Carta a un joven imbécil #4 | Ana Vallés
Cerrado por aburrimiento (2009) de Matarile Teatro. Imagen: Jacobo Bugarín.
Oficio de tinieblas
(Este título está inspirado en el nombre que se le daba a un oficio religioso de maitines algunos días de la Semana Santa. Se cantaban poco después de medianoche y, según cuentan, las lámparas y las velas se iban apagando gradualmente quedando todo en tinieblas antes de que amaneciera. Así yo me voy quedando a oscuras estos días mientras trato de escribir. Nada que ver con la obra del mismo título de C.J.Cela.)
De entrada, digo que sí, sin pensarlo dos veces. Desde Perro Paco me contáis que en la sección cartas a un joven imbécil “distintos profesionales del medio escriben lo que dirían a un joven que se dedica a las artes escénicas con el deseo de que deje de ser un poco menos imbécil”.
Más tarde, cuando supongo que ya no tengo excusas para no ponerme a escribir, me replanteo si en realidad me seduce la idea de asociar JOVEN a IMBÉCIL, y menos “joven que se dedica a las artes escénicas”.
Busco la definición que da la RAE de imbécil: alelado, escaso de razón. O sea alguien que provoca el desinterés, el menosprecio o, incluso, el desprecio. Nunca les llamaría imbéciles a los jóvenes que se dedican o se quieren dedicar a estas artes.
Entonces, ¿por dónde empezar? Busco en el caos de mis notas habituales y me encuentro con un comentario sobre una fotografía que muestra un cuerpo en tensión, arqueado, podría ser un danzante. Entre otras cosas apunta: “Las manos son la comunicación; los pies la realidad”. Pero, ¿esto qué pretende decir? ¿Que la forma de andar o, mejor aún, la forma de pisar no comunican? ¿Que la constitución de nuestras manos y su manera de tocar, acariciar o apartar no forman parte de la realidad? Ay, ay.
Quizás el joven imbécil no sea tan joven, y ni siquiera se dedique a nuestra profesión. Quizás sea más bien alguien que mira y juzga desde el exterior, asomando sólo la punta de las narices: ¿un crítico? ¿un escritor? ¿un ex-actor? ¿un profesor? ¿un experto en dramaturgias varias? ¿un razonador que pretende traducir todo a palabras, interpretar lo inefable?
A veces esta profesión se entiende mal, o se desatiende al convertirse en una serie de habilidades técnicas, de métodos aprendidos, de prejuicios conceptuales o de discursos prestados.
Tal como yo la entiendo, supone el valor único de cada representación -cada movimiento, cada palabra, cada espacio, cada encuentro-, no pretende el virtuosismo del mono de feria ¿ese es el imbécil, hoy? ¿el repetidor incansable? Entonces, queridos pacoperros, el imbécil no es joven, no le ha dado tiempo.
Quizás sea yo la mona, la mona verde, la vieja mona, la petite monster.
Y cómo me apetece fumar un cigarrillo, tumbarme en el suelo, acariciar esa cabeza; lo retrasaré un poco más.
Así las noches, los días
Convirtamos el teatro (cuando digo teatro digo danza también) en objeto de análisis. Pero desde dentro NUNCA DESDE FUERA. El análisis en el propio teatro.
No será desapasionado, ni se hará sin querer percibir la carga humana que hay detrás.
¡Venga! ¡Hablemos del intrusismo!
Esta profesión es una mierda, lo dije muchas veces, la última en “Cerrado por aburrimiento”. ¿Por qué dejamos que hablen por nosotros los que intuyen u olfatean pero nada saben, joder, los habladores, a los que me refería ya en el programa de mano de “Acto seguido” en 2003:
Hablamos de actores porque eso es lo que somos.
Hablamos de teatro porque somos los actores quienes lo hacemos.
No son los periodistas, no son los académicos, no son los teatrólogos, no son los críticos, no son los autores.
Somos nosotros, los actores, quienes podemos saber qué es esto que hacemos.
Cuando lo hacemos. Cuando tomamos la determinación de actuar y no de interpretar.
Lo que se dice a menudo sobre nuestra profesión, sobre el teatro,
no es más que una ficción. Un cuento.
Y nos preguntamos por qué los que no hacen teatro se empeñan tanto en hablar, hablar
y hablar de esto que hacemos nosotros y que, si verdaderamente pudiera ser hablado,
razonado, contado o explicado, sería absolutamente superfluo.
Si el teatro no es más que palabras, si se puede limitar a las palabras,
que se vayan a casa los actores.
Pero si por un momento admitimos que el teatro es, o mejor, puede ser
algo más, mucho más, tanto que nos es difícil definirlo, imposible registrarlo
y por supuesto entenderlo y explicárnoslo a nosotros mismos,
entonces
entonces
entonces
que se callen los habladores.
(y nosotros a lo nuestro, a disfrutar de ese vértigo que nos mata
y que precede a la bajada de luz de sala.
Nos agarramos a los sombreros y nos deslizamos a muerte cuesta abajo…)
Por si alguien, imbécil o no, no se había dado cuenta, esta es una profesión dada al menosprecio, al rapiñeo, a la copia burda, a la zancadilla y al siempre rentable maldecir (¿español? ¿Existe esta afición por la maledicencia en otras culturas?).
Todo dios opina; vivimos en el mundo de la opinión. Pero una cosa es saber y otra opinar. ¿Todo el mundo sabe? No: todo el mundo CREE.
Pero el caso es que nos empeñamos en encontrar cierta verdad en lo que hacemos y, desesperadamente, buscamos y aceptamos esas opiniones, que la mayor parte de las veces no hacen más que introducir la duda o la desconfianza sobre lo que hacemos.
Un día, después de una actuación, alguien me dijo: “la verdad es que cuando te veo actuar no sé hasta qué punto eres genial o me estás tomando el pelo”. Y, en otra ocasión, durante un encuentro con periodistas y público: “entiendo lo que dices pero no me lo creo”.
Concluyo que en este oficio se da cierta dosis de masoquismo. ¿Debo reconocer también la mía? Sí.
El peso de la chaqueta
En nuestra profesión está institucionalizado el patio de vecinos, el cotilleo y la maledicencia. Se practica regularmente el poner a parir a alguien como si estuviera ya muerto; ese es el discurso generalizado de nuestros críticos, abras el periódico que abras, ahí está, el elogio que precede indefectiblemente a la cuchillada, como en este periódico de hoy donde nuestro crítico de turno habla de un actor que interpreta a Macbeth, y después de decir que “brilla a gran altura en los soliloquios”, apuntilla un pero, un pero…; nada menos que “pero no alcanza la incandescencia alucinada que requiere su personaje”.
De todas maneras sólo es el reflejo escrito de esa práctica caníbal entre los distintos sectores de la profesión: actores, directores, programadores, técnicos, bailarines, coreógrafos, figurantes, diletantes, sus madres, sus mentores, sus padrinos, la madre que los parió, ¡qué voracidad! Ñam, ñam, ñam…
¿Cuáles son los límites de la crítica? ¿O sus objetivos? Se supone que informa, quiere convencer y mostrar relaciones, o sea, sugiere una mirada o perspectiva sobre la comprensión de una obra. Pero si partimos de que el arte provoca y estimula diferentes interpretaciones, miradas, lecturas, sentimientos, la crítica no debería nunca decirnos lo que se debe o no se debe ver o interpretar, y mucho menos aprobar o suspender. Es muy fácil caer en la tentación de tener poder, y de ejercer el poder, y es muchísimo más difícil desarrollar un discurso que no siente cátedra y que estimule el interés. Admiro a los críticos que se alejan del maniqueísmo, admiro a los que se apasionan, admiro a los que callan también.
Catálogo de variedades
Menos mal que tranquilamente, entre sorbo y sorbo de café, decido pasar la página correspondiente a la crítica de teatro sin detenerme, y puedo encontrar, como hoy, una fotografía bellísima, el cuerpo desnudo de una mujer sobre la hierba, fumando, de Peter Lindbergh. Y claro, me reconcilio con el mundo: si ha existido ese cuerpo que se deja observar, si alguien ha estado allí para contemplarlo y gozarlo y yo, ahora, tengo el privilegio de compartir esa mirada, sólo puedo tener en este momento un sentimiento de gratitud. Una bella yaciente tan rotunda y potente como “El origen del mundo” de Courbet.
Ben Vautier dice que “para que lo bello sea bello es imprescindible que escandalice o haya escandalizado”. Aparte de ser una máxima como otra cualquiera y teniendo en cuenta que todas las máximas son cuestionables, es una tremenda chorrada. En todo caso, no creo que Peter Lindbergh pretendiera escandalizar y desde luego no nos escandaliza. Quizás sí haya escandalizado Courbet cuando pintó el origen del mundo pero es mucho decir que su belleza radica en ese escándalo.
Otra máxima: “escandaliza, que algo vende”. Con esta estoy más de acuerdo; Cela, después de ser censor, se tomó esta máxima al pie de la letra. El mito del artista provocador o escandalizador. Podríamos inventarnos ahora el decálogo del artista-artista: 1 – que escandalice. 2 – que se tenga bien trabajada la imagen, o sea, el marketing. 3 – que maneje mucha pasta, vamos, que detente o que aspire a un cargo público. 4 – que viva del poder y que desprecie el poder. 5 – que aborde discursos bio o eco (biopolíticos, bioéticos) 6 – que revisite periódicamente a los clásicos. 7 – que no hable de nadie más que de uno mismo bla bla bla (este párrafo es parte de un texto de “Cerrado por aburrimiento”).
“Para vender agua limpia es preciso aumentar el peligro del agua contaminada” es muy aplicable al teatro, desde un lado o desde el otro: para vender lo de siempre se acusa a los demás de no inventar nada nuevo, y para vender lo más provocadoramente provocador se acusa a los otros de ser comerciales, de estar acomodados, bla.
Quijoptimista
Cuando uno improvisa en escena no suele ser consciente de los movimientos que hace, de las palabras exactas. Después, al tratar de recrear una improvisación, el cuerpo busca energías y asociaciones, no sólo las que la provocaron si no las que fueron surgiendo al tiempo de la improvisación. Y al final, los movimientos van conformando una partitura, los tiempos acaban fijándose, las palabras precisas encontrándose.
Pero no quiero hablar mucho sobre lo que hago, porque no quiero poetizarlo. Odio “la palabra de artista” sobre sí mismo.
Me limitaré en este último apartado a dar unos consejos para la salud: aire fresco, ejercicio y conocer gente. Esto es fundamental. Comunicarse con el mundo. Así que no lo dudéis, pacoperros, o jóvenes que os dedicáis a las artes escénicas a pesar de la decepcionante realidad: EL TEATRO ES BUENO PARA LA SALUD.
Y como contrapunto al buen rollito quijoptimista -término que escuché en la radio y con el que me identifico plenamente- recopilo tres apuntes sobre la seriedad contemporánea:
Uno. Mi amigo actor -hace tiempo que no es joven, gracias a dios- está instalado en el pasado y de espaldas al público, con los brazos caídos. Así mira la escena; pero ¿es posible que desde esa actitud mire el mundo? Me resisto a creerlo. Quizás sólo esté atravesando un período de imbecilidad.
Dos. En un taller que di hace algún tiempo los bailarines participantes empezaban las improvisaciones situándose siempre de espaldas al público: misma quietud, mismo silencio, misma actitud.
Tres. Asisto a una función en la que alguien se mueve como si hubiera decidido despojarse de toda emoción: ninguna comunicación emocional visible. No hay premura, no hay sorpresa.
Hay que librarse de la seriedad. La risa destruye la seriedad. Para eso lo primero es reírnos de nosotros mismos. Reírnos del teatro también.
No es una reivindicación de la frivolidad. Igual que la violencia engendra violencia, la risa engendra placer o, por lo menos, predispone al placer. Y sobre todo el humor desmonta la trascendencia porque provoca un efecto espontáneo e inmediato. Nos instala en la realidad. Es una manera de resistir ante el desconcierto que nos provoca el mundo que vivimos.
Así que -dejando de lado la transgresión políticamente correcta, la convención de lo escandaloso y la inútil provocación- aunque parezca contradictorio, propongo tomarnos las cosas en serio y: ¡resistir por medio de un humor inteligente, un sarcasmo apasionado y una ironía sin cuartel!
Ana Vallés
Carta a un joven imbécil #3 | Óscar Cornago
la equivocación es tu vocación
equívocate cada día un poco
(para irte preparando para las grandes equivocaciones)
esto será tu tarea personal, una misión íntima
es tu secreto, son tus errores
es tu espacio más intenso de trabajo
tus mejores obras serán tus mejores errores
ERRAR
es lo que se te escapa
(por el culo)
no se le puede poner palabras
y solo a la larga irá tomando cuerpo, densidad y olor
mucho olor
será tu modo de estar en el mundo, de estar en escena
de apestar tantos y tantos proyectos hechos para redimir
para enseñar, entretener, salvar a los otros
para que el arte sea mejor (como tú), para que tu —mi— trabajo tenga por fin algún sentido
(cuando en realidad solo tratas de salvarte a ti mismo porque no puedes más con tu propia mierda; en lugar de disfrutarla, se la das envenenada a los demás)
será tu modo secreto de hacer las cosas
de hacerte y deshacerte a ti mismo
en tu soledad de mierda compartida
con tantas otras soledades
por lo demás no te preocupes
trata de hacerlo lo mejor posible
lo mejor posible en relación a lo que te han enseñado
lo mejor posible en relación a lo que has visto y lo que te gusta
lo mejor posible en relación a lo que se espera de ti
lo mejor posible en relación a lo que te gustaría ser
lo mejor posible en relación a lo que has soñado
lo mejor posible en relación a todo
hazlo cada día mejor
esfuérzate mucho
Y LUEGO CÁGALA
pero, ojo, cágala con cuidado, con delicadeza
con AMOR
no creas que esto de cagarla se puede hacer de cualquier manera
anunciándolo a bombo y platillo como si se tratase de una obra más de mierda
déjate de malditimos y marginalidades
(son el peor tipo de ego)
el ego es lo primero que te tienes que empezar a meterte por el culo
bien desde jovencita
para que luego te salga con menos dolor
y con el ego los juicios
tus maravillosos criterios y acertados valores
que van sosteniendo tu ego
cada vez más fuerte, más robusto, más estúpido
los valores que te sirven para valorar
las buenas obras y las malas obras
los buenos artistas y los malos artistas
los buenos textos y los malos textos
los mismos valores que te sirven para sentirte tú mismo como aspirante al grupo de los buenos y luego como el mejor de entre ellos
serás la mejor puta de la escena
y cada día un poquito más adentro
esto es una práctica para toda la vida
hasta que te quepa todo entero
todo el paquetito entero
con todos sus juicios, prejuicios, valores, criterios y fundamentos
luego te creas otro ego
lo vuelves a trufar de valores varios
y vuelta a empezar
es una práctica oscura, ya lo sé
no es fácil de entender
dedícale tiempo
y FÉ y sobre todo FÉ
la construcción de egos te servirá para hacer buenos espectáculos y confundir al público haciéndoles ver que eres un artista polivalente, proteico
un artista multimierda
expondrás tus valores y tus razones, lo entenderán y te aplaudirán, y si no te aplauden, prueba con otros valores y otras razones, ves cambiando hasta que encuentres la dosis adecuada de aplausos
(pero, cuidado con pasarse de aplausos, se te puede inflar el ego y luego te costará un horror evacuarlo, esto es peligroso sobre todo cuando estás tierna, es decir siempre, porque tú siempre estarás tierna y viva, y sufrirás mucho si se te atranca el zurulo en mitad de la caída, luego vendrán las almorranas y será fatal, vas a echar mierda hasta por las orejas, no volverás a cagar a gusto; así que no descuides tu buena cagada diaria)
y mientras te estén aplaudiendo
irás amasando tu mierdecilla, laboriosamente, con mucho amor
recuerda que es un trabajo arduo
que lleva toda una vida
no quieras cagarla toda de una vez
requiere concentración y buen hacer
venga ego para dentro, y cagadita para afuera
y otro ego más, con sus elocuentes juicios y sus sabias razones
y otra cagadita más
y otro ego más, rebosando ética y principios morales
y un cagalera mayor todavía
una plasta de benditos compromisos con la humanidad y contigo misma como reina de reinas
al principio chiquitas, luego vendrán más grandes, con más valores y fundamentos
con más concepto y mejor ritmo
las cagaditas serán tu secreto, el mal olor que te acompañará
lo peor que sale de tu cuerpo
pero no lo olvides, también es la parte más frágil de ti misma
tu verdad más apestosa
por eso han de ser sutiles, casi imperceptibles
(el olor ya hablará por ti, descuida)
eres tú misma deshaciéndote en forma de heces
si los demás se dieran cuenta, ya no serían cagadas, sino un ego más, cubierto de mierda, como todos
pero los egos nos los meteremos por el culo a base de exhibirlos
lo importante no son las exhibiciones
sino las cagadas en mitad de la exhibición
las cagadas en la intimidad de tu propia exhibición
en mitad de tu vida
es el momento de la fractura, del accidente
la apertura al vacío
es el momento más intenso
la caída del santo zurulo
acarícialas, rebózate en ellas, son tu mayor secreto, son tu fuerza, eres tú misma
quiérelas y no dejes de cuidarlas
no les des la espalda
(estarás perdida en manos de tu ego de mierda que te dará de hostias por aquí y por allá y no sabrás ni por dónde te vienen)
hazte fuerte en tu cagada, en tu cagada diaria, de todos los días
levita en la caída
concéntrate en ese momento, piénsate y quiérete
en el momento de deshacerte y darlo todo por detrás, sin que nadie se entere
de ahí sacarás tu fuerza, tu estilo, tu originalidad
serás única, porque no hay dos cagadas que huelan igual
no pasarás a la historia, pero serás feliz
nadie es más feliz que quien la caga mejor, más a gusto, con mayor alegría
(algunas incluso pasaron a la historia, pero de lo felices que eran ni se enteraron,
y se terminaron cagando en la misma historia)
nadie sabrá tu secreto, porque dará asco acercarse a ti
le dará asco a los profesionales del buen olor y el buen hacer
a los que buscan algo de ti distinto a esa putrefacción maravillosa que llevas dentro
a los que te recomiendan que uses otro perfume
que te dediques a otro tipo de espectáculos
todavía más apestosos, sin apreciar ese tesoro que está en tu cuerpo
pero no te preocupes, te seguirán aplaudiendo mientras exhibas tus egos de mierda
(y reconozcas los suyos, con eso basta, reconocer el ego de los demás)
sonríe y sé amable
para entonces ya habrás cogido experiencia
y tendrás el culo como un bebedero de patos
por el que egos y juicios saldrán a raudales cada noche
mientras sonríes sentada en tu trono, tú y tu mierda
no te comportes como esos gilipoyas que van por ahí de artistas raritos gritándole a todo el mundo
(no creas que la cagan muy bien, por más que hagan buenos espectáculos)
una cagada no es una cuestión de credibilidad, ni de representación, ni de aplausos y reconocimiento
es algo mucho más secreto, oscuro como el agujero del que sale
exhibe tus egos, disfrútalos, juega con ellos
y luego vuelta a cagarla, con delicadeza, con cariño, es tu vida lo que te va en ello
es tu arte
no la cagues de forma descuidada
prepara el momento, el espacio, prepárate tú, eres tu mejor público
piensa en tu mojón humeante
y haz fuerza sin que nadie lo note, disfruta la sensación, siente como sale sin que nadie lo perciba, nota cómo la estás cagando, en mitad del escenario de tu propio desastre
sonriéte y gózalo
es tu obra, tu santa equivocación, tu mejor error, el más negro, el más apestoso
quiérete según tus cagadas
ten fe en ellas
y quiere a los demás también según sus cagadas
no le preguntes a nadie por ellas
es una cuestión de fe, y voluntad
se intuye, se huele
el que la caga bien sabe reconocer a otro buen cagador
son hermanas de plegarias
no hacen falta palabras, ni hay que alardear de ello
no hacen falta criterios ni valores
basta con tener el olfato preparado para sentir esa peste inmunda que nos devuelve la vida
cada noche agachadas en nuestra capilla
es un estilo, el estilo del buen cagar
y una forma, de amarte a ti y amar a los demás
todo un arte, el verdadero arte de la vida, la gran cagada
nunca juzgues a los otros por ello
juzga sus espectáculos, sus aciertos, esas minucias que proyectamos sobre los demás para que nos valoren, esa mierda que empaquetamos cada día para que no lo parezca
pero nunca sus cagadas
una cagada no se valora es solo un motivo para querer y quererse
con el tiempo te irás olvidando de hacer juicios
porque los espectáculos de la vida te interesarán cada vez menos al lado de la inmensidad que se abre con cada buena cagada
al lado de ese culo abierto al infinito
no pensarás en otra cosa, ni en obras ni en performances ni en piezas
pensarás solo en lo fundamental
SEGUIR CAGÁNDOLA
(sin obra ni representación, ni siquiera proceso)
pensarás en las tuyas y en las de los demás, en las cagadas artísticas, en las cagadas personales, en las cagadas de pareja y en las familiares, en las cagadas de todo tipo, en la gran cagada del mundo
y te sentirás llena de una inmensa capacidad de amor
que te dará fuerza para continuar con tu tarea artística
tu misión apostólica
les darás fuerzas a las demás
todas seremos artistas finalmente
porque todas estaremos cagándola hasta el final de los tiempos
la humanidad entera, como lo ha hecho siempre y lo seguirá haciendo
porque cagar es una obra de amor
es nuestra obra de amor
la auténtica fenomenología del espíritu
la verdadera crítica de la razón, la moral y el juicio estético
y cada vez juzgarás menos
porque juzgar nos mata
y cagar nos da vida
ay, hermanita, los juicios son cosa de muertas
de muertas vivientes que van poniéndole nota a todo lo que ven, especialmente a aquello se parece más a ellas mismas
con sus benditas razones éticas y valores estéticos
seguirán cortando cabezas
diciendo lo que está bien y lo que está mal
prometiendo la vida y dando muerte
pero tú estás viva, mi joven hermana
te siento con unas ganas infinitas de cagarla
porque seguirás cagándola como solo tú sabes hacer
concentrándote en lo único
EN EL AMOR
a tu mierda
serás la mejor oliendo lo más oscuro que sale de tu cuerpo, verás a Dios
entenderás el arte
de cagarte patas abajo con las bragas bajadas
sé que no es fácil
es un concepto oscuro y no hay recetas
tendrás que encontrar el camino tú sola
continúa, mi hermana
siguiendo el rastro de esa peste que va saliendo con timidez de ese cuerpo joven
cada día irá oliendo peor, créeme
tu mierda, mi niña, tu mierda
huélela, disfrútala y sé fiel a ella
y en momentos de crisis, no lo olvides
meterte tu ego por el culo suele funcionar bastante bien
tu ego con el paquetito completo de juicios y pensamientos amasados en mitad de tanto mal olor
y así cada vez estarás más viva
con el culo más abierto
y los juicios te entrarán y te saldrán, como los egos
uhhmmm QUÉ PLACER
ya lo puedo oler
y continuarás cagándola y amando a todos los que la cagan
(es decir, a casi todos, incluso a un par de imbéciles que a falta de juventud ya no les queda más que juicios que han ido amasando a lo largo de la vida para sentirse mejor; estos también la cagan, pero con tanto juicio perfumado no da ni para oler su rica mierda)
amar y cagar
mi joven hermana
amar y cagar
amar y cagar
amar y cagar
Óscar Cornago
Carta a un joven imbécil #1 Pablo Caruana. Día 7: principios fundacionales
Valle Inclán, joven idiota a los 28 años
DÍA 7: domingo 6 de octubre.
PRINCIPIOS FUNDACIONALES
Por ya acabar: hagamos una declaración, un manifiesto, una defensa, esas cosas que se suelen hacer al principio.
A mí el teatro me ha cambiado la vida varias veces. Así, como suena. ¿Qué quiere decir cambiar la vida? Me la ha ensanchado. Vaya porquerías me he tragado, otras no tanto, por muchos trabajos me he interesado, he leído sobre ellos, me he documentado, he visto lo que se quería hacer y a donde se llegaba, he estudiado, he reacomodado mi posición de observador para poder activar la cabeza con cualquier cosa apreciable que consigo captar. Y así he sobrevivido. Y he crecido. Pero siempre con algo en mente, con la certeza de una posibilidad, la de poder encontrarme con “eso” que me he encontrado varias veces: con un montaje capaz de cambiar el mundo, de desajustarlo, de barrerlo, de darle otra luz, de iluminar rincones que estaban quietos. Al decir montaje valga también compañía o creador (muchas veces no es sólo una obra, sino el ir acompañando el trabajo de alguien, no podrías decir: fue esta obra, pero bueno, por simplificar hablaré de montajes).
Por eso estoy en esto. Sino, para qué. Todo empezó con lecturas, intuyendo en los libros de teatro, que eran más fáciles de leer, las páginas pasaban más rápido y te creías que eras devorador… En esas lecturas empecé a vislumbrar que algo pasaba en esto de la escena, sobre todo en los silencios que eran tan evidentes, con todo su peso, en las hojas de Chéjov ¿Qué eran esos silencios suspendidos entre letras de tinta? Pero bueno, dejemos los libritos quietos. Hagamos una lista (en teoría no soy nada de listas pero que sería una declaración de principios sin contradicción alguna) de las obras que me cambiaron y cambiaron el mundo tal y como lo entendía.
La primera, alguna tiene que ser (y paso de hablar de cuando fui niño), fue una tarde en el María Guerrero, como unas seis horas seguidas, yo tenía 19 años. “Comedias bárbaras” de Valle montado por José Carlos Plaza, con Toni Cantó haciendo de Cara de Plata y Pellicena en el papel de Juan Manuel. Ahí es nada. No era un niño, pero lo viví como tal, oscuridad, seis horas y sensación de ruptura del tiempo total. Tele-transportación valleinclanesca. Galicia medrosa y curva. No importaban los gritos, los desaciertos, los bajones, mis meninges sudaban de aceleración bendita.
Segunda, “La Iliada” de Teatro de los Andes (Bolivia) en el Festival de Cádiz del 2001, creo. Primer y grato encuentro con el tercer teatro, pero no de Barba, sino de su discípulo rebelde Cesar Brie. Capacidad estética y política unidas, disciplina con los ojos centrados, artesanía teatral total donde la paja es fuego y chispa, donde el espacio se modula y se transforma. Y un continente entero que en escena se desangraba y al mismo tiempo se me abría. Cuánto he bebido y aprendido del teatro latinoamericano.
Tercera, Rodrigo. “Compré una pala en IKEA…”, ya me quedé flipado con “Borges” pero fue con el estreno en la Cuarta de IKEA, año 2003, creo, cuando flipé, con Juan, Rubén y Patricia. Me leí todo de Rodrigo, hasta “Matando horas” y “Martillo”, me vi todos los videos que pude y encontré de obras anteriores. Potencia escénica y potencia textual al mismo nivel. Piensa con tu cabeza, no con la de otros. La puta palabra ética siempre ahí presente, la tristeza, la rabia. Todo eso hecho espacio, luz y ritmo. Hecho escena.
Cuarta, “2004 (tres paisajes, tres retratos y una naturaleza muerta)”, de Carlos Marquerie, año 2005. Montse y Emilio en escena, y Carlos con careta, barriendo ese espacio tan extraño, que iban recorriendo en zig-zag. La artesanía hecha escena, el ritmo escénico de la baja pulsación contemplativa convertido en un ruido sordo. La muerte, la puta cara de la muerte y del dolor, de la ausencia, de la soledad. Mirada larga y profunda que llegaba hasta donde no había visto llegar a nadie. Hecho ritual de enfrentamiento con lo inevitable. Hasta el fondo.
Luego hay más, claro: “Sin correa” de la Córdoba, alguna del Sportivo Teatral de Argentina como “El pecado que no se puede nombrar”, ver a la Erna Ómarsdóttir bailando en “My movements are alone like street dogs” de Fabre, , ver al Tato Pavlovski en escena, la poesía escénica de Aristides Vargas en “La edad de la ciruela” o en “Nuestra señora de las nubes”, “Los muertos” de Beatriz Catani, el “Naira” de la Candelaria, “El adolescente” de Federico León, “Cuando la vida eterna se acabe” o “Ni sombra de lo que fuimos” de La Zaranda, “La Divina Comedia” de Castellucci, “La casa de la fuerza” de la Liddell…
Esto es para mí lo decisorio. Esa capacidad del teatro de cambiar el mundo, de cambiarme a mí. Poder ver que mientras va avanzando la obra, todo alrededor, edificios, calles y ciudadanos va cambiando, mutando. Por eso estoy en esto, por eso escribo ahora, por eso me he metido a estas Cartas a un joven imbécil.
Pablo Caruana
pablo_caruana@yahoo.es
Carta a un joven imbécil #1 Pablo Caruana. Día 6: cronicar
DÍA 6: sábado 5 de octubre.
CRONICAR
Ayer asistí a una noche bien bonita de teatro. Ambientazo, lleno total, tres propuestas escénicas y una instalación en esto que han llamado en Pradillo “Apuntes en sucio”. Lo bueno de la propuesta era que lo que se planteó en escena eran eso: declarados apuntes, pequeñas invitaciones abiertas, sin ánimo de estar acabadas. Y las tres al unísono estaban planteando abrir la escena, ver con libertad que todo puede caber en ella. Y eso mola.
Sorpresón de Horman Poster, colectivo bilbaíno de quien nada sabía. Además gestionan un espacio allá que se llama Muelle3. Fueron capaces de iluminar un rincón que siempre vi mal utilizado en Pradillo, la puerta del fondo que da a camerino. Y lo hicieron con vela, con tiempo pausado y con actor maquillándose de Pierrot frente al espejo. Grandes. Y sacaron a un bebé a escena que dominó el espacio como nadie, y encima lo acompañaron de una frase estupenda de Benjamin. Y ahí se acabó, apuntes que miraban posibilidades, que sugerían a cada rato pequeños caminos y significados…
Luego les tocó el turno a PlayDramaturgia. Colectivo del que no me entero muy bien quienes son pero voy conociendo. Para mí que era la primera vez que presentaban algo en un teatro madrileño como Pradillo. Bueno, me imagino que cada uno de ellos habrá hecho sus cosas individualmente, sé que Ruffoni estuvo con algo en el Garaje Lumiere, me imagino que otros tanto lo mismo…. Pero creo que no me equivoco en decir, que como colectivo, lo de ayer, tenía mucho de presentación en sociedad.
Así que la cosa tenía su importancia. Y su propuesta fue nítida: la vocación de convocar que siempre han tenido como colectivo (su propuesta se basa en una invitación a artistas plásticos a hacer en escena); y un primer apunte dirigido a mirar atrás, a mirar nuestro pasado y nuestra historia. Sofía Montenegro era la artista, su trabajo: sobre la censura franquista en el teatro. Creo que antes ya había trabajado sobre la del cine. Puta madre, pensé yo. Solo creo en los modernos que tienen el cuello dolorido de tanto mirar atrás, me dije. Los otros me dan horror vacui.
Salió Ruffoni y habló y contó, y parecía bien interesante. Las charlas con una persona mayor que había pasado por todo aquello con conciencia y luchando desde el silencio impuesto, las acciones que se habían quedado por el camino… A mí, particularmente la de enviar los textos censurados a asociaciones pro fascistas me parecía bien potente. Finalmente optaron por liar a dos personas de Pradillo para que fueran leyendo unas tarjetas con los textos censurados y con las evaluaciones de los censores, tarjetas que estaban dispuestas en una mesa muy bien iluminada y muy frontal. Se leyó bien, funcionó. Las burradas de los censores y su claro objetivo en pos de un arte inerte, fueron oyéndose en escena. Olía a España autárquica y hermética, a berza hervida. Pero me quedé pensando en que aquello había quedado demasiado amable. ¡Coño!, me dije, esto lo pones como intermedio entre dos premios de la gala de los Max y funciona, gusta, emociona y nos tranquiliza como ciudadanos bien pensantes que votan al PSOE. Más tarde cavilé y me da a mí, desde la distancia, que Playdramaturgia quiso fijar. El problema de querer fijar. Fijar para solucionar o fijar porque encontraste. Me quedé con ganas de que nos hubieran contado más, de que hubieran encontrado la manera escénica de plasmar lo que se intuía, de que hubiesen sido capaces de apuntar suciamente un cuerpo en escena.
Luego le tocó el turno a Cristina Blanco. Anda liada en un nuevo proyecto que creo ha estado trabajando en la Casa Encendida. Está empezando y, con toda la chufla y la generosidad, en Pradillo apuntó por donde va. Ahí anda, componiendo desde la alteridad y la confrontación escénica de lo dispar. El proyecto respira por todos los poros las características de su teatro: lo que parece no hecho, la libertad de poder hacer, la tecnología artesanada, el humor, y lo sorprendente, la capacidad de la sorpresa que te hace pensar que no es posible lo que estás viendo al mismo tiempo que te provoca una sonrisa placentera ante el hallazgo. Como era eso del Conde de Lautréamont del bello encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas… Pues eso, el teatro de Blanco lo tiene. Fue un apunte rápido, con la conciencia de estar comenzando y con toda la sorna, bendita sorna, del mundo.
Apuntes sucios estará todo el fin de semana. Hoy viernes, que escribo, estarán Itsaso Arana, Gabriel Azorín y Celso Jiménez como primera propuesta, Ana Salomé y Sandra Gómez, programa que se repetirá el domingo. Hoy sábado que leen, volverán a estar Herman Poster, Cristina Blanco y Play Dramaturgia, estos últimos con otra propuesta. Todo ello muy cubierto de lanas, de ovillos, de lagos acolchados y macetas imposibles de la instalación de Salomé de la que no me enteré de nada, no se puede estar a todas.
Me gusta esta programación cruce de caminos, pequeña invitación, apertura, espacio de encuentro. Y me gusta la grada que han pillado en Pradillo, hasta ya parece un teatro. ¿El consejo?, ah, sí, hagan lo que les gusta, a mí me gusta cronicar, que el DRAE dice que es un verbo que no existe.
Pablo Caruana
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