23/06/2013 DIA 1
La primera estancia empieza con una visita guiada (porque estamos en un espacio museístico), asisten unas 20/25 personas. Charlamos durante más o menos una hora. Ponemos el video de en el que chus le explica el proyecto a Katsunori. Hay una cierta extrañeza por comprobar que pretendemos hacer de éste un espacio vivo, se alegran, preguntan… Una mujer entre el público dice que esto parece un concierto de jazz, que nuestra estructura de trabajo y esa partitura de acciones extendida durante más de seis meses le recuerda a eso.
Comunicar el proyecto en esa situación parece fácil porque les hemos convocado, hay una norma implícita que ayuda a que todos sepamos a qué atenernos.
Luego nos quedamos solos trabajando, el público llega va llegando a cuentagotas, algunos se asoman y pasan de largo, otros leen el calendario, parecen no querer interrumpir nuestro trabajo y se van despacio, en silencio. Tal vez no queda claro que este es un espacio para compartir, y que el trabajo es visible.
Este primer día surge la primera afectación o diálogo. Pensamos en la convención: la convención ha sido eliminada por nuestra parte deliberadamente y tan profundamente que no es reconocible ni en las características del espacio, ni en la forma en que se presenta ni mucho menos en la presencia de nuestros cuerpos, tal vez no tengan dónde agarrarse, no hay ancla. Nos sentimos un poco a la deriva. ¿Cuál es la presencia de las artes vivas cuando no hay presencia? Esto parece un koan zen.
Aparecen conocidos, ellos sí, por cercanía, se sientan durante una hora a ver unas pruebas que estamos haciendo con la luz, con el sonido y con el vídeo. El espacio está desordenado. Creo que nos gusta así. Huimos del espectáculo, pero cuando el cuerpo se comporta de manera natural no parecemos performers, o más bien, (chus, puedo llamarte performer?), no parecemos estar haciendo nada que no haría un montador de exposiciones.
Pensamos en enfocar la presencia del cuerpo de alguna manera para que sea más visible; luego ocurre de manera espontánea. Cada vez que entra alguien saludamos, le proponemos entrar, a veces le explicamos. La presencia del cuerpo está ahí.