La revista de danza Suzy-Q ha hecho un pequeño reportaje de “Sin baile no hay paraíso”. Como la revista sólo se publica en papel, aquí os dejo algunas de las preguntas y sus respuestas que me hicieron por email a modo de aperitivo antes de las actuaciones al Mercat de les Flors del 10 al 12 de abril.
¿Qué significado personal tienen para ti estas creaciones de Plisetskaya, Kelly, Travolta y Keersmaeker?
Estas cuatro creaciones forman parte de mi infancia y juventud como bailarín. En su momento fueron de gran inspiración para decidir dedicarme a la danza y creo que me pasé tanto tiempo agarrado a una barra de ballet, como en clases de contemporáneo, haciendo musicales o bailando en la disco. Por eso he decidido ponerlos juntos ahora, porque para mi fueron igual de importantes en ese momento, y su influencia en mi cuerpo y en mi visión de la danza continúa siendo muy presente en el momento actual.
En tu nueva propuesta no parce haber distinción entre danza culta, ballet, danza popular, claqué… ¿te sientes identificado con todos estos estilos? ¿te sientes capaz de ejecutar con igual destreza la perfección clásica de Plisetskaya, la gracia virtuosa de Gene Kelly, la espontaneidad de Travolta y la matemática racional de Keersmaeker?
“Sin baile no hay paraíso” no quiere ser una mera celebración de la diversidad de estilos en la danza. Sino que trata de ahondar en mi infancia como bailarín para reposicionar mi presente como coreógrafo. Recupero esos cuatro solos desde lo que soy ahora, desde mi cuerpo actual, intentando ejecutarlos de la mejor manera posible siendo consciente que hace mucho que no bailaba claqué, ni que nunca tuve muchas condiciones para el ballet. Pero no me interesa tanto el virtuosismo de su ejecución, sino mostrar su visión del cuerpo, de su manera de estar en escena y por extensión, de estar en la vida, que es realmente lo que me fascina y lo que cuento en la pieza. Reencarno esas piezas no como bailarín, sino como coreógrafo, intentando contar porque siguen siendo relevantes para mi des del punto de vista de la creación, no de la interpretación.
En la mayoría de tus creaciones afloran rasgos autobiográficos, y de alguna manera siempre abordas tu relación con la danza ¿es conflictiva esta relación con tu profesión?
Más que rasgos autobiográficos, que es verdad que en algunas de mis creaciones sí que existen, creo que muchas de mis piezas hablan de la danza a través de la danza. Pero este interés no proviene en absoluto de una relación conflictiva con ella. Para nada. Hablo de la danza, de su historia, del hecho teatral en si o de la mirada del espectador, etc. precisamente porque me atrae y me apasiona. Me encanta reflexionar y hacer reflexionar a través de una experiencia teatral sobre esa experiencia teatral, su contrato y su convención y cómo la vive cada una de las partes implicadas. Es pura pasión para entender mejor qué hago, para hacer un striptease a mi propios deseos.
¿Es el humor un arma poderosa?
El humor es un arma poderosa, pero también un arma de doble filo. Siempre es peor intentar ser gracioso y no conseguirlo, que intentar ser transcendente y no conseguirlo. Aunque para mi, el humor es una manera de llegar a la transcendencia. El humor ha sido muy importante es mi trabajo de la misma manera que lo es en mi vida. No entiendo el trabajo, las amistades, el sexo o una comida sin su dosis de humor. Por eso también mis piezas tienen la suya. Pero tengo que reconocer que, quizás con la edad, o porque la situación en la que vivimos no tiene ni puta gracia, cada vez más el humor tiene menos minutos en mis espectáculos. “Sin baile no hay paraíso” es una muestra de ello. He ido cortando muchas de las partes cómicas, y ahora tiene un tono más poético y reflexivo, que a mi gusto, funciona mejor.
¿No es demasiado osado ofrecer una reinterpretación de cuatro piezas que están muy enraizadas en el inconsciente colectivo?
Para mi no es nada osado. Precisamente la idea es trabajar con estas piezas que forman parte de mi historia como artista, de la misma manera que forman parte del imaginario colectivo. Podría hablar de mis pasiones como coreógrafo sin citar estas piezas, es decir que podría hablar de lo mismo que habla “sin baile no hay paraíso” usando otros ejemplos o incluso sin usar ejemplos. Pero usando estos cuatro iconos se tiende un puente con el espectador, que los reconoce, y que se ríe conmigo de su propia memoria y de todo lo que uno puede hacer con sus recuerdos. Es una manera de desacralizar la historia, siempre con el máximo respeto y admiración, pero desde una mirada más contemporánea y un poco más canalla.
Tus creaciones tienen gran capacidad para conectar con todo tipo de audiencias. No obstante pareciera que te han encasillado en tendencias muy intelectuales de la danza de vanguardia ¿dónde te sientes ubicado en este mundo de la danza?
Sinceramente me importa relativamente poco dónde me encasilla la gente. Mis creaciones creo que tienen algo de difícil etiquetaje y para mi esto es algo muy positivo e importante en una sociedad acostumbrada a las cajitas, los estereotipos, los titulares cortos y los twits de 140 caracteres. Me fascina buscar espacios entre medio de espacios ya existentes, abrir brechas, forzar a buscar nuevas articulaciones y no quedarnos con las definiciones y las preconcepciones que ya tenemos de la realidad.
Algunas de mis creaciones pueden conectar con mucho tipo de audiencias, otras no tanto, en unas uso más texto, en las otras bailo parte de la historia de la danza, hago striptease, el hoola-hop o juego con recortes de periódicos. Para mi cada pieza es un mundo, un diccionario y un cuento en ella misma. En mi práctica, estoy en contra del “estilo”, aunque respeto mucho todos aquellos que trabajan para tenerlo. Para mi lo importante no es construir un estilo de danza que se repita en cada pieza, sino al contrario, que cada espectáculo en particular diseñe y articule su propio lenguaje y que el público lo entienda, y a partir de la construcción de ese lenguaje entonces empiece a hablar, y así los espectadores lo puedan leer.
No tengo ni quiero estilo de movimiento porque creo que es más importante generar un todo comunicativo, que no desarrollar un estilo propio y decorarlo o maquillarlo con “temas” o “argumentos” que no tienen nada que ver con el cuerpo que se presenta en escena. Para mí el cuerpo tiene que encarnar el concepto, y no entender el concepto como una especie de excusa para presentar un determinado cuerpo que no tiene nada que ver con esa excusa.