Por donde empiezo.
Quizás por decir, mira, de este texto no vais a sacar algo totalmente concluyente. Mas bien suposiciones bien subjetivas y alguna que otra frase definitoria.
Últimamente estoy bien rayado con el tema del pensamiento masculino. Pensar con el pene.
No es que todo empezase ahí, pero si es verdad que la idea de escribir este texto vino cuando vi la pieza “ARROJAD MIS CENIZAS SOBRE MICKEY” de Rodrigo García dentro del contexto Experimenta Sur en Bogotá.
En resumidas cuentas, y mas allá de si me gustó la pieza o no, me pareció una pieza extremadamente fálica. Una pieza del tipo “mirar que pene tan grande tengo, os voy a dar con él en la cara a todxs!”.
Debe ser por la sensación de sentirme absolutamente ninguneado como público.
¿Qué hago yo viendo tu macropene metafórico?
Quizás debe de ser por la sensación de que no se dejaron de mostrar obscenamente una cantidad de recursos materiales y humanos totalmente innecesarios desde mi punto de vista.
¿Qué gano yo viendo el PODER que tienes como CREADOR?
O quizás fue por el uso tan políticamente y éticamente indiscreto que hace de los extras que salen a escena para raparse el pelo o a meterse dentro de un coche durante 30min… con el propósito de que? De enseñar que puedes? … y bajo que condiciones salariales por cierto?
Anyway, creo que queda claro que la pieza no me gustó mucho.
Pero no es que no me gustase por el contenido propiamente dicho, se trata de la masculinidad de sus políticas, de la masculinidad de sus construcciones artísticas, la masculinidad de su lenguaje, de la masculinidad de su PATERnalismo. Todos esos aspectos tan característicos de la masculinidad izquierdista, del Marxchismo, son lo que hacen que me salgan sarpullidos al ver algo así, y a la larga tener la necesidad de vomitar todo esto.
La masculinidad no es exclusiva de hombres para nada. Podría recitar un montón de mujeres directoras que han escogido lenguajes bien masculinos para crear e insertarse con grandes reconocimientos en el sistema (artístico) actual.
Tu contra mi
Ellos contra nosotros
Yo soy el puto amo y tu no
Yo tengo la verdad y tu no
Blanco o Negro
Si o no
Cara o cruz
Barcelona o Madrid
Dentro o fuera
Isabel Pantoja o Rocío Jurado
Vamos, lo que vienen siendo binomios cartesianos.
Lo otro es ajeno a mi.
Yo soy.
Conseguí después de discurrir un poco a través de toda esta maraña de pensamiento, pensar en una idea que me parece bien interesante.
Si supongo que al director de escena preso por su masculinidad y ego, no le interesa en realidad mucho lo que yo como publico experimento, podría pensar también que el espacio físico que ocupa su obra se la pela de igual manera. Como que el espacio escénico, que es ese espacio entre publico y la obra, le sobra de su pensamiento. Como que no le hace caso.
El espacio no es la obra.
Y es que generalmente siempre observo en las piezas, empecemosles a llamar FALOCENTRICAS, un uso del espacio generalmente pobre. Es como si las cosas no ocupasen un lugar específico. Una cuarta pared mal definida que quiere romperse pero que no se rompe; un aislamiento de los intérpretes y de los objetos; una no relación con el espacio-espacio y con el espacio-publico..… vamos, una pobreza espacial en términos generales.
Como si se tratasen de mini egos aislados los unos de los otros.
Individualidad.
Terrenos definitorios.
Y por lo tanto la posibilidad de conflictos entre lo uno y lo otro.
O en el mejor de los casos el aislamiento egocentrista absoluto.
Y es en esa observación y recordando un mini texto de Cunningham que empiezo a entender la relación entre masculinidad, falos y modernismo.
Modernismo.
Ese periodo del arte donde el arte reflexiona sobre si mismo.
“si el lugar de referencia del arte sagrado era un otro lugar (los cielos, los infiernos, lo mas allá del aquí que sin embargo está ahí) y el del arte figurativo radicaba en la sociedad, el lugar de referencia del arte moderno se encuentra en la obra misma –entendida como el producto de un trabajo realizado por un sujeto peculiar que es el artista-autor.”
“Mi historia de las artes”
Jean Frederic Chevallier
Y a lo último añadiría yo… mayoritariamente artista-autor masculino.
Vamos que aquí quien manda es el artista. Pasamos de religiones, pasamos de sociedad, quien tiene el poder (falo) es el artista.
Y ahora Cunningham, que decía una cosa muy interesante sobre el uso del espacio y el modernismo en la danza:
“La danza moderna americana, partiendo del expresionismo alemán y de los sentimientos personales de los coreógrafos pioneros, convirtió el espacio en una sucesión de bultos, o a menudo colinas estáticas sobre el escenario, sin ninguna relación con la totalidad del espacio escénico, simplemente formas que por su conexión en el tiempo creaban una composición. Parte del pensamiento espacial procedente de la danza alemana abrió el espacio y dejó un sentimiento momentáneo de conexión con él, pero a menudo el espacio no era lo suficientemente visible porque la acción física resultaba de una gran levedad: como el cielo sin la tierra o el paraíso sin el infierno.”
“ESPACIO, TIEMPO Y DANZA”
Merce Cunningham
Vamos que la modernomasculinidad nos demuestra las ganas de aislamiento e identidad que tiene. Como para poder luego verse en frente del otro y luchar para ver quien la tiene mas grande.
Ahora bien me hago una pregunta muy seria:
¿Porque si en la vida real me gustan tanto los penes, en la vida profesional odio las obras falocéntricas?
Cual es mi solución, ¿Hacerme hetero y crear obra vaginocéntrica?
No se si la vagina es la solución en realidad.
Pensándolo un poquito mas en profundidad he pensado que la estrategia está en el ANO.
El ano es el mas deslegitimizado de nuestros órganos sexuales.
El gran desconocido.
El gran estigmatizado.
El talón de Aquiles de los machos alfas.
El órgano sexual de penetración y secreción común en todos los géneros.
El gran asco.
El gran placer.
Democraticemos el ano.
Hagamos arte anal!
¿Cómo seria eso?
Nota: Leer “Por el culo, Políticas anales”.
http://www.casadellibro.com/libro-por-el-culo-politicas-anales/9788492813353/1834431
Y ya por último y para concluir mi escritura, decir que tengo la convicción que todos los males de nuestra tierra no provienen de la religión, del capitalismo, del colonialismo, del racismo, etc…. Proviene del machismo y las masculinidades hegemónicas. Que es lo que mas arraigado que tenemos en nuestros cuerpo y por lo tanto lo que mas nos cuesta batallar.
Y por lo tanto no son males ajenos sino males internos. Ni si quiera son males entendidos como el mal y el bien. Pero si son malestares que dañan, como el síntoma corporal de una enfermedad.
Y eso es lo interesante, que como dice Anto Rodriguez hablando de Benjamin, el troleo y otras cosas (en mi interpretación):
Deberíamos de dejar de ver a lo otro como algo ajeno. Al capitalismo como algo en frente de nosotros. Al colonialismo como algo que no somos nosotros. A las religiones como males demoníacos que no nos pertenecen. Al sistema como un objeto opresor de un pueblo victimizado.
Deberíamos de empezar a pensar en nosotros como siendo parte de eso. Como parte de nuestro cuerpo individual y colectivo. Para luego dinamitarlo/trolearlo desde dentro.
Y yo añado. Sino empezamos a decir y a aceptar que estamos siendo capitalistas, colonialistas, racistas y por supuesto machistas, nunca seremos capaces de entender, incorporar y abrir los nuevos posibles en nuestra realidad. Sino se quedará siempre ahí, como un contrario bien cómodo con el que medirnos los falos.
Asi que empecemos a afrontar los problemas desde una mentalidad feminista. O al menos desde una mentalidad de masculinidad no hegemónica, desde una mentalidad de genero raro que no nos sitúe uno frente a los otros para medirnos los penes.
Dejemos de hablar de descolonizarnos, descapitalizarnos, desinformarnos, des des des… y vayamos al centro del meollo. Empecemos de una puta vez a DESMASCULINIZARNOS.
Ahí lo dejo, con todo mi ano.
Nota de autor: Para la próxima intentaré bajar el tono tan masculino de mi escritura.