Instituto del Tiempo Suspendido (ITS)

El 2 de mayo escribí en mi diario
He sido cordialmente invitado a formar parte del Instituto del Tiempo Suspendido. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.

Raquel Friera y Xavi Bassas son los impulsores. Formo parte del grupo de cómplices. Mi primera colaboración fue responder a un cuestionario para tiempos confinados que hoy se hace público.

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Día Mundial del Arte

Después de colgar tantos contenidos habrá que probar con alguna forma
Iván de la Nuez

Esto se está pareciendo cada vez a una parodia de escena. Un telón rasgado. El público lejos. La tramoya averiada y los actores y actrices manchados de rímel, sobreactuando a cámara con la desesperación de la ausencia. Hay que llamarse a la dignidad y dedicarse a escribir cartas
Helga Fernández

El capitalismo ha llegado a su fin
Ai Weiwei

Todos ellos hablaban, en horas llenas de unción, de una comunidad de la cultura europea. Una vez Tunda preguntó:
– ¿Creen ustedes que estarían en condiciones de decirme en qué consiste esa cultura que pretenden defender, aunque no la ataque nadie desde el exterior?
– En la religión -dijo el presidente, que no iba nunca a la iglesia.
– En la moral -la dama, cuyas relaciones ilegítimas todos conocían.
– En el arte -el diplomático, que desde sus años de estudiante no había vuelto a mirar un cuadro.
– En la idea de Europa -dijo, de modo inteligente, un señor llamado Rappaport.
Josep Roth en Fuga sin fin

Pescar en el absurdo social

Dancing in the streets

Will social distancing bring us back to our bodies?

Bailar con social distancing

A follar que el mundo se acaba

Feliz día mundial del arte

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Día Mundial del Teatro

Cuando la casa se quema, al intelectual sólo le cabe intentar comportarse como una persona normal, porque si pretende tener una misión específica se engaña, y quien lo invoca es un histérico que olvidó el número de los bomberos.
Umberto Eco

Y no, no voy a celebrar el trabajo en casa. En mi casa me gusta pajearme. No quiero acondicionarla para que se vuelva un espacio “productivo”. No quiero hacer de mi cotidianidad el tránsito triste de una oficina online. No quiero ser un artista que consuela. Ni un poeta de la autoayuda. No quiero ir al teatro sin moverme. Aprendí a usar mi cuerpo como herramienta política. Si es momento de que los artistas escénicos cerremos el orto, vamos a cerrarlo y a no pensar alternativas para “acondicionar” el encierro. No llenemos el vacío de un par de burgueses trémulos. El secuestro del cuerpo no se suple con ninguna simulación virtual. La ausencia mata al teatro. No jodan. No me digan que puedo ver a Chéjov por una pantalla, Artaud me va a cagar a trompadas, boludos.
Víctor Dupont

Hay muchas formas de vivir. Existen los que no quieren enterarse de que vivir es habitar la incertidumbre y que vivir es sin garantías. Eso conduce más bien a la inhibición y a la parálisis -que incluso muchas veces se disfrazan de un exceso de actividad- y no ahorra padecimiento porque, justamente, esas garantías no existen. Salió hace poco un libro muy bello de Anne Dufourmantelle que se llama Elogio del riesgo (de Nocturna editora) que también podría ser un elogio de lo incierto. La autora subraya cómo hoy en día la precaución se volvió norma y cómo una vida en la que se pretende calcular todo y no perder nada es una vida detenida, es más bien estar un poco muertos. Su antídoto, a lo largo de la serie de ensayos, es poner el riesgo a favor de la posibilidad de habitar una vida vivible. ¿De qué se trata el riesgo? Lejos de hacer una apología de los deportes de riesgo, o de esos moralismos que empujan a vivir una vida no importa qué, esos moralismos cínicos, ella define el riesgo como aquello que “abre un espacio desconocido”. Un riesgo no es una locura pura, tampoco una conducta apartada de las normas, ni siquiera un acto heroico. “Tal vez arriesgar la vida sea, para empezar, no morir”. Se trata de un riesgo que se precipita como resistencia a la vida neurótica, esa que calcula, que no pone en juego nada, que no pone de sí; esa vida que pretende saberlo todo anticipadamente, esa vida que pretende que podría haber garantías y certezas.
Alexandra Kohan

Un poema del confinament de Félix Denuit

Los bancos, la policía vino a echarnos de casa, sin importar edad, sin respetar a ancianos o niños, igual que un virus. Ahora nos vigilan, obedecemos bajo amenaza, pero no ha costado tanto, ya nos habían hecho obedientes a base de televisión y escuelas, o peor: nos habían hecho creer que teníamos la opción de no ser obedientes. Votamos, tenemos ese derecho. Qué risa. Y bajamos la cabeza. Bajamos la cabeza ahora igual que ante las urnas. Y nos lavamos las manos compulsivamente. Y tememos al vecino. Y todo por un virus. Pero yo digo: No. Un virus no es capaz de organizarnos de esta manera, un virus puede matar, pero es caótico. La organización viene del miedo y la obediencia que ya nos habían inoculado. Ahora así somos, mirénnos, nos hemos convertido en fantoches ¿cómo es posible que no nos demos vergüenza? Somos mascarillas pegadas a personas, estadísticas pegadas a personas, muertos pegados a personas, y de un día a otro los cerebros no piensan más que para obedecer. La amante que dejamos en su casa ya es más sospechosa que deseada. Nadie se plantea una manifestación, las gritos por nuestros derechos sólo salen de gargantas que no arriesgan nada. Pero yo siento que la realidad es que sólo un virus podría salvarnos, echarnos a todos a la calle a toser, todos en masa, por tantas cosas, por aquellos a quienes le quitaron un techo, y ahora se lo imponen, sin alma, sin compasión. Todo por nuestro bien, eso dicen, y yo obedezco porque imagino que soy como todos, hecha en serie, temerosa, sumisa, pero también es cierto que tan solo me bastaría un puñado de personas para que me uniera a escupir en cada rincón, en cada tomate y cada boca. No puedo evitar una violencia interna, pensar que ahora, el momento de la pandemia, es el momento de escupir por todos los techos que nos han ido quitando. Temo el contagio, temo la muerte, pero llevo dentro una violencia que grita vida, y será vida aunque la arriesgue.
Marina Perezagua

Las cosas más importantes son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas
Lisa Taddeo

Esto era cantar desde un balcón

Tocará hacer fiestas en las terrazas

Mina cumplió 80 años

Un manifiesto de J.P. Cuenca

Quiero que os enfadéis

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Prohibido pasear

Comparto unas reflexiones de Andrés Ehrenhaus sobre algunas discutibles disposiciones que nos han impuesto sin demasiado cuestionamiento

de la pandemia al pandemonio y vuelta
– marzo 17, 2020
no puedo parar de pensar y pienso: en serio están convencidos de que encerrar a todo el mundo durante 15 o 20 días (con suerte) es la mejor solución? es decir, encerrar a todo el mundo en sus casas, en sus trabajos, en sus vehículos… tengo la sensación de que se está actuando a nivel social –con la mejor intención, sin duda– con la lógica de la medicina occidental pura y dura: un problema, una solución. un síntoma, una pastilla. una enfermedad, una cura específica. es decir, se olvida el resto del cuerpo, como si cada órgano actuara, sufriera y se curara por sí solo. se piensa en los efectos económicos, claro, porque son externos al cuerpo, son externos a la sociedad en sí, son asuntos de bolsillo. pero no se piensa en el efecto del aislamiento radical en el resto de órganos, tanto físicos como sociales, de tutti quanti.
no puede ser que la gente no pueda salir a pasear. no puede ser que no pueda hacer algo de ejercicio al aire libre. no puede ser que pierda contacto con el Otro. hasta los presos en las cárceles salen al patio; si no lo hacen, se matan entre ellos o queman las prisiones. es decir, hay que buscar maneras de racionalizar todo eso otro que el cuerpo social necesita para no enloquecer. hay que encontrar el modo de que la gente pasee sin peligro de contagio, de que salga de la paranoia doméstica y que deje de mirar al Otro como si fuera el mismo virus en persona. alguien tiene que empezar a organizar eso o no vamos a llegar ni a la segunda semana, sobre todo en los países latinos, donde el contacto social y la vida al aire libre están impregnados en el adn, más incluso que los anticuerpos que podamos generar.
cómo hacer eso, cómo dotar a la gente de movilidad segura? yo no soy experto en nada salvo en traducción de poesía, y encima clásica, pero no puedo dejar de pensar y pienso.
por qué no organizar circuitos amplios por donde puedan pasear grupos de dos o tres (núcleos familiares) en horas y días alternos, con instrucciones claras, con medidas de higiene y conducta, de modo que al salir no nos sintamos pecadores contra el dios de la salud universal? de qué sirve todo lo andado si un triste virus de mierda nos vuelve a inocular la culpa, el pesimismo y la resignación milenaria en menos de lo que canta un callo? realmente estamos dispuestos, no al aburrimiento, que eso es inherente al ser humano, sino a entregar el cuerpo (y, por consiguiente, la mente) a la incertidumbre, el miedo y la culpa?
organicemos esta miseria o preparémonos para que haya más desquiciados que enfermos de covid. hay que darle a la gente elementos y herramientas para que sientan que, aparte de estar encerrados sine die rezándole al dios de la vacuna y el tratamiento milagroso, pueden hacer algo útil por sí mismos y por los demás. abrir canales amplios de cooperación real, no para recibir ayuda sino para darla. sentirse útil es la mejor manera de no caer en la melancolía autoindulgente, en el peor de los onanismos que es el onanismo sin goce ni alivio, el onanismo inducido por decreto. démosle a la gente un objetivo alcanzable, un camino de vaciamiento de la angustia.
con todo esto no pretendo ir en contra de ninguna medida de higiene y prevención, solo buscar vías dentro de la clausura que nos acaricien el espíritu. puede haber cuerpos sanos en medio de una pandemia, pero no los hay en medio del pandemonio.
esto no se juega en un solo tablero, esto son partidas simultáneas. y en todas hay que pensar varias jugadas concretas por delante.

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El paseo de Robert Walser en Berlín

Se hace saber a todas las unidades que se presenta por primera vez EL PASEO DE ROBERT WALSER en Berlín
Dos únicas presentaciones
Viernes 28 y sábado 29 de febrero a las 4 pm
Con la colaboración de la librería Bartleby & Co.
Entrada-Colaboración: 10 euros
Inscripciones: robertwalser2012@gmail.com
****A los que se inscriban se les indicará el punto de salida por mail

EL PASEO DE ROBERT WALSER es una obra de teatro site-especific, caminada, donde un grupo de no más de 15 espectadores se encuentran con Robert Walser y lo siguen durante una hora y media, en aparente anarquía, por un barrio en cuestión. Durante el camino se producen encuentros, azarosos o no, teatrales o no, improvisados o no, con un comerciante, una actriz retirada, un librero, una cantante y/o con las vecinas del territorio.

Una vez paseamos por Sao Paulo y lo contaron así en El Estado Mental

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Pasión y omisión en el eje del plata

El traductor y escritor argentino Andy Ehrenhaus leyó este texto en la presentación de Neuros Aires, ayer sábado, en la librería Lata Peinada.

a modo de consigna luminosa, cito del propio libro:

“Me sorprendía entonces y me sigue sorprendiendo que toda la experimentación que algunos escritores trabajan en sus textos se diluye a la hora de presentarlos en vivo. Ya se trate de un escritor convencional como de otro más vanguardista, ambos presentan sus textos de la misma manera. No se tiene en cuenta que la presentación de un libro o una mesa redonda son [o deberían ser, añado yo] un espectáculo“.

esperemos, pues, estar a la altura de la cita.

he leído el libro de marc con sumo placer e interés, y me parece sin duda muy valiente, por no decir osado, como todo lo que hace él, y, a la vez, divertido, rompedor y juicioso, es decir, siempre atento a tocar de peus a terra, siempre latiendo entre el seny i la rauxa, capaz de no dejarse prepotear por el obelisco ni rendirse al tango, ese retrovirus moderno. lo que más me gustó, en una primera lectura, es su lucha por salir indemne de la inmersión en el caldero de las brujas, no emerger con las manos manchadas, no quedar aporteñado para siempre jamás. para eso hay que saber caminar sobre huevos y transitar el paisaje como quien cruza el escenario de una obra conceptual escrita por y para otros.

pero debo decir que hay algo más que me sorprendió al principio y ahora, tras una segunda lectura más profunda, en la que puse el texto del revés, lo leí entre líneas, achiqué la tipografía, lo sacudí con ganas, apagué la luz, cerré la portada, etc., hay algo, decía, que ya me preocupa un poco más y es que en todo el libro no se habla de lo que más le importa a marc, en el sentido ondontológico de lo contingente y lo necesario: en neuros aires no se habla de fútbol!

bueno, sí, de pasada, y no olvidemos este dato porque es “central”, en la pág. 101 dice que “me cae bien garamona, porque es de rosario, como messi”. y en la pág. 25 menciona de pasada al Nápoles y el Milan a propósito de la milanesa napolitana. pequeñeces así, pero nada más, nada de fútbol en serio. en todo el libro! hay mucha droga, sexo y rocanrol, como era de esperar, pero nada de fútbol. lo más profundo que dice el hombre sobre fútbol es si cantar el himno en la previa a los partidos internacionales influye en el juego o no. eso es todo? por favor. no leí a fondo los otros libros de la serie (carcelona, caracaos, drogotá) pero me atrevería a asegurar que adolecen más o menos de lo mismo. pongo un ejemplo, de los muchos que jalonan el libro:

en el capítulo Neurosis en Colegiales, donde se narra uno de los hitos del antikodamismo mundial en el marco de la celebración dionisíaco-barrial del 1 de mayo, se omite ex profeso un dato esencial ocurrido aquel día, cual es que marc salió exultante de la casa de mi hermana a la calle tomada por animadores infantiles y progenitores sobreestimulados con el grito sagrado en la boca: goooool, dijo marc, y a continuación, això ja està dat i beneït, pues había presenciado en la borrosa pantalla de un televisor del siglo XIX el mejor de los goles que la pulga le acababa de endosar al liverpool en la ida de la champions. con ese ánimo, con ese gol en la retina, nos metimos en el taller electromecánico tomalino a empoderarnos de lo que es del pueblo y comer con borges por milésima vez en casa de bioy casares. y esto lo sé porque fue marc el que me arrastró casa adentro para que me arrodillara ante la repetición del tanto y me abrazara a su ilusión.

ahora bien, a mi modo de ver, esto responde a una cuestión concreta, un arcano particular del propio texto. no lo digo en clave barthesiana, ni de roland barthes ni de bart simpson ni de pat metheny, sino en aras de ofrecer al lector un atisbo de la verdad, por turbia y oscura que esta sea. bajo su capa asfáltica más evidente, bajo los baches, las bicisendas y los carriles figurados de metro-bus de neuros aires se percibe una subtrama, un subsuelo, un subestrato urbano, una cartografía oculta que no coincide en absoluto con la de buenos aires sino que dibuja el trazado de otra ciudad, como ya insinúa, sin desvelar el secreto, el inefable jordi carrión en su iluminador comentario de la contraportada: “este libro es muchos libros, porque son muchas las ciudades que llamamos buenos aires”.

el tema, amigues, es que, de esas tantas otras ciudades, surge una en particular como un grano encarnado en una espalda tersa, como un tatuaje en un gemelo, como un surubí en un lago de palermo: este no es un libro sobre buenos aires, o bajo, ante, cabe, con, buenos aires sino un libro sobre… rosario. sí señor.

y lo es precisamente porque la carencia de fútbol es el síntoma que desnuda el arcano: el problema de marc no es porteño sino rosarino y tiene que ver con que una novia lo quiso hacer canalla pero él, en el fondo, temeroso de dios, sabe que no puede traicionar a Messi, que su karma es ser leproso. porque novias rosarinas las hay a montones, a cientos e incluso a miles, pero Messi, que también tiene una novia obviamente rosarina, solo hay uno. y es del barça. y marc teme que si no se hace hincha de la lepra como el tata martino, Messi acabe yéndose al manchester city…

al principio, tot s’ha de dir, lo intentó con san lorenzo. pensó que lo más fácil era hacerse cuervo, compartir los colores y entrar en el selecto club de francisco I, marcelo tinelli y vigo mortensen, y viajar con ellos en el avión privado del vaticano allí donde el viento azulgranate los llevase, pero se suscitó un problema de papeles: lo obligaban a renunciar a su carnet del barça. que es, como la nacionalidad argentina, irrenunciable. y ahí se acabó la aventura. que marc calló, por pudor o elegancia, cubriendo ese hueco en el libro con un fragmento robado, elegantemente también, a cristina fallarás.

porque, cuál es el problema que le plantea una ciudad como neuros aires a un culé como marc? el fútbol. hay que ser de un equipo o morir. hasta borges era hincha de un club, por obra y gracia de su más cruel amigo, y ahí no valen el barça o el madrid, ni pendejadas como la juve o el tottenham. hay tantos equipos para elegir que no se puede andar con remilgos. y una vez interiorizado el estigma, eso ya no se borra más, como se vio en el ejemplo de san lorenzo.

dice marc que tanteó a atlanta, pero le pedían que se circuncidara. no sé si llegó a fantasear con chacarita o con ferro, pero hay que ser muy bravo para esos avatares, no se pueden acometer con ligereza. bravo y lonjevo, porque la suerte cae por esos barrios cada 30 o 40 años… y hay que saber vivir en la B, y hasta en la C, esos purgatorios heroicos. como dice el manual del hincha porteño: primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. un culé no tiene cuerpo para algo así. un culé se enferma de gravedad si el equipo pierde el porcentaje de posesión y entra en depresión profunda si un año no juega la champions. es por eso que el proceso soberanista pone nervioso a todo el mundo, salvo quizás a los periquitos, que sí podrían adaptarse a un escenario duro y hacerse de all boys o de banfield sin desmayos y acaso con mayores alegrías.

el caso es que marc entró en la deriva rosarina como quien se aparta de la sana medicina tradicional y la automedicación con antibióticos o barbitúricos para refugiarse en la amabilidad discursiva de las terapias alternativas, y cayó presa ahí de esa dialéctica binaria que le resultaba más familiar, más sosegada, menos desgarrante. pero le pasó lo de la novia y los canallas y entonces entendió que su tema era otro, o el otro, o mejor dicho La Otra Ciudad, la barcelona del peloponeso, la ciudad condal del subdesarrollo, la venecia de la soja, la brujas del sur, ese bastión de la banda oriental en tierra argenta, esa cabeza de puente de la invasión charrúa, ese lugar –rosario– central en la historia del análisis (pues nadie ignora que todos los psicoanalistas, lacanianos, junguianos o luteranos, son rosarinos) y de la poesía light de la experiencia.

ahí, en esa otra ciudad, al pie del monumento a la bandera, a orillas del paraná, por donde bajan los camalotes con tropas uruguayas camufladas, ahí se desarrolló un descomunal congreso panhispano de la lengua, un tremendo evento multipantalla y abierto a la diversidad probiótica de los pueblos y sus tradiciones folclóricas más absurdas, con multitud de ponencias, seminarios y mesas redondas de una riqueza telúrica incalculable, y consta en acta que en una de esos encuentros, cuando marc pidió el nobel póstumo para borges, alguien, unos dicen que fue un requeté carlista, otros que un académico sueco, otros más que un acalorado tertuliano merengue, tuvo el tupé, o el tupí-guaraní, de expresar, en medio de la desordenada charla, aquello tan célebre de:
marc, por qué no te caellas!

por suerte para todos nosotros, marc no se caelló y escribió también sobre eso, sobre borges en marbella e ifigenia en hospitalet, sobre la ciudad bajo la ciudad bajo la ciudad, sobre una geografía urbana hecha de estratos de lasaña, donde todas las ciudades son una misma aldea superpoblada por aborígenes centroeuropeos hambrientos de gol. qué pasó para que el anarquista lombardo, el socialista polaco, el nihilista ucraniano, el aventurero extremeño se fundieran en la figura ingenua, voraz e inclemente del hincha de fútbol? todo eso está, y no está, es decir, está al estar ausente, en el libro de marc: igual que se lee distinto el fiord de lamborghini si se tienen o no las claves peronistas esenciales, neuros aires se lee distinto en clave rosarina, que es como decir en clave yoruga y latinoamericana.

la mayor irreverencia que puede hacérsele a buenos aires es verla en su esencia latinoamericana, en su esencia indígena y caníbal, y así nos ve marc. nos ve hambrientos, desaforados, gauchescos, capaces de ir a degüello por los motivos más nimios y de enternecernos hasta las lágrimas ante un plato de chinchulines. nos ve desde europa, desde la platea del barça, desde el temor a que un minúsculo error de cálculo se lleve a messi para siempre a la pérfida albión. como los buenos toreros, marc domina su terror simulando no tenerlo, porque no tenerlo de verdad solo está al alcance de los locos o de los porteños. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires sin el culo en la mano. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires.

no sería de extrañar, y creo que averiguarlo bien merece una segunda y tercera lecturas, que carcelona fuera un texto dedicado a zaragoza (no en vano se destaca en la nota biográfica de la solapa que caellas nació en [la calle] aragón), y otro tanto con caracaos o drogotá, que seguramente versan sobre mérida o medellín. y entiendo que no las nombre directa o indirectamente, porque qué títulos iba a tener que ponerles a ese libros: miérdida? medallón? zara no goza?

a continuación, algunos ejemplos salpicados de la hermenéutica rosarino/yoruga de neuros aires:

– se menciona (p. 56) al che guevara, un conocido rosarino que, encima, se crió en córdoba, se fue al trópico y cuando volvió a estas latitudes, adónde fue? a punta del este, uruguay!
– en esa misma pág. se habla de un pesebre animado publicitado como “uno de los más grandes del mundo”; es evidente que este constructo no puede estar en buenos aires porque en ese caso sería “EL más grande del mundo”, sin la menor sombra de dudas, como la 9 de julio, que es la avenida más ancha del mundo, o rivadavia, la calle más larga del mundo, etc.
– el libro entero confluye hacia un texto final de salvador pániker sobre la literatura del self. digamos que es el téxto vórtice del libro. y es de salvador pániker, un intelectual dedicado a poner en relieve la cultura, la mística, el pensamiento orientales. un orientalista! es decir, un ideólogo del uruguayismo.
– no aparece el mate. nunca. esto resulta altamente significativo, porque la omisión no delataría tanto el carácter rosarino de la obra como su mal disimulado patriotismo oriental; al no merecer ni una sola mención, es como si el libro en sí gritara a voz en cuello: mate, mate, mate, termo, termo, termo.
– para subrayar ese corrimiento geográfico, marc introduce un concepto nuevo, el otrapartismo: en la p. 79 cita un texto de fernanda trías que dice abiertamente: “la literatura de buenos aires siempre sucede en otra parte” y, no contento con eso, en páginas sucesivas (80 y 81) tiene el golpe de genio de inventar una supuesta revista llamada, cómo si no, Otra Parte, codirigida por una tal graciela speranza, nombre inverosímil donde los haya, porque toda mujer argentina que se precie se llama gabriela antes que graciela y porque la speranza es eso “que no llega, que no alcanza, que no puede vislumbrar la tarde mansa”.
– sigamos. la palabra “rosario”, que no viene a cuento de nada, aparece 7 veces, 7 veces! la primera vez en un fragmento de ABC; en la pág. 178 está dos veces seguidas; y en la pág. 22, en un alevoso ejercicio de osadía esotérica, aparece atrapada en “Los misterios de Rosario”, título que el autor no pudo ponerle al libro porque ya estaba pillado.
– marc habla más de pescados que de vacío, entraña o cuadril, y siempre se refiere a la carne –cuando todos sabemos que se muere por un cocido– con distancia brechtiana o ironía socrática. sabido es que, a día de hoy, hay en bs as más veganos que carnívoros, pero es gente educada en las tradiciones nacionales, que no se ríe de una vaca ni a palos y mucho menos de un choripán. en rosario, en cambio, adoran a los manatíes y las sirenas de río.
– en la p. 125 dice algo de que las tipas florecen en bs as, cuando todo el mundo sabe que las tipas de neuros aires no florecen, escupen. y qué decir de las palmeritas de la tapa! si le sacamos el obelisco y el congreso, qué queda? rosario.
– el término oriental “impecable” (como en la frase: “impecable, bo”) aparece dos veces, en las pp. 50 y 139. “imponente”, en cambio, brilla por su ausencia.

hablando de ausencias, otra imponente ausencia del libro, bo, es la de spinetta, pero eso ya es arena de otro collar. abur y muchas gracias.

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Comentarios, críticas, reseñas sobre Suicide Notes

El escritor Miqui Otero escribe sobre Suicide Notes en El Periódico

El filósofo Xavi Bassas escribe sobre Suicide Notes en La Directa

“Suicide Notes és llavors un brillant i colpidor experiment escènic, de gènere indefinit, que consisteix a recuperar les notes escrites per persones, poc o molt conegudes, just abans de suïcidar-se, i en escoltar-les col·lectivament. Anem escoltant així les darreres paraules que ens van deixar per escrit aquelles i aquells que, uns moments més tard, s’absentarien d’aquest món per una decisió pensada, potser també podríem dir, per una decisió política. Paraules pòstumes que prenen força col·lectiva en aquesta obra i que compten amb música en directe”.

El crítico cultural José de Montfort escribe sobre Suicide Notes para BCN Mes

“una obra performance que mezcla el teatro, la música en directo, el videoarte y el testimonio gráfico. Todo ello para acabar en una emocionante catarsis colectiva que, a pesar del tema que trata (o quizá precisamente por ello), resulta luminosa, reconfortante”.

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Presentación de Neuros Aires en Barcelona

Este sábado 15 de enero
A las 13 horas
Vermut de presentación
Librería Lata Peinada
Carrer Arc de la Verge 10

“Este libro es muchos libros porque son muchas las ciudades que llamamos Buenos Aires. Un libro muy caminado, que destila la esencia cultural, erótica y psicoanalítica de una gran ciudad barrio por barrio. Un libro muy leído, que cita poemas, ensayos y ficciones para crear la banda sonora de una interpretación urbana. Un libro muy vivido, cargado de experiencia y de amistad y de pasión y de ironía; de verdad —digamos. Un libro performático, puro teatro, que recurre a los mecanismos de la apropiación y del collage para sacar a la literatura autobiográfica y documental de sus marcos convencionales, porque al fin y al cabo su autor, además de cronista y de gestor cultural, es un dramaturgo que ha sacado de sus casillas a actores, escenarios y textos para acercarlos al arte contemporáneo. Este libro es también poético, neurótico, drogotano, confesional, carcelonesco, postfreudiano, canchero, etnográfico, autocrítico, venezolano, híbrido: en fin, muy argentino. Este libro es carnaval y tango”.
Jorge Carrión

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Cielo TV en el Teatro del Barrio

Si no pudiste ir a la Edad de Oro y ver a Santiago Auserón entrevistado por Nico, si no viste a Valerie Solanas en la Factory de Warhol, ¡ven a CIELO TV! Y si sí estuviste, ¡vuelve a bailar al Teatro del Barrio!.

En CIELO TV invocamos el ambiente libre, abierto, desinhibido y divertido de algunos programas de televisión de los 80, desde Paloma Chamorro a TV Party. A través del humor, la cita gamberra y la reactuación homenajeamos a personajes como Blondie, Chris Stein, David Bryne, Radio Futura, Federico Manuel Peralta Ramos…

Viernes 17 / 22.30 horas
Sábado 18 / 22.30 horas
Domingo 19 / 18.00 horas

“El espectador lleva ventaja: no paga un precio alto y no corre riesgos. Puede reconstruir, explicar y revivir sus momentos favoritos. Puede dilatar y amplificar los recuerdos ajenos […] Forzar las referencias, las derivas, los escenarios y las personas. Rescatar una actitud antes que una época. Y narrarlo todo. En un relato”. Ese relato es el de cómo la artista catalana Sindria Segura, un 30 de octubre de 1985, le roba la peluca a un impávido Andy Warhol aprovechando una firma de libros en la librería Rizzoli de Nueva York; historia que sirve de nexo de unión del libro de Torres y que en la adaptación teatral de Marc Caellas desaparece, en beneficio de una utopía que pasa por encima de la vida, que es un sorpasso. La vida entendida –para Caellas– como el riesgo de desnudarse y exponerse, sin saber qué pasará después. Un mostrarse televisivo, en un modo híbrido entre La edad de oro, de Paloma Chamorro, y el programa TV Party, conducido por Glenn O´Brien y Chris Stein (Blondie), que se emitió en el canal de cable de Nueva York desde 1978 hasta 1982. Igual que allá, en la adaptación teatral una banda de música instrumental (al estilo de la de Walter Stedin) sirve de acompañamiento musical (Los Tentáculos), con ritmos rockeros y el proto-punk del legendario Link Wray.”
David G. Torres

“Este viaje por las nubes lo conduce el artista argentino Esteban Feune de Colombi (socio artístico de Caellas en múltiples trabajos previos), un versátil maestro de ceremonias de dicción perfecta. Alejandra Martínez de Miguel, una joven poetisa y actriz, y la creadora escénica Iara Solano interpretan, juegan, bailan, cantan, recitan y se entregan al son de este dispositivo hipnótico. Cielo TV ofrece un triángulo de talentos de vértices que calan en el espectador”.
Laura Ventura para The Objective

Dedicamos estas funciones a Nico, una (insu)musa que inspiró una canción a Bob Dylan, un poema a Jim Morrison, una película a Andy Warhol, un relato a Ernest Hemingway y un ensayo a Jean Baudrillard.

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Entrevista con Esteban Feune de Colombi

En enero de 2020, el editor, escritor, fotógrafo y performer argentino Esteban Feune de Colombi tiene funciones de 4 obras distintas:
– Suicide Notes
– Cielo TV
– Juego de Cartas
– El paseo de Robert Walser

Las presentaciones suceden en diferentes teatros y librerías de Barcelona y Madrid. Una voz anónima le entrevista para conocer detalles sobre estos y otros proyectos en los que anda metido.

Cielo Tv se presenta en el Teatro del Barrio del 17 al 19 de enero

De nuevo en España y metido en varios proyectos teatrales o escénicos o performativos en los que eres intérprete, creador, director o performer, o todo a la vez, ¿cómo llevas esa multiplicidad de funciones?

Llevarla, del verbo llevar, la llevo bastante bien y sin sobrepeso: todo entra más o menos en una maleta… El sombrero de El paseo de Robert Walser, las botas de Suicide Notes, la camisa de Cielo TV, el mazo de cartas de Juego de cartas –¡cuatro obras en un mes!– y algún otro elemento por ahí que me convierten en un perverso polimorfo, parafraseando, y mal, a Freud. Me muevo descaminado y avanzo en modo “larvatus prodeo”. Y, por otra parte, la escritura se transporta a sí misma, pura inmanencia. En todos los casos, me sostengo a base de deseo y Google Calendar, y en casi todos los casos, eso se suma a la disciplina, el rigor y la puntualidad de mi coequiper escénico-vital catalán, el señor Marc Caellas. Su disciplina, su rigor y su puntualidad son peores –o mejores– que las mías, salvo cuando está frente a una botella de mezcal o a una canción de Nacho Vegas; si ambas cosas suceden a la vez, tsunami. Fuera de broma… Hoy me desperté en Madrid, en la divina casa que me prestó un amigo (mágico esto de “hacer casa” en casas de otros), y fui directo a la cocina a preparar un brebaje con tinturas madres y jugo de limón que me indicó Díaz Varela, un homeópata que es también médico ayurvédico. Desde allí, a través de una ventana, vi a una oficinista quieta en su oficina, frente a la pantalla de la computadora, y entendí que esa rutina me destrozaría por completo; entonces bebí de un saque la pócima, recordé que la noche anterior había compartido mesa con Peter Kaldheim y Alberto García Alix, y abracé el estúpido vértigo que me invento para parecer interesante, para parecer. En el fondo, como Xavier de Maistre, yo quizás me quedaría feliz dando vueltas en mi habitación. Por cierto, de Kaldheim recuerdo su terror de niño al creer que su padre haría un sándwich con sus tripas, el “Peter Sándwich”, y de García Alix, que una holandesa le tatuó la polla con una suma incorrecta que se le apareció en un sueño y que una china, en China, se horrorizó al constatar que los números no cerraban. “Para los chinos”, concluyó el fotógrafo, “los números son sacré”. Pues para mí también son sacré. Y como digo últimamente, para desacralizar, yo sólo soy escritor cuando escribo y sólo soy actor cuando actúo; el resto del tiempo, no sé lo que soy, pero acá estoy.

Este fin de semana estás con Cielo TV en Madrid, en el Teatro del Barrio, ¿cómo explicarías la propuesta y cuál es tu rol en ella?

Esto no va a ser sencillo. La obra recrea el ambiente de los 80 tanto en Nueva York como en Madrid, inspirándose tanto en Glenn O’Brien como en Paloma Chamorro y sus respectivos programas TV Party y La edad de oro. Inspirarse es un poco eufemismo, un poco verdad. Los ojos de los espectadores son las cámaras del plató en que las actrices, los músicos y yo, a modo de presentador del artefacto, nos movemos así como así, sin pretensiones. Se nos ven las costuras, los dobleces, pero no importa. Habiendo estrenado la obra en México y luego en Barcelona, hay algo de que cada vez es distinta, pero distinta en serio. Menos yo y los dos subdirectores, Marc Caellas y David G. Torres, todo lo demás es nuevo. Lo que no cambia es la nube de nombres y apellidos que homenajeamos, tan heteróclita como improbable: Nico, Federico Manuel Peralta Ramos, Warhol, Montse y Miralda, Patti Smith, Clayton Cubitt, Valerie Solanas, Cindria Segura, Santiago Auserón, Lou Reed… Esta obra y Suicide Notes son como disparadores para que luego el público, si quiere, profundice más en la materia. Por eso las referencias son sutiles y se mueven como placas tectónicas que permean la cosa por debajo, sigilosamente. Eso me gusta. Y me gusta terminar arriba, bailando y festejando. ¿Se entiende algo? Anticipé que no sería sencillo. ¡Mejor si vienen!

Es interesante que en Cielo TV se pasa del Manifiesto Infrarraelista, de Roberto Bolaño, en la función de México, al Manifiesto Gánico, de Federico Manuel Peralta Ramos, en Barcelona y Madrid. ¿Qué hilos invisibles crees que los unen y los separan?

Del “déjenlo todo nuevamente” de Bolaño y compañía al “ser gánico es hacer lo que uno tiene ganas” de Federico Manuel creo que se cuece algo que hace unos días releí en el Gargantúa de Rabelais y que había olvidado, como casi todo lo que leo y que se instala en un bizarro espacio latente esperando la resurrección: Thelema. En esa suerte de abadía utópica, de sociedad ideal, se vivía bajo el lema “fais ce que tu voudras” –haz lo que deseas– hay ecos de los griegos y un grito precursor, por qué no, del Libro de la ley de Aleister Crowley. Creo que en la vida todo está de algún modo ligado, a veces de formas peculiarmente íntimas, sabrosamente peligrosas. Creo en eso con fervor. En los hilos invisibles, en los pases mágicos. Mi madre murió hace poco y antes de que partiera le pedí que por favor me mandara una señal cuando llegara “al otro lado”. Sin que yo lo supiera, mi hermana le pidió lo mismo. Corte a: una semana después, estoy de gira en Colombia. Un día de descanso, caminábamos con Marc por unas bellas montañas del eje cafetero cuando de pronto vi, en el carrete de fotos de mi móvil, en el carrete de ese día, el 13 de octubre, una selfie que me hice con mi madre en junio. No sé cómo se apareció ahí. O sí, porque de inmediato sentí: es mamá avisándome que llegó. Salíamos de una sesión de quimioterapia. Yo estoy al volante de su auto. Es el atardecer. La luz, poca. Estamos en invierno. Aprovecho un semáforo para disparar. Yo sonrío. Ella no me mira: está concentrada en la pantalla de su móvil, que le ilumina el rostro de blanco como si fuera un ángel. El rostro, redondo, resplandece; está en paz con la vida. Mi madre murió el 6 de octubre. Una semana después, la tarde del 13 de octubre, la veo aparecer en mi móvil y esa misma noche, que es “doble luna llena”, me dice mi astrólogo, sueño con mi madre. “La luna es la madre”, insiste Darío, mi astrólogo. Al día siguiente, llamo a mi hermana para contarle el sueño y me contesta que ella y sus tres hijas también habían soñado con mi madre… “Llegó”, dijimos al unísono: mi hermana en Buenos Aires, yo en una finca de aguacates en Pereira. En Gargantúa se lee, respecto de los habitantes de Thelema: “Ellos se levantaban de sus camas cuando juzgaban conveniente; ellos en efecto comían, bebían, trabajaban, dormían, cuando lo desearan y estuviesen dispuestos a ello”. Ahí están los ecos gánicos y disruptivos de Bolaño y Federico Manuel, aunque uno tenía menos hormigón en la columna vertebral que el otro, resonando en Rabelais y Crowley. Quien sabe si en la próxima temporada de Cielo TV los incorporamos…

En estos meses salió tu libro Del infinito al bife en la editorial argentina Caja Negra (que pronto presentarás en la librería Lata Negra barcelonesa) y, de alguna manera, te convertiste en uno de los portadores del legado de Federico Manuel, ¿te sientes honrado con ese testigo?

Honrado y aterrado. Federico es demasiado grande y en él está todavía todo por descubrir. Adoro poner a circular su magia, sea en un libro o recitando sus poemas, cantando sus canciones o contando sus proezas artísticas. Hoy puedo entender mejor desde dónde decía, desde dónde proclamaba, desde dónde creaba. Hace una semana, un artista amigo que dibujó la tapa de mi primer poemario me escribió para decirme que había leído Del infinito al bife de un tirón. Eso de “de un tirón” me encanta, no sé por qué. Suena a algo hipnótico, a un péndulo. Y ojalá logre con ese péndulo restaurar el equilibrio, como quería Federico, entre la gente infinito –el espíritu– y la gente bife –la materia–. En fin. Mi amigo artista me dijo que tenía la sensación de que a Federico lo habían dejado solo. Él era íntimo de Federico y participó del libro con un testimonio muy interesante: prefirió que publicara una foto que el propio Federico le regaló: un retrato propio y, debajo, la frase “¡fuerza!”. Le agradecí y agregó que mi libro, de alguna forma, venía a redimir esa falta. Me doy por hecho. Muchos sabemos que el trabajo literario es, en el 95% de los casos, totalmente amateur… Uno gana unos pesos, pero esos billetes no compensan el esfuerzo y la dedicación y, en cierta manera, a mí me da igual. Me da igual porque sí lo compensan. Y más. Esa energía canaliza otra energía que canaliza otra energía. Uno hace –yo hago– para seguir haciendo. En el fondo, ¿qué compensa qué? El libro sobre Federico me hizo y me hace muy feliz. El día en que lo presenté en Buenos Aires, en la Fundación Cazadores, hice una performance bastante loca, medio chamánica, 24 horas después de una sesión de ayahuasca. Al terminar, Diego, el hermano más cercano de Federico, me dio un abrazo de oso y llorando, me dijo: “Esta noche lo bajaste a Federico acá”. Creo que la literatura –un objeto con tapas de cartón y cien páginas, por ejemplo– produce efectos aún poco explorados.

¿Cuáles son los planes de futuro para este 2020?

Justamente, como contestó alguna vez Federico cuando le preguntaron cuáles eran sus planes para el año entrante, “estar presente”.


Del infinito al bife se presenta el jueves 23 de enero en la librería Lata Peinada

31-01 Pinamar-01 Pinamar La noche de las ideas en el Viejo Hotel Ostende. Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas. Foto: Andres D’Elia

Juego de Cartas se presenta en la librería NoLlegiu los días 24 y 31 de enero

El paseo de Robert Walser se presenta en Madrid (función privada) y en Barcelona los sábados 25 de enero, 1 y 8 de febrero a las 11,30 de la mañana.
Para anotarse escribir a robertwalser2012@gmail.com

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