Como quien se palpa apresuradamente los bolsillos pensando
que se ha dejado algo, a veces me hurgo buscando el corazón.
Primero indago por donde lo suelo dejar, por el pecho. Pero
cuando veo que no está empiezo a preocuparme. Me pregunto
si me lo habré dejado en algún sitio. Entonces recuerdo todo
lo que he hecho desde que salí de casa. Rememoro cada
uno de los movimientos y al hacerlo me horrorizo. Pienso
para mis adentros que no me extraña no tenerlo.
Este vídeo se proyecta en la obra POBRES BESTIAS