DÍA 6: sábado 5 de octubre.
CRONICAR
Ayer asistí a una noche bien bonita de teatro. Ambientazo, lleno total, tres propuestas escénicas y una instalación en esto que han llamado en Pradillo “Apuntes en sucio”. Lo bueno de la propuesta era que lo que se planteó en escena eran eso: declarados apuntes, pequeñas invitaciones abiertas, sin ánimo de estar acabadas. Y las tres al unísono estaban planteando abrir la escena, ver con libertad que todo puede caber en ella. Y eso mola.
Sorpresón de Horman Poster, colectivo bilbaíno de quien nada sabía. Además gestionan un espacio allá que se llama Muelle3. Fueron capaces de iluminar un rincón que siempre vi mal utilizado en Pradillo, la puerta del fondo que da a camerino. Y lo hicieron con vela, con tiempo pausado y con actor maquillándose de Pierrot frente al espejo. Grandes. Y sacaron a un bebé a escena que dominó el espacio como nadie, y encima lo acompañaron de una frase estupenda de Benjamin. Y ahí se acabó, apuntes que miraban posibilidades, que sugerían a cada rato pequeños caminos y significados…
Luego les tocó el turno a PlayDramaturgia. Colectivo del que no me entero muy bien quienes son pero voy conociendo. Para mí que era la primera vez que presentaban algo en un teatro madrileño como Pradillo. Bueno, me imagino que cada uno de ellos habrá hecho sus cosas individualmente, sé que Ruffoni estuvo con algo en el Garaje Lumiere, me imagino que otros tanto lo mismo…. Pero creo que no me equivoco en decir, que como colectivo, lo de ayer, tenía mucho de presentación en sociedad.
Así que la cosa tenía su importancia. Y su propuesta fue nítida: la vocación de convocar que siempre han tenido como colectivo (su propuesta se basa en una invitación a artistas plásticos a hacer en escena); y un primer apunte dirigido a mirar atrás, a mirar nuestro pasado y nuestra historia. Sofía Montenegro era la artista, su trabajo: sobre la censura franquista en el teatro. Creo que antes ya había trabajado sobre la del cine. Puta madre, pensé yo. Solo creo en los modernos que tienen el cuello dolorido de tanto mirar atrás, me dije. Los otros me dan horror vacui.
Salió Ruffoni y habló y contó, y parecía bien interesante. Las charlas con una persona mayor que había pasado por todo aquello con conciencia y luchando desde el silencio impuesto, las acciones que se habían quedado por el camino… A mí, particularmente la de enviar los textos censurados a asociaciones pro fascistas me parecía bien potente. Finalmente optaron por liar a dos personas de Pradillo para que fueran leyendo unas tarjetas con los textos censurados y con las evaluaciones de los censores, tarjetas que estaban dispuestas en una mesa muy bien iluminada y muy frontal. Se leyó bien, funcionó. Las burradas de los censores y su claro objetivo en pos de un arte inerte, fueron oyéndose en escena. Olía a España autárquica y hermética, a berza hervida. Pero me quedé pensando en que aquello había quedado demasiado amable. ¡Coño!, me dije, esto lo pones como intermedio entre dos premios de la gala de los Max y funciona, gusta, emociona y nos tranquiliza como ciudadanos bien pensantes que votan al PSOE. Más tarde cavilé y me da a mí, desde la distancia, que Playdramaturgia quiso fijar. El problema de querer fijar. Fijar para solucionar o fijar porque encontraste. Me quedé con ganas de que nos hubieran contado más, de que hubieran encontrado la manera escénica de plasmar lo que se intuía, de que hubiesen sido capaces de apuntar suciamente un cuerpo en escena.
Luego le tocó el turno a Cristina Blanco. Anda liada en un nuevo proyecto que creo ha estado trabajando en la Casa Encendida. Está empezando y, con toda la chufla y la generosidad, en Pradillo apuntó por donde va. Ahí anda, componiendo desde la alteridad y la confrontación escénica de lo dispar. El proyecto respira por todos los poros las características de su teatro: lo que parece no hecho, la libertad de poder hacer, la tecnología artesanada, el humor, y lo sorprendente, la capacidad de la sorpresa que te hace pensar que no es posible lo que estás viendo al mismo tiempo que te provoca una sonrisa placentera ante el hallazgo. Como era eso del Conde de Lautréamont del bello encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas… Pues eso, el teatro de Blanco lo tiene. Fue un apunte rápido, con la conciencia de estar comenzando y con toda la sorna, bendita sorna, del mundo.
Apuntes sucios estará todo el fin de semana. Hoy viernes, que escribo, estarán Itsaso Arana, Gabriel Azorín y Celso Jiménez como primera propuesta, Ana Salomé y Sandra Gómez, programa que se repetirá el domingo. Hoy sábado que leen, volverán a estar Herman Poster, Cristina Blanco y Play Dramaturgia, estos últimos con otra propuesta. Todo ello muy cubierto de lanas, de ovillos, de lagos acolchados y macetas imposibles de la instalación de Salomé de la que no me enteré de nada, no se puede estar a todas.
Me gusta esta programación cruce de caminos, pequeña invitación, apertura, espacio de encuentro. Y me gusta la grada que han pillado en Pradillo, hasta ya parece un teatro. ¿El consejo?, ah, sí, hagan lo que les gusta, a mí me gusta cronicar, que el DRAE dice que es un verbo que no existe.
Pablo Caruana
pablo_caruana@yahoo.es
Gacetillero, me alegro de que alguien hable de esto con tanta rapidez. El otro día en Pradillo comentábamos que faltan narradores (o cronistas como los llamas tú) que nos cuenten lo que está pasando. En Twitter alguien me contestó que estaba de acuerdo con eso pero “lo que me pregunto es sobre la narración colectiva y/o descentralizada”. Yo le contesté que mejor colectiva y descentralizada pero que eso implica asumir entre muchos ese trabajo (y ese placer, “hagan lo que les gusta”). Eso es lo que echo en falta. Más voces. Porque que alguien nos cuente las cosas está bien, es muchísimo más que nada, pero, precisamente por ser una considerable diferencia con la ausencia de crónica, esa mirada cobra una importancia desmesurada. Cuantas más crónicas, cuantas más miradas, la narración se hace más colectiva, más descentralizada, el peso de cada una de ellas se modera y la descripción de la realidad se enriquece.
El otro día, también por Twitter, alguien dijo que “Perro Paco le soluciona una papeleta a Teatron, rompe la burbuja en la que estaban metidos y apunta a todo el espectro teatral”. El que lleva el Twitter de Teatron le contestó: “Ah, ¿sí? Otra ola vendrá que nos saque de la burbuja teatral para apuntar a todo el espectro creativo”. A lo que el otro contestó “¡Viva las olas!”. A este tipo de cosas me refiero. Todo son puntos de vista. Si predomina alguien hegemónico él imprime su carácter. Pero la narración colectiva está para evitar las hegemonías. Y yo me alegro.
Dicho esto, quería aportar otro punto de vista a tu rápida crónica, coherente con los apuntes en sucio que viste el día anterior. Yo sí que creo que te equivocas cuando dices, en referencia al colectivo PLAYdramaturgia que “como colectivo, lo de ayer, tenía mucho de presentación en sociedad”. Creo que hay algo ahí de visión etnocentrista. Quiero decir, que ya sé la importancia que le das al sagrado escenario teatral. Supongo que para ti no es lo mismo que alguien de Madrid se presente en un teatro madrileño que se presente en Intermediae en Matadero, en un festival de La Casa Encendida o en un ciclo de streamings que ha durado un año en TVtron. Para mí sí que es lo mismo. Creo que el jueves fue la primera vez que tú veías al colectivo PLAYdramaturgia en acción pero mucha otra gente ha tenido oportunidad de experimentar esa primera vez durante muchas ocasiones durante este último año. Yo sí creo que te equivocas en ese punto: lo de ayer no tenía mucho de presentación en sociedad.
Y sobre las cosas que han hecho individualmente… es un colectivo bastante heterogéneo, cada uno ha hecho cosas por su cuenta, por supuesto, pero antes que citar lo que citas como única referencia de sus trabajos individuales (nada representativa según mi punto de vista), yo citaría el trabajo del Gato con moscas (otro colectivo), por poner un ejemplo algo más representativo del trabajo individual de alguno de los componentes de PLAYdramaturgia por separado (en este caso, Javi Cruz).
Y sobre la acción que vimos… Bueno, como el mismo Ruffoni dijo, Miguel Ángel Altet y Getsemaní de San Marcos les permitieron “salvar el culo” en el último momento ayudándoles en esa acción final improvisada (por lo que me contó Miguel Ángel Altet todo lo contrario de “fijada”) porque la poetisa y dobladora de cine a la que escuchamos en una grabación de voz, una mujer muy mayor que vivió en sus carnes la represión franquista, una mujer con la que contaban para que les acompañase en el escenario, ese apunte sucio de cuerpo que reclamas en tu crónica, les falló en el último momento. Cosas que pasan en los apuntes en sucio. Y así debe ser porque si no no serían ni apuntes ni sucios.
En fin, que para los cronistas también es fácil caer en ciertas imprecisiones de crónica de los premios Max en El País (¿me permites esa broma?). Pero tampoco pasa nada, es lo que tiene la inmediatez. Para eso tenemos la narración colectiva y descentralizada, para completar los huecos, subrayar o tachar, y así conseguir unos apuntes mucho más sucios pero mucho más ricos. Espero que alguien se anime a continuar estos apuntes. Yo me quedo con tu rapidez como cronista, te animo a que continúes cronicando, por favor, para poder leerte, que es un auténtico placer, y discutir contigo desde nuestros particulares puntos de vista (que también me gusta mucho y me parece muy sano: es más fácil criticar al gobierno que a quien tienes a tu lado). Y apoyo tu consejo a muerte: ¡hagan lo que les gusta! Ese sí que es un consejo revolucionario.
Nunca me habían llamado hegemónico. Y la verdad es que da qué pensar. En cuanto a: “Supongo que para ti no es lo mismo que alguien de Madrid se presente en un teatro madrileño que se presente en Intermediae en Matadero, en un festival de La Casa Encendida o en un ciclo de streamings que ha durado un año en TVtron”.
Pues sí, no estuve fino, debí contar todo esto que sabia y me ceñí a los escenarios tradicionales. Es verdad. Es raro, ese párrafo lo reescribí varias veces, no me convencía. Equilikua, por esto era…. Así que agradecido. Estoy oxidada.
En cuanto a lo de fijar, digo esto no para ver quien lleva la razón, pero valga una aclaración: que los actores Intérpretes, accionistas, lectores, colaboradores (no quiero yo entrar en la suspicacia del matiz, lo que ustedes quieran) no sepan cómo van a hacer no quiere decir que no este fijado.
Pd: y no me jodas, Dios me libre de darle más importancia a lo sagrado que a las enfermedades de transmisión sexual, ni me digas que yo piense que no es lo mismo un streaming que una comida de domingo en la casa de mis padres, eso es que no me lees bien, o que no me explico bien.
merci,intentaré estar más fino, o no
pblo
Vale. Pero quiero aclarar que lo de “hegemónico” no iba por ti ni por nadie en concreto. Sólo era una reflexión que surgía de juntar los comentarios sobre que “Perro Paco rompe la burbuja en la que estaba metido Teatron” (supongo que refiriéndose a que Perro Paco, no tú, habla más de otros mundos escénicos que no son los que habitualmente tienen presencia en Teatron) y por otra parte de la necesidad que sentimos algunos de que alguien cuente las cosas pero de una manera colectiva y descentralizada. Lo que quiero decir es que cuantas más voces mejor. Pero para eso más gente, como tú o Perro Paco, tienen que dar un paso al frente y saltar al ruedo. O hacer uso de los comentarios y discutir si no están de acuerdo o para dar su propia visión. Lo que quiero decir es que mola dar el paso de publicar una crónica, pero si lo damos y no lo da nadie más, precisamente porque ya lo hemos dado nosotros, se crea una situación jodida en la que volvemos a estar como cuando había tres críticos en otros tantos diarios. Es mejor que nada pero me pongo crítico y me digo: no es suficiente. Pero en nuestras manos está cambiar eso. Tus posts contribuyen a romper la hegemonía. Pero todo esto está conectado. Si sólo publicases tú o Perro Paco o yo o cualquiera de nosotros, y los otros sólo se limitasen a mirar porque para publicar ya está ese, cualquiera que “ese” sea, pues volvemos a estar en las mismas. No sé si me he explicado mejor esta vez.
José Monleón divide a la humanidad en tres fases: la prehistoria: cuando todos andábamos con pieles de ñu, viviendo en cuevas. La historia: cuando alguien escribía lo que pasaba, de un lado o del otro o desde mucho lados. Del lado victorioso -mayormente- o del derrotado. Pero al menos había alguien que se ocupaba en relatar. Y la poshistoria: ahora. Hoy. Cuando ya nadie tiene ganas de narrar nada.
¿Por qué? Hoy en día el fracaso del periodismo es notable, todo se resume en una serie de datos. Por ejemplo. Obra tal en el teatro tal dirigida por tal y actuada por tal. Es un logro si se nos dan dos datos históricos (DATOS, solo datos): el texto fue estrenado en el año tal y su autor era tal que se dedicaba a tal.
Eso no es narración, es, como mucho, inventario. Por lo tanto, no estoy de acuerdo con lo de cronicar, o sí, si con cronicar se va más allá de la crónica, es decir, si se le aplica una categoría que implique desvelar las cosas que están por debajo…
Hay que profundizar, dejar que las cosas reposen, y escribir no solo dando fe (como los notarios) sino narrando los por qués y sus consecuencias.
Dice el maestro Monleón que toda crítica teatral también debe ser una crítica social. Y yo estoy de acuerdo.
También estoy de acuerdo en lo de multiplicar miradas, que cada uno, después, busque la más adecuada o cree la suya propia. Lo que pasa es que hoy en día la gente es una panda de vagos redomados.
En esta época se hace necesario volver a pensar profundamente el mundo (esto lo dice Zizek) http://www.youtube.com/watch?v=k2x8TC-zXio
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