En el artículo «Anatomía» de la Enciclopedia, el bueno de Diderot justifica la práctica de la disección y con este motivo señala las diferencias entre un cadáver y un cuerpo sano y vivo; en buena lógica filosófica, elogia, con muchos ejemplos antiguos, la anatomía médica del ser vivo antes que la del muerto y, siguiendo la «razón de [su] razonamiento», propone, en nombre del progreso médico, que la ejecución de los criminales se haga por vivisección. Ante los posibles reproches de inhumanidad que se le pudieran hacer, responde, en forma muy explícita, con una página que es necesario leer para percibir con arreglo a qué modalidades podría pensarse el concepto de «humanidad» en el último tercio del siglo de las luces:
«¿Qué es la humanidad, sino una habitual disposición de corazón por emplear nuestras facultades en provecho del género humano? Admitido eso, ¿qué tiene de inhumano la disección de un malvado? Puesto que llamáis inhumano al malvado que se diseca porque ha vuelto contra sus semejantes facultades que debía utilizar en su provecho, ¿cómo llamaréis a Erasístrato, quien, sobreponiendo su repugnancia en favor del género humano, busca en las entrañas del criminal luces útiles? […] Desearía que fuera costumbre entre nosotros entregar los criminales para disecar a los de esta profesión [cirujanos y anatomistas], y que tuvieran el valor de hacerlo. De cualquier modo que se considere la muerte de un malvado, sería igual de útil a la sociedad en medio de un anfiteatro que sobre un ptíbulo; y este suplicio sería como mínimo tan temible como cualquier otro […]. ¿No hallarían su propio provecho la anatomía, la medicina y la cirugía en esta situación? En cuanto a los criminales, pocos hay de entre ellos que no prefieran una operación dolorosa a una muerte cierta; (1) y que, antes que ser ejecutados, no se sometieran, sea a la inyección de licores en la sangre, sea a la transfusión de este fluido, y no se dejaran o amputar la pierna en la articulación, o extirpar el bazo, o quitar alguna porción del cerebro, o ligar las arterias mamarias y epigástricas o serrar una porción de dos o tres costillas, o cortar un intestino del que se introduciría la parte superior en la inferior o abrir el esófago, o ligar los conductos espermáticos, sin afectar con ello el nervio, o ensayar cualquier otra operación en cualquier otra víscera.
»Las ventajas de estos ensayos bastarán para los que saben contentarse con la razón […]»
Denis Diderot
citado por Daniel Arasse en
La guillotine et l’imaginaire de la Terreur (Flammarion, París, 1987)
genial el post, te has ganado un suscriptor