El traductor y escritor argentino Andy Ehrenhaus leyó este texto en la presentación de Neuros Aires, ayer sábado, en la librería Lata Peinada.
a modo de consigna luminosa, cito del propio libro:
“Me sorprendía entonces y me sigue sorprendiendo que toda la experimentación que algunos escritores trabajan en sus textos se diluye a la hora de presentarlos en vivo. Ya se trate de un escritor convencional como de otro más vanguardista, ambos presentan sus textos de la misma manera. No se tiene en cuenta que la presentación de un libro o una mesa redonda son [o deberían ser, añado yo] un espectáculo“.
esperemos, pues, estar a la altura de la cita.
he leído el libro de marc con sumo placer e interés, y me parece sin duda muy valiente, por no decir osado, como todo lo que hace él, y, a la vez, divertido, rompedor y juicioso, es decir, siempre atento a tocar de peus a terra, siempre latiendo entre el seny i la rauxa, capaz de no dejarse prepotear por el obelisco ni rendirse al tango, ese retrovirus moderno. lo que más me gustó, en una primera lectura, es su lucha por salir indemne de la inmersión en el caldero de las brujas, no emerger con las manos manchadas, no quedar aporteñado para siempre jamás. para eso hay que saber caminar sobre huevos y transitar el paisaje como quien cruza el escenario de una obra conceptual escrita por y para otros.
pero debo decir que hay algo más que me sorprendió al principio y ahora, tras una segunda lectura más profunda, en la que puse el texto del revés, lo leí entre líneas, achiqué la tipografía, lo sacudí con ganas, apagué la luz, cerré la portada, etc., hay algo, decía, que ya me preocupa un poco más y es que en todo el libro no se habla de lo que más le importa a marc, en el sentido ondontológico de lo contingente y lo necesario: en neuros aires no se habla de fútbol!
bueno, sí, de pasada, y no olvidemos este dato porque es “central”, en la pág. 101 dice que “me cae bien garamona, porque es de rosario, como messi”. y en la pág. 25 menciona de pasada al Nápoles y el Milan a propósito de la milanesa napolitana. pequeñeces así, pero nada más, nada de fútbol en serio. en todo el libro! hay mucha droga, sexo y rocanrol, como era de esperar, pero nada de fútbol. lo más profundo que dice el hombre sobre fútbol es si cantar el himno en la previa a los partidos internacionales influye en el juego o no. eso es todo? por favor. no leí a fondo los otros libros de la serie (carcelona, caracaos, drogotá) pero me atrevería a asegurar que adolecen más o menos de lo mismo. pongo un ejemplo, de los muchos que jalonan el libro:
en el capítulo Neurosis en Colegiales, donde se narra uno de los hitos del antikodamismo mundial en el marco de la celebración dionisíaco-barrial del 1 de mayo, se omite ex profeso un dato esencial ocurrido aquel día, cual es que marc salió exultante de la casa de mi hermana a la calle tomada por animadores infantiles y progenitores sobreestimulados con el grito sagrado en la boca: goooool, dijo marc, y a continuación, això ja està dat i beneït, pues había presenciado en la borrosa pantalla de un televisor del siglo XIX el mejor de los goles que la pulga le acababa de endosar al liverpool en la ida de la champions. con ese ánimo, con ese gol en la retina, nos metimos en el taller electromecánico tomalino a empoderarnos de lo que es del pueblo y comer con borges por milésima vez en casa de bioy casares. y esto lo sé porque fue marc el que me arrastró casa adentro para que me arrodillara ante la repetición del tanto y me abrazara a su ilusión.
ahora bien, a mi modo de ver, esto responde a una cuestión concreta, un arcano particular del propio texto. no lo digo en clave barthesiana, ni de roland barthes ni de bart simpson ni de pat metheny, sino en aras de ofrecer al lector un atisbo de la verdad, por turbia y oscura que esta sea. bajo su capa asfáltica más evidente, bajo los baches, las bicisendas y los carriles figurados de metro-bus de neuros aires se percibe una subtrama, un subsuelo, un subestrato urbano, una cartografía oculta que no coincide en absoluto con la de buenos aires sino que dibuja el trazado de otra ciudad, como ya insinúa, sin desvelar el secreto, el inefable jordi carrión en su iluminador comentario de la contraportada: “este libro es muchos libros, porque son muchas las ciudades que llamamos buenos aires”.
el tema, amigues, es que, de esas tantas otras ciudades, surge una en particular como un grano encarnado en una espalda tersa, como un tatuaje en un gemelo, como un surubí en un lago de palermo: este no es un libro sobre buenos aires, o bajo, ante, cabe, con, buenos aires sino un libro sobre… rosario. sí señor.
y lo es precisamente porque la carencia de fútbol es el síntoma que desnuda el arcano: el problema de marc no es porteño sino rosarino y tiene que ver con que una novia lo quiso hacer canalla pero él, en el fondo, temeroso de dios, sabe que no puede traicionar a Messi, que su karma es ser leproso. porque novias rosarinas las hay a montones, a cientos e incluso a miles, pero Messi, que también tiene una novia obviamente rosarina, solo hay uno. y es del barça. y marc teme que si no se hace hincha de la lepra como el tata martino, Messi acabe yéndose al manchester city…
al principio, tot s’ha de dir, lo intentó con san lorenzo. pensó que lo más fácil era hacerse cuervo, compartir los colores y entrar en el selecto club de francisco I, marcelo tinelli y vigo mortensen, y viajar con ellos en el avión privado del vaticano allí donde el viento azulgranate los llevase, pero se suscitó un problema de papeles: lo obligaban a renunciar a su carnet del barça. que es, como la nacionalidad argentina, irrenunciable. y ahí se acabó la aventura. que marc calló, por pudor o elegancia, cubriendo ese hueco en el libro con un fragmento robado, elegantemente también, a cristina fallarás.
porque, cuál es el problema que le plantea una ciudad como neuros aires a un culé como marc? el fútbol. hay que ser de un equipo o morir. hasta borges era hincha de un club, por obra y gracia de su más cruel amigo, y ahí no valen el barça o el madrid, ni pendejadas como la juve o el tottenham. hay tantos equipos para elegir que no se puede andar con remilgos. y una vez interiorizado el estigma, eso ya no se borra más, como se vio en el ejemplo de san lorenzo.
dice marc que tanteó a atlanta, pero le pedían que se circuncidara. no sé si llegó a fantasear con chacarita o con ferro, pero hay que ser muy bravo para esos avatares, no se pueden acometer con ligereza. bravo y lonjevo, porque la suerte cae por esos barrios cada 30 o 40 años… y hay que saber vivir en la B, y hasta en la C, esos purgatorios heroicos. como dice el manual del hincha porteño: primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. un culé no tiene cuerpo para algo así. un culé se enferma de gravedad si el equipo pierde el porcentaje de posesión y entra en depresión profunda si un año no juega la champions. es por eso que el proceso soberanista pone nervioso a todo el mundo, salvo quizás a los periquitos, que sí podrían adaptarse a un escenario duro y hacerse de all boys o de banfield sin desmayos y acaso con mayores alegrías.
el caso es que marc entró en la deriva rosarina como quien se aparta de la sana medicina tradicional y la automedicación con antibióticos o barbitúricos para refugiarse en la amabilidad discursiva de las terapias alternativas, y cayó presa ahí de esa dialéctica binaria que le resultaba más familiar, más sosegada, menos desgarrante. pero le pasó lo de la novia y los canallas y entonces entendió que su tema era otro, o el otro, o mejor dicho La Otra Ciudad, la barcelona del peloponeso, la ciudad condal del subdesarrollo, la venecia de la soja, la brujas del sur, ese bastión de la banda oriental en tierra argenta, esa cabeza de puente de la invasión charrúa, ese lugar –rosario– central en la historia del análisis (pues nadie ignora que todos los psicoanalistas, lacanianos, junguianos o luteranos, son rosarinos) y de la poesía light de la experiencia.
ahí, en esa otra ciudad, al pie del monumento a la bandera, a orillas del paraná, por donde bajan los camalotes con tropas uruguayas camufladas, ahí se desarrolló un descomunal congreso panhispano de la lengua, un tremendo evento multipantalla y abierto a la diversidad probiótica de los pueblos y sus tradiciones folclóricas más absurdas, con multitud de ponencias, seminarios y mesas redondas de una riqueza telúrica incalculable, y consta en acta que en una de esos encuentros, cuando marc pidió el nobel póstumo para borges, alguien, unos dicen que fue un requeté carlista, otros que un académico sueco, otros más que un acalorado tertuliano merengue, tuvo el tupé, o el tupí-guaraní, de expresar, en medio de la desordenada charla, aquello tan célebre de:
marc, por qué no te caellas!
por suerte para todos nosotros, marc no se caelló y escribió también sobre eso, sobre borges en marbella e ifigenia en hospitalet, sobre la ciudad bajo la ciudad bajo la ciudad, sobre una geografía urbana hecha de estratos de lasaña, donde todas las ciudades son una misma aldea superpoblada por aborígenes centroeuropeos hambrientos de gol. qué pasó para que el anarquista lombardo, el socialista polaco, el nihilista ucraniano, el aventurero extremeño se fundieran en la figura ingenua, voraz e inclemente del hincha de fútbol? todo eso está, y no está, es decir, está al estar ausente, en el libro de marc: igual que se lee distinto el fiord de lamborghini si se tienen o no las claves peronistas esenciales, neuros aires se lee distinto en clave rosarina, que es como decir en clave yoruga y latinoamericana.
la mayor irreverencia que puede hacérsele a buenos aires es verla en su esencia latinoamericana, en su esencia indígena y caníbal, y así nos ve marc. nos ve hambrientos, desaforados, gauchescos, capaces de ir a degüello por los motivos más nimios y de enternecernos hasta las lágrimas ante un plato de chinchulines. nos ve desde europa, desde la platea del barça, desde el temor a que un minúsculo error de cálculo se lleve a messi para siempre a la pérfida albión. como los buenos toreros, marc domina su terror simulando no tenerlo, porque no tenerlo de verdad solo está al alcance de los locos o de los porteños. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires sin el culo en la mano. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires.
no sería de extrañar, y creo que averiguarlo bien merece una segunda y tercera lecturas, que carcelona fuera un texto dedicado a zaragoza (no en vano se destaca en la nota biográfica de la solapa que caellas nació en [la calle] aragón), y otro tanto con caracaos o drogotá, que seguramente versan sobre mérida o medellín. y entiendo que no las nombre directa o indirectamente, porque qué títulos iba a tener que ponerles a ese libros: miérdida? medallón? zara no goza?
a continuación, algunos ejemplos salpicados de la hermenéutica rosarino/yoruga de neuros aires:
– se menciona (p. 56) al che guevara, un conocido rosarino que, encima, se crió en córdoba, se fue al trópico y cuando volvió a estas latitudes, adónde fue? a punta del este, uruguay!
– en esa misma pág. se habla de un pesebre animado publicitado como “uno de los más grandes del mundo”; es evidente que este constructo no puede estar en buenos aires porque en ese caso sería “EL más grande del mundo”, sin la menor sombra de dudas, como la 9 de julio, que es la avenida más ancha del mundo, o rivadavia, la calle más larga del mundo, etc.
– el libro entero confluye hacia un texto final de salvador pániker sobre la literatura del self. digamos que es el téxto vórtice del libro. y es de salvador pániker, un intelectual dedicado a poner en relieve la cultura, la mística, el pensamiento orientales. un orientalista! es decir, un ideólogo del uruguayismo.
– no aparece el mate. nunca. esto resulta altamente significativo, porque la omisión no delataría tanto el carácter rosarino de la obra como su mal disimulado patriotismo oriental; al no merecer ni una sola mención, es como si el libro en sí gritara a voz en cuello: mate, mate, mate, termo, termo, termo.
– para subrayar ese corrimiento geográfico, marc introduce un concepto nuevo, el otrapartismo: en la p. 79 cita un texto de fernanda trías que dice abiertamente: “la literatura de buenos aires siempre sucede en otra parte” y, no contento con eso, en páginas sucesivas (80 y 81) tiene el golpe de genio de inventar una supuesta revista llamada, cómo si no, Otra Parte, codirigida por una tal graciela speranza, nombre inverosímil donde los haya, porque toda mujer argentina que se precie se llama gabriela antes que graciela y porque la speranza es eso “que no llega, que no alcanza, que no puede vislumbrar la tarde mansa”.
– sigamos. la palabra “rosario”, que no viene a cuento de nada, aparece 7 veces, 7 veces! la primera vez en un fragmento de ABC; en la pág. 178 está dos veces seguidas; y en la pág. 22, en un alevoso ejercicio de osadía esotérica, aparece atrapada en “Los misterios de Rosario”, título que el autor no pudo ponerle al libro porque ya estaba pillado.
– marc habla más de pescados que de vacío, entraña o cuadril, y siempre se refiere a la carne –cuando todos sabemos que se muere por un cocido– con distancia brechtiana o ironía socrática. sabido es que, a día de hoy, hay en bs as más veganos que carnívoros, pero es gente educada en las tradiciones nacionales, que no se ríe de una vaca ni a palos y mucho menos de un choripán. en rosario, en cambio, adoran a los manatíes y las sirenas de río.
– en la p. 125 dice algo de que las tipas florecen en bs as, cuando todo el mundo sabe que las tipas de neuros aires no florecen, escupen. y qué decir de las palmeritas de la tapa! si le sacamos el obelisco y el congreso, qué queda? rosario.
– el término oriental “impecable” (como en la frase: “impecable, bo”) aparece dos veces, en las pp. 50 y 139. “imponente”, en cambio, brilla por su ausencia.
hablando de ausencias, otra imponente ausencia del libro, bo, es la de spinetta, pero eso ya es arena de otro collar. abur y muchas gracias.