Hace un tiempo vengo siguiendo la carrera de mi hermana que baila. Tengo miedo que, a pesar de ser menor que yo y haber empezado más tarde en esto de show bussiness, me supere en su desarrollo artístico. La tía le da a la pata que da gusto y hace unos videos donde se la ve pepino de la danza. Yo, que me alimento de la rivalidad típica de las hermanas Cruz, tengo miedo a que un día me inviten a maestros de la costura y me pongan a coser flores de puntilla en un traje de novia. Mientras mi hermana triunfa en series de Netflix hablando en italiano. ¡Que la que vivió un año en Italia fui yo! ¡por favor!
Mi hermana tiene la garra Balboa. Yo una vez también la tuve, era una tía graciosa con una ironía muy refinada. Y esto no lo digo yo, me lo dicen amigas que me conocen de aquella época. Entonces qué invento es este que hice en la presentación de lo que sigue. Igual es que me pudo el deseo de ser considerada una artista conceptual que sigue una investigación exhaustiva con principios profundos que serán revelados en una suerte de genialidad. Manu dice que tengo mi público y que ellos saben lo que quieren de mi aunque yo insista en hacer otras cosas. Tengo que aceptar que yo soy buena bailando en las discotecas y que mi brother es la que baila y yo tengo que escribirle textos. Hermana, me dice, ayúdame con esto que quiero que sea irónico y a ti eso se te da bien. Una forma sutil de llamarme mosca cojonera. Y es que desde nuestra tierna infancia que jugábamos a pressing catch para canalizar nuestras afrentas cotidianas. Y siempre ganaba ella. Incluso cuando me hacían bulling en el cole, mi hermana, que es 5 años menor, cogía piedras y amenazaba a los niños malditos con el puño en alto para defenderme. Una fuerza de la naturaleza es mi bro, que necesita un texto porque quiere guiar a su público hacía las normativas del movimiento y de la forma, que nunca podrán contener tantas ganas de vivir.
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