El mago de Oz

Elvira Ubierna, no recuerda si fumaba o no mientras nos daba la clase de ballet. Recuerda, sus dedos, sus uñas. Como las clavaba en su estómago, en su culo y en sus muslos. Solo ahí. Esas mallas escotadas hasta el límite, de lycra negra, sus faldas de gasa, ligeras, y esos chales con flecos que se los ataba a la cintura, con sus zapatos típicos de profesora de ballet, con un poco de tacón, pero elásticos, con los que nos mostraba como había que estirar el pie. Había un pianista, pero no recuerda su cara. Nos ponía videos de la Royal Ballet, y repetíamos cada día los mismos ejercicios. Se acuerda, de los estiramientos, de sus preguntas acerca de lo que acabábamos de comer como merienda, recuerda «el caballito», el vals, y los bailes de carácter, con esas faldas negras adornadas con cintas rosas, y esos zapatos de tacón. Su madre no sabía hacer moños, eso a Elvira le molestaba. Nos ayudaba a cambiarnos una mujer, que ni siquiera sabe como se llamaba. Hacíamos exámenes, con mujeres inglesas, y los festivales de danza en el Teatro Victoria Eugenia. Todavía se pregunta de donde salía la pasta para alquilar semejante teatro ¿Cuánto pagaban sus padres por cada festival? Se lo imagina muy caro. Pero a él le encantaban. Recuerda un baile con un tutú blanco, se lo ensució con lápiz de ojos antes de salir a escena, y se lo pusieron del revés para que la mancha no se notase tanto. También un baile con trajes de color carne y una ridícula cintita que movíamos en el aire como si fuese algo bello y trascendental. Luego otro, su favorito, con una falda verde de vuelo, y un corpiño negro, con manguitas blancas como de tirolesas, en la que lo pusieron en el centro y en ciertos momentos tomaba mucho protagonismo, eso era lo mas. Su tío grababa todas las actuaciones, ¿Dónde estarán esos VHS? Cuando se cambió de academia, dejó por unos años de hacer festivales, y eso era una mierda. No tenía sentido. Seguía haciendo exámenes, eso de la Royal Academy of Dacing. ¿Eso tiene algún valor?, osea, si uno se saca eso, le da algún tipo de puntos ante las instituciones? Se volvió a cambiar de academia. Se suponía que el mayor nivel estaba en el conservatorio del pueblo, y él quería entrar ahí. Entró no se como, creo que por algo de compasión de la profesora, y algún tipo de amiguismo de su madre con una de las que llevaba el cotarro. Pero bueno, ahí empezó, eso de los deseos de bailar, y volvió a hacer festivales cada año. La verdad es que curraba mogollón. Hacían festivales temáticos Disney, siempre. La primera parte solían ser bailecitos mas técnicos y esas cosas, y en la segunda parte del Festival, siempre hacían un cuento Disney: El mago de Oz, La bella y la bestia, Peter Pann, La Cenicienta, El Jorobado de Notre Dame, Blancanieves. Él solía tener papeles bastante sin mas. Recuerda el primer año, que hicieron El Mago de Oz. Hacía de ciudadana del pueblo, también con falda verde y manguitos blancos, así suena un poco tonto, pero ese papel, fue el mas importante de su vida, osea de esos que hoy en día le hacen reflexionar a muerte sobre eso de la pasión, el bailarín, la escena y esas cosas. Él, junto con todo el grupo, salían corriendo hasta el borde del escenario, con un pequeño port de bra, que abrían a la segunda y llevaban hasta la cintura, a lo Paquita, junto a un tan lie atrás y otro delante y subían el brazo derecho hasta la quinta. Toda un presentación, como un mega saludo, una súper reverencia al público, de esas que te ponen la cabeza alta y el pecho bien abierto. Y para él, eso ha sido lo mas grandioso que ha hecho nunca. Si piensa en algo virtuoso, en algo muy espectacular que haya hecho alguna vez, es eso. Y se confiesa, ya sin escrúpulos, como rendido, que lo que le sigue poniendo de la danza, ante todo, es ese puto momento del Mago de Oz, que lo sigue persiguiendo y lo acecha y se apodera de él cada vez que trabaja.

 

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Una respuesta a El mago de Oz

  1. r.p. dijo:

    Escribes muy bien. tiene mucha pasión y verdad.

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