Qué bonito es levantarte temprano, a las ocho, como nunca antes lo habías hecho y ponerte el pantalón por encima del pijama para echarte a la calle, sin sujetador y con un plumas a modo de saco protector bajo el crudo invierno. El centro médico está a solo dos calles, pero qué bien sienta un paseo mañanero aunque sea para ir a que te quiten sangre. Lo bueno de tener que llevar mascarilla es que solo tienes que preocuparte por tener presentables los ojos, una raya negra generosa que eleve los párpados caídos y un poco de sombra gris oscura para dar profundidad. Salgo en ayunas y camino calentita en mi abrigo de 80€ euros del zara, adquirido por 19’99€ en las pasadas rebajas, con tecnología punta en aislamiento del frío. Voy algo preocupada pensando en si será suficiente la cantidad de pis que llevo en el tubo, como suelo levantarme a las siete a mear no tenía suficiente para el pis de la muestra a las ocho y se quedó un centímetro por debajo de la marca de cantidad mínima de orina para el análisis. Tendrá que llegar pues ahora no tengo más pis que dar.
Llego a la puerta un minuto antes de la hora, que yo me tomo en serio mi salud, y veo una cola de 4 personas a un par de metros de distancia unas de otras esperando para que les quiten la sangre. Después de unos breves 6 minutos de espera me unto de gel desinfectante en las manos y me siento en la mesa de operaciones donde una enfermera con mucha práctica en lo suyo casi sin darme tiempo a decir hola me está apretando la goma en el brazo. ¡Aprieta el puño y suelta! Me dice y en cero coma me saca tres botecitos, la aguja y la goma, me pone una tirita con un algodón gordo y me dice ¡aprieta fuerte si no quieres que te queden marcas de yonqui! Eso no lo dijo, solo es por enfatizar. Salgo a paso ligero y respiro profundamente hasta que me llega la mascarilla a la glotis, para llenarme de la mañana y su rocío, su aire limpio y su sol naciente. Pienso que a partir de ahora me levantaré a las ocho e iré a correr, no puede ser que siga postergando esta maravilla de rutina. Luego volvería como vuelvo ahora a mi casa, me quitaría el pantalón y la sudadera y ya de nuevo en pijama dormiría la siesta del cardenal de 9 a once de la mañana. Sería maravilloso que el cuerpo te pidiera dormir cada dos horas, asimilar lo vivido ese tiempo y asentar todo el conocimiento humano que llevamos en nuestras alforjas en una siesta proporcional al tiempo vivido y vívido. Dormir y empezar de cero cada dos horas como si fuera un día nuevo, puedes levantarte a primera hora dando pena y a media mañana te pones en paz con la vida porque ya se te ha pasado todo en un sueño reparador. Dormir, tal vez soñar cada dos horas. Supongo que una persona sana no sueña con invertir tanto tiempo en el sueño y le sobra energía para dormir solo una vez al día, todo esto puede ser fruto de mi depresión y las enfermedades somatizadas de mi cuerpo. Me preocupo y espero los resultados de mis análisis mientras me duermo.
Me despierto a las 11.00 muy contenta porque me han pedido una colaboración especial en Teatron. Y mis hordas de fans os preguntaréis: ¿Qué es lo que la hace tan especial? Y yo os digo: El dinero. El dinero es la respuesta. No es que sea la primera ni la segunda vez que me pagan por escribir, pero sí la más onerosa, tampoco una cosa escandalosa aunque bastante bien. Siento tanto agradecimiento que creo que voy a hacer un post generoso compuesto de relatos del pasado cercano y del presente más inmediato que aun no he tenido la valentía de compartir. Las que me seguís sabéis que el reciclaje, la reutilización y los saldos son mis grandes obsesiones, no me gusta tirar nada. He estado muy callada estos meses intentando meditar para evitar pensar en las malas decisiones que he tomado en mi vida y que me han alejado de mi sueño último de ser profesora de secundaria. Acabo de apuntarme al casting de Master Chef porque tengo el típico bajón que se te queda después de que cierre la RED de Teatros y Auditorios en Galicia sin haber conseguido más que un bolo en el Auditorio de Ourense. No sé cómo se me da tan mal vender con toda mi experiencia vendiendo R y Ono a puerta fría en Galicia y Santander respectivamente. ¿Es que no he aprendido nada por dios? Si añado mis curros como dependienta de alta bisutería, camisetas de diseño, cosas de casa y la wi de nintendo debería ser una sensei de la venta como Daniel Larusso. Me pregunto si haber publicado en redes que tuve un solo espectador en mi bolo de Negreira pueda tener algo que ver en esta bajada de contrataciones. Un hito en mi carreara artística, la definición del teatro que un día escuché se ha materializado en mi pieza O que segue, para que el teatro exista solo hace falta alguien que haga una movida y alguien que mire. En mis muchos años de carrera puedo fardar de haber llegado a la esencia del teatro, su sentido último y razón de ser: la mirada de un solo espectador o de un espectador solo, la confidencia máxima, la intimidad total. Mentiría si os dijera que antes tenía más bolos, uno por semestre es lo normal y a veces menos. Este año me está yendo bastante bien, para qué nos vamos a engañar. De hecho tenemos ya apalabrado el estreno de Technocracia en el Auditorio de Galicia el 12 de marzo. Proyecto en el que estamos haciendo una labor social estos artistas de la pista que somos Félix Fernández, Manuel Parra y servidora posibilitando un espacio perimétrico para que el público pueda bailar dentro de la legalidad vigente. Y eso es lo sucedió en el espacio Normal de A Coruña el 11 de este mes con nuestro segundo Stage Manifesto dentro del ínclito programa De Corpos Presentes curado con afecto por Sabela Mendoza. El público bailó y bailó bien, dentro de su parcelita acotada por cintas verde fosforito que el artista Mauro Trastoy lanzó entre las columnas a modo de rudimentarios rayos láser. Con eso, unos filtros azules, una playlist mezclada con amor por las manos de Jean Fixx, un micro para soltar nuestro manifiesto sobre la fiesta -que es poesía pura la verdad- y un poco de guaraná nos dimos un buen bailongo.
Qué bien sienta un poco de luz azul al final de túnel convocatorial que se ha desatado en los últimos meses de este planeta llamado mundo. Han pasado cosas chungas en la tierra y parece que lo único a lo que puedo aferrarme para no tirarme a la vacía es a la esperanza de amasar todos los fondos públicos posibles antes de que todo se vaya a la mierda. He conseguido la subvención de AGADIC a la producción de Technocracia en la modalidad de danza. No tengo vergüenza. He conseguido también una ayuda para hacer dos bolos de O que segue en As Rías Baixas, en los pueblos que me vieron nacer y crecer, Cambados y Sanxenxo respectivamente, funciones que fueron canceladas y reubicadas en Ribeira y Boiro. Finalmente las realicé en Negreira y Boiro porque la de Ribeira me la cancelaron también. De estas funciones lo más destacado es el hito del único espectador como ya os he dicho y también la brasa que les di a los alumnos de teatro de segundo de bachillerato para que se sacaran un plaza en cualquier oposición antes de dedicarse a esto. El colectivo RPM me regaló un Cruceiro Paraíso para ir a visitar en noviembre a Alberto Cortés en su residencia de creación del Ardor en Graner, que es una cosa preciosa. Nada más entrar al emblemático espacio de creación me informaron muy amablemente de que no habían seleccionado Technocracia para sus residencias artísticas y me dio un poco pabajo pero luego Alberto me invitó a una sidra en la terraza, fumé y ya se me pasó. También aproveché para visionar la última pieza de mi bro Elvi Balboa en el Institut del Teatre de la que sólo puedo decir: cuidadito con mi hermana… estamos construyendo un linaje que seguramente acabará con nosotras porque el arte nos exige tanto que no estamos produciendo ningún ser humano. Incluso me han invitado por primera vez en tantos años de amor al teatro a un proceso de otra artista, Cristina Vilariño dirigido también por Alberto Cortés. El proyecto se llama Mano Dura sobre la educación en la familia y las aulas, que me ha hecho estar en menos de tres meses dos veces en el Teatro Rosalía de A Coruña y donde puedo capitalizar a gusto mi bullying y mis traumas. Estoy que no me lo creo de lo bien que me está yendo. Aquella comida que le pague a una persona influyente de la gestión cultural pública gallega en un conocido establecimiento de Galeras ha dado sus frutos. Para recibir primero hay que dar, y no lo dice Coelho, lo digo yo. Pero no es suficiente porque yo siempre quiero más, ¡mucho más de lo que tu me das vida!
Estoy en un círculo de avaricia que puede llegar a destruirme y no paro de fustigarme porque perdí una convocatoria de reactivación de espectáculos por andar enganchada a Cobra KAI y no pude meter Iberescena por quedarme hasta tarde viendo La isla de las tentaciones. Sí, me levanté pasadas las diez y entre pitos y flautas y una serie de catastróficas desdichas tecnológicas le di a enviar el formulario pasando 7 minutos de la hora límite, las 12 de la mañana en España. Exagerando un poco serían unos 250 formularios creados expresamente por un equipo de tres personas para nada, un tiempo precioso que no volverá jamás. El día anterior había metido la de Graner a las 19.00hs, en tiempo, pues acababa a las 20.00hs, que no sirvió para nada tampoco. Unas que metes, otras que te dan y otras que no van porque la aplicación es alemana y a las 11.59 cierra y punto.
Es que yo quiero que me las den todas, todas ¡las necesito! Aunque tenga que pasarme la mayor parte de mi vida pidiendo facturas por cada compra que haga de más de dos euros, descargar los comprobantes bancarios para corroborar que efectivamente han sido pagadas por mis tarjetas, enviar mails y gestionar tres cuentas del google para aprovechar gratis los gigas del drive, crear doscientos cincuenta millones de memorias en docs para justificarlo todo haciendo equilibrios en el límite de la legalidad del número de identificación con las deudas de la tesorería de la declaración trimestral y buscar el número de registro de formulario que se me pira la olla de las firmas que he mandado en jpg para que pongan en no sé qué explotación de actividad de la cesión de derechos sobre el concepto de la idea del origen mismo del caos que tengo en la cabeza, que ya ni sé a quién he autorizado para manejar mis cuentas en Suiza.
Al final de todas las cosas soy una burócrata de las artes, yo no quería pero me han engañado para hacer todas estas cosas. Si veis que no posteo mucho últimamente no os preocupéis, seguramente estaré subiendo facturas en jpg a uno de mis drive, haciendo una encuesta sobre la perspectiva de género de mi trabajo en doodle o mandando un mail al ostracismo.
Pd: Así terminaba mi post hasta que me di cuenta que estamos en Navidad y quiero aprovechar para mandar un abrazo y un beso a todas las que sentís que lo habéis hecho todo mal. No quiero ser un ejemplo para nadie, y menos después de haberme inscrito en las opos de correos, pero es mejor que os relajéis y disfrutéis, que la vida son dos días y debería acabar en una gran fiesta corriendo desnudas por la playa puestas de ácido. Prepararos para el futuro apostando a la lotería, duchándoos en agua fría, meditando y haciendo unos hipopresivos, que el suelo pélvico es lo que peor lleva el paso del tiempo. Repartid mucha luz, abrazad a vuestros gatos y no os quejéis, que la soledad insiste siempre. Bailad en el salón, en el baño, en los campos, en los agujeros oscuros y practicad el teorema de Tales que permite follar en los soportales. ¡Feliz Navidad!