Este texto lo he escrito en tiempo real mientras asistía a la primera presentación pública del Laboratorio 987 en el Musac de León. El texto forma parte de la acción.
Comienza la acción. El público llega al Laboratorio 987 y se sienta en las sillas y en el sofá. Nilo Gallego y Silvia Zayas se dirigen al público para decirles que también pueden sentarse en el suelo, en una alfombra que han colocado delante del sofá, en primera línea. Chus Domínguez lleva la cámara que va a registrar esta acción. Comenzamos el streaming. Comprobamos que todo está en orden. Silvia y Nilo hacen las primeras presentaciones. Hay 8 conexiones viendo el streaming. Digo conexiones porque en cada conexión puede haber varias personas mirando. Nilo y Silvia abandonan el Laboratorio 987 por la puerta, que está abierta. Se hace el silencio. Oigo el sonido de las teclas de mi ordenador mientras escribo. Me da la impresión de estar llamando la atención. Paro de escribir. Llegan dos personas más. Como el público está mirando hacia la puerta los ve entrar. Alguien suelta un “Viva los novios”. El ambiente es relajado pese al silencio. Desde el sofá veo el exterior del Musac. Aún entra el sol. Sigue llegando gente. Alguien mira el streaming desde su móvil. Muy Derrida el rollito, dice. Quien está sentado detrás de mí le hace una foto con su móvil a la pantalla de mi móvil, desde donde compruebo que el streaming se emite correctamente. Registro del registro del registro. Con ciertos segundos de retraso. Vemos a Chus grabando con la cámara. Pronto nos acostumbraremos a él. Lo primero que escuchamos es un sonido que viene de fuera del Laboratorio. Parece una grabación realizada en el propio Laboratorio 987. Ecos en la sala. Pero esto me lo imagino yo. Chus nos graba al público. A través de mi móvil, del streaming, puedo ver que se está fijando en realidad en detalles de la pared. Pero lo veo con retraso porque la cámara ya está sobrevolando las cabezas del público. Mis teclas siguen rompiendo el silencio. Y algún flash también. Chus se ha convertido en el protagonista. Su cámara apunta hacia la pared contraria a donde se encuentra el público. Lo seguimos con la mirada. Aunque hay más focos. Acaba de pasar la segureta, por ejemplo, cerca de la puerta de entrada del Musac. La vemos al fondo encuadrada por la puerta del Laboratorio. Me recuerda a otras acciones de Chus y Nilo, en la Fábrica Beta, en Bilbao, por ejemplo. La segureta sigue cerrando puertas. Es una escena preciosa. Ella y los sonidos que produce con los candados y los cierres y las llaves se han convertido en los protagonistas por unos instantes. Pienso si estará compinchada. Quizá no, debe ser la hora de cerrar. Dos del público se van. Deben saltar por encima de un cable de corriente que está en la puerta. Silvia y Nilo vuelven arrastrando la mesa con el equipo de sonido. Apagan las luces. Temo por el streaming, se ha puesto en negro. Pero no, es mi móvil que a veces se atranca. Un vídeo se proyecta en la pared. Es el registro de la acción que acabamos de presenciar. Oímos también el sonido. Pero no dejamos de ver la calle. Acabo de ver a una señora hablando por teléfono. Un fotógrafo nos hace fotos. Está enfrente nuestro. Ahora mismo tengo tantos frentes abiertos que ya no sé a donde mirar. El fotógrafo sigue registrando a la gente que contempla el registro. Y luego se va por la puerta. Este ya no vuelve, ya ha hecho su trabajo. O eso cree él. No ha salido nada en prensa. ¿Irá corriendo al su periódico para publicar algo sobre esto? Otro registro. Sigue llegando gente. Una chica con falda blanca que destaca en la oscuridad. ¿Qué pensará de todo esto? La señora que hablaba por teléfono desde la calle. Viene con alguien. ¿Será la chica con la que hablaba por teléfono? Alguien que aparece ahora estará viendo un registro de algo que no puede saber que ha sucedido hace breves minutos aquí mismo. Utilizo constantemente la palabra registro. Pero me acabo de dar cuenta de que ellos hablan mucho más de la huella cuando publican en el blog, por ejemplo. Ayer tuvimos una conversación sobre el término artes vivas. A mí me parece que es una mala traducción de live art. Debería traducirse por arte en vivo, quizás. Sería más apropiada. Artes vivas parece que esté criticando a las artes muertas o algo así. Pienso en el lenguaje en vez de prestar atención a la huella que siguen proyectando para nosotros. Me estoy perdiendo la huella pero es que yo ya he visto el original. Pero ahora miro más al vídeo y no tiene nada que ver con lo que yo acabo de presenciar. El punto de vista es totalmente diferente. Chus tiene zoom en la cámara y lo ha utilizado bastante. Mi mirada no tiene zoom. Vuelve a aparecer alguien en la puerta mientras el vídeo nos muestra la puerta hace un rato. La escena de la segureta. Me acuerdo de la teoría de los infinitos universos paralelos. El original y la huella. El fantasma de Derrida me ataca mientras comprueba por enésima vez que el streaming va bien, aunque un poco oscuro todo. Me doy cuenta de repente que el streaming muestra lo que Chus está grabando en vídeo. Que a veces es el vídeo y a veces la gente que entra por la puerta o la luz que entra por la puerta. Qué loco, todo, ¿no? Alguien tose en la sala y alguien tose dos veces en el sonido de la grabación que está siendo proyectada. Y la gente desde su casa estará oyendo las tres toses. Igual no diferencian la tos en vivo de la tos grabada. ¿Qué diferencia hay? El original y la huella. Se acaba la proyección. Se encienden las luces. Silvia invita al público a comentar la jugada. Avisa de que nos va a pasar el micro si alguien se anima a hablar. Claro, hay que registrarlo. Como nadie dice nada, Silvia nos cuenta algo sobre el proyecto. Va a durar 6 meses. Dice que esta presentación pública no es más importante que los diálogos que han realizado con el público que ha ido visitando el Laboratorio 987 durante estos últimos 10 días, desde que se inauguró la expo. Silvia resume un poco de qué va todo esto. Nos habla de que esto va de traer al arte en vivo al museo. Se une Nilo para explicar un poco cuáles son las próximas estaciones del proyecto, en Teatro Pradillo y en el Musac, otra vez. Lee en la pared el nombre de los invitados a esos encuentros. La pared también es un registro o una huella o lo que Derrida diga. Estamos rodeados. La periodista que escribió la crónica en Tam-Tam Press que se ha publicado hoy aparece por la puerta tímidamente y luego se sienta en la mesa donde el equipo ha estado trabajando estos días. En concreto se sienta en la silla donde yo he publicado en el blog una reseña sobre su crónica. Me estoy volviendo hipersensible por momentos a todas estas conexiones entre huellas, registros y, ¿cómo se llamaba?, el reenvío entre todo esto. ¿Era reenvío la palabra? Un ingeniero hubiese hablado de realimentación. Me estoy perdiendo la intervención de una persona del público por no parar de pensar y escribir. No consigo entender lo que dice porque escribo al mismo tiempo. Sólo oigo sonidos. Podría hablar en japonés ahora mismo. Me daría igual. La chica que se sienta detrás mío vuelve a fotografiar dos veces la pantalla de mi móvil que muestra el streaming. Lo hace con un móvil del mismo modelo que el mío. Compruebo que el sonido del streaming se escucha bien. Es decir, escucho a la persona del público que hace uso de la palabra prestando atención únicamente a la calidad del sonido que emite, que es registrado por la cámara de Chus, emitido a Internet y recogido de nuevo por mi móvil conectado a la wifi del museo y emitido por los auriculares conectados a mi móvil. Y no voy a seguir, pero dentro de mi oído y mi cuerpo, en concreto en mi cerebro, suceden muchas más cosas. Voy a prestar atención al contenido. Silvia responde que sí tenían previsto que la gente llegase tarde a la acción. Rotundamente sí, dice. Veo que hay gente que no ha podido sentarse en las sillas. Está detrás, en el suelo o apoyados en la pared. Muchos estímulos, oigo que dice Silvia y repite Nilo. Habían puesto 20 sillas y parece que hay más del doble. Ahora me doy cuenta de que quien hablaba era Leire Vergara, la comisaria de la exposición. Lo dice Nilo. Cuentan las tripas del proceso. Cuenta Nilo que han hecho una acción, luego han puesto el registro y esta es la tercera estación. Pero algo no le acaba de convencer. Dice que en realidad no se habían planteado demasiado cómo iba a ser esta conversación con el público. Dice notar cierta tensión. Chus se une a Silvia y Nilo. Entonces ¿quién lleva la cámara? Me giro para ver la cámara. Está fija. Otra fotografía a mi móvil. Le voy a pedir el carrete entero. Nilo me mira y se ríe mientras dice el espectador emancipado. Es una discusión que tuvimos ayer. ¿Es posible tratar al público como espectador emancipado mientras esperas algo de él pero sin querer dirigirlo? Lo de la huella ha venido de hablar directamente con gente del público. Ha sido un punto de partida aleatorio. Pero no tanto. La expo está dentro de un ciclo que lleva el título de un ensayo de Derrida. Pero vale, aceptamos huella como punto de partida casualmente provocado. Dos personas se van. Una persona del público habla de que esto le ha dado la impresión de que tenía mucha vida. Otra persona toma la palabra para habar de la amenaza de la cámara. De no saber si esa cámara está funcionando, de que el espectador se convierte en actor obligado a punta de cámara. Nilo le dice que sí, que tiene razón y que es un poco lo que nos trae aquí. Y le informa de que también estamos grabando esta conversación porque lo que estamos haciendo es recoger huellas de esta acción para dejarlas expuestas en el Laboratorio. Dejar expuesto el vídeo y el audio. Momento de autocrítica. Pero acaba diciendo que algo hay que hacer. El espectador desobedece la norma de hablar al micro y contesta a Nilo a pelo. Pero Chus lo apunta con su micro de cámara. No se puede escapar, seguro que ha captado perfectamente el micro. Nilo responde aceptando las contradicciones. Alguien del público se ríe y dice: te perdonamos. Pero no me queda claro a quien se refiere. Se habla de amenazas y la gente ríe. Dispositivo tecnológico ampliado, dice Chus. La chica que sigue haciendo fotos de la pantalla de mi cámara me dice te estoy molestando todo el rato. Le contesto qué va qué va. No sé si comienza a sospechar que puede que aparezca como protagonista de mi registro. Me montan el micro para que comience a hablar. Voy a leer lo que he escrito. Pero antes publicaré esto en el blog.