Un amigo que ha estado trabajando unos días en Berlín, me ha traído la revista que publica el Tanzraumberlin, una institución dedicada a la danza contemporánea de la ciudad, formada por tres organizaciones: Tanzbüro Berlin, TanzRaumBerlin Network y Association for Contemporary Dance Berlin (ZTB e.V).
En esta revista hay un pequeño artículo que me ha parecido muy interesante sobre cómo la crítica en danza ha desaparecido de los medios de comunicación y el minúsculo espacio que se le dedica va destinado a promocionar los espectáculos de los grandes teatros.
El artículo hace referencia a la escena berlinesa pero funciona a la perfección en la catalana (que es la que más conozco). Mientras lo leía pensaba en el openblog La crítica de la crítica, el cual está algo abandonado. El porque está bastante claro: como no se ejerce la crítica en ningún medio de comunicación, no hay respuesta posible. Le podríamos dar la vuelta a ese espacio. Propongo hacer un “open call” para revitalizar este blog relacionado con el ejercicio crítico.
En cierta medida se podría entender que a una parte de la comunidad artística le pueda ir bien el hecho de que no se hable de su trabajo, ya que como se apunta en el artículo, hay creadores que no acaban de encajar bien las críticas. De hecho el mes pasado se publicó en Teatron una carta de un espectador donde mostraba el descontento por el estreno del último trabajo de Sílvia Sant Funk / Las Santas en el Antic Teatre.
Como había visto la pieza, en un principio seguí con interés la discusión, porque me parecía una buena oportunidad –tanto para las creadoras como para los espectadores- para reflexionar sobre la pieza y en definitiva, crecer juntos. Desgraciadamente se perdieron los papeles y no sirvió para nada más que faltarse el respeto y disgustarse. Una pena.
Aquí os dejo el artículo. Disculparme porque no he sido capaz de averiguar el nombre de la redactora.
El artículo se titula “The critical reflection of dance in the media seems to vanish”
The disappearance of dance criticism in Berlin is most evident in the fact that, while there is no lack of short, crisp announcements on art and cultural events in a variety of media, detailed critical analyses of premieres or performances are few and far between. In contrast to a premiere in a major theatre house, a dance piece that is performed only a few times has little chance in the ever-shrinking arts section of print or radio magazines. Since it is assumed that what interests readers most in a critique is whether or not they should see the performance, it makes sense for magazines with sporadic appearances to mainly focus on program announcements. Service journalism is what counts, as art and culture become increasingly treated like mere recreational tips in lifestyle magazines.
At the sight of a glowing text with flattering photograph, why not welcome the fact, that dance is being promoted and not criticized? Perhaps it’s even better when nothing critical is written at all – what artist truly welcomes criticism of their work, anyway? Indeed, shouldn’t the Berlin dance scene, relish the largely uncritical shelter that the city offers?
Before we bid a gleeful adieu to dance criticism, it might be worth wondering whether or not the conditions of its quite disappearance deserve a critical explanation. And perhaps it’s worth considering the implications when, between the innocent event announcement, the actual performance and the next funding application for a new piece there is no opportunity for reflection for the creators and the spectators beyond the praise that premieres customarily enjoy.
Maybe nothing much happens if dance does without this line of thought. The dance public is usually experienced and knowledgeable enough to compare and classify that which they have seen. Most spectators are both curious and open, allowing for a direct exchange on fundamental issues as well as irritations. Unfortunately, for readers who do not regularly attend dance performances, it’s unlikely that they would perceive dance as an opportunity for reflection – without an accompanying critical voice.
Gracias Paola por incitar este debate tan interesante.
De hecho, que la “crítica” desaparezca no está nada mal, bajo mi punto de vista. Lo que no tendría que desaparecer, o, vista la situación, lo que tendría que aparecer, es la visibilidad del acontecimiento, por un lado por el mero hecho histórica de archivo y desunificar, desmembrar la uni-liniaridad de la historia de la danza, y por otro para dar opción a la reflexión constructiva del evento que produce al ‘espectador’ o observante de la pieza…
Hoy en día tenemos muchos medios para enterarnos de lo que ocurre en una ciudad, y ya no dependemos del crítico que haciendo la reseña en el media en el que trabaja hace publicidad del evento en sí. También es verdad que dentro de la comunidad poca autoridad le damos a esa profesión, quizás por su falta de profesionalidad o crítica para con el sector.
Gestos como el ‘Crítico con peluca’ de quim pujol han ayudado a ofrecer un nuevo prisma a este tipo de escritura reflexiva post-experienciación de lo acontecido. O blogs como la crítica de la crítica, a la que haces referencia.
No estoy seguro de cuál es mi punto en este comentario, pero quizás estaría bien preguntarse para qué necesitamos la figura del crítico, bajo qué ‘criterio’ (valga la redundancia) le autorizamos, qué otros modos de reflexión constructiva se podrían engendrar y qué tipo de visibilidad deberían de tener, etc..
En fin, un temazo!
(disculpa mi invención de términos… pero necesito inventarme algunos que de otro modo no me sirven).
Para mi sí que es preocupante que la crítica desaparezca ya que hay personas (que no tienen visibilidad en los medios de comunicación) que están trabajando desde un prisma diferente a lo que entendemos por crítico –figura que nace en el siglo XVIII y que propone o impone sus juicios, ideas y visiones a la sociedad.
Y estoy pensando en Gerard Vilar –catedrático de estética y teoría de las Artes de la UAB- en su último libro “Desartización. Paradojas del arte sin fin” se pregunta por la función social de la crítica en el contexto actual. Y dice:
“(…) Otros sostenemos posiciones que implican un perfil más bajo para el crítico y que otorgan un papel más activo aún para el ciudadano. El crítico ya no se enfrenta con un público lego en una relación fundamentalmente vertical, de autoridad, sino que se sitúa al mismo nivel que éste en una relación horizontal, más igualitaria, de mediador democrático, consistente en ofrecer instrumentos y elementos de conocimiento y reflexión para que cada cual haga sus juicios estéticos y sus interpretaciones.”
Desde mi punto de vista, esto es una magnífica descripción de lo que vendría a ser la figura del crítico en la sociedad del conocimiento. Y esto no entra en contradicción con el crítico con peluca ni con la crítica de la crítica sino todo lo contrario.
Su función en ese ejercicio de archivo al que apelas también es muy importante porque es otra forma más de documentar los trabajos, que encajaría perfectamente en esa historia experimental que el otro día nos proponía Quim en su conferencia del Macba.
No creo que la promoción que se lleva a cabo a través de los medios de comunicación sea La Vanguardia o sea Neo2 sirvan mucho para hacer historia.
Millones de gracias por tus reflexiones. ☺
No, por supuesto que el hecho de ser ‘criticado’ en la vanguardia quiera decir aparecer en la historia… hoy en día ya está demostrado, y es un hecho, que la historia la escribe quien la hace (ahí el Swedish Dance History, el ladrillo plateado que apela justamente a esto).
Pero aunque la cita que ofreces de Gerard Vilar es un paradigma maravilloso, a mi ya me cuesta creer en este rollo de la horizontalidad… fui muy pro esto durante un tiempo y ahora como que se me ha caído un poco el mito… no sé… falta de fe? quizás…
pero gracias por abrir otra mirada, ya buscaré más sobre este señor, que parece interesante.
Saludos:
Primero que nada permitídme el uso de un alias, debido a que soy un profesional que lleva ejerciendo la “crítica escénica” en la ciudad de Valencia desde 1985, y lo que voy a decir no le gustaría leerlo a much@s de mis compañer@s de oficio y podía causarme consecuencias profesionales negativas que en los tiempos que corren es mejor evitar.
Antes de entrar en ningún debate sobre su función, su becesidad, su poder, su desaparición, etc, etc, etc, considero que la primera tarea a efectuar es la definición misma de la palabra “crítico”.
Entre las diferentes acepciones que encontraréis en el diccionario de la RAE “Crítico es el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc”. Es decir, tod@s aquell@s que nos acercamos a una obra de “arte” nos convertimos en crític@s en el momento que expresamos en voz alta nuestra opinión sobre la citada obra. En conclusión, como expresa, Quim Pujol, con peluca o sin peluca, tod@s tenemos la oportunidad de convertirnos en crític@s. Por lo tanto, a mí me gusta más utilizar el término de “crítico profesional”.
Debido a que cierta parte de la crítica, entendida la palabra como el “conjunto de las personas que, con una misma especialización, transmiten su juicio sobre una obra de arte en los medios de difusión”, ha ejercido, desde hace demasiado tiempo, una función que consiste mayoritariamente en enumerar los defectos de una obra de arte, vivo o no, de la que, entre otros, tomando al artista como un emisor, de, al menos, ideas y sentimientos, habían gozado el privilegio de ser primeros receptores.
Este hecho ha llevado a que el término “crítico”, persona física, ha adquirido para gran parte de los receptores de una obra de arte un concepto negativo. La profesión de crítico no consistía en analizar, lo más objetivamente posible y por una persona lo más ampliamente competente en su campo, una obra de arte, si no, por otorgarle algún término, en “negativizarla”.
Si la crítica, sea en el campo artístico que sea, que está desapareciendo es la que ejerce su oficio como “agente negativizador” es un avance. Si, por el contrario, la que lo está haciendo es la que tan acertadamente describe Gerard Vilar en su libro “Desartización. Paradojas del arte sin fin”, es otro proceso más que ejemplifica la regresión e incultura propio de los tiempos en que estamos viviendo.
El crítico debe ser un elemento conector “positivizador” entre la obra de arte y sus receptores. No, un elemento del poder establecido que maneje la opinión de los “menos entendidos” y “negativize” las obras de arte, a veces, a su gusto.
Hola James,
me parece genial la aportación que haces sobre este tema como ‘profesional’. Te agradezco tu participación en el debate y realmente a mi me da información y tema de reflexión, lo que, en general, espero cuando leo una crítica profesional.
En lugar de negativizar el trabajo sería maravilloso que lo expandiera, abriendo a otras referencias, desplegando potencial. Si es horizontal o vertical a mi me la trae un poco al pairo, pero no me la trae al pairo si al leer un “post-reflexión” puede alimentarme aún más, ver otros puntos de vista, descubrir lecturas que había ignorado (ya sea por juicio o desconocimiento).
gracias james!
y por cierto, una pena que aún hoy en día tengas que esconderte bajo un pseudónimo para no perder tu lugar, o tu ‘autoridad’ en el campo. lo comprendo perfectamente, pero debe de ser una posición difícil, pensar así y tener que actuar al revés, o de otra manera…
Paola, al leerte he recordado un texto que leí hace tiempo…
Os invito ha hacer un vistazo.
http://sarma.be/docs/1038
Y ya que estaís, daros una vuelta por la web y curiosead.
Pocas veces he leído una crítica. Entiendo su existencia, peró no entiendo las etiquetas, ni la necesidad de muchos de tomar una posición delante de un trabajo. Me gusta creer que no todo puede ser criticado, me gusta creer que no necesito siempre tomar una posición delante de lo que veo.
Muchas gracias por el link, Quim. Ilustra perfectamente la problemática que existe sobre el tema. Desde el posicionamiento de Gerard Vilar, las críticas no tienen por qué encasillar y fichar los trabajos detrás de una etiqueta, justamente todo lo contrario, posibilita herramientas para que cada persona haga lo quiera con ellas. Si no quieres posicionarte es tan respetable como el que si pero en el momento en que un trabajo se expone, se abre un abanico infinito de posibilidades.
Ayer hice un comentario y no se ha publicado, pq?