El grupo creará una manera de moverse. Esa manera no vendrá dictaminada por mí, ni deliberada entre todos los miembros del grupo, ni por una tendencia o técnica.
Después de unos ejercicios de calentamiento vamos a dividir el grupo en dos. Observadores y hacedores. Estos roles irán combinándose cada día. Los hacedores seguidos por unas pautas que iré proponiendo harán, se moverán, estarán y bailarán. Los observadores armados con papel y lápiz captarán, y en el ejercicio de captar extraerán del objeto observado singularidades, detalles, que concretarán en palabras de modo un poco automático y luego harán el esfuerzo de definir aquello que han captado.

Cada día iremos ampliando nuestro diccionario singular.
Uno de los observadores mirará al grupo y repetirá la misma acción de captar y concretar en el papel sus singularidades.
Luego vamos a compartir esas definiciones entre todos de manera que eso singular le pueda servir a cada uno, a través del intercambio y la copia.

Llamo singular a algo que nos podría definir y no nos define, a una forma que se escapa al la acción coherente y pensada. Muchas veces cuando nos vemos en una grabación de vídeo es justamente aquello que nos molesta, que pensamos deberíamos pulir.

Breve historia de la danza contemporánea a través de mi, Sofía Asencio:

En 1989/90 entré en el Institut del Teatre , en aquel entonces El Institut tenía una fuerte dirección hacia la técnica Limon. Avelina Argüelles, Joe alegado nos enseñaron a movernos trabajando con el peso y el contrapeso. El bailarín usaba ese peso para trasladarse en el espacio y para saltar después de un impulso. La base de nuestro entrenamiento era el clásico, un clásico duro de escuela rusa dirigido por Barbara Kasprowick.

Luego trabajando con Vicente Saez, L’Anonima Imperial y Mudances amplié mis conocimientos dancísticos tocando un poco de Cunhingan y de lo que llamábamos la técnica Release en aquel momento. Toda mi influencia vino de la escuela Americana recibida a través de profesores que tuvieron contacto con ella. Luego a través de Tomas Aragay y General Eléctrica conocí el mundo heredero de Pina Bauch y la danza teatro.

Mi experiencia como profesora se conformó de una mezcla de todas esas técnicas, hubo un tiempo, el del Release, que en clase prácticamente no salíamos del suelo. Nuestro tren superior estaba muy desarrollado, la imagen de una bailarina que parecía una culturista era la deseada.
Nacimos ya de una mezcla, y en el diluirse se fueron desmitificando todas las escuelas una a una.
Hubo un momento en el que la técnica y lo que se ponía en el escenario tomaron rumbos distintos. Y ahí empezó la gran crisis pedagógica, por lo menos por mi parte, a mi me cogió de lleno.
Además el bailarín comienza a hablar también y a hacer cosas y por lo tanto su entrenamiento ha de servir de efecto multiusos para preparación de su cuerpo.
Conforme se diluyen los modos, se ahonda más en los conceptos, como el estar, el no representar unidos a la capacidad de generar material por uno mismo y a un cuestionarse cada vez porqué hago esto y no aquello, porqué hago…

Y eso me ha llevado a un desconocimiento del cómo me muevo. Ahí viene mi deseo de volver a buscar aquello singular y compartirlo a modo de experimento, es como esos científicos que reproducen diminutos agujeros negros.
¿Podemos encontrar una manera de movernos?

“¿La preocupación por lo universal es a su vez universal? ¿O se trataría más bien de un fantasma teórico, aunque sea eminentemente productivo, que solo ha forjado Occidente, -y que sería por tanto absolutamente singular- ?
François Jullien – De lo universal, de lo uniforme, de lo común y del diálogo entre las culturas.

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