koreón (khoreon): [Se sustrae del étimo griego ‘khoros’ (χορος) que significa baile / ‘khoreía’ (χορεία): danza, corea; más el sufijo nominal ‘-on’. Por aproximación de ‘khorion’ (χόριον): membrana].
1. Impronta de movimiento, evento vibrátil fundamental. Potencia, momento y surco.
2. Acontecimiento esencial responsable de las manifestaciones del movimiento como fenómeno y sus operaciones de figuración o cuantificación.
Porta y pauta modos en la vibración, configurando su intensidad, su momento y las variaciones de frecuencia relativas a su amplitud y longitud de onda: una potencia repertorial sin fin pero con un orden subyacente: un sistema versátil que acota la continuidad del espectro vibracional al solapar una resistencia en cada una de sus concreciones. Traslada pues, infiere o evoca, las disposiciones del movimiento, acompañando la situación y calidad de movimiento de un cuerpo (o corpúsculo): su performatividad. Conforma, de esta manera, una coréutica o ideal regulativo para con los grados en el temblor de los cuerpos, un proceso cognitivo.
La vibración es la causa de generación de todo tipo de ondas. Las ondas tienen la capacidad para realizar una acción o trabajo, producir un cambio o una transformación. Las ondas, en su oscilación, trasladan a su través todas las formas de la radiación electromagnética, el estado o severidad de un cuerpo -siguiendo el principio de dualidad onda/corpúsculo de la materia-, la acción de una fuerza o el sonido. La energía que portan viene precisamente de su estado de movimiento, del propio estar en movimiento.
Podemos pensar los koreones como fulcros virtuales que despliegan su potencia iterativa en una suerte de brumario o espectro de posibilidades que se actualizan: bien en sus distintos patrones armónicos o modos normales, los atractores clásicos; o bien en movimientos anormales, atractores extraños -fractales- que arman los sistemas complejos; es decir, las distintas configuraciones vibrátiles sosteniendo su cauce y acontecimiento. Colapsan en un surco por el cual transcurre el estar y el devenir de un cuerpo, acaeciendo la ruptura de simetría oportuna que ritmifica, polariza, invierte, gira, retuerce, pliega, repite y diferencia: movilizando, precipitando la realidad de la materia en sus distintos tractos y motivos.
En su devenir ausencia, la articulación de los koreones, la coordinación o superposición del vacío que crean a través de eventos de interferencia y entrelazamiento, genera las distintas calidades de movimiento -grados en el temblor de los cuerpos-; diferenciales que configuran singularmente la realidad de los paradigmas de la forma, el modo cuantizado vibratorio en sus roturas de simetría eferentes. Como son: las dimensiones físicas (espaciales, temporales y las paralelas o envolventes), con su ajuste de las constantes físicas; los átomos, con su variabilidad de masa y carga; las partículas distinguidas por la mecánica contemporánea (los bosones -portadores de fuerza como fotones, gluones, W y Z; Higgs, el gravitón en fuga y partículas compuestas- y los fermiones -quarks y leptones); las hipotéticas cuerdas; las membranas; etc.
También los estados de agregación de la materia (sólido, líquido, gaseoso, plasma, condensados…) son concreciones del movimiento, donde las frecuencias moduladas circunscriben sus particularidades físicas (densidad, tensión, presión, cohesión o desorden, palpitación, sublimación, conducción, temperatura, fluidez, etc), determinando la velocidad de fase de su onda: su estar resonante o tasa de propagación, la forma y el eco de su vacío con sus transformaciones topológicas y exformaciones (flujos que acontecen a través de la desarticulación del ritmo). Se vuelven espesor por pliegue, torsión, compresión y viceversa.
Y desplegando aún más esta iteración deductiva: su sujeto, la acción de tales objetos escópicos: el trabajo. Con las referidas fuerzas de campo y sus ondas (gravitacionales, electromagnéticas, nucleares), o con la influencia e interacción de fuerzas mecánicas, fuerzas aplicadas, normales, tangenciales, de las relativas al peso o al rozamiento, o con las fuerzas de tensión o las elásticas que sobrevienen, asimismo, de los fundamentos del paradigma vibrátil.
Elocuente paradoja resulta que en el acontecer del movimiento, de la capacidad dialéctica de sus armónicos y del trasfondo de su complejidad y diferenciales, en la confluencia de su fuga y contrapunto se abra el sueño semiótico: grietas resonantes en la continuidad del espectro vibracional: vacíos significantes. Ausencias que decantan en una correlación de fuerzas al otro lado del campo a través de las cuales el sistema busca equilibrarse creando elementos nuevos. De sus variaciones y acoples emergen intensificaciones que determinan lo real y su doble como son la pulsión del deseo, el símbolo y los conceptos. Órdenes como los lenguajes abstractos, la técnica, la retórica y sus tropos. Se destila la memoria y sus procesos, la intención y la escritura. La danza -que actúa según su propio potencial de abstracción-, el pensamiento, los sentidos, los afectos, la comunicación. Emerge el rostro y la otredad, la ética. El azar, el carácter, los límites; el análisis, la distancia, la inercia y la duda. El presente, idea y carne. Y el síntoma. La entrega, la caída, la gracia… El contraste y orientación que precisa la articulación de la conciencia y sus anomalías: arte del movimiento.
www.javiermartin.gal | coreógrafo e investigador | mecamística II – partícula fantasma | octubre 2019
nota.- Conviene separar el concepto de vibración del de oscilación, ya que las oscilaciones son de una amplitud mucho mayor. Las vibraciones al ser de movimientos periódicos (o cuasiperiódicos) de mayor frecuencia que las oscilaciones, generan movimientos de menor magnitud que las oscilaciones en torno a un punto de equilibrio, así pues el movimiento vibratorio puede ser linearizado con facilidad. En las oscilaciones, en general, hay conversión de energías cinética en potencial gravitatoria y viceversa, mientras que en las vibraciones hay intercambio entre energía cinética y energía potencial elástica (wikipedia).
«Intra-acción son hechos causales no-arbitrarios y no-determinísticos a través de los cuales la materia-en-el-proceso-de-devenir es iterativamente envuelta en su continua materialización diferencial; esta dinámica no viene marcada por un parámetro exterior llamado tiempo y tampoco tiene lugar en un contenedor llamado espacio, sino que las intra-acciones iterativas son dinámicas a través de las cuales temporalidad y espacialidad son producidas e iterativamente reconfiguradas en la materialización del fenómeno y la (re)creación de los límites material-discursivos y sus exclusiones constituyentes.» – Barad, Karen. Meeting the Universe Halfway: Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning.