Tal y como se vaticinaba a finales de 2020, este año ha sido insólito en materia cinematográfica. Comenzábamos el 21 de forma convulsa, aún con las restricciones propias de la emergencia sanitaria, con los aforos todavía al 75%, la reestructuración de los horarios con motivo del toque de queda, que impulsó a muchas salas ha abrir puertas en sesión matinal para evitar pérdidas, una cartelera que ofrecía poca oferta y unos espectadores, sobre todo entre el público más adulto, todavía bastante reticentes que no veían demasiado claro lo de volver a las salas.
Todo este cóctel deja unos datos bastante pobres a finales de año, con una caída del mercado que, a 25 de noviembre, era del 60% respecto a la media del periodo 2015-2019, según recogía Comscore. Así, el tejido de las salas de cine, se ve obligado a sobrevivir con las sobras de 2019 (uno de los mejores años en facturación que se recuerdan) y la ayuda de poco más de 10 millones que anunciaba el Ministerio de Cultura y Deporte el pasado septiembre. Sigue leyendo