Hay una luz que quema y es una llama que vibra e inunda de calor la mente, allá dentro entre los ojos y la nuca. Un calor quemando que alumbra y son las palabras de Conejero en ese desdoblamiento del maestro o del dramaturgo-poeta que ilumina al público o a los niños y se da al otro. Podemos fácilmente ser los niños y sus redacciones, en sus borradores y en sus dibujos, afanosos con las letritas de plomo y la plancha, una piel de mandarina olvidada junto a la representación de un termómetro, la escuela. Esos niños a los que se les deja ser niños entre el sol y la nieve de los campos de Castilla. Porque esta es tierra hostil para soñadores. Y, sin embargo, se eleva esa luz centelleante que calienta soleada las mentes de los hijos de los labriegos. Si alguna vez hubo opresión, fue en Castilla. Un ruido seco marca el final, la silla cae y luego, la ausencia del maestro. Crecieron raíces allá donde yacen sus huesos. Los niños recuerdan.
El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca es una creación de Xavier Bobés y Alberto Conejero, producida por el Teatre Nacional de Catalunya, Festival FITT de Tarragona y Xavier Bobés y representada en el Teatro Calderón de Valladolid el jueves 12 de enero. Está de gira por varias ciudades españolas.