«Leer es vagar». «Aquel que lee un libro se expone al riesgo (…) de ser desestabilizado». «Cuando uno abre un libro, no sabe dónde va»… En esta breve entrevista Pascal Quignard relaciona una y otra vez la lectura con el campo semántico del movimiento. Debido al estrecho vínculo que establece entre lectura y movimiento, no resulta sorprendente que Idoia Zabaleta haya escogido un libro de este escritor francés para su taller y performance «Leer y bailar».
Sin embargo, en el libro de Quignard que leerán mientras se mueven («El lector»), el autor desarrolla aún más la relación entre cuerpo y lectura: «el libro mantiene en vilo, pone un nudo en la garganta, hace latir excesivamente el corazón, empalidece el rostro o lo hace arder de fiebre, arranca los sollozos vanos, ahonda los rasgos inmóviles del rostro, retuerce el centro del vientre, hincha el sexo, y haciendo caso a todas las emociones y a todos los simulacros hace que el cuerpo se agriete, vaya a la ruina. Hace que se marchite y se estremezca. Tiemble. Que desaparezca.»
De Sloterdijk («Sólo los cuerpos muertos pueden localizarse sin ambigüedad») a Foucault («El cuerpo utópico«), numerosos filósofos contemporáneos hablan de la dificultad para delimitar el cuerpo. Y por otro lado simbólicamente pocos fenómenos explicitan este hecho mejor que la voz, que a menudo suele implicar también sentido.
En uno de sus textos, Nancy se pregunta cuál puede ser el espacio común al sentido y el sonido. Y su respuesta nos ayuda a entender por qué Quignard afirma que al leer, el cuerpo desaparece. Según Nancy «El sentido consiste en una remisión. Está constituido incluso por una totalidad de remisiones: de un signo a alguna cosa, de un estado de cosas a un valor, de un sujeto a otro o a sí mismo, y todo ello de manera simultánea. El sonido no está menos constituido por remisiones: se propaga en el espacio donde resuena, a la vez que resuena «en mí», como suele decirse (…). Resuena en el espacio exterior o interior; vale decir, vuelve a emitirse al mismo tiempo que, propiamente, «suena», lo cual es ya «resonar», si no es otra cosa que relacionarse consigo. Sonar es vibrar en sí mismo o por sí mismo: para el cuerpo sonoro no es sólo emitir un sonido, sino extenderse, trasladarse y resolverse efectivamente en vibraciones que, a la vez, lo relacionan consigo y lo ponen fuera de sí.»
El día 8 y 9 de abril podremos ver en toda su potencia la materialidad del deambular que implica la lectura. Oiremos y sentiremos cómo las voces de los lectores toman prestadas las palabras de Quignard y hacen vibrar los cuerpos de los lectores y nuestros propios cuerpos, atravesados también por el texto sonoro. Y la vibración de los cuerpos y las remisiones del sentido del texto de Quignard nos relacionarán con nosotros mismos y, a la vez, nos pondrán fuera de sí. Es decir, nosotros también seremos movidos.
Nota: Idoia Zabaleta y 9 intérpretes locales leerán por completo «El lector» de Pascal Quignard mientras bailan en dos sesiones que irán de las 18h30 a las 20h30 del miércoles 8 y del jueves 9 de abril. Esta acción se llevará a cabo en el Hall del Mercat y la entrada será gratuita. Os animamos sin embargo a que compréis la entrada de la Secció Irregular de ese día para ver «Irrintzi Repetition» de Itziar Okariz y la colaboración entre Myriam van Imschoot y Victoria Hanna, que tendrán lugar en la sala Pina Bausch a las 20h30.