La importancia de llamarse Ernesto


Querido Ernesto,

Te escribo porque estoy preocupado, preocupado por el Teatro, preocupado por los tipos que comienzan y por los que están, preocupado por la dichosa crisis, por las peroratas, por el oficio, por el buen hacer, preocupado por el público. El público se merece lo mejor, Ernesto. El público se merece que las cosas no siempre sean las mismas. Puede que para el Centro Dramático Nacional 4.000.000 no den para mucho, pero no es excusa para condenarnos a la tiranía del deja vu.

Para ver la programación del CDN, pulsa aquí.

Querido Ernesto, ¿de veras era necesario reprogramar todos esos espectáculos? ¿De veras era necesario reprogramar tu “Doña Perfecta” -qué ironía-? Galdós mola. Lo acepto. Nos quedó claro. Pero ¿de verdad esa obra tiene tanto que decir que necesita dos temporadas en el Teatro Nacional para decirlo? Es tu obra y no es que lo diga yo, es que la gente puede pensar mal. Muchos de los espectáculos repuestos son de ni fu ni fa. Te lo aseguro. Se lo he oído decir a los que van al teatro pagando su entrada.

(Bienaventurados los que no tienen invitaciones porque ellos heredarán el reino del buen escenario)

Querido Ernesto, ¿qué  has hecho con el Ciclo de la Novela al Teatro?, ¿poner lo mismo? No. Eso no está bien. Eso era fácil. Muy fácil. En España hay gente que puede hacer eso la mar de bien, seguro que no es por falta de buenas novelas ni de proyectos que merezcan la pena. Incluso, por decir algo, se pueden establecer grupos de trabajo, bien coordinados (no voy a decir San ni voy a decir Chis), para seguir alimentando el ciclo y facilitar la entrada y la formación a dramaturgos jovenzuelos e ilusionados.

Querido Ernesto, ¿estás contento con el Ciclo Escritos en la Escena? Si estás contento, ¿por qué lo has rebajado a la mitad?, ¿tan poca confianza  tienes en tus herederos?, ¿por qué se habla tan bien del T-6 y tan… tan… tan… de tus Escritos en la Escena? Quizá los dramaturgos “emergentes” se merecen un plato igual de grande que los demás, o quizá se merezcan un plato mayor. Están creciendo. No basta con las migajas. No basta con abrir un correo electrónico para hablar de la apertura de una institución. No basta con programar autores vivos para hacer teatro contemporáneo, ¿no crees? Es verdad que no todo es malo. Me gusta, por ejemplo, que programes a un exiliado como José Ricardo Morales, tan olvidado, aunque no sé si es necesario que programes tres de sus obras. Puede que valga con una. Con una obra buena.También me gusta que venga a España, de nuevo, Donellan con Ubu y que programes géneros diferentes y que programes al dramaturgo de moda Wajdi Mouawad y un espectáculo con cinco dramaturgos españoles, porque queda muy bien en las notas de prensa y aumenta la nómina de dramaturgos vivos.

Querido Ernesto, me gusta que te reserves una de las golosinas de la temporada -las “Comedias Bárbaras” de Don Ramón María-. ¿Era necesario que hicieses la versión? No se puede estar en todos los sitios. No se puede estar en la versión y la dirección de “Doña Perfecta” y en la dirección y versión de las “Comedias Bárbaras” y ser el marido de la actriz y estar en la dirección del Centro Dramático Nacional. Y. Y. Y.

Termino, querido Ernesto, porque sé que eres un hombre ocupado (sólo hay que ver tu agenda). Pero dale vueltas, la gente puede pensar que tienes demasiados amigos. No es bueno que haya nombres que se repitan tanto, puede causar una mala imagen, puede llevar a la gente al equívoco. ¿Cuál es la verdadera función del Centro Dramático Nacional?, ¿luchar por la salud del teatro y cuidar de su cantera? No lo sé.

En la próxima temporada, aciertos, querido Ernesto, haberlos haylos. Menos mal. Cada uno tendrá su preferido. Ya se verán -los que todavía no se han visto-. Para la siguiente, ¿por qué no programar “La importancia de llamarse Ernesto” de O. Wilde? Brindemos, entonces, para superar tanto traspiés.

Otro Perro Paco

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¿Dejaron de ser (artistas)?

miguelito

    Lo que sigue no desea ser más que un intento de cartografiar el festival “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, acogido en el patio de La Casa Encendida del 10 al 16 de junio de 2013. Cartografiar para que todos aquellos que no pudieron o no quisieron asistir consigan situarse un poco. Mucho se escapará, por antojo de la memoria, o porque Perro Paco no posee el don de la ubicuidad. Disculpas.

  Durante todo el festival, y especialmente los primeros días, la conversación que más se escuchó fue:

X: Oye, algo está pasando, ¿no?

Y: Creo que sí.

X: ¿Y qué está pasando?

Y: No lo sé.

  Es el momento de dar al rewind, y retroceder hasta principios de año para rastrear cómo nace y se piensa “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Ya desde febrero se hizo público un blog en el que se podía seguir el proceso de trabajo del festival. Al blog, aparte de estar estupendamente confeccionado, hay que agradecerle, aun más en estos tiempos de oscurantismo, que hiciera pública y participativa información como: las bases sobre las que se sustentaba el proyecto, las líneas de investigación… pero sobre todo que expusiera los presupuestos en forma de “debate abierto y praxis sobre cómo abordar la cuestión del dinero”, y que las “(red)actas” de las reuniones que se sucedieron casi semanalmente, cuya hora y lugar también se anunciaban, estuvieran accesibles a cualquiera. Ole. Una posición encomiable. Buena y bonita.

  Antes de mudarse al patio de La Casa Encendida, los “Implicad*s” en “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, hicieron del 4 al 7 de abril una parada en Teatro Pradillo. Lo llamaron “[OCUPACIÓN/BETA]: un experimento abierto“,  “un proceso en paso intermedio. Hacer en BETA lo que las propias prácticas del proyecto están desarrollando. Procedimiento inter/auto cobaya: lo que está haciéndose se congela, se abre y se comparte; se invita a ser probado y a probarse en ello. Hablamos de un procedimiento que desea compartir su código fuente (herramientas) para que cualquiera pueda desarrollarlo, manipularlo, corregirlo y afectarlo […], abrir el código propone un escenario para potenciar y evaluar lo abrible del proyecto”.  Después de la “[OCUPACIÓN/BETA]” de Pradillo, como pudo verse en el blog, continuaron las reuniones, se supone que una vez testeados los códigos que conformarían el gran código del festival. Se acercaba la ocasión de materializar o desmaterializar tanto paréntesis, desplazamiento, plano secuencia, guateque, barricada, miguelito, crochet, (ex)citación… 

  Volvamos al patio de La Casa Encendida. Hacía tiempo que ya era público el programa del festival. Su estructura se presentaba así: por la mañana talleres, a primera hora de la tarde encuentros/conversaciones y a partir de 20 h., noches de “Plano Secuencia”. 

  Talleres. No cabe duda de que los distintos talleres impartidos por Jaron Rowan, Jara Rocha, Silvia Nanclares, Paz Rojo, PLAYdramaturgia, Ester Jordana, David Grácia, Isis Saz, Laura Bañuelos y Fernando Quesada no dejarían insatisfecho a quien se pasara aquellas calurosas mañanas de junio por el número 2 de la Ronda de Valencia.

  Encuentros/conversaciones con Peter Pál Perbart, Jordi Claramonte, Marina Garcés y Aitor Erce. El encuentro con Peter Pál Perbart, filósofo y ensayista afincado en Sao Paulo, fue el lunes 10, martes 11 y miércoles 12. En uno de los descansos, en la cafetería de La Casa Encendida, una niña preguntó a su padre: “Papá, ¿quién es el señor que está hablando”. “Un filósofo aburrido”, respondió el padre. Puede ser que en ciertos momentos, Peter Pál Perbart, con un ritmo pausado en su dicción, pudiera adormecer al auditorio. Problema que compensaba con el interés que despertaba su discurrir y el contenido de sus exposiciones. Resulta un placer encontrase con alguien capaz de traducir de forma brillante el pensamiento de Deleuze, Guattari, Foucault, Artaud, Agamben, Dostoievski, Nietzsche, etc., y asociarlo con el estado actual del afecto, el cuerpo, o las prácticas políticas. Peter Pál Perbart habló sobre el concepto de vida y el “superviviente” de Agamben (“una vida reducida a su dimensión biológica por el poder”), sobre el encuentro del cuerpo con su exterioridad, un cuerpo no adiestrado y no silenciado, “un cuerpo capaz de ser afectado”, sobre el agotamiento ampliamente entendido, metaforizado por aquellos personajes Beckett, mutilados o condenados al inmovilismo ontológico, sobre la “guerra que Artaud declaró a la biopolítica” (en aquel instante, un amigo le decía a otro: “¿Sabes que Artaud juraba que todas las noches Dios se le metía por el culo?”), también habló sobre posibilidades de nihilismo y otros muchos temas… Antes de una de las necesarias treguas o pausas, sobre la posibilidad de hacerla o no hacerla, Peter Pál Perbart se refirió al famoso n-1 de Deleuze. Ahora que gracias a él creo que lo entiendo, me parece que “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” tiene mucho de intentar ser n-1, y así se dice en algún pliegue de su blog. Un gesto, el de construir multiplicidad, al que a la “industria” no le vendría nada mal atender.
  El encuentro con Jordi Claramonte, profesor de
Teorías Estéticas Contemporáneas y una de las personas que ha hecho posible la existencia del C.S.A. La Tabacalera de Lavapiés, fue ágil y divertido. Mezcló el western con Shakespeare, Marx, los Hoplitas, Peter Sellers… Habló sobre los “desaclopados”: desde los campesinos ingleses del siglo XVII que sufrieron la masacre capitalista de la Condesa de Shuterland, hasta el John Wayne de “Centauros del desierto”. Todos ellos fueron desposeído de su repertorio y se quedaron con unas pocas disposiciones que no valían para nada. Por supuesto, es algo más complejo. 

  Los encuentros/conversaciones constataron la consabida estrecha ligazón entre el mundo de las artes escénicas y el del pensamiento, entre la práctica y la investigación artísticas. Al margen de esta perogrullada, resultó llamativo que dichos encuentros/conversaciones fueron de los eventos con mayor afluencia de “¿Y si dejamos de (artistas)?”.

  Plano Secuencia. Bajo este formato estaban citados en el patio de La Casa Encendida una buena representación de artistas escénicos y de otras disciplinas de este y otros países. Lo primero, el formato. “Cada noche, una única secuencia continuada que publica en directo la escena, construyendo una obra en obras donde lo que entre y (nos) pase, sean maneras de percibir, de sentir, de pensar, de mirar, de escuchar, y también, maneras de representar sin representarnos, de asociar disociando, de estar en escena y simultáneamente salirnos de ella”. De primeras no queda muy claro. Vayamos a lo que “pasó” el lunes 10 de junio tras el encuentro con Peter Pál Perbart para intentar esclarecerlo. Unas cuantas personas empiezan a sacar mesas, sillas, sillones, lámparas, toboganes… de una camioneta aparcada en la puerta del recinto. Poco a poco se van sumando personas a esta acción hasta que la camioneta queda vacía. De pronto, el patio La Casa Encendida se convierte en una suerte de escena que se co-construye entre todos. Una escena que no dejó de cambiar, espacialmente y en todos los sentidos, durante la semana del festival. Ese mismo día se pudo asistir al visionado de “Obra Social” de Terrorismo de Autor, a una conferencia en la que Norberto Llopis mezcló el desodorante de bebés con Walter Benjamin y “algunas cosas más”… Asimismo, quien quiso pudo acercarse a los llamados “Dispositivos Periféricos” que se encontraban por todo el patio. Esto es el formato Plano secuencia. Las piezas por momentos interferían unas con otras, se superponían… Por otro lado, los dispositivos periféricos funcionaban como un bajo continuo al que se podía pegar la oreja. Es en esta confusa situación donde más podía escuchare aquello de: “Oye, algo está pasando, ¿no?”. Pregunta a la que era difícil responder. Si bien es verdad que durante los primeros días aquella confusión fue dominante, según avanzaba la semana, el formato “Plano Secuencia” iba transformándose en una fórmula más conocida: esa en la que se sabe que a las 20 h. va no sé quién y las 21 h. no sé quién otro. Aún así, en cierta medida se mantuvo alguno de los efectos deseados del formato propuesto, siendo uno de los más palpables el del auto-cuestionamiento de la figura clásica de espectador. Uno casi nunca sabía cómo definirse ante lo que sucedía. Un temazo. La revolución de la física relativista, en cierta medida se dio por un cambio de concepción de los sistemas de referencia. Cada uno de los que asistimos al festival, dejamos un poco de ser el tipo de espectador al que estamos tan mal acostumbrados.

  Pasemos a describir algunos de los eventos, artistas, colectivos, etc., que participaron en el “Plano secuencia” de la semana de “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Terrorismo de Autor. Usando sus palabras, este colectivo se propone “protagonizar en la actualidad un remake estético e ideológico del Mayo del 68 francés. Combinando humor, viralidad, activismo y nouvelle vague, plantean una acción revolucionaria que no sea ni violenta ni pacífica, sino creativa”. Hacen piezas audiovisuales y las hacen muy bien. Tan bien, que puede decirse que Terrorismo de Autor es uno de los acontecimientos artísticos del último año. “Ni Marx, ni menos.”

  Durante “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” proyectaron dos vídeos. El primero, como ha podido leerse, se llama “Obra Social”. El segundo, llamado “¿Y si dejamos de ser (autores)?”,  proyectado el domingo en una especie de cine club que se montó en el patio, esclareció qué leches hacían unos tipos pegando torres de VHSs en La Casa Encendida.

“Obra Social”

“¿Y si dejamos de ser (autores)?”

  Performance Municipal. Vicente Arlandis e Hipólito Patón mostraron una de las piezas que más gustó en el festival. En la línea de Los Torreznos o la obra “¿Y por qué John Cage”? de Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol que pudimos disfrutar este año en Teatro Pradillo; “Performance Municipal” hizo descojonarse al público (esta vez sí concienciado como tal) poniendo en evidencia lo absurdo de la comunicación… bla-bla-bla. Desde Perro Paco hacemos un llamamiento popular para conseguir un single de la impresionante post-jota que se marcaron Arlandis y Patón en su Performance Municipal. Ahí queda.

  Croma Key (Your Face as an open Space for Lying). PLAYdramaturgia, colectivo de dramaturgistas creadores del proyecto Escenarios del Streaming, sigue dando guerra. Su aterrizaje esta temporada en el panorama escénico quedó descrito por Rubén Ramos en Notas que Patinan #24. Croma Key lo describen  así: “Entrar en este edificio y pensar: “Esto está lleno de cromas por todas partes”. Contárselo a amigos y preguntarles: “¿Cómo ocuparías la imagen corporativa de La Casa Encendida?”. Pedirles que te envíen un vídeo e incrustarlo en las innumerables brechas que la imagen corporativa que La Casa Encendida nos proporciona. Con todo el material haremos un comisariado de vídeos… Cada jornada un corte y una unidad temática distinta”. Pues eso hicieron, una dramaturgia en distintas unidades temáticas de vídeos de, o elegidos por, El Conde de Torrefiel, Basurama, Javier Chozas, Emilio Tomé, Elena Alonso, Terrorismo de Autor y muchos otros. El resultado, un golpe directo en la cara.

  (100) preguntas absurdas y urgentes: Coreo-grafías. Carolina Boluda y Juan Calatayud escribieron con agua en el suelo: “aquí y ahora”, rompieron un gran bloque de tiza, y con las briznas que soltó, junto con otras tizas de colores, empezaron a escribir preguntas por el patio de La Casa Encendida. Mientras el “aquí y ahora” se evaporaba, casi todo o todo el público presente se animó a usar las tizas y escribir, haciendo que la propuesta consiguiera “socializar la potencia de preguntar(nos) acerca de lo que nos importa y afecta”.

  Huelga Salvaje (sin servicios mínimos). Presentación de Paulina Chamorro compuesta por imágenes de personas quemándose a lo bonzo, y por palabras que también “ardían”. Como se suele decir, no dejó indiferente a nadie y, además, consiguió evidenciar eso que días antes había dicho Peter Pál Perbart: “sólo hay vida en los gestos extremos”.

   También se han quedado en la retina las siete imágenes del Calendario semanal para dejar de ser. De haber otra querella iconoclasta, es probable que el mundo sólo pudiera ser representado como en aquellas diapositivas. En efecto, una “invitación a callarse” y a callar el ruido constante de imágenes al que estamos sometidos. Más que en la retina, The Last Shot, también proyectado el domingo en el cine club,  se ha quedado grabado en el hipotálamo. Una pieza audiovisual compuesta de cientos de fragmentos de películas que, espectacularmente montadas, consigue crear asociaciones mentales de todo tipo. Un placer de proyección que hubiera dejado flipao al mismo Eisenstein. 

  Es momento de reunir todas las preguntas que puedan surgir sobre lo que “pasó” la semana del 10 al 16 de junio en el patio de La Casa Encendida, asumir que no es necesario responderlas, y aceptar que lo que generó “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” es un contexto para formularlas. Un contexto al que agradecer el riesgo y la aparteura de nuevos campos de posibilidades para los formatos de exhibición escénica. Asimismo, desde Perro Paco queremos animar a Paz Rojo, a Paulina Chamorro, Fernando Quesada, Sandra Cendal, David Grácia, Laura Bañuelos, Carolina Boluda, Emilio Tomé y a todos los que participaron en el proyecto (la lista sería muy larga, y además es pública), a repetir la experiencia.

Un Perro Paco

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