ENTREVISTA a Oskar Gomez Mata, sobre la risa, el humor, el Alma y la vibración
Foto: Christian Lutz
Oskar Gómez Mata contesta a las preguntas de Yves Bron y Pierre Lepori en el programa » Dare-Dare», en la radio de Espace 2 – Radio Suisse Romande, el 24 de noviembre 2010.
(Entrevista parcialmente transcrita)
YB – Hablemos de la escena inicial. Acoge a la gente en lo irrisorio, con una especie de ceremonia un poco evangélica… ¿Cree que cuando uno se ríe, se vuelve más permeable a las ideas?
OGM – La risa, siempre lo he dicho, abre las vías a una escucha y una percepción diferentes de aquello que nos cuentan. La risa es siempre saludable. Hablar de algo serio con la risa no es imposible y además es el discurso de la obra, decir que se pueden aliar placer y reflexión. La reflexión no está unida forzosamente a una seriedad, a algo únicamente racional.
YB – Su pieza es una sucesión de cuadros, una liturgia muy personal. ¿Puede hablarnos del punto de partida? ¿De qué bases partió para hablar de esta vibración?
OGM – Quise pensar el alma como una vibración que nos une a toda cosa y a la realidad. Aún hoy, se tiene una percepción mecánica de la realidad, que está vinculada a un período de la ciencia y a una visión filosófica, donde se nos dice que estamos separados de la realidad, que la realidad y nosotros somos dos cosas. Luego hay muchos pensadores, hay una reflexión mucho más sutil que diría que no hay realidad fuera de la relación entre el observador y la cosa observada. Pues nosotros creamos la realidad cuando la percibimos, cuando la observamos. Somos responsables a pesar nuestro y creamos en cualquier momento realidad. Si se concibe el alma como una vibración que vincula todas las cosas, se puede pensar que esta vibración es la que nos permite construir la realidad.
La cuestión que plantea el espectáculo, sin plantearla directamente, es ¿cuál es la cantidad de alma que nos queda hoy para construir la realidad? ¿No habremos abandonado completamente esta vibración? Un abandono que se asimilaría a una especie de suicidio colectivo, porque no hay reacción y no se quiere asumir la responsabilidad en esta construcción de la realidad.
YB – Esta vibración de la que habla con mucha seriedad, seriedad que desentona un poco en el marco humorístico de su espectáculo… Tiene un dispositivo de máquinas, de motores que vibran y sus personajes se acercan a estas máquinas pero les cuesta crear, entrar en relación con ellas.
OGM – Le hablé de la pieza como de un discurso que va en contra de una visión mecánica y en este espectáculo se utilizan máquinas, por lo tanto mecánica, para crear esta vibración. Y es sobre esta contradicción, sobre esta imposibilidad que se basa el espectáculo. Se habla del alma, de la vibración, de un concepto de realidad que no es mecánico – insisto – y luego se ponen máquinas para intentar reconstruir la vibración.
Y la última escena es la escena donde los humanos, que vibran con los objetos, no encontrarán el medio de entrar en vibración. Es un espectáculo sobre la imposibilidad y sobre la duda.
YB – El texto del espectáculo es bastante denso, pero se le deja al espectador la libertad de tomarlo o rechazarlo… ¿Está de acuerdo con esto?
OGM – Sí. Aunque si se va a ver una pieza clásica cuyo texto conocemos, no lograremos nunca – al menos yo – comprenderlo todo, percibirlo todo. Me dejo llevar por las imágenes, vuelvo al texto. Creo que ante un objeto artístico esto es lo que es bello, integrarlo a uno mismo, crear una interpretación a partir de él.
No espero que todo el mundo comprenda todas las palabras sobre las que hemos trabajado durante casi un año. La gente va a elegir… En el espectáculo, hay un discurso que se repite también varias veces para dar varias vías de acceso al contenido.
YB – En la enunciación del texto por los personajes, hay una toma directa con los espectadores, improvisación. ¿Cómo compaginar el texto y esas vías de escape que parecen experimentar los actores, en particular, durante la escena del talk-show televisado?
OGM – La gente siempre tiene la sensación de que hay mucha improvisación. Sí que la hay, pero muy poco la verdad. Esta escena, por ejemplo, está completamente escrita. Parte de un esquema improvisado en ensayos y reescrito. En representación, lo que pido a los actores, es superar el marco de lo que está escrito para devolver a la escena toda su belleza, su fuerza, toda la intensidad que debe tener para que el espectador tenga la impresión de que los actores se lo están inventando todo. Y es esto lo que es deslumbrante. El espectador va a tener la sensación de que está delante de un acto excepcional. Es excepcional que esté aquí esta noche delante de este hecho teatral. Es lo que da su belleza al teatro, simplemente.
YB – Pierre Lepori, asistimos juntos al espectáculo ayer por la noche, tiene un comentario que aportar… Creo que conoce bien el trabajo de Oskar Gómez Mata.
PL – Sí, conozco desde hace tiempo el trabajo de Oskar Gómez Mata y me encantó realmente este espectáculo por unas razones muy sencillas. Acaba de explicar muchos detalles sobre el sentido que quiere transmitir, las ideas que quiere transmitir. Y lo que encontré muy bueno en este espectáculo, es que estas ideas se zafaban siempre de nosotros, es decir teníamos la impresión de que se nos quitaba la alfombra bajo los pies; nunca se sabe si es una de cal o una de arena, si estas ideas nos están dirigidas para decirnos cosas directas o si ya están “masticadas” por todo el dispositivo, por ejemplo, de la TV, de todo lo que es hoy en día el mainstream, etc… Encontré que era muy bueno por esto, no quiere darnos lecciones, pero nos dice “cuidado, cada vez que se hacen discursos, incluso en el teatro, incluso yo mismo, pueden ser contradictorios, puedo querer algo diferente”, y encuentro esto muy bueno. No sé si Oskar está de acuerdo con esta lectura…
OGM – ¡sí, totalmente! Digamos que todos mis espectáculos están muy dirigidos y lo que se afirma, se afirma realmente para desmontarlo. Pero es simplemente para crear un espacio entre lo que se afirma de una manera muy vehemente y luego el “desmontaje”, digamos, de esta afirmación; se deja un espacio donde el público va a entrar, es allí donde el público va a encontrar, digamos, su verdad. Y cada persona, obviamente, encontrará la suya. Pero es necesario crear estos dos polos de una manera clara para precisamente no ser moralista. Yo no pretendo dar lecciones, no tengo ninguna solución y asumo completamente que este espectáculo es un espectáculo sobre la duda y que es contradictorio, pero creo también en esta relación entre el teatro y el público, en la cual se crean dos verdades o varias verdades, para crear un espacio donde el espectador va a buscar la suya.
Foto: Christian Lutz
Otra entrevista (en francés) de Oskar Gómez Mata disponible aquí: http://www.geneveactive.com/?p=943#more-943