«Construyo arquitecturas escénicas en las que la estructura ha ido cobrando importancia.
En los primeros espectáculos el armazón estructural no se mantenía sin las historias que lo revestían. Eran estructuras en descomposición en las que las historias eran fragmentarias y los personajes multiformes (10.000 kg, Àlbum,..). Estaba buscando un «sistema» de trabajo con actores y guión, un sistema que permitiera la elaboración de una arquitectura al margen de las necesidades narrativas. Sin embargo, la urgencia creativa que vivíamos en un momento en el que todo lo que veíamos a nuestro alrededor nos resultaba anacrónico hacía que nuestro teatro sólo pudiera leerse como una respuesta y que en muchas ocasiones fuéramos tildados de provocadores -lo que probablemente fuera cierto- (Joventut europea, Flors,..).
Tras el cierre de General Elèctrica, centro de creación que fundamos y en el que estuvimos trabajando los primeros años, la urgencia por desprendernos de los elementos que considerábamos ornamentales nos embarcó en proyectos que nos obligaban a adoptar prácticas “atléticas” de creación. Nos obligamos a trabajar sin apenas tiempos de ensayo, en espacios precarios y con presupuestos mínimos (De la impossibilitat de ser a tot arreu, De la impossibilitat de conjugar el verb estimar, De la impossibilitat de ser Déu, etc). Era una estrategia para quedarse con una estructura mínima que soportara diferentes materiales escénicos sin apenas elaboración, como quien construye una mesa en la que depositar todo tipo de objetos. Fue a raíz de esos espectáculos que José-A. Sánchez escribió Prácticas indisciplinares: el teatro ensayístico de Roger Bernat.
Al empezar a trabajar con actores no profesionales (adolescentes, inmigrantes, taxistas, transexuales) las estructuras escénicas se hicieron más sólidas. No teníamos siquiera la técnica para seguir un guión aproximado -yo tampoco la tenía cuando me subía al escenario-, así que echamos mano de técnicas relacionadas con el juego. Fue en esa época que empezamos a hablar de Reglas del Juego en lugar de guiones. Estas reglas podían ser una larga lista de frases que tenían que decirse o proyectarse sin aparente relación (La La La La La), el compromiso de contar exclusivamente historias muy cortas (Amnèsia de Fuga) o recrear un espectáculo amateur ya no desde la perspectiva teatral sino como un juego irónico en el que los adolescentes respondían a lo que “se espera” de ellos (Tot és perfecte). Incluso alguno de esos espectáculos seguía procedimientos creativos propios del Oulipo y, en general, de mecánicas pop (Das Paradies Experiment).
A medida que la estructura escénica se hace más fuerte la presencia de los actores se debilita. Es como si la artesanía del actor fuera lentamente sustituida por formas teatrales “industrializadas” y, por tanto, menos “presenciales”. Tal y como ocurre en nuestras tele-comunicaciones cotidianas, la relación entre escenario y platea se da indirectamente. Los actores ya no organizan el discurso sino que están al final de la cadena de significados (Rimuski) y, en algunos casos, desaparecen (Domini Públic). Las arquitecturas escénicas quedan cada vez más despojadas y mi teatro se convierte entonces en una reflexión sobre la comunicación.»
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«El taller para La Poderosa se centra en el universo de expectativas que invaden al espectador antes de enfrentarse a la obra. Aquello que te ocurre mientras lees este texto y te imaginas un taller, aquello que te pasa por la cabeza mientras caminas hacia el teatro, lo que ocurre cuando te sientas en tu butaca del cine y se hace el oscuro.
La avalancha de preguntas y respuestas que nos hacemos ante cualquier espectáculo teatral o cinematográfico (estimulados por títulos, posters, noticias y prejuicios), la pequeña muerte a la que nos sometemos cuando nos hundimos en la butaca dispuestos a dejarnos llevar por la ficción, lo que andamos buscando al meternos una y otra vez en esas salas oscuras es lo que aborda el taller y, especialmente, el próximo espectáculo que estoy preparando: Pura Coincidència.
Por tanto, el taller abordará el tema del deseo. ¿Qué es lo que vamos a buscar a los teatros y cines? Hay numerosas respuestas a ese gesto de búsqueda que van de la pintura al psicoanálisis. En el taller buscaremos respuestas escénicas en lo que será un remedo de ensayos para un espectáculo.»
NOTA: El martes 13 a las 20:00 hs. enfrentaremos las reflexiones del taller con Iván Ruiz, psicoanalista del Espai Freud, en una sesión de trabajo abierto al público en la sala de prensa del Teatre Lliure.
Fechas y horario: 9, 10 y 11 de octubre de 2009, 16-21h
Lugar: La Poderosa (Riereta, 18 2a planta)
+info e inscripciones: info@lapoderosa.es
Página web de Roger Bernat: www.rogerbernat.org