Beberse medio Berlín, dándolo todo hasta el amanecer, afecta a la garganta. Son las contraindicaciones que no leí. Mi peregrinación a Documenta empieza en la Hauptbahnof de la capital alemana, buscando una farmacia para curarme la gripe, las décimas de fiebre y recuperar la voz.
Las 3 horas de tren me las pasé dopada para intentar llegar todo lo más shinny and fresh posible a Kassel. A pesar de las circunstancias, llego emocionada, con el traje de peregrina, dispuesta a devorar todo lo que me ofrece la ciudad.
La comisaria de esta edición es Carolyn Christov- Bakargieu, que además de tener un excelente currículum, es madre de dos hijas. Un detalle necesario para entender esta edición, que se puede encontrar en varios textos de presentación de la comisaria. En fin… parece que sí, pero seguimos sin avanzar.
Volviendo…que me despisto.
En 1955, en un momento en el que Kassel todavía estaba medio en ruinas, el pintor y profesor de la Universidad de dicha ciudad, Arnold Bode, decide organizar una gran exposición de arte contemporáneo.
Documenta sería la primera piedra para la renovación de proyectos como la National Garden Exhibition o el Fridericianum (uno de los espacios principales de Documenta), que en aquellos años continuaba inhabilitada por los daños que había sufrido durante la Segunda Guerra Mundial.
Documenta 1 contó con un presupuesto de 194.000€. Participaron 148 artistas y 130.000 visitantes. Básicamente se presentaron pintores de las décadas 20 y 30 del siglo XX, como Pablo Picasso, August Macke, Joan Miró, entre otrOs muchOs.
Documenta 2, 1959.
Presupuesto: 507.000€
Artistas: 326
Visitantes: 134.000
Documenta 3, 1964.
Presupuesto: 951.000€
Artistas: 298
Visitantes: 2000.000
Documenta 4, 1968.
Presupuesto: 1,43 millones €
Artistas: 150
Visitantes: 207.000
A finales de los sesenta y especialmente en la década de los 70 se aprecia un aumento considerable de presupuesto, artistas, participantes y público. En Documenta 6, 1977, participaron 492 artistas, recibieron a 355.000 visitantes y el presupuesto total fue de 2,45 millones €. Veinte años más tarde, en Documenta 10 (1997) participaron 138 artistas, 629.000 visitantes y contaron con un presupuesto de 11,11 millones €. Impresionan las cifras que se manejan, debido, en gran parte, al excelente trabajo de gestión de patrocinio.
La edición pasada, Documenta 12 (2007) contó con 26,89 millones €, 751 visitantes y 113 artistas. Todo este repaso de datos me ha ayudado a comprender mejor las dimensiones de este evento:
Por un lado, una pequeña ciudad alemana volcada en un macro show que tiene lugar cada cinco años, aprovechándose de las circunstancias para sacar tajada (como es habitual en estos casos, los precios de los hoteles, restaurantes y todo tipo de servicios se duplican e incluso se triplican y de esta manera, algunxs pueden decir que la cultura representa el no-sé qué % del P.I.B.), invadida de turistas dispuestos a hacer el tour indicado en las miles de guías publicadas, comprando todo el merchandising del mundo mundial, para poder decir que estuvieron allí, y fotografiando las cosas más ridículas que una pueda imaginarse.
Por otro, interesantes proyectos de pensamiento y crítica como conferencias, presentaciones de libros, discusiones abiertas, lecturas de poesía y un magnífico programa de películas difíciles de encontrar en los canales habituales. Sin duda, un contraste peculiar.
Confieso que durante los cuatro días me ha acompañado una sensación de “borreguismo” que ciertamente me incomodaba, pero que desaparecía cada vez que encontraba cosas bonitas. (que era a menudo)
Si todavía estáis pensando en ir, os recomiendo mirar antes el programa (la web es un imposible) e ir directamente a los artistas que os interesan o que os hayan recomendado. No hagáis como yo, que nada más llegar me lancé al Fridericianum, cegada por las ansias de ver cosas y porque únicamente faltaban dos horas para cerrar.
El resultado fue una exposición de artistas de principios del siglo pasado, llenísima de gente y plagado de familias con niñas y niños correteando por las salas. Sí, sí… ya sé que las madres y los padres también tienen derecho, pero ¿tenían que ir el mismo fin de semana que yo? En tales circunstancias siempre acabo evocando a Herodes… (Que me perdonen mis amigas- madres).
Supongo que por deformación profesional, otro de los pensamientos recurrentes era el derroche económico. Documenta es una exposición pública de hasta dónde se puede llegar con tanto dinero. Y la verdad es que se puede llegar muy lejos…
Un ejemplo es el proyecto del artista venezolano Javier Téllez: una vídeo instalación comisariada por Documenta (13) titulada Artaud’s cave (2012). Esta instalación no es más que un film de 45 minutos, inspirado en el viaje a México que Artaud lleva a cabo en 1936, y del cual el poeta escribe The conquest of Mexico.
Basándose en los principios del Teatro de la Crueldad, el film presenta una historia sobre los pacientes de un psiquiátrico, en el que juega con los límites entre la realidad y la ficción.
Lo más interesante de este trabajo es la mirada que presenta de lo cotidiano, las relaciones entre las personas y los pequeños detalles (miradas, gestos, las formas de comportamiento), supongo que debido (en parte) a la colaboración de expacientes en la redacción del guión.
Lo más llamativo de este trabajo es su instalación. En una de las warehouses de la estación han recreado una caverna, cuya entrada es un túnel de piedra y arena en el suelo, que desemboca en una cueva con asientos de piedra y estalactitas. Francamente ridículo. Aquello parecía Port-Aventura. Estas cosas sólo se pueden hacer con dinero (y mucho de mal gusto).
No podía dejar de pensar en la cantidad de cosas bonitas que se pueden hacer con tantísimo dinero sin necesidad de montar circos de este tipo, así como en la situación de precariedad en la que se trabaja en otros contextos (incluso institucionales). Aquí tenéis una crítica con bastante gracia sobre todo esto que os cuento.