Salíamos del teatro, y mientras caminábamos hasta un bar cercano, charlábamos sobre lo que acabábamos de ver. En ocasiones nos había gustado más. En ocasiones nos había gustado menos. Pero fuese la una o fuese la otra, con una cerveza en la mano, pensábamos en que nos habría gustado ver encima del escenario. Somos los insatisfechos. El escenario es el lugar de lo posible. El espacio donde la utopía puede sobrevivir, al menos, por un instante.
Hicimos una lista con todas aquellas cosas que nos gustaría ver encima del escenario. Una lista infinita como infinito puede llegar a ser el Mundo. Una lista que contuviese todas las imágenes de nuestra vida y todas las imágenes de nuestros sueños.
Más tarde, encerrados en la sala de ensayos, tuvimos que dar forma a nuestros deseos, traicionarlos y asumir el fracaso de nuestro intento. La dialéctica que se establece entre lo que hacemos y lo que vemos. La contemplación y la acción. Pensamos que si queríamos ver algo encima del escenario, teníamos que hacerlo, no podíamos esperar a que otros lo hicieran, y al hacerlo ya no podíamos observarlo. Lo hicimos. Se construyeron tensiones que nos obligaban a seguir haciendo más. Y más. Comenzamos a ordenar aquello y nos dimos cuenta de su imposibilidad. El escenario, lugar de lo posible, se transformó para mostrarnos lo imposible. El escenario tiene un espacio y un tiempo concretos. Nosotros queríamos nombrar un Mundo y el Mundo, por definición, debería ser inabarcable. Nosotros queríamos hacer una obra que durase lo que dura una vida.
Nos fuimos a Francia, a Tourcoing, al Festival Eurotopiques, para enseñar hasta donde había llegado nuestro empeño. Nuestro fracaso. Tuvimos que reducir nuestra obra a 60 entradas de una lista (teníamos miles de ellas, alrededor de cientos de miles). 60 cosas que nos gustaría ver encima de un escenario. Y 60 cosas que no veríamos encima de un escenario porque éramos nosotros los que las estábamos haciendo.
Pero nos dimos cuenta de que en el escenario se podía crear un Mundo y habitarlo en tan sólo 60 entradas de nuestra lista. Un Mundo con sus cosas de Mundo: un Mundo con sus risas, sus sonrisas y sus silencios.
Nuestro deseo es hacer esta pieza durante 24 horas, cambiar la forma que tiene el público de relacionarse con la escena, jugar con los códigos establecidos del tiempo para reflexionar sobre ellos y criticarlos de algún modo. Cuestionar el tiempo es una acción política.
En noviembre volveremos hacer nuestra lista en el Festival inTACTO y volveremos a fracasar.
Los Bárbaros