la Danza se apodera de mí, no en forma de movimiento. El pensamiento ataca y hace replantear mi relación con la escena y con el mundo
para qué bailo, por qué creamos, de qué sirve que estemos en el escenario, en el estudio, en casa, en la moto, pensando en la danza y generando espacios y contextos para la reflexión relacionadas con este arte.
Estoy en conflicto
veo gente moviéndose con entusiasmo, inmersos en su pequeño mundo y preocupados por hacerlo bien, lo mejor que puedan. Otros esforzándose por crear códigos y discursos que justifiquen cualquier acción, otra parte del sector preocupada por sobrevivir después de tanto despilfarro, cegados por su comodidad y deseo de grandeza.
algo se está desmoronando y los parches no lo van a solucionar. el otro día comentaron: esto no es un bache en una carretera… ya estamos campo a través
Hay que cambiar y renunciar. No se trata de reinventarse, como muchos mencionan, ni de desnudarse frente al ayuntamiento como otros proponen. Trabajo, trabajo, trabajo sin dirección fija, sin meta concreta. Remar sin tener una isla donde descansar, esto es una locura. Una incertidumbre sin fin.
tanto movimiento me desconcierta. ¿No es mejor parar?
en la improvisación la pausa genera nuevos paisajes. Igual habría que probar. Cerrar.
¿y qué hacer? igual hay que llorar un rato, porque el panorama es horrible. Mentiras, política.
realmente el dinero te condiciona, te aprisiona, te ata, te jode, te permite, etc y mueve al puto mundo en el que vivimos.
y ahora la danza qué, la cultura qué puede hacer.