Querido Rubén Ramos Nogueira,
Tu incertidumbre te pone cuál funámbulo entre la vida y lo propio de la materia viva que es su putrefacción, su ineluctable decadencia. Eres un alma sensible y detallista.
He recibido mensajes para ti. Te espero aquí mismo el viernes 22, a la hora que mejor te convenga.
“Escribí este texto hace un par de meses para publicarlo en un nuevo número de la revista del Antic Teatre, que acaba de salir. Me pidieron que escribiese sobre el arte “que funciona” y me salió este texto algo exaltado. Las fotografías son de Cris Blanco. La primera está tomada en Nueva York en octubre en Zucotti Park, la plaza de #occupywallstreet. La segunda no apareció en la revista del Antic. Está tomada en el metro de París.
Lo que funcionaba hace unos años en España era la construcción y la venta de viviendas. Invertir todo el esfuerzo y los recursos en lo que funcionaba se lo ha llevado todo a la mierda.
Lo que funciona en Barcelona es el turismo. Apostarlo todo al turismo ha llevado a Barcelona a convertirse en un parque temático del que sus antiguos habitantes huyen despavoridos y del que se avergüenzan cuando comentan el estado actual de su ciudad con sus amigos del resto del planeta.
Ya no podemos dedicarnos a fabricar tornillos porque los chinos lo hacen más barato. Tampoco parece que nadie pueda sacarle más partido a la burbuja inmobiliaria. De hecho estamos pagando las consecuencias de habernos dedicado a lo que funciona y seguramente las pagaremos durante muchos años más. Invertir sólo en lo que funciona es no invertir jamás en investigación. Habría que volver a reconsiderar por un momento la posibilidad de que nuestro futuro esté en la investigación, en la innovación, en la creatividad. Pero aunque nuestros gobernantes y las grandes corporaciones llevan años diciéndonos que ese es el futuro mientras tanto actúan como si no hubiese un mañana. ¿De los que tanto han pregonado por ahí arriba ese discurso de que lo necesario era la innovación y la sociedad del conocimiento, alguno de ellos se lo ha creído de verdad alguna vez? Porque mientras los investigadores de todos los campos del conocimiento y de la creación no han dejado de sufrir la asfixia infligida por quien decía tener intención de ayudarlos, los esfuerzos de los que parten el bacalao han ido siempre en otra dirección: en la dirección de lo que funciona. En algún momento deberemos tomar de verdad el camino contrario, el de lo que NO funciona porque, en caso contrario, ¿qué otra alternativa nos queda?
El problema es que lo que funciona es absolutamente conservador y si no se aliña abundantemente con lo que no funciona me parece que ahora ya sabemos a dónde nos conduce. Nos lleva directos al adocenamiento, al envilecimiento, a la parálisis y a la autodestrucción.
Lo que funciona es la democracia parlamentaria. Lo que no funciona es un movimiento asambleario que acampa en las plazas de nuestras ciudades. Pero eso debería hacernos recordar que lo que antes funcionaba por estas tierras era una dictadura fascista. Lo que no funcionaba eran unos partidos políticos clandestinos perseguidos por el régimen.
Olvidémonos por un momento de lo que funciona, sólo por un momento. Pensemos que lo que funciona seguramente antes no funcionaba. Pensemos, como en el ejemplo que acabo de poner, que lo que no funciona algún día puede llegar a funcionar y que cuando funcione corre el peligro de corromperse hasta tal punto que ya no lo reconozca ni la madre que lo parió.
Pensemos en el arte o en algo parecido. Dejemos lo que funciona para cuando queremos descansar un rato, volver a casa y tener esa sensación tan agradable de fumar en pipa con las pantuflas puestas mientras miramos el fuego. Está muy bien, de verdad, puede llegar a ser muy agradable porque no requiere ningún esfuerzo, disfrutamos de algo que reconocemos, no nos inquieta, es confortable, puede ser muy acogedor y tranquilizante, bello, ligero o muy profundo, pero ¿qué pasa si nos quedamos todo el día tirados en el sofá con las pantuflas puestas? ¿Qué pasa si no nos levantamos del sofá durante días, semanas, meses? Aunque no hacemos daño a nadie, aunque estamos agustito y aunque no ocasionamos ninguna molestia a nuestros vecinos, corremos el riesgo de que un día comience a oler a podrido y además nos quedemos tontos. Un día alguien va a entrar en casa y no diferenciará entre nosotros y unos enfermos convalecientes de una operación de lobotomía. Porque no habrá ninguna diferencia. Las hamburguesas con patatas son estupendas (siempre que no seas vegetariano), sobre todo si están hechas de carne de buena calidad y si las patatas no son congeladas y se fríen con el mejor aceite. A mí me funcionan pero ¿cómo te deja el cuerpo una dieta a base de hamburguesas con patatas todos los días, por muy excelentemente preparadas que estén?
Comencemos a imaginar lo que funcionará mañana. O mejor, dejemos de pensar en términos de lo que funciona. Sólo por sanidad mental. Equivoquémonos pero equivoquémonos mejor, como recomendaba el bueno de Samuel Beckett. Sólo así podremos adentrarnos en nuevos territorios, en caminos que no sabemos si son los que funcionan o no, los que funcionan ya los conocemos. Sólo así quizás aparezca lo inesperado, lo nuevo. Perdiendo el miedo a crear algo que no funcione, quizá consigamos crear algo que funcione realmente, que aporte un nuevo significado a esa palabra que la despoje durante por lo menos unos instantes de esas capas de suciedad mohosa acumulada en todas las connotaciones que actualmente impregnan el verbo funcionar. Preguntémonos a qué objetivo, a qué patrón sirve ese marinero. ¿A quién le funciona? ¿Al que quiere conseguir el éxito rápidamente aunque sea a costa de pasar por encima del cadáver de su madre si es necesario? ¿O al que quiere que sus creaciones estén al servicio de algo mínimamente más honesto que no pase únicamente por el puro enriquecimiento o la vana gloria? ¿Para abrir nuestras cabezas o para cerrarlas definitivamente? Perdonadme que sea tan burdo y esquemático. Quizá sea la costumbre: esto es lo que funciona.
Hay quien dice que lo bueno que tendrá la crisis para la gente que se dedica a la creación es que los que únicamente querían forrarse, haciendo algo que funciona, añadiría yo, se van a ir a otra parte. A ver si es verdad y dejan ya de jodernos con esa mierda que les funciona a ellos.”
Pues el viernes tengo un día muy apretado pero procuraré acudir a la cita. Sobre todo si has recibido mensajes para mí. Me imagino que serán mensajes de los que no se pueden enviar por mail. Gracias por hacer de mensajera con la dimensión desconocida, Aniara.
Ruben, el viernes es un día muy largo, el momento oportuno para recibir tu mensaje llegará sin que te des cuenta. No olvides tus 3 incertidumbres, ni una menos, ni una más. Ser médium genética me impone transmitir mensajes, y el primero es que la dimensión desconocida es esta.