Escribo hoy para promocionar un poco lo que viene en Lo que sigue. Estaré haciendo la segunda fase en residencia creativa en el Salón Teatro de Compostela del 7 al 17 de Enero, donde abriré el proceso al público el jueves 17. Aprovechando esta cesión de espacio ofreceremos Manu y yo el viernes 11 y el sábado 12 dos funciones de Masa madre + sal marina y el domingo 14 Manu presentará su pieza Eso que vi. Hemos bautizado estas dos semanas con el nombre Ciclo Proxecto Pank con descuentos populares para quien se anime a tragárselo todo ya que vamos a taquilla. También hemos sido seleccionados en el Cicus de Sevilla donde estaremos el 1 de febrero con Masa madre, y, para mi sorpresa, me han convocado para realizar una pieza dentro del ciclo Mulleres en Acción. Por todo ello estoy muy agradecida.
«E estaría ben que o público participase dalgunha forma…»
Me sugiere amablemente una gestora sobre una adaptación de Lo que sigue para calle que aún no tengo y que haré a mi elección en mi pueblo natal Cambados, terra de albariño, fariña e ameixas. Y como en las biografías de las artistas famosas yo también quiero actuar en el lugar que me vio nacer encima de una concha de vieira como la venus de Boticcelli. Yo nací en un bar a diez metros del mar, fecundada por Zeus y el Espíritu Santo. Llevo el sino de las bastardas de las Rías Baixas y, como buena bastarda puede parecer que no le tengo amor a mis raíces ya que mis recuerdos de Cambados se reducen a cuando pasábamos con el coche por el Pazo de Fefiñanes de camino al churrasco Umia, un par de fiestas do Albariño con mis colegas de la uni, tres o cuatro salidas de pubes cuando Portonovo estaba de capa caída y Cambados empezó a estar de moda, alguna visita a casa de mi colega Irene, a la que mando un abrazo, que esta misma semana ha sido madre. Una se alegra cada año viendo cómo sus congéneres van dejando su particular semilla de esperanza para el mundo, viendo las maravillas que hacen estos extraterrestres bajitos con unas ceras manley, como Cora, la hija de la Martis, una amiga de esas a las que todas consideramos mejor amiga y que mañana está de cumpleaños. La Navidad está en el aire, a eso atribuyo estos ataques de sensibilidad y nostalgia hacía una tierra que me vio nacer pero que no me vio crecer. Pero es que tampoco era de Cambados Cambados, viví hasta los 5 años en O Facho de Castrelo, una aldea marisqueira -por lo menos hasta que montaron dos depuradoras enormes y acabaron con los berberechos de la contorna- y donde mis actividades fundamentales eran saltar alacranes y bañarme en bragas en las rocas. Esto lo saben de sobra mis fans pues siempre hablo del desapego en mis trabajos, de lo que cuesta reconciliarse con el estado puro y salvaje de una misma. Y es una pena porque practicaba un gallego auténtico con su gheada, seseo y todo, un galego bonito de carallo que me extirparon los malvados niños de Sanxenxo al llamarme montuna. Montuna yo? que era más de mar que las bateas.
Pero vamos a lo que íbamos, me quedé pensando en lo participativo, en lo conveniente que es que el público siempre escaso y preciado pueda sentirse incluido en mis trabajos. Y es que no hay nada más participativo que una obra de teatro al aire libre con una intérprete dejada de la mano de dios, por llevarlo siempre todo atado con pinzas. Me imagino que pediré al Concello de Cambados unas redes de pescar, unas cien, mil o así, y me las ataré a la cintura como si fuera una falda enorme, para, acto seguido, pedirle a mis vecinos que se metan debajo a la voz de: venid y comed todos de él, porque este es el camino, la verdad y sobre todo la gloria. Les pediré que me cuenten qué ha pasado durante todos estos años en mi patria, qué necesito saber para dar fé de donde he nacido sin tener que hacer una investigación en google. Voy a intentar terminarme Fariña para empaparme bien de su historia, que la dejé a medias porque coincidía con Ven a Cenar Conmigo, Gourmet Edition.
Estoy cagada con esto de la participación, con controlarlo todo pero dejar espacio a que ocurra algo más, con que se me pueda ir la olla y saque mi rollo clown para sostenerme con el ánimo de la risa fácil. Eso sí, lo de las redes es mío, no me lo robéis, que nadie lo ha hecho nunca.
En próximas entregas os hablaré de cómo nos fue a Manu y a mi por Montevideo con Masa madre y con un taller de escritura escénica para un grupo reducido de tres personas, de las cuales al final quedaron dos. También mandaré unos besos a mis querides bullshiters deseando que pronto volvamos a armar otro encuentro. Y del encuentro que supuso la experiencia en Nido, un paraíso donde les artistes podemos estar, pensar y hacer, si queremos, dándonos folgos para el resto del año que estamos tan soles. También dedicaré unas breves líneas a la presentación subidita de decibelios que hice sobre Lo que sigue para otro encuentro, el de las Residencias Paraíso.
Parecerá que no paro con tantas cosas por contar, pero para nada, en lo cotidiano me siento perdida en el ensimismamiento de mi esfuerzo baldío.