por aquello de que haya más voces, que yo a Caruana le aprecio mucho y sus Cartas a un joven imbécil fueron lo mejor de lo mejor. Bien, el artículo en cuestión nos cuenta una novedad, la inclusión de la poesía y los poetas en la programación de la Sala Mirador que lleva el ínclito J. D. Botto (Botto que escribió e interpretó esa obra, Un trozo invisible de este mundo, que a todo el mundo maravilló y que a mí me pareció pornografía nivel reportaje de El País Semanal, pero eso es otra historia). Bien, vamos con el mal rollo.
1. La semblanza del poeta. Humilde, delicadez, evitando la mirada, así describe Caruana al poeta Luis García Montero que abría el ciclo. Bien, Montero será todo lo que tú quieras, buen poeta (sobre todo al principio, luego más regulero), buen contador de historias, buen profesor, comprometido, pero lo que también es -y a todo el mundo se le olvida- es que es un corrupto. Montero y su clan, Prado, Sabina… que ustedes verán en el ciclo claro, se han dedicado a perpetuar su lugar de poder en el mundo poético a través de los premios literarios que gestiona con el editor Chus Visor, premios, claro, de dinero público. Pongámoslo de otra manera, algo de lo que nos hemos quejado en los últimos años mucho, el dedazo, colocar en puestos públicos a amigos, familia, familia de amigos etc. Esto es lo mismo, premios públicos dados a amigos y discípulos que luego se devuelven los favores dando otros premios y así se crea una red de favores y un pequeño grupo de poetas acapara premios, reseñas, publicaciones y ahora también espacio en teatros. No creo que tenga que ponerme a dar ejemplos pero si alguien está interesando en el tema tiene un ejemplo aquí: http://goo.gl/uWu2kX y con tirar del hilo un poco aparece toda la basura.
2. Bien, aquí llega el segundo problema, no sólo lo programan sino que le hacen programador, con lo cual podrá seguir perpetuando su red de favores y ninguneando a un porrón de poetas que parece que no existen (todos aquellos que no han publicado en Visor, es decir que no han sido supervisados por él). Si se fijan, todos los poetas jóvenes que menciona: Antonio Lucas, Carlos Pardo, Fernando Valverde, Raquel Lanseros (que no Lancero, Caruana), todos ellos premiados por él, todos ellos poetas de Visor, algunos de ellos sin interés alguno por lo que sucede en la calle y la situación actual (ensimismados ellos), objetivo que señala Botto para el ciclo. ¿De verdad no hay más poetas? O estamos en lo de siempre, ustedes no lo saben pero la poesía es todavía más gregaria que el teatro. Nos quejamos de la programación del CDN de la repetición de ciertos nombres continuamente y esto nos encanta porque son poetas y se suben a un escenario sin cuestionarnos nada. Por cierto, los cachorros, como han llegado a la poesía por ser amigos del maestro no por ser buenos poetas, son mucho peores que el maestro.
3. Algunas perlas:
“Yo tuve la suerte de conocer mucho a Rafael Alberti. Alberti era muy generoso con los jóvenes, fue él el que propuso a Jaime Gil de Biedma para el Cervantes sin entender mucho lo que significaba la poesía de Jaime, simplemente por complicidad con sus amigos jóvenes”
Bueno, pues más clarito no nos los podías decir.
Otra perlita: Mariano Peyrou, probablemente el mejor poeta de todos los nombrados en el artículo va de acompañante y a tocar el saxo, ole ahí, pero claro, los que no pertenecen al grupo van de acompañantes, hacen el coro, tocan el saxo en un recital poético.
Otra de Montero:
“este ciclo me pareció que estaba dentro de ese nuevo pulso, de una cultura más rebelde, con conciencia crítica y de pacto con el público frente a la España oficial”
En fin.
4. A mí la ejemplaridad en el artista me da igual, pero que este supuesto señor de la izquierda al que se le llena la boca con la palabra social y la lucha contra la España oficial y luego con sus actos se dedique a perpetuar la corrupción de esa misma España me da, perdónenme la expresión, por culo. Pero bueno, se podría argumentar que el hecho de que sea un corrupto no es razón para no programarle y sería verdad, que sea un corrupto es razón para meterlo en la cárcel, no para no programarlo. Y por supuesto que la Sala Mirador puede programar a quien quiera (aunque bien subvencionadita está), pero, quizá esto es lo que me gustaría que quedase de esta contra, seamos conscientes de que lo que se nos ofrece es una porción pequeña y bastante mala de la actualidad poética, y eso pasa por poner un programador como éste. Seamos conscientes de que ocurre algo nuevo (que no tan nuevo, poetas sobre los escenarios ha habido siempre) y volvemos a cometer los mismos errores. No sé si Caruana no estaba al corriente de todo esto por no dominar el ámbito o ha decidido agarrarse a argumentos buenistas como que tener a poetas en los escenarios es una buena noticia y siempre estamos tirándonos piedras a nuestro propio tejado y ya tú sabes. Ciao.
Hablar de música es como bailar arquitectura Frank Zappa
Un amigo siempre cuenta la misma historia cuando se emborracha. Que hace años fue al Auditorio Nacional a escuchar al cuarteto Alban Berg. Para él uno de los mejores, sino el mejor cuarteto de cuerda del siglo pasado. Era la última vez que tocaba en España. Por supuesto, no quedaban entradas. Así que, según dice, se fue a la puerta de la sala de cámara con un DIN A3 en el que había escrito “Quiero una entrada para escuchar al Alban Berg joder. Gracias.” O algo así. Nadie le hizo caso. Durante el descanso pidió a los espectadores que se marchaban que si le regalaban su entrada. Total, sus asientos se iban a quedar vacíos. Nada. Además tuvo que pelear con otras personas que esperaban al acecho para conseguir lo mismo. Así lo cuenta él, lo juro. Manteniendo la expectativa del relato aunque sepas que al final consigue la entrada. Pues eso. Una señora le regaló su entrada. Se iba a cenar. La entrada era de un asiento en la séptima fila del patio de butacas. Iba a escuchar el cuarteto de cuerda número 15 de Beethoven interpretado por el Alban Berg a unos metros de distancia. Siempre que se emborracha y te suelta este rollo dice que los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven son lo mejor que se ha compuesto nunca. Que son como “la nieve más pura que está en lo más alto de la más alta montaña”. En algún sitio habrá leído esa tontería. El caso es que se sienta en la butaca. A su alrededor huele a un poco a colonia cara, porque “las colonias caras no huelen mucho”. Mira a su lado, y allí está sentado un hombre calvo con una mancha de nacimiento en todo el medio de su cabeza. Le conoce. Es un tipo que mi amigo asegura que ha visto en todos y cado uno de los eventos de música académica a los que había ido. Todos y cada uno. Sale el cuarteto Alban Berg. No al completo, porque el viola murió hacía un tiempo y le sustituye la mejor alumna que tuvo éste. Y ahora sí, el Alban Berg interpreta el op.132 de Beethoven. Entonces, por fin, te cuenta lo que le pasó. Dice que en el Molto adagio le sobrevino una emoción sobrecogedora y que se pudo a llorar, y que no paró hasta que murió la última nota, y que en cierto momento volvió a mirar al hombre calvo y que él también estaba llorando. Pero lo más llamativo de la historia, a parte de esa cursilada, es que asegura que durante un tiempo vio la música. Aquí yo siempre me río, y le digo que no me lo creo. Bromeo diciéndole que si le dio un Stendhal. Y me responde que lo llame como quiera, pero que vio la música y que no hay más que hablar, que piense lo que quiera. Y pedimos otra y se acabó de nuevo hasta la siguiente.
Me la pela si esta historia es verdad o mentira. De hecho mi amigo es un borrachín mentiroso de esos a los que no hay que tomar muy en serio. Cuento todo esto porque el chaval es joven y cuando fue a escuchar al Alban Berg más. Lo cual me sirve como excusa para tratar un par de temuyis a continuación antes de la videoplaylist. La cual también es una excusa. O no. Aquí os dejo el adagio que le hizo flipar en colores.
http://youtu.be/ZvEXaPwQ67Q
No me quiero poner pesado, ni empezar por el principio ni nada de eso, pero me parece que hay que hablar de los problemas que a mi parecer tiene la mal llamada música clásica. Asumo que me van a caer hostias por todos lados y que muchos ya habrán dejado de leer este post. No me importa. Algo sacaremos en claro. Digo la mal llamada música clásica porque la palabra clásica remite a un periodo particular de la música académica, seria… Denominativos que echan para atrás a cualquiera. De nuevo, las palabras y sus problemas. De ahora en adelante escribiré MA (música académica) para no espantar al personal.
La media de edad en estos lugares es escandalosamente alta. La MA ha perdido al público joven, si es que en algún momento lo tuvo ganado en este país. Hablo del público joven en general, el que no está formado por músicos jóvenes ni por familiares y colegas jóvenes de músicos. Y con juventud me refiero a aquellos que tienen entre 15 y 40 años, años arriba años abajo.Y es preocupante lo de la pérdida de público joven por eso de pensar en el público de mañana.
Hoy vayas donde vayas presencias un desfile de abrigos de piel, y después en la sala la performance de siempre. La abuelita que abre un caramelo con una mano mientras con la otra se abanica y todo ello moviendo las pulseras de oro. No me entendáis mal. No tengo nada en contra de las personas de edad avanzada. Yo también tuve abuela. Pero me parece que hay que dudar de los que las personas hacen por mera costumbre. De todas formas, prefiero a la abuelita ruidosa que va por costumbre abonada a los lugares antes mencionados que al otro gran público mayoritario que allí te encuentras. Los snobs. A esas personas que encuentran en estos contextos una excusa perfecta para ponerse sus zapatos caros, sus trajes caros, sus vestidos caros, sus abrigos caros, sus colonias caras y después irse a disfrutar de una cena cara porque ir a escuchar MA les llena del orgullo y la satisfacción de pertenecer a la puta élite cultural e intelectual. La–puta–élite–cultural–e–intelectual. A lo mejor exagero y a lo mejor me lo tomo demasiado en serio, pero creo que este último tipo de personas generan en todas las demás una sensación de exclusión que es uno de los factores de la pérdida de público (y ya no sólo joven) de la MA.
Por supuesto que el argumento del precio de las entradas es cierto para justificar la ausencia de los jóvenes en los auditorios. Pero no tanto, porque es fácilmente desmontable con responder a la pregunta de cuánto vale asistir a un partido de fútbol o a un jodido musical en Gran Vía, y cuántos jóvenes asisten. Y entonces pasamos al tema de la educación en los conservatorios, en los colegios y en las familias y me aburro sólo de plantearlo. Pero ya lo he hecho.
Y ahora es donde nos enfrentamos a otro gran problema, al del calado de la música académica contemporánea, que claro que tiene que ver con lo anterior. El debate de la MAC es todavía más amplio y peliagudo. Uff, aquí me pierdo un poco, y además tengo luchas internas con tanto dodecafonismo y atonalismo y serialismo y arte sonoro. Contradicciones supongo nacidas en mi oído tonal. Sé que hay que escuchar todo lo compuesto desde principios del siglo XX hasta nuestros días en la MAC para desmontar códigos y oídos y así aprender a valorar y degustar otras fórmulas (para lo cual volveríamos a hablar de la educación, a otro nivel, y temas por el estilo), pero a veces me cuesta y voy corriendo a buscar armonías conocidas como un niño que no quiere comer judías verdes. Y reconozco que mi deseo tiene mucho de arqueología. Supongo que un poco de cada es la dosis conveniente. Pero al paso al que vamos, si ya la MA de hace siglos muchas veces no es más que una lista de reproducción para darnos un baño con velas de IKEA o la banda sonora de una peli, parece difícil llegar a “popularizar” a nuestros compositores contemporáneos y que acaben por constituir un repertorio al que se vuelva una y otra vez como ahora se vuelve al de Haendel, Haydn, Schumann y compañía. ¿Borrón y cuenta nueva? Pensaré 4´33´´ en ello.
Ya está. Y luego España y sus tradiciones, que sin duda agudizan todo lo anterior. Ayer Daniel Verdú publicó un interesante artículo al respecto en donde retrata la situación de la MAC en nuestro país, describiendo un panorama terrorífico: “La música contemporánea, y gran parte de la del siglo XX, sufre un progresivo arrinconamiento en auditorios y teatros. Especialmente en países como España, donde la crisis económica ha socavado la confianza de unos programadores atemorizados por la caída de público”.Amigos de Centroeuropa, emigrados a Centroeuropa, cuentan que allí un mismo día puedes ir a la iglesia de un pueblo a escuchar las Suites de Bach para cello y después a la ciudad a un concierto para bicicleta y orquesta y que ambos eventos están petados. Me lo creo. Y me parece otro mundo. Pero ya estoy cansado de utilizar energías en decir lo mal que están las cosas aquí, y creo que es mejor usarlas para pensar y hacer que cambien.
Poco a poco llegamos a la videoplaylist sobre la conferencia ilustrada que Alfred Brendel presentó el 6 de noviembre en la sala de cámara del Auditorio Nacional, titulada “¿Tiene que serla música clásicaabsolutamente seria?”. No escribiré sobre lo que dijo Brendel, o no me centraré en ello, por varios motivos. El primero es que a veces es literalmente imposible hablar de música, ya que intentarlo sería como “bailar arquitectura”. También porque ya se ha comentado en otro medios. Por ejemplo, el propio Daniel Verdú al día siguiente en otro interesante artículo. Pero sobre todo porque me apetece probar otros medios de difundir la MA. Por si a alguien le pica el bicho y se engancha.
Alfred Brendel. La verdad es que me tiemblan un poco las manos al escribir sobre él. Alfred Brendel (Checoslovaquia, 1931) es uno de los grandes intérpretes que han desarrollado su carrera en el siglo XX. Podría formar parte de un selecto grupo en el que estarían Vladimir Horowitz, Elisabeth Leonskaja, Pau Casals, Isaac Stern, Mischa Maisky, Gidon Kremer, Maurizio Pollini, Martha Argerich… y otros. Pero Brendel no es, o no ha sido (dejó los escenarios en 2008), sólo un gran intérprete. También escribe poesía, es comisario de cine, un magnífico escritor y un lúcido teórico, facetas estas últimas que se aúnan en sus conferencias. A sus 82 años acaba de publicar un estupendo libro, De la A a la Z de un pianista. Un libro para los amantes del piano. Texto que esta semana ha servido para una nueva entrada en el blog hermano Bailar, ¿es eso lo que queréis? Es decir, Brendel es mucho más que un pianista, y se agradece que alguien a su edad, en vez de disfrutar de una plácida jubilación, se dedique a seguir ayudándonos a aprender.
Resultó llamativo aquel miércoles que Brendel tuviera que salir, con su paso renqueante, a recibir aplausos en cuatro ocasiones. Como parte del público, creo que los allí presentes compartíamos la triste sensación de estar despidiéndonos de él, como si todos supiésemos que no le volveríamos a ver. Tristeza que se agranda sabiendo que cuando él y unos pocos más desaparezcan, habremos perdido una forma de entender la MA. Me refiero, entrando en otro delicado debate, a las nuevas generaciones de intérpretes que ahora se consideran los grandes genios de nuestra época. Y sí, señalo porque me sirve de ejemplo más representativo a la estrella china Lang Lang. No dudo de su virtuosismo, y que si es el mejor pianista de un país en el que estudian piano más de 40 millones de personas, debe de ser muy bueno o, como la publicidad se encarga de vendérnoslo, el mejor pianista de nuestro tiempo. Un nuevo éxito de la ley de competencia neoliberal, de la que Lang Lang es otra víctima. Y es que nuestro tiempo se diferencia de otros, entre otras muchas cosas, por generar marcas a una velocidad de espanto, y hacer que los productos se consuman con el mismo ritmo. El problema es que no es lo mismo vender cartílagos de pollos informes que nuestra tradición musical. En una entretenida entrevista en El País a Brendel se dijo al respecto:
Daniel Verdú.– ¿Cree que parte de los problemas que se atribuyen a los nuevos pianistas tienen que ver con el marketing de una industria en busca de estrellas del pop?
Alfred Brendel.– Sí, y lo hacen muy temprano. Porque las estrellas del pop siempre son jóvenes. Y para el desarrollo artístico de un pianista y su ego eso no es bueno. Un pianista debe tener paciencia para saber que algunas cosas solo se logran en décadas. Cuando yo tenía 20 no me moría por ser una gran estrella en dos años. A los 50 vi que había conseguido ciertas cosas, pero quedaban más aún.
Ahí queda. Por mi parte, siempre me viene a la cabeza una tontería. Pienso en la mañana en la que Schubert se levanta de la cama, ve en su polla los primeros signos de gonorrea, y sabe que va a morir. Y en cómo después mira por la ventana, y en el mundo que ve a través de ella. Y después, no sé por qué, pienso en Lang Lang antes de dar un concierto en el que va a interpretar a Schubert, y en cómo mira por la ventana del avión. Y al pensar en el mundo que ven y en quién lo mira, sufro un cortocircuito sináptico.
La conferencia ilustrada de Alfred Brendel duró más de una hora. Todo muy pensado muy claro y muy interesante. No me detendré demasiado en ello. En cuanto al tema en cuestión, el sentido del humor en la MA, Brendel nos sorprendió con sus análisis musicales, diciendo que las obras instrumentales de Mozart, a quien recordamos como un niño juguetón, no tienen ni pizca de gracia. Tampoco las de Schubert o Chopin. Por el contrario sí que la tienen las de Schumann, y sobre todo las de Haydn y Beethoven. Durante la conferencia, el propio Brendel ilustraba sus argumentos tocando el piano. Durante los breves instantes que duraba su interpretación, se producía siempre uno de esos silencios. La gente incluso se esperaba a toser cuando acababa de tocar. Durante su discurso nos reímos en varias ocasiones, y creo que todos nos fuimos tan contentos a casa, aunque sólo fuera por haber oído música interpretada por Alfred Brendel. Al terminar la conferencia busqué con la mirada al hombre calvo con la mancha de nacimiento en la cabeza, pero no lo encontré. Mi amigo mentía.
Hasta aquí el post. A continuación la prometida videoplaylist sobre las obras de las que habló Alfred Brendel, y algo más. Molaría que con este escrito se iniciara una serie de posts sobre jazz, rap, rock, bakalao… ¿No?
Sonata para piano de Beethoven nº. 26 en mi bemol mayor Op. 81a, El regreso, 1810. Interpretada por Maurizio Pollini.
Sonata para piano de Haydn n.º 60 en do mayor, Hob. XVI/50, Allegro Molto, 1794. Interpretada por Alfred Brendel.
Sonata para piano de Beethoven n.º16 en sol mayor Op. 31, n.º1, Adagio grazioso, 1801. Interpretada por Daniel Barenboim.
“Si un pianista no hace reír al público después de interpretar esta obra debería dedicarse al órgano”. – See more at: http://www.hoyesarte.com/musica/clasica-musica/brendel-demuestra-que-el-piano-rie_140774/#sthash.jDE6Arsp.dpuf
“Si un pianista no hace reír al público después de interpretar esta obra debería dedicarse al órgano”. – See more at: http://www.hoyesarte.com/musica/clasica-musica/brendel-demuestra-que-el-piano-rie_140774/#sthash.jDE6Arsp.dpuf
Bagatela en Do menor de Beethoven, Op. 119, 1803. Ni puta idea del intérprete.
Variaciones para piano en Do mayor sobre un vals de Diabelli de Beethoven, Op.120, 1819-1823. Interpretadas porSviatoslav Richter.
Concierto para piano nº. 3 de Beethoven, Op.37, Rondó: molto allegro, 1800. Interpretado por Vladimir Ashkenazy.
Y de regalo el Allegro del Concierto nº.5 para piano de Beethoven con Glenn Gould al piano. Para mí aquí la gracia reside en que si el director y los músicos de las orquesta todavía están vivos, seguirán soñando con Gould. Si están muertos, también.
Después del maravilloso comienzo del Living Dance Studio of Beijing, sigamos con lo de cronicar y lo de criticar, que a mí si no critico un poco se me queda el alma como perdida. Todo ocurre, como ya saben, en el teatro Archa de Praga (teatro en checo se dice divadlo, Perro Checo educa y divierte).
SHE SHE POP. Schubladen.
Pues bien, desde Alemania viene SHE SHE POP de los que no había oído hablar en mi vida, pero a los que no les debe ir nada mal pues venían de Japón. Los de SSP dicen que son un colectivo total (el total es mío), las piezas se construyen a partir del trabajo de todos, los textos vienen de experiencias personales del colectivo. Ojo, aquí cito: no hay autor, pero tampoco hay director ni hay actores. Se define como un colectivo teatral femenino (pese a la existencia de miembros masculinos) y se sitúa en el teatro experimental (ahora que estamos a vueltas con los nombres: alternativo, experimental, independiente…)
Schubladen viene a decirse en español Cajón o Cajonera. Seis mujeres, tres criadas en Alemania del Este y tres criadas en Alemania del Oeste se dan cita en el escenario. Cada una trae consigo una cajonera llena de libros, cartas, discos de su pasado. En orden cronológico, es decir, desde que nacieron -70’s- vemos pasar los años a través de sus experiencias. Emparejadas con una criada en el lado opuesto, van analizándose las unas a las otras en una suerte de entrevista para comprenderse: hablan de sus familias, educación, colegios, músicas, amores etc. Permanecen separadas hasta la caída del Muro en el que se revuelven y siguen contándonos sus experiencias ya mezcladas, sus historias. Las actrices juegan, cuentan, cantan, bailan. Había un juego dramatúrgico interesante en el que cada vez que aparecía un término peliagudo en el lenguaje, la consorte gritaba stop y obligaba a puntualizar, definir, explicar el término haciendo imposible escaparse de los eufemismos. En el fondo, sobre una pantalla, fotografías de mesas y más mesas con sillas, entiendo que mesas donde juntarse, donde unirse.
El asunto así contado está muy bien. La cosa es que tampoco decían mucho. Las historias escogidas saltaban por tópicos de un lado y del otro en vez de profundizar en las historias privadas de cada una. En Praga hubo un alto porcentaje que se rió mucho, sobre todo con los chistes y tópicos de Alemania del Este, que entiendo era bastante similar a Checoslovaquia. Es interesante la ingente cantidad de información gracias a la que uno logra crearse un mosaico, pero desluce por culpa del empeño en arrancarnos la carcajada. A veces, aunque haya muchos que me maten por esto, no hace falta esa carcajada. O dicho de otra manera: la carcajada que viene de revelar algo privado sin buscar que sea gracioso pasa. Aquí estaba buscada exageradamente, a veces incluso por medio del clown. En fin, a la hora y media cuando todavía iban por 1991 y empezaban a hablar de campamentos y feminismo y sexualidad y un porrón de pamplinas me levanté y me fui. Los dos alemanes que tenía sentados a mi lado se habían ido una hora antes.
BACACI SJENKI (SHADOW CASTERS). Odmor od povijesti (Vacations from history)
Shadow Casters se presenta como una plataforma artística y de producción sin ánimo de lucro Croata. Vacations from history es la primera parte de su trilogía Process_City sobre El Proceso de Kafka y sus implicaciones filosóficas y políticas. La pieza me pareció bastante más interesante que la anterior.
Alguien te acompaña en la penumbra, coges una manta y te acercan a una litera, te cuidan, te acomodan, te tapan con la manta, hay más literas con otra gente, las literas están delimitadas por sábanas blancas, hay otros cuartos de sábanas blancas con otras literas, con otras personas. Todos los cuartos dan a un espacio central. Es muy tonto, pero te tumban, te meten en una cama, te tapan y bajan la luz y con eso casi basta. Entiéndanme, no quiero hacer aquí una defensa del teatro de los sentidos, nada más lejos, pero yo de pronto estaba en un campamento de la infancia, con las luces apagadas y los compañeros en las literas intentando alargar la noche para dormirnos lo más tarde posible.
Tumbados -hay otros en las literas, alguien que se mueve, alguien tose o se acomoda- se oye el ruido de una radio en otro cuarto, la luz baja un poco más, alguien se está lavando en algún cuarto de baño, alguien cuenta monedas, una breve discusión, alguien que prepara su cama, baja todavía más la luz. Alguien entra y enciende una vela, entra otra persona y mantienen una conversación en una lengua extraña, se susurran palabras, entra una tercera, se abrazan; luego salen dos, uno recita un poema, alguien se cambia, se apagan las velas, hay total oscuridad, se oye la radio. Uno está en la cama, uno está sólo.
Nada pasa y eso es lo interesante, no hay una historia, no hay una guía, pasan acciones, se oyen voces, pero todo revierte en ti, esa soledad y la memoria de tu cuerpo, la memoria que aparece al someter a tu cuerpo a una posición específica. Estás solo o mejor estás contigo mismo. Todo vuelve hacia ti y el laberinto de tu memoria es el laberinto kafkiano de las sábanas y los ruidos y los cuerpos que aparecen y desaparecen. Está tan oscuro que casi te duermes, habitas el espacio entre el sueño y la vigilia, vas y vienes. Es un poco aterrador, encontrarte de pronto en una profunda soledad sin escapatoria. Luego, amanece.
Y eso es todo, no me da más. No sé si esto lo leen programadores, pero el Living Dance Studio es algo a traer a España. Y ya que me he tragado tres obras de teatro documental pregunto ¿quién hace teatro documental en España? (que merezca la pena, claro) ¿qué temas, eventos tratan? Hoy viene Lola Arias (la única que me sonaba) con El año en que nací, pero uno, los lunes, trabaja hasta tarde.
Los perros me escriben para decirme que les interesa que les cuente qué está pasando en Praga. A mí me cuesta comprender lo de lo global y no me queda claro qué interés puede tener para mí lo que ocurra en el otro lado del mundo. Llamadme estrecho de miras. Pensad lo que queráis. Pero bueno, démosle una oportunidad al efecto mariposa.
El caso es que estos días está teniendo lugar el Festival Akcent que organiza el teatro Archa de Praga. El teatro Archa es donde viene Vandekeybus, Campo, Etchells, para que os hagáis una idea. No es un teatro Nacional, aunque sí subvencionado (como todos), es más grande que cualquier sala alternativa española (de hecho tiene dos salas) y las entradas para el festival cuestan doce euros, ocho euros para los estudiantes y dos euros para mí que tenía un código descuento (todo esto por el empeño en la lectura económica de las salas que están haciendo los Perros) por haber actuado en una pieza de Pavel Zustiak dos semanas antes (Pavel Zustiak, eslovaco que lo semipeta en Nueva York y que viene mucho por aquí y que me estuvo preguntando por Paz Rojo, con la que estudió en Holanda, todo, como veis, queda en casa, efecto mariposa 1 – yo 0).
El Festival Akcent en inglés se llama así International Festival of Theatre with Outreach, siendo una aproximación en castellano como un Festival Internacional de Teatro Comprometido, o de Fin Social, o tú ya me entiendes. Si mi checo no me falla (ojo: es probable que me falle) este año está centrado en la ‘memoria’, tema muy español por otro lado (así puesto suena todo muy rancio, pero estamos en el Norte, por favor). Aquí les dejo un tráiler del festival para que abran boca:
En fin, que como dice Pablo Caruana, vamos a cronicar:
LIVING DANCE STUDIO OF BEIJING. Listening to Third Grandmother’s stories.
El LDS, seguro que vosotros lo conocíais, yo, pobre ignorante, no, es una de las compañías punteras de danza y teatro contemporáneo de China. “Third Grandmother” para el que no controle viene a ser ‘tía abuela’. A la muerte de su padre, Wen Hui, directora y coreógrafa de LDS, quiso conocer más sobre sus raíces, pues su padre se había negado siempre a hablar de ella, así, entra en contacto con su tía abuela. De las conversaciones con ella surge un documental que más tarde fue adaptado a esta performance en los que se escuchan las historias de la infancia de la tía abuela, que es la historia de una niña en la República China casada a los once años, historias personales, pero también es la historia de la mujer de familia terrateniente en el comienzo de la República Popular China, con todas la vejaciones y humillaciones que suponía ser terrateniente en aquella época. Historias desgarradoras contadas con ternura y humor, contadas por alguien que vivió aquello pero que es tan mayor, tan pasada de vueltas ya, que se ríe y nos hace reír.
Conocemos a la tía abuela a través de los vídeos. En escena Wen Hui, su madre de 77 años y una joven bailarina de 24. Cuatro generaciones en escena, tres presentes físicamente y la cuarta en el vídeo (también físicamente se podría decir). La escenografía sábanas y más sábanas (las sábanas que no se dignaron a dejarles a la familia para poder arropar a sus hijos, entendemos luego) que sirven de pantalla para los vídeos de la tía abuela y que sirven como velos que se van retirando a la historia, por los que transitan las tres bailarinas arrastrándolos con ellas, despacio, sin prisa, que van modificando el espacio junto al vídeo al irse retirando, abriendo, cerrando (quizá, este juego con el espacio, vídeo y sábanas, es de los más poderosos y efectivos que jamás he visto).
Uno de los grandes triunfos es el espacio que dejan, no hay nada saturado, breves diálogos acompañan a los vídeos, donde no sólo está la tía abuela pero también su casa, también está Wen Hui con ella, pasando las horas. Breves diálogos con la madre donde nos confiesa que no se habría casado con su marido si hubiese sabido que pertenecía a una familia de terratenientes. Breves diálogos entre silencios, entre pausas, entre sutiles bailes llenos de intensidad a medio camino entre el butoh y la danza contemporánea. Presencias cargando con todo el peso de las raíces y la historia, con todo su dolor sin recrearse en el dolor.
Como siempre las palabras fracasan en contar la experiencia, pese a la sencillez o precisamente por la sencillez de la propuesta, las palabras no llegan al amor ni al dolor (ni los muchos más sentimientos) que ocurren en una obra de teatro como esta. No sé si esta gente ha estado en España, si no, alguien debería pensar en traerlos. Voy a ver más cosas, así que escribiré más.
La Revolución no será ni violenta ni pacífica, será creativa.
Terrorismo de autor
Este post es una excusa para invitaros a ver la última obra de Terrorismo de autor, Freudlán, el neoedipo. Y de paso anunciar que un amigo del primo de mi vecino me ha conseguido el contacto de dos colaboradores del colectivo que se atreven a hablar en nombre de Terrorismo de autor, y que he acordado con ellos hacerles una entrevista que publicaré próximamente. Una entrevista por seguir la moda de las entrevistas bien hechas y con buenas intenciones que hemos podido leer estos días en Teatron (aquí y aquí), porque Terrorismo de Autor es una de esas cosas que están pasando de las que hay que estar bien enterado, porque después de asistir ayer a su talk show en La Fábrica me convencí definitivamente que tienen un discurso que merece ser hecho público, y sobre todo, porque después de Freudlán puede ser que pasen un tiempo a la sombra. Una entrevista en la que, en efecto, todos llevaremos máscaras. Pero antes escribiré sobre el estreno de ayer. Rápido, sin pensar, a vuela pluma.
Estos días Madrid es una metáfora. No sé si existe esa ciudad en el libro de Calvino, pero Madrid, llena de basura, es una metáfora. Así habría ciudades sexys, ciudades frías, ciudades en las que cuesta respirar, ciudades basura… Unos de estos días de huelga, desayunando en el Palentino, me encontré con la pegatina de los cojones. En otro momento me habría molestado, pero fumando rodeado de basura en la calle Pez, todo daba mucha puta risa, una risa irónica que nace de pensar: joder, estoy rodeado de basura literalmente y en todos los sentidos. La puta pegatina consiguió así que mostrara “nuestro carácter alegre y hospitalario” a los turistas que paseaban.
Ya estamos en La Fábrica. No había estado en el nuevo edificio. Rollo diseño europeo. Mola, aunque me costó averiguar cómo abrir el grifo del baño. Lo de Terrorismo de autor era en el piso de abajo. Tienes que pasar por una librería de esas en la que te quieres comprar todo. El evento lo patrocinaba una marca de ron y nos pudimos tomar unos cuantos. Ya es hora de que cuiden a estos perros. No nos importa escribir con resaca. ¿Se puede decir esto?
A los que esperaban ver a los terroristas se quedaron con las ganas. Se tuvieron que conformar con tener a dos de sus colaboradores con caretas de Rajoy en una pantalla. En este país de pandereta neoliberal ya estamos acostumbrados. Los Rajoys hicieron una “conferencia performance” en la que hablaron de las influencias del colectivo, de sus deseos, de sus planteamientos ideológicos y estéticos… Todo bien interesante, gracioso, profundo y en tercera persona. Durante la performance pudimos volver a ver muchas de sus obras comentadas. Un lujo. La semana que viene en la entrevista podremos detenernos en ellas. Pero lo que todos estábamos esperando era que proyectaran Freudlán, el neoedipo. Que la estrenaran. Momentazo. Algún día lo contaremos. A mí me parece que Terrorismo de autor ha dado un importante salto cualitativo con esta pieza. Como las anteriores, sigue siendo elegante, juguetona, punzante, afrancesada, estimulante, con una coherencia dramatúrgica aplastante… pero Freudlán tiene un aire macarrilla que puede marcar un rumbo a seguir que enriquezca su ya brutal trabajo. No me voy a detener a analizarla. Entre otros motivos, porque no me he leído el Seminario I de Lacan “Los Escritos Técnicos de Freudlán”, y porque hay obras que hablan por sí solas. Ni Marx, ni menos. Ahí va, con todos ustedes Fredulán, el neoedipo.
* Un trato es un trato, esta semana publicaré la videoplaylist sobre el sentido del humor en la música clásica, y algo más.
** Si son verdad los rumores sobre la privatización de muchos teatros en Madrid por hordas de fanáticos analfabetos habrá que liarla parda. Muy muy parda. ¿No? Lo siento por los turistas.