Ayer por la mañana se me fue la olla. Posteé una foto mia en bragas con un texto impreso que ponía «non me canceles» en un comentario de otro post que criticaba la campaña colectiva #eu tamén son traballadora cultural, non me canceles. La imagen de mis bragas que originalmente ponían happy new year 2011 (que sustituí en mi editor de fotos del móvil por el slogan de la campaña) duró en el post unos diez minutos, antes de que la quitara al ver que no estaba recibiendo ningún like y a causa de un comentario de mi consorte considerándola de mal gusto. Así son mis pequeños actos de rebeldía, inconsistentes, fugaces, contradictorios e incluso soeces. Quiero dejar claro aquí que todas las acciones con discursos colectivos difusos me congratulan y me dan grima a partes iguales. En este deambular perdido que son las profesiones artísticas, los sloganes pueden llevar a confusión, sobre todo cuando algunos van acompañados de imágenes perturbadoras de artistas que parece que están siendo fichadas por la policía. No es que no me sienta parte, apoyo todas estas iniciativas, es que he estado siempre en bragas. Este confinamiento viene de lejos en las artes performativas de la contorna gallega. Mis últimos trabajos no han superado los 7 bolos consiguiendo dos modestas ayudas públicas en mis diez años de dedicación. A día de pandemia mi futuro en lo escénico era un bolo y un nuevo proyecto en ciernes, Technocracia, para producir con buena voluntad y sin cuartos. Así que decidí reformular mi participación en la reivindicación eligiendo una foto artística de una de mis preciosas funciones, porque creo que es importante cuidar las imágenes si nos proclamamos trabajadores culturales y por lo menos salir bien en la foto. Sobre esta foto en la que estaba haciendo el perro boca arriba he puesto Non me canceles o meu único bolo. Después de meditarlo mucho, he decido no publicarla porque creo que sería un mensaje demasiado directo al programador al que ya le he escrito con gran preocupación. Su respuesta ha sido amable, preocupada y llena de incógnitas, como el realismo mágico, con voluntad de hacer las cosas bien. El confinamiento laboral es mi pan de cada día saliendo un par de veces al año a petarlo en la tablas. Mi preocupación más grande está en la supervivencia en mi hogar, que era el de tanta gente, y que ahora está reorganizado para conseguir espacios de libertad y estiramientos físicos.
Lo que intento decir, con esto que no sé lo que es, es que antes ya era todo unha merda pinchada nun pau, un mojón, un parámo … pero podíamos asistir a eventos culturales y quejarnos con una birra o un mencía en la mano. Ahora hasta lo de emborracharnos y sentirnos acompañados es un consuelo vetado.
He estado componiendo un tema, quería que se convierta en el himno de este desastre pero no me salió. Es muy fácil componer música electrónica pero una buena balada de confinamiento requiere de un pulso rítmico sinuoso por el que no consigo adentrarme. Yo quería ser la voz de una generación, esa que empezó a hacer cosas en la crisis y aún avistando el desastre decidió hacer lo que fuera para mantenerse a flote con la esperanza de dar el pelotazo en algún momento. Y ahora entramos en watepeor donde ni siquiera me parece consecuente manifestarme por algo que ni tenía. Me manifestaré para poder rentar mi piso a viajeros ocasionales cuando alguien pueda fiarse de mis condiciones sanitarias. Los teatros nunca han sido mi contexto habitual, sino solo un acontecimiento, algo por lo que estar agradecida cada día simplemente por terminar un proyecto, mostrarlo y luego buscarle un sitio a la escenografía minimalista en mi hogar. Está decoración post escenográfica adornaba mis historias cotidianas, basadas en el fracaso, siempre en el fracaso, el fracaso de la generación perdida, el fracaso de mi estabilidad mental y de mis desgastadas relaciones, donde haber querido ser demasiado moderna me ha reportado noes e intestinos inflamados, donde he querido ir más rápido que la gente. No puedes ir más rápido que la gente, Cristina! me decía mi jefe en un pub de Melide por intentar promoverme pinchando algo que no fuera reggaetón.
Tengo que decir que a medida que avanzaba el día de ayer he asistido a imágenes y vídeos donde ya había una propuesta estética acorde con las creadoras que alzaban el grito. Desgraciadamente, salvo contadas excepciones, siempre suelen ser de las personas que menos bolos tienen o que no tienen ninguno. Y es que aparte de las compañías clásicas y un par de contemporáneas que empezaron bastante antes de la crisis aquí solo hay tres compañías relativamente jóvenes que puedan decir que vivían de su trabajo, de sus bolos. Hay fórmulas que ha resistido como las cooperativas y aglutinadores de propuestas que venden propuestas para todos los públicos. Yo soy el ficus que se agarra al moho que se agarra al hongo que crece de los desechos culturales que sobreviven en el fango gallego. Y como yo, hay muchas en las artes vivas.
Voz en mi cabeza:
¡Es un acto de solidaridad, Cristina!
¡no es literal!
no me canceles significa:
niégame y serás maldito,
existo,
estoy aquí solita comiéndome la cabecita
porque é un futuro incerto
¿y antes?
Antes igual chica.
Technocracia está en pausa porque mi lesión en los omóplatos ha empeorado por las largas horas tirada en el sofá mal, haciendo una torsión para poder estirar las piernas cómodamente hacia la derecha y girando la cabeza a mi pantalla plana de 40 pulgadas que está a la izquierda ¡Mira! Qué buena metáfora del capitalismo. Después de casi dos semanas sin nuestros directos del facebook e instagram, hoy un fan me ha pedido encarecidamente por el chat de Facebook que volviéramos a bailar, que ya bastante mal está todo, que no podemos privar al mundo de nuestros actos de resistencia y lesiones, que hay tiempo de sobra para todo, para estar tiradas en el chaislonge viendo pelis, docus, series, hay tiempo para cocinar arroz con leche en crockpot, para cultivar masa madre durante una semana en un bote, para leer el libro del desasosiego de pessoa, incluso para meditar y convertirnos en un canal disponible y abierto por el que la voz de gaia se manifiesta.
¡Hay tiempo para todo pero, por favor, bailad!