Crónicas Checas. Festival Akcent

Los perros me escriben para decirme que les interesa que les cuente qué está pasando en Praga. A mí me cuesta comprender lo de lo global y no me queda claro qué interés puede tener para mí lo que ocurra en el otro lado del mundo. Llamadme estrecho de miras. Pensad lo que queráis. Pero bueno, démosle una oportunidad al efecto mariposa.

El caso es que estos días está teniendo lugar el Festival Akcent que organiza el teatro Archa de Praga. El teatro Archa es donde viene Vandekeybus, Campo, Etchells, para que os hagáis una idea. No es un teatro Nacional, aunque sí subvencionado (como todos), es más grande que cualquier sala alternativa española (de hecho tiene dos salas) y las entradas para el festival cuestan doce euros, ocho euros para los estudiantes y dos euros para mí que tenía un código descuento (todo esto por el empeño en la lectura económica de las salas que están haciendo los Perros) por haber actuado en una pieza de Pavel Zustiak dos semanas antes (Pavel Zustiak, eslovaco que lo semipeta en Nueva York y que viene mucho por aquí y que me estuvo preguntando por Paz Rojo, con la que estudió en Holanda, todo, como veis, queda en casa, efecto mariposa 1 – yo 0).

El Festival Akcent en inglés se llama así International Festival of Theatre with Outreach, siendo una aproximación en castellano como un Festival Internacional de Teatro Comprometido, o de Fin Social, o tú ya me entiendes. Si mi checo no me falla (ojo: es probable que me falle) este año está centrado en la ‘memoria’, tema muy español por otro lado (así puesto suena todo muy rancio, pero estamos en el Norte, por favor). Aquí les dejo un tráiler del festival para que abran boca:

En fin, que como dice Pablo Caruana, vamos a cronicar:

LIVING DANCE STUDIO OF BEIJING. Listening to Third Grandmother’s stories.

El LDS, seguro que vosotros lo conocíais, yo, pobre ignorante, no, es una de las compañías punteras de danza y teatro contemporáneo de China. “Third Grandmother” para el que no controle viene a ser ‘tía abuela’. A la muerte de su padre, Wen Hui, directora y coreógrafa de LDS, quiso conocer más sobre sus raíces, pues su padre se había negado siempre a hablar de ella, así, entra en contacto con su tía abuela. De las conversaciones con ella surge un documental que más tarde fue adaptado a esta performance en los que se escuchan las historias de la infancia de la tía abuela, que es la historia de una niña en la República China casada a los once años, historias personales, pero también es la historia de la mujer de familia terrateniente en el comienzo de la República Popular China, con todas la vejaciones y humillaciones que suponía ser terrateniente en aquella época. Historias desgarradoras contadas con ternura y humor, contadas por alguien que vivió aquello pero que es tan mayor, tan pasada de vueltas ya, que se ríe y nos hace reír.

Praga

Conocemos a la tía abuela a través de los vídeos. En escena Wen Hui, su madre de 77 años y una joven bailarina de 24. Cuatro generaciones en escena, tres presentes físicamente y la cuarta en el vídeo (también físicamente se podría decir). La escenografía sábanas y más sábanas (las sábanas que no se dignaron a dejarles a la familia para poder arropar a sus hijos, entendemos luego) que sirven de pantalla para los vídeos de la tía abuela y que sirven como velos que se van retirando a la historia, por los que transitan las tres bailarinas arrastrándolos con ellas, despacio, sin prisa, que van modificando el espacio junto al vídeo al irse retirando, abriendo, cerrando (quizá, este juego con el espacio, vídeo y sábanas, es de los más poderosos y efectivos que jamás he visto).

Praga II

Uno de los grandes triunfos es el espacio que dejan, no hay nada saturado, breves diálogos acompañan a los vídeos, donde no sólo está la tía abuela pero también su casa, también está Wen Hui con ella, pasando las horas. Breves diálogos con la madre donde nos confiesa que no se habría casado con su marido si hubiese sabido que pertenecía a una familia de terratenientes. Breves diálogos entre silencios, entre pausas, entre sutiles bailes llenos de intensidad a medio camino entre el butoh y la danza contemporánea. Presencias cargando con todo el peso de las raíces y la historia, con todo su dolor sin recrearse en el dolor.

Praga III

Como siempre las palabras fracasan en contar la experiencia, pese a la sencillez o precisamente por la sencillez de la propuesta, las palabras no llegan al amor ni al dolor (ni los muchos más sentimientos) que ocurren en una obra de teatro como esta. No sé si esta gente ha estado en España, si no, alguien debería pensar en traerlos. Voy a ver más cosas, así que escribiré más.

Perro Checo

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De perros, nombres, caretas y seudónimos anonymous

Cursi es todo sentimiento que no se comparte

Ramón Gómez de la Serna

 

Mucho se trata entre bambalinas en las últimas semanas la cuestión del anonimato en comentarios, foros, blogs, críticas, crónicas y escupitajos. El propio Maestro Ramos se pronunció con la ya icónica sentencia: “Perro Paco es una especie de Anonymous de la escena ¿no?” re-situando el debate sobre las máscaras, caretas y hocicos manchados que ocultan y emborronan los nombres y los rostros.

Si Tu Perra tuviera algo que decir sobre el tema, diría esto:

El anonimato, como herramienta, puede constituir una potencia. Con luces y sombras, claro. Como en casi todo, su pertinencia depende de su uso. De su aplicación y de su utilidad.

El anonimato se constituye como una identidad desdibujada. Un cualquiera. Todos somos, por tanto, susceptibles de ser parte de esa comunidad sin comunidad. La comunidad de los anónimos. Todos los rostros superpuestos dan lugar a una rostridad genérica. Y sin embargo, este nombre común permite la individualidad más radical. Un individualidad libre y conectada. Lo hemos visto en las pantallas de nuestros ordenadores y móviles. Lo hemos visto en las calles. Lo hemos leído en muchos lados. La fuerza del anonimato. La comunidad anónima reniega de jerarquías, reivindica la asamblea, el diálogo y la reflexión crítica, personal y colectiva. La comunidad de los nadie es la voz de la multiplicidad. Del entrechocar de pensamientos. Todos somos Perro Paco. Perro Paco somos todos.

Y una de las cosas que facilita el anonimato es que las palabras no estén contaminadas. Que las ideas y el ritmo de las frases construyan una comunicación. A puñetazos o con caricias. Pero sin interferencias. Y así, se discutirán las ideas, si son útiles o fértiles o pertinentes. Y se desecharán si son improductivas o nocivas o banales. Nada más justo para un Perro. Conversación o silencio. Las palabras no tendrán el timbre de voz conocido. Las relaciones personales no condicionarán estas palabras. Quitarse un poco del medio, que diría Paniker. No dejar que las alianzas, los grupos, las comunidades y las amistades interfieran en las palabras. Palabras, palabras, palabras. Para ello, como dice el gacetillero, la única consigna, la única exigencia posible es exprimir un poco las meninges. Para que las neuronas espejo habitantes de otras meninges entren en resonancia. Y trabajen también. Para rechazar, modificar, desestimar. Pero que trabajen.

Interesante parece en todo caso que las conversaciones a media voz, los silencios, las ausencias y las reacciones indecorosas salgan a la luz. Y podamos hacerlas propias, discutirlas, tomar conciencia de los desacuerdos y, en definitiva, manosearlas. Construir algo con todo ello. Una plural conversación. Creo que esto es algo extremadamente necesario para los creadores, además. Aunque fragilice. Aunque moleste. Porque un/a autor, compañía, intérprete, coreógrafo/a o director/a de escena tiene las siguientes maneras de encontrar una respuesta del “público” o del “contexto” o simplemente, de todos aquellos que van a ver la presentación de la nueva propuesta:

1/ La reacción del público durante la pieza: cómo respira, cómo reacciona, cómo atiende y observa;

2/ Las presencias y ausencias en el patio de butacas;

3/ Las conversaciones, laudatorias principalmente, de gente que se acerca al artista después del estreno;

4/ Los silencios de aquellos que no dicen nada ni se acercan a comentar nada (esa situación especialmente absurda que convierte al autor en un apestado que excitado, dudoso y ansioso después del trabajo hecho para llegar a poner sus ideas frente o junto a otros, se encuentra hablando de cualquier cosa con los espectadores) cuando es posible que ese mismo silencio signifique tantas cosas: rechazo, incapacidad de decir, éxtasis sensible o disgusto airado…;

5/ Los, en unas ocasiones insufribles y en otras, las menos, iluminadores Aftertalks que se proponen en algunos contextos y espacios (en muchas ocasiones el autor y su obra se convierten rápidamente en una excusa para hablar, lo que se agradece cuando este hablar construye algún tipo de pensamiento en común, y entonces la obra es una excusa genial para aprender y reflexionar. Pero otras veces es simplemente el momento que algunos eligen para oírse hablar a sí mismos eternamente – no hay que ir muy lejos para saber a qué me refiero si estuvisteis en la conferencia de Michael Hardt en el MNCARS…);

6/ La críticas que puedan publicarse en la prensa (en el caso de las artes vivas contemporáneas su presencia es nula o milagrosa, y no hay mejor noticia que descubrir los textos de Pablo Caralana en El País estas últimas semanas) o en blogs y webs que siguen el desarrollo de la escena. La sensación de esta Perra es que la mayoría de estos blogs (sí, generalizando y exagerando, ¿si no como cojones voy a explicarme bien?) practican la lisonja aséptica, el bienquedar y la superficialidad en su acercamiento;

7/ La proposición de actuaciones, residencias, co-producciones, giras y bolos, que se constituye como algo fundamental para el artista, pero que sitúa la única recepción relevante de la práctica artística en comisarios, programadores y acumuladores de poder;

8/ La revisión o crítica más seria y elaborada de la “Academia”, los estudios, las publicaciones de documentación y revisión artística, etc. Algo que escasea por estas tierras y que suele ir por detrás de los propios artistas y sus trayectorias, siempre un poco tarde, siempre un poco anacrónico;

9/ Las conversaciones pausadas o exaltadas con amigos y gente de confianza, seguramente las más productivas, pero con tendencias ensimismadas;

970325_10152485266120639_652952459_nFoto de Tu Perra en su cuenta de twitter

Y poco más. ¿Y los espectadores, compañeros, artistas? Silencio o lisonja. Los Seudónimos Anonymous sólo pretenden aportar una voz más. Una voz que son muchas. Porque cuando el autor no está presente se habla mucho de las propuestas. Y todos estos diálogos maravillosos entre espectadores, entre los que conforman esa mágica comunidad incierta de “los que lo han visto”. Y también las conversaciones de los que explican lo que vieron a los que no pudieron o no quisieron acercarse al teatro, a la sala, al museo. El intercambio, las preguntas, las conclusiones inacabables. Todo eso, es lo que los Perros, de manera humilde y con tono pedante (no os preocupéis: nos estamos controlando…) pretenden arrimar a la luz. Iniciar la conversación. Con el convencimiento de que nos va a enriquecer. A todos.

Recordemos: los Perros escriben porque les sale de los huevos, sin cobrar un duro (pagando su entrada, en realidad), peleándose con el teclado del ordenador. Discutiendo consigo mismos. Tratando de generar pensamiento, coreografiar las ideas, encontrar las preguntas adecuadas. Exponer las dudas. Valorar los hallazgos. Construyendo con sus recién salidos dientes una manera de mirar múltiple. Y con todos los errores que produce una experiencia “en práctica”, no están utilizando su liquidez anónima para convertirse en un comentarista de periódico digital. ¿Escupen, a veces? Sí, claro, es que nos han dibujado así.

Es obvio que el anonimato tiene sus riesgos. Su mal uso problemático. El insulto personal y gratuito desde esa invisibilidad. Lo podemos leer en cualquier noticia del periódico. Lo más básico y rudimentario de la comunicación alienada encuentra su lugar. La reducción de la dialéctica al improperio. Llevado al extremo, el desprestigio y la calumnia desde una posición confortable. Todo esto lo vemos a diario. Pero que los árboles quemados no nos impidan ver la potencia del bosque en crecimiento.

(Flashback),

En el 2005 se creó la plataforma Youtube. En 2006 se inventaron Twitter, aunque alcanzaría el uso masivo años después. En 2007 Zuckerberg da forma a Facebook. Pero hubo un internet pre-conexión. Una world wide web pre 2.0. Era la época del anonimato. De la explosión de los chats. De la quimera de los “portales”. De los avatares. De las máscaras. Del juego y la personificación. En aquellos años, la consigna fundamental era no dejar tus datos, ni tu nombre real, no ser controlado. Cuando internet era una red que aspiraba al control a través de los portales de contenidos y el desembarco empresarial en el entorno virtual. Este control explícito tuvo como respuesta el anonimato. Años después, el desarrollo de blogs, del universo de la 2.0, traía una idea revolucionaria: que los usuarios generaran sus propios contenidos. El control pareció ceder y entonces todo explotó. Internet invadió nuestra cotidianeidad. Nos habíamos convertido en trabajadores esporádicos sin sueldo de google, facebook, tmblr, twitter y demás empresas de recogida de datos. Estos datos están siendo vendidos a multinacionales, gobiernos y lobbies empresariales. Cotizando en bolsa mientras colgamos nuestros gatitos y nuestros vídeos de la policía pegándonos y las fotos de nuestros pies en la playa y nuestros caretos en todos los estados posibles. Paradójicamente, lo que antes era dificilísimo de conseguir, ahora, en esta era de control difuso y global, está siendo regalado. Todos los “me gusta”, todos los clics, todas las galletitas. Comenzaba la era del Control. ¿Mr. Burroughs donde estará?

Y, por supuesto, la primera consecuencia de todo esto fue la marginación y desprecio a los seudónimos. No queríamos más diferencias entre el mundo virtual y nuestro día a día real. Estaba todo tan ligado, que no tenía sentido ser “muchos”. Bastante teníamos con intentar ser uno en medio de toda esta velocidad. Y ahora queríamos saber con quién estábamos hablando. Hacer amigos. Confundir la esfera pública y privada, la esfera personal y la profesional. ¡Fuera las caretas! ¡Abajo los seudónimos!

Y la posibilidad de un mundo virtual distinto del real se esfumó. Uno y otro mundo se fusionaron y el nuevo proletariado ocupó sus asientos frente a la pantalla del ordenador. Y los Cualquiera sólo podían ser quienes eran. Y llamarse con sus nombres. No podían soñar ni creerse otros. Game Over. Insert coin. Se acabó el teatro.

Especialmente sorprendente son las dudas y recelos entre la comunidad de escénicas ante estas máscaras, personificaciones y juegos performativos con la identidad. ¡Perro Paco es una puta performance! Y, a veces, mejor que muchas de las cosas que se ven en los escenarios. Recomendaría a los recelosos y jóvenes imbéciles que se rían un poco y disfruten del espectáculo. Con nombres o sin nombres, con caretas o a hocico descubierto, qué más da. ¡Que corra el aire!

Bueno, ya he llenado tres folios y necesito que me saquen a pasear si no quieren que mee en la alfombra del salón. Ni dueño ni amo. ¡Guau!

TU PERRA.

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Gorrón, lujos y meta-teatro

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Bienvenido a casa. Roberto Suárez. EL CANAL-Centre d’Arts Escèniques Salt / Girona. Festival Temporada Alta. 

Hola, soy Perro Flaco. Flaco de no poder comer, de anorexia o flaco porque hago mucho ejercicio y no engordo.

El pasado día 2 de Noviembre estuve en el teatro “CanalArts escèniques de Girona” ya que me invitaron a ver un espectáculo que costaba 31€.

Después de dos líneas no puedo evitar hacer un paréntesis y repetir que la entrada vale 31€. 31€. 31€. ¿Quién puede ir a ver estos espectáculos? ¿Quién se puede permitir ir a ver más de dos obras al Festival Temporada Alta? La verdad, no tengo una respuesta. Me permito una mentira: estaba vacío.

De todas maneras, este escrito no es para hablar de los precios de los teatros y los festivales, ni para hablar del robo, ni de la posibilidad de que el teatro más grande que existe es, a veces, el que está en la entrada, ni de la confrontación de saber que has pagado mucho dinero y que te gusta pensar que “ha valido la pena”…. Hubiese preferido que el espectáculo fuese una mierda y poder quejarme de que me siento robado.

Pero no puedo.

1.Porque me invitaron.

2. Porque el teatro que propone es ambiguo dentro de la formalidad de sus formas. La oposición que las dos partes del espectáculo juegan son muy meditadas (entre una parte y otra hay gran cantidad de tiempo. Suficiente para contribuir al bar local con muchas cervezas, bocadillos y bravas y suficiente para haber creado todo una lista de posibilidades sobre lo que podría pasar en la segunda parte) y son un ejercicio que deslumbra capas por todos lados. Esas capas, se van cayendo durante la duración del espectáculo y van haciendo obvio lo que ya temíamos: no hace falta saberlo todo pero si darlo todo. No es necesario saber cuál es la historia de los personajes, cual es el problema real de la situación y saber si realmente ser actor es tan castigado como ellos lo proponen. Tampoco es necesaria una conversación honesta entre ellos, ni un momento de humildad total… Al final, lo que hay es teatro, actores entregados, misterio y una sensación de lujo. Lujazo.

3.Porque me generó pensamiento.
Al pasar los días, no he dejado de pensar en el meta-teatro. De hecho, pensé en que debería hacer un post sobre el meta-teatro. Sobre todos los actores y performers que juegan a cierta transparencia superflua y engañosa para hablar de teatro. Sobre todos aquellos personajes que se suben a un escenario y que se creen que ilustrar lo que hacen es hacer meta-teatro. Las definiciones son resbaladizas pero hoy, mañana a lo mejor me arrepiento, tengo el convencimiento ciego de que a los artistas les gusta saltarse el protocolo escénico y hablar de meta-teatro para así poder hablar más de ellos y lo sufridas que están sus vidas como artistas.

Otra putada es que la gente se cree más inteligente si entienden lo que ven. La gente entiende y la gente crece pensando que entiende. En verdad, no entiende. Lo que ha pasado es que se lo han contado.

Perro Flaco

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TEATRON.TINTA: La Historia de un país

Ambrossius Bosschaert, 1614.

A este que escribe le gusta reservarse una novela para el verano. En 2012 la elección fue El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq. En una isla me sometí a su prosa y al perverso juego autobiográfico de Míchel (a mí me gusta pronunciarlo como el futbolista).

Como no sabéis quien soy, spoiler: El autor se incluye en la novela como uno de los personajes principales, enredado en la trama hasta relatar su propio asesinato. Hay un Houellebecq autor de la novela y un Houellebecq personaje que vive (y muere) en ella. 

Algo similar sucede con el volumen que inaugura la editorial, no sólo porque el editor se edite, sino porque también se escribe, se relata y se inventa.

TEATRON.TINTA #1 reúne la primera temporada de MASTER, que escribe en su blog el Maestro Ramos, también conocido como Rubén y alma mater de TEATRON. Una serie de relatos componen el poliedro de un personaje ­­­­del que piensas: “sé que existe, y vaya tela”. Contado desde otros nombres y apellidos -especificados lugar y fecha en que son entrevistados- MASTER va apareciendo, se va armando; se construye desde el configurado espejo de los otros.

Parece que contarse en otra voz sirve para contarnos a nosotros más de cerca. Los retrovisores yanquis llevan escrito aquello de Objects in mirror are closer tan they appear. Y, a un tiempo, esa distancia inexacta sirve para dar cuenta, precisamente, de lo que pasa en ella: el contexto. MASTER retrata una generación, un enclave, un clima. Entonces el autorretrato funciona como parte por el todo. Eso es estrategia y eso es lo que mola.

Es una lectura rápida, salpicada de anécdotas y elementos ficcionales, un juego inteligente de humor soterrado. Spoiler: al final encontramos un Bonus Track: una entrevista al propio Rubén que, preocupado, también cuenta lo suyo sobre MASTER, y es como Míchel aparecido en su novela.

Al segundo párrafo se te olvida que la tipo es roja, el formato es perfecto para llevar encima (un “de bolsillo” real) y se palpa el cariño y el esmero en su fabricación. MASTER presenta además un juego formal al maquetar las fotos (las grapas rojas son conmovedoras), para que quede bien claro que eso no es un blog, que en todo caso es un blog solidificado, un fémur.

La estructura narrativa maridó perfecta con la lectura que tenía en marcha: la novela de este verano, que es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Digo es porque aún no la he terminado. A este paso me ahorro la del año que viene.

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La forma en que se cuentan en la parte central del libro las idas y venidas de Ulises Lima y Arturo Belano es idéntica a la de MASTER. También Bolaño se cuenta desde un buen número de personajes (porque uno sólo sale en las fotos que le hacen otros), convocados en sus páginas para elaborar un tejido tupidísimo de anécdotas y reflexiones.

Una de ellas me viene al pelo para introducir el segundo título:

Iñaki Echavarne, bar Giardinetto, calle Granada del Penedés, Barcelona, julio de 1994. Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompañándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad.

La obra escénica tiene, por así decirlo, la longevidad de la mosca de la fruta. Pasa rápido, sucede. Te-perdiste-una-guapa-te-la-perdiste-para-siempre-Te-jodes-haber-venido. Es lo que tiene.

Aún así lo documentamos. Para verlo luego, para pasárselo a un colega, para estudiarlo. Como al partido de fútbol o como al bicho que pasa.

En La imagen mariposa, Didi-Huberman se pregunta “¿cuál sería la mariposa conocida en su integridad sino la sometida al éter y definitivamente clavada en su panel de corcho? Está claro que esa integridad es ilusoria, puesto que le falta nada menos que la vida.” La obra es en el momento y dura lo que una mecha.

Pero:

La extracción de elementos de la obra (en este caso el texto) y su formateo es otra cosa. Aquí es donde entra la editorial como agente del bien: para otorgar un tiempo diferente al texto dramático.

El tiempo sostenido, el tiempo quesequiera, el fuck you al tempus fugit, al time flies que es traducible por el tiempo vuela, pero también por moscas de tiempo, la mosca que pasa, las del verano, la imagen mariposa. Y es que no es meterla en éter: es transformarla en un cuarto estadio que hemos convenido en llamar libro. Es: darle otro tiempo y otro cuerpo al texto. Otro cuerpo más longevo. Bodegón en inglés es still-life.

Algo que no sólo sucede, de hecho, en las escénicas.

No hace mucho visitaba Los Países, una exposición de Pedro G. Romero en Casa sin Fin, y nos preguntábamos porqué no formatear la expo en libro, algo que felizmente han hecho en coedición con Periférica. Podríamos hablar también de los artistas que toman la publicación como formato de archivo o como cuerpo alternativo a la exposición. Otro día.

A mí, que acabo de llegar a esto de las escénicas, me viene de perilla (la de un tal Sergi) que existan los Pliegos, por ejemplo. Y más lejos, son los lectores futuros quienes están en disposición de interpretar las obras, cuando quienes las vimos vayamos muriendo uno a uno, como dice Bolaño (que está muerto).

Entonces:

TEATRON.TINTA#2 recoge el texto de Pablo Gisbert para El Conde de Torrefiel que los madrileños vimos montado hace algo menos de un año en Pradillo: ESCENAS PARA UNA CONVERSACIÓN DESPUÉS DEL VISIONADO DE UNA PELÍCULA DE MICHAEL HANEKE.

Debo decir que disfruté la pieza. Y que el motivo principal, lo siento por la polla de Mallols, fue la calidad del texto. Cualitativamente es similar al de MASTER, va de la anécdota autobiográfica al paisaje generacional, cargado de un sentido del humor que despierta esa risa interna y sorda –de nuevo ese humor soterrado- que yo agradezco cada vez más. Pablo es un macarra que hila fino.

Hay una sugerencia bonita en el texto, y es la huella de haber sido trabajado con la obra, en su proceso. Por eso hay párrafos y alguna historia que se descuelgan del formato, que son texto para escena. Sin embargo, los relatos resuenan entre sí de tal manera que redondean el conjunto y se suturan esas páginas que bailan.

Paisaje generacional. Barcelona. Master, El Conde.

Teatron. Catalunya. España. Mapa y Territorio.

Pedro G. Romero:
Los países son sus paisajes.
Entonces, ¿los países son sus paisajes?
Sí, sus paisajes.
¿Los países?
Sí.
¿Los paisajes?
Sí.
Entonces, el problema no son los países, el problema son los paisajes.

En el debate sobre cómo se reparten el panorama escénico las salas, las comunidades (autónomas, emocionales, libres y escénicas), quienes crean y quienes lo programan… cabe pensar que son los paisajes y no los países lo que nos jugamos, y que sólo ahí tenemos potestad absoluta y gobierno de lo que hacemos sólo porque queremos y pensamos que es lo suyo nuestro. TEATRON es una posición respecto a las escénicas. “Ser de TEATRON” es formar parte de un país, se llame Sinapia o como sea. Y desde ahí generar los paisajes (que son siempre una construcción) que dén cuenta de lo que queremos que pase, y quien quiera que venga a verlo.

 Mapa de Sinapia. Miguel Ángel Avilés, 2001.

Este paso editorial declara de nuevo la intención de fortalecer la identidad de un territorio escénico. De hacer más gordos algunos puntos en el mapa, de desenterrar un blog o de legar teatro. “Sal de nuevo que la peña aplaude”.

Veremos si entra en sus planes acompañar a Continta Me Tienes en la apuesta por el ensayo. Si aparecen colecciones, qué discurso va hilando con los títulos, a dónde llega su distribución, si respondemos con los 4 euritos.

La chica-bodegón-a-lo-Bosschaert del cartel de lo nuevo de El Conde viene con el 2666 de Bolaño entre las manos. En Madrid les esperamos un poco antes, borrachos de ganas. Que no sólo me gustó el texto, iremos a verlo con todo el cuerpo.

Yo, por mi parte, sigo con Los detectives salvajes.

Como Arturo Belano al final no sea negro vaya chasco…

­­

P.D. Queremos a CALOR y NOVIOS en Madrid. Queremos una presentación en condiciones.

Repito: estamos impacientes.

Una Mosca

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La palabras alternativas

Las Palabras. Pablo Messiez. Sala Cuarta Pared. Festival de Otoño.

 

1378538_10151519166069159_1141700243_nTu Perra mordiendo la mano que le da de comer.

 

Al hilo del post anterior “Invisible o la apoteosis del espectador” e interviniendo la conversación múltiple de estos días en Teatrón. Estos perros somos así, como no nos conocemos ni nos llamamos por teléfono, tenemos está molesta costumbre de hablar en público. No te preocupes, no es obligatorio leernos. ¿O sí?

En tiempos de desprecio hacia la cultura (¿fue alguna vez diferente? ¿las diferencias eran esenciales o sólo de grado?), se debe apoyar a cualquier persona, colectivo o estructura que de cabida a todo aquello que no tiene lugar en la cultura oficial. No solo hay que apoyarlo, sino generarlo, animarlo, cuidarlo y protegerlo. Es más, hay propuestas que, desde su concepción y nacimiento, son conscientes de su recorrido, de sus posibilidades, de sus límites. De la lucha que supone crear una “sala alternativa”. Del cansancio y de la energía. Del desvelo. Y aquí incluyo desde la locura Pradillo a la locura Kubik. Cada uno a su manera.

Ahora, es conveniente, al hilo de la discusión organizada en Teatrón, dejar de tirarse trastos a la cabeza y tratar de dilucidar qué significa que las salas alternativas se diferencien en cuestiones de aforo y tamaño o, además, sean los espacios donde se desarrollan “otros lenguajes”. Veamos.

1/

Si las salas alternativas son una alternativa estética, un lugar donde ver crecer y multiplicarse la experimentación, las propuestas innovadoras, los lenguajes bastardos y, en definitiva, el futuro del arte escénico; si las salas alternativas proponen esto, y son agentes propositivos, no sólo en su programación, sino también en su apoyo a la gente joven, en la vinculación de los artistas a las salas, en la solicitación y obtención de recursos públicos (esto es, dinero) para dar continuidad a toda esta línea de trabajo, en la creación de redes con otros espacios, festivales, estructuras; y, además, son capaces de traducir sus modos de gestión y organización, haciéndolos coherentes con sus presupuestos (éticos y económicos, en el doble sentido); e incluso luchar y dialogar con los estamentos oficiales y burocráticos, colaborando con festivales “oficiales” y espacios “públicos”. Si todo esto se cumple (atentos: primera paradoja), entonces, estos centros y estructuras oficiales encuentran la excusa perfecta para NO programar nunca esas cosas. Encuentran la herramienta fundamental de defensa del corralito que han aplicado en los últimos quince años.

En otras palabras, ¿la existencia de La Porta implica la imposibilidad de la Sección Irregular del Mercat de les Flors? ¿La existencia de Pradillo debe implicar el paso por la guillotina de Sismo en Matadero? Si la diferencia entre los centros oficiales y las salas alternativas es una diferencia no sólo de presupuesto, objetivos, tamaños, aforos y visibilidad; sino también de orientación artística, es decir, si las salas alternativas cubren un rango de la creación (el teatro o la danza “contemporáneo”, la performance, los experimentos escénicos, las propuestas inusuales) que no está teniendo cabida en esos mismos centros oficiales, ¿qué posibilidad de crecimiento le quedan a esas compañías, esos creadores, esos nuevos lenguajes? Me respondo a mí misma (era una pregunta retórica, claro): el techo de lo innovador, el límite del propio espacio de “lo alternativo”. La cárcel austera de lo diferente.

Y existe un problema añadido, una paradoja curatorial. Veamos, los grandes ejemplos de esta escena contemporánea y radical, las compañías y autores que, en otros países, reciben apoyo, generan público, son exhibidos en los contextos adecuados, etc. son caros. Castelluci, Delbono, Liddell, Lauwers, Waltz, Fabre, Superamas, Vandekeybus, García, Charmatz, Cassiers, Lupa, Marthaler, Stuart, Bêl, Ostermeier, etc. por citar sólo a los mas conocidos, a las vacas sagradas, a los que llevan ya tiempo, sin entrar en gustos o calidades, son caros. Muy caros. No pueden programarse en estos espacios alternativos y resistentes (más allá de los milagros de asistir a la presentación del libro de Castellucci editado por Continta Me Tienes en Pradillo hace unos meses, yeah…). Tienen que ser programados en los centros oficiales (teatros que todos estos autores conocen de sobra, pues es donde muestran su trabajo en toda Europa). Tienen que ser programados en el Festival de Otoño de Madrid o en el Mercat de les Flors de Barcelona o en el Teatro Central de Sevilla, etc. Es decir, estos autores son programados ante un público que desconoce el teatro contemporáneo local, el teatro refugiado en los espacios resistentes, un teatro, en gran medida, invisible. Y esto cuando son programados, claro. Algunos cada 10 años. Otros nunca.

Esta es la segunda paradoja: si se les programa, se les programa en los centros y festivales “oficiales”, si no se les programa no existen. Pero nunca parecen vincularse a ese teatro etiquetado, a nivel local, como “alternativo”.

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Por otro lado, si las salas alternativas se diferencian única y exclusivamente en su presupuesto y aforo, como expone Pablo Messiez y sobre lo que ironiza Jaime Conde Salazar. Si es exactamente lo mismo que se programa en los teatros oficiales, pero con menos dinero, con menos recursos, con menos público, poseen también una ventaja. Una ventaja precisa y creemos que para nada inocente. Sus obras, tarde o temprano, podrán ocupar esos espacios oficiales. Qué coño, ¡aspiran a ello! Pues lo que hacen no será extraño a esas estructuras. Y, según esta Perra, harán bien. Si lo que hacen no es muy diferente a lo que se propone en el CDN (y habría que entrar un poco más en estas diferencias, y en los modos de producción tan diferentes en uno u otro sitio), entonces, cómo no tener la aspiración de hacer tu teatro en los lugares con mayor visibilidad y por tanto, pregnancia en la vida cultural de la ciudad.

En este sentido, y adelantándonos a las críticas sobre la bisoñez y oportunismo de muchos de estos espacios de nacimiento reciente. Y estando de acuerdo con la mediocridad que supone repetir modelos tan endebles como los del teatro oficial, Tu Perra no puede evitar observar y anticiparse a la jugada que está por venir. Habrá que empezar a hablar de un teatro alternativo “de verdad” y otro “falso”, y en este sentido, quién se vestirá con los mantos de lo auténtico me hace rascarme las orejas y repensar la fórmula Messiez, que simplemente señala hechos comprobables: menos dinero, menos espacio, menos aforo. Punto. A partir de aquí, cada uno que haga lo que quiera y cómo quiera. La Casa de la Portera no tiene absolutamente nada que ver con Pradillo, sus maneras de gestión y apertura a creadores son fácilmente criticables y sus obras podrían formar parte de cualquier teatro público, sin embargo, es difícil acusarles de falta de coherencia en la programación de su sala… Tu Perra propone, desde su mente perruna y su mirada en blanco y negro, que este teatro innovador y diferente posibilite espacios en esos centros oficiales, que se empuje su presencia, que se utilicen las influencias y oportunidades para que este “otro” teatro no quede relegado a la precariedad infinita en esos espacios alternativos. Deseamos una colaboración activa y fructífera entre los espacios y centros oficiales y los espacios como Pradillo. Para que no existan techos y barreras entre uno y otro. Para que la energía creativa de la ciudad no se ahogue. Y los creadores puedan respirar y proyectarse. La responsabilidad de que esto suceda es de todos los agentes implicados: creadores, estructuras, gestores, salas, centros oficiales, cronistas y gacetilleros, perros y padrinos.

En este sentido la inclusión de El Conde de Torrefiel en la programación del festival de Otoño (en Pradillo, es decir, estás, pero en tu sitio) es significativa. No sabemos cual habrá sido la influencia de Getsemaní y su equipo en esto ni qué se le habrá pasado por la cabeza a Ariel para que suceda… Y encima le encargan un textito a Pablo Caralana para la revista del festival. Ver para creer.

Oxigenemos con una digresión prestada:

“Nada es lineal, todo acontece en un sin fin de pliegues, por debajo del juego macropolítico hay una miríada de interacciones micropolíticas produciéndose a las que siempre hay que estar ligado, porque allí se reabren las posibilidades. Hay algo de este orden que debemos aprender a cultivar como una potencia propiamente política, para evitar tener que seguir manejándonos con la imagen de un gran movimiento social que nos atraviesa y alcanza una forma magnífica, definitivamente fantástica, nueva y deslumbrante. Sobre todo, porque una vez que la movilidad circula por otras frecuencias o alcanza otras gradaciones -como en América Latina empezó a ocurrir a partir de 2003- pues la sensación de fracaso se vuelve inevitable y todo el mundo queda deprimido” (Suely Rolnik)

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Tu Perra no quiere repetirse demasiado, así que les recuerdo el consejo perruno de la semana pasada: escupan a todo aquel que pretenda encerrar bajo el techo de lo “alternativo”. A no ser que esa etiqueta se acompañe de recursos, apoyo, medios, visibilidad. Y si no, salivazo.

Un Perro Paco proponía una alternativa llena de inventiva (ya van saliendo las rimas…un poco de paciencia…): reventar este techo a hostias. Tu Perra no está muy segura de que los techos se revienten a hostias, o no sólo, y sospecha que habrá que usar una conjunción de estrategias que incluyan violencia, seducción, talento y oportunidad. Siempre habrá tiempo para recolocar el techo y cobijarse si la lluvia arrecia, rain dogs.

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Todo lo anterior apuntala el problema de “lo alternativo” como concepto y yugo. El uso de “lo alternativo” a modo de palabras mágicas. La manipulación del lenguaje. Un inocente mecanismo de defensa de la mediocridad oficial ante la pujanza de lo innovador. Un corsé. Que puede ser seductor y lleno de encanto. Erótico y seductor. Ocupar portadas de revistas. Pero que, con el paso del tiempo, no deja respirar.

Y así, con el uso interesado de las palabras y nuestra manera de nombrar y etiquetar llegamos a Messiez: Las palabras. Cuarta Pared. Festival de Otoño a Primavera (sic).

Las palabras nos presenta un mundo golpeado por la peste. Una enfermedad incurable que hace crecer bultos a través del sistema linfático, en las axilas, en el cuello, en el sexo. Una peste que no encuentra cura y acumula cadáveres en las aceras. La muerte se instala en las calles, en las casas, en las plazas. Llueve ceniza y la desesperación es sumisa y tranquila. Se espera, tan solo, que pase. No hay mal que cien años dure.

Messiez encuentra en esta peste una oportunidad. Si nada se puede hacer, ¿qué podemos hacer?

Y nos dice: las palabras se descuidan, se usan sin pensar, dándolas por supuesto, arrancando de ellas su capacidad estética, su belleza. Y en esta belleza encuentra un valor. Y de esta estética, Messiez infiere una ética. Una ética del decir. Y cree en la belleza de las palabras como garante del buen vivir. Un formalista optimista. Un viejo sueño este de unir belleza y bondad. Si algo es bello será bueno, decían algunos.

Y el rumor corre por todos lados: ¡las rimas y la poesía curan! y los consejos se escuchan a media voz: ¡si hablas en verso te bajan los bultos! Y la gente empieza a rimar. Y a sanar. Las palabras bellas destierran la peste. Y la peste se va. Y es bello escucharlo.

Esto es lo que Messiez nos presenta en la primera parte de su obra. Y mientras, cantan ¡Ay qué dolor! ¡Ay que dolor! para detener el dolor de su cuerpo, disfrutamos de estar allí. Escuchando el decir.

Messiez, luego, también nos dice otras cosas. Nos dice que ante los tiempos oscuros uno debe sonreír. Y construye toda una escena para contárnoslo. Y nos dice que las palabras del amor son las más sinceras, las más bellas, las más puras.

Que cuando el amor se muere
las palabras se afean,
las rupturas no riman,
tu tristeza se llena,
y los cuerpos, chillan.

Hay un médico y una historia de amor, también. El médico no tiene cura para la peste. Y se refugia en el amor. Pero es difícil empatizar con los protagonistas de esta love story. Todo es muy rápido y la conjunción escénica de Orazi y Javivi no acaba de funcionar. Para estar a la altura de la intensidad argentina, el médico grita y empuja su expresión como como si fuera un personajes de una obra distinta. Y este amor total, relega a todo el resto de la historia a la función de fondo, de entorno. Que escuchamos y conocemos a través del Coro que comenta la historia de la peste y de las rimas. Pero la potencia de esta historia que plantea Messiez queda sepultada bajo la historia de amor más grande jamás contada. Y aquí es donde esta Perra cree que la obra pierde gran parte de su capacidad de sugerencia. Cuando queríamos habitar este mundo en busca de belleza y palabras, ese mundo atemorizado y violentado, asistimos a una historia de amor que no necesitaba este contexto. O que no lo usa. O que no le afecta, en realidad. Desdibujada de pura intensidad.

Las palabras es una obra cursi, sí. ¿Y qué pasa? Como las películas de Douglas Sirk o los pasteles del domingo. Como las bayas Goji y la música indie. Lo cursi es siempre introducido por David Lynch en un mundo oscuro. Y funciona. No hace falta hacer Meditación Trascendental para sentirlo, joder. Messiez tenía lo cursi y tenía lo oscuro. Y en vez de introducir el uno en el otro, los ha yuxtapuesto. O incluso ha hecho a uno la figura y al otro el fondo. Y de esta forma ha desactivado su oscuridad en una catarata de palabras (rimadas). Y sí, las rimas quitan gran parte de su fuerza a la capacidad expresiva de Messiez, paradójicamente. Y la puesta en escena es convencional y sin brillo. La búsqueda de las palabras para contarse, se ha visto atraída por la propia belleza del lenguaje. Encerrada.

Sin embargo, esta Perra cree que las ideas que habitan Las Palabras son útiles para pensar(nos). Fértiles. Si la belleza es lo que nos dará una buena vida. ¿Qué hacemos con la belleza que nos rodea? Todo este brillo, toda esta juventud, toda esta energía que vemos por todos lados. Si el capitalismo nos vende belleza a cada paso. La belleza de lo nuevo. De lo diferente. Si cada pervertido discurso se enmascara con el aspecto de lo bello a través de sus empresas de marketing, asesores, creativos publicitarios. Entonces, ¿Podemos seguir confiando en que la belleza nos salvará? ¿Podemos creer todavía en la inocencia de las palabras que nombran? ¿Es el teatro el escenario de esta belleza? No hay poesía después de Auschwitz, ¡alternativo!

TU PERRA

Pd: Una cosa más: la carta de Cornago está que te cagas.

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