La amistad es la materia prima de cualquier cine de envergadura, afirma Júlio Bressane, en una entrevista sobre Belair. En 1969, Rogério Sganzerla y Júlio Bressane coinciden en el Festival de Brasília do Cinema Brasileiro. Bressane presenta O anjo nasceu y Sganzerla, A Mulher de Todos. La productora nace de una fascinación mutua, a partir de ese encuentro. Belair es el nombre de un barrio residencial de Los Ángeles. Este gesto ya era un preludio de la estética kitch que marcarían los trabajos de estos cineastas.
La productora Belair nace en febrero de 1970. Rogério Sganzerla, Júlio Bressane y Helena Ignez producen siete trabajos en cuatro meses: A família do Barulho, Copacabana Mon Amour, Carnaval na Lama, Barão Olavo o Horrível, Cuidado Madame, Sem Essa Aranha e A Miss e o Dinossauro. Belair supone la radicalización de una propuesta estética, en la creación de un lenguaje cinematográfico propiamente tropicalista. Estos siete filmes operan como una suerte de investigación óptica de algunos aspectos de la vida brasileña: la representación del binomio arcaico-moderno, los nuevos medios de comunicación, la hiper-gestualidad, la ironía, un nuevo erotismo…
En los siete films se respira libertad. Y eso ya era toda una provocación en 1970. En Belair, el cine es arma y escudo de combate al mismo tiempo. Uno de los objetivos era actualizar las propuestas cinematográficas, a través de una experimentación radical, por medio del uso de un lenguaje basado en la jerga callejera y en los barbarismos, invirtiendo los valores (positivizando todo aquello que la sociedad consideraba negativo) y con personajes que transitan entre el delirio y el sentido común.
La música.
Sganzerla afirmó que la música es lo que podría salvar el cine. La sensibilidad de los músicos brasileños tenía que ser acogida por los cineastas, para transfigurar el medio, a través de su fuerza y su energía. Noel Rosa, Cartola, Geraldo Pereira, Pixinguinha y tantos otros… Citando a algunos de los maestros sambistas.
Esta semana presentamos Sem Essa Aranha de Rogério Sganzerla, considerado el film más radical de Belair. La grabación fue en plano-secuencia; la cámara acompañaba la improvisación de los actores. Rodaron hasta que se acabó el rollo de película. El sonido fue todo en directo. Como ocurre con Jose Antonio Maenza, este tipo de procesos de carácter performático acaban teniendo la misma relevancia que el resultado final.
La próxima semana presentamos Copacabana Mon Amour. Esta obra es un homenaje a uno de los barrios más famosos de Río de Janeiro. La fotografía es una demostración del amor que Sganzerla sentía por esta ciudad. La banda sonora es de Gilberto Gil.
El año pasado tuve la oportunidad de asistir a la presentación de la copia restaurada de Copacabana Mon Amour, nada más llegar a Río de Janeiro. Lo cuento aquí.
El fin de Belair llegó cuatro meses después de su nacimiento. En marzo de ese mismo año, Sganzerla y Bressane salieron de Brasil por causa de la censura. Viajaron a Paris con Sem Essa Aranha y Cuidado Madame para montarlas y revelarlas. Fin de la historia.
Y contra el olvido, en este ciclo le hacemos un pequeño homenaje a Mr. Sganzerla.