Hola amiguis, estoy de vuelta! Esta vez me metieron en la trena para que saque los más grandes temas generacionales de mis intestinos. En esta celda con las ventanas altas y varias robustas mesas intento componer canciones que no afecten a mi salud digestiva. Mi primera apuesta “soy la persona más intolerante que conozco” me trae de cabeza porque a ver si voy a reafirmarme en mis intolerancias a base de repetírmelas, no quiero somatizarme con la realidad para que mi cuerpo empiece a tolerar los tomates y las patatas.
Este blog nació como práctica expandida de mi pieza O que segue, agraciada en el 2018 con una Residencia Paraiso, que realizaría en la Sala Agustín Magán de Santa Marta donde, no sé si recordaréis, me habían quitado mi mesa de trabajo. Pues aquí en la cárcel tengo cuatro mesas robustas de madera de pino a mi disposición, aunque solo use una. Quien diga que no he evolucionado sabe poco de lo que importa una buena mesa.
Me gustaría deciros que va todo bien, pero no voy a mentiros, estoy en el chasis, hoy me he pesado en la casa que me acoge en mi estadía y no llego a los 50 kilos, por unos gramos nada más, tampoco es para tanto… ¿Y por qué he adelgazado tanto? Pues llevo un par de meses con problemas digestivos y fui a que me hicieran una prueba de intolerancias new age y me ha dado todo rojo, todo no, casi todo: ni alcohol, ni café, ni té, ni berengena, ni tan siquiera zanahorias… La lista es larga, pero parece que por lo menos puedo comer aceitunas sin aliñar caídas del olivo y recogidas por vírgenes de hakuna.
Cómo explicarle al público que mi cuerpo lo escucha todo y se condiciona y no puedo quejarme a gustazo porque tengo que engañar a mi organismo para que piense que va todo bien y no me ataque. Como podéis comprobar estoy empapándome de literatura regenerativa para potenciar mi neuro plasticidad y no tirarme a la vacía por una vida sin condimentos. Y como el karma no perdona ahora soy la rarita que no puede comer nada más que calabacín y calabaza. Yo era la típica que se reía de las intolerancias de los demás porque pensaba que eran los típicos mimados a los que sus padres les dejaban no comer verduras, me reía de los que separaban la cebolla de la tortilla y me partía cuando alguien decía es que a mí no me gusta el ajo. Ya no puedo comer ajo, ni albahaca ni espinacas…
Y este nuevo camino de restricciones consiste en abrazar y aceptar mi parte femenina y reconectar con la tierra, que mi acupuntora dice que me falta tierra, en general, agravado porque vivo en un quinto. Para sanarme tengo que reconciliarme con la mujeres de mi familia, mis ancestras, mis abuelas poco conocidas, mi madre, mi hermana, y amigas que han pasado por mi vida. Todo influye en esto de las intolerancias alimentarias…
Este post era más largo pero como estoy en proceso creativo y me ha quedado un texto muy chulo pues me lo he agenciado para Sinte, mi nuevo retoño a punto de alumbrar, con música en directo, textos apocalípticos y movimientos orgánicos… vamos, que estoy hecha una mocatriz de bien. Así que quién quiera saber cómo acaba esto que se venga a verme a Lugo este viernes 24 de mayo a las 20:00hs a O Vello Cárcere de Lugo, que ya no es una cárcel sino un lugar de agregación cultural, donde vienen excursiones de los coles, viajeros que hacen tiempo hasta el próximo bus, pues está al lado de la estación de autobuses, lo cual me ha venido muy bien para ir a ver a mi gata…, hasta se hacen en O vello Cárcere eventos de la benemérita, a los que he asistido sin querer.
El espacio es una pasada, lleno de energías poderosas, como en todos los lugares de sacrificio humano.
Vénganse en bus!!
Apertura proceso Sinte, viernes 24 de mayo a las 20.00 Vello Cárcere de Lugo. Residencias Paraiso. Entrada Libre