POBRES BESTIAS

 

 

Actuamos de tal manera que cada uno de nuestros actos

está sometido a una ley universal: la buena conciencia.

Un código moral que se refleja en nuestras formas.

Pero los pensamientos son libres de ser

todo lo perversos que quieran.

 

 

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Los malos pensamientos pueden considerarse un delito formal.

Lo condenable es su forma cuando se materializan,

siempre sorprendentes e inesperados.

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