Hola amiguis, estoy de vuelta! Esta vez me metieron en la trena para que saque los más grandes temas generacionales de mis intestinos. En esta celda con las ventanas altas y varias robustas mesas intento componer canciones que no afecten a mi salud digestiva. Mi primera apuesta “soy la persona más intolerante que conozco” me trae de cabeza porque a ver si voy a reafirmarme en mis intolerancias a base de repetírmelas, no quiero somatizarme con la realidad para que mi cuerpo empiece a tolerar los tomates y las patatas.
Este blog nació como práctica expandida de mi pieza O que segue, agraciada en el 2018 con una Residencia Paraiso, que realizaría en la Sala Agustín Magán de Santa Marta donde, no sé si recordaréis, me habían quitado mi mesa de trabajo. Pues aquí en la cárcel tengo cuatro mesas robustas de madera de pino a mi disposición, aunque solo use una. Quien diga que no he evolucionado sabe poco de lo que importa una buena mesa.
Me gustaría deciros que va todo bien, pero no voy a mentiros, estoy en el chasis, hoy me he pesado en la casa que me acoge en mi estadía y no llego a los 50 kilos, por unos gramos nada más, tampoco es para tanto… ¿Y por qué he adelgazado tanto? Pues llevo un par de meses con problemas digestivos y fui a que me hicieran una prueba de intolerancias new age y me ha dado todo rojo, todo no, casi todo: ni alcohol, ni café, ni té, ni berengena, ni tan siquiera zanahorias… La lista es larga, pero parece que por lo menos puedo comer aceitunas sin aliñar caídas del olivo y recogidas por vírgenes de hakuna.
Cómo explicarle al público que mi cuerpo lo escucha todo y se condiciona y no puedo quejarme a gustazo porque tengo que engañar a mi organismo para que piense que va todo bien y no me ataque. Como podéis comprobar estoy empapándome de literatura regenerativa para potenciar mi neuro plasticidad y no tirarme a la vacía por una vida sin condimentos. Y como el karma no perdona ahora soy la rarita que no puede comer nada más que calabacín y calabaza. Yo era la típica que se reía de las intolerancias de los demás porque pensaba que eran los típicos mimados a los que sus padres les dejaban no comer verduras, me reía de los que separaban la cebolla de la tortilla y me partía cuando alguien decía es que a mí no me gusta el ajo. Ya no puedo comer ajo, ni albahaca ni espinacas…
Y este nuevo camino de restricciones consiste en abrazar y aceptar mi parte femenina y reconectar con la tierra, que mi acupuntora dice que me falta tierra, en general, agravado porque vivo en un quinto. Para sanarme tengo que reconciliarme con la mujeres de mi familia, mis ancestras, mis abuelas poco conocidas, mi madre, mi hermana, y amigas que han pasado por mi vida. Todo influye en esto de las intolerancias alimentarias…
Este post era más largo pero como estoy en proceso creativo y me ha quedado un texto muy chulo pues me lo he agenciado para Sinte, mi nuevo retoño a punto de alumbrar, con música en directo, textos apocalípticos y movimientos orgánicos… vamos, que estoy hecha una mocatriz de bien. Así que quién quiera saber cómo acaba esto que se venga a verme a Lugo este viernes 24 de mayo a las 20:00hs a O Vello Cárcere de Lugo, que ya no es una cárcel sino un lugar de agregación cultural, donde vienen excursiones de los coles, viajeros que hacen tiempo hasta el próximo bus, pues está al lado de la estación de autobuses, lo cual me ha venido muy bien para ir a ver a mi gata…, hasta se hacen en O vello Cárcere eventos de la benemérita, a los que he asistido sin querer.
El espacio es una pasada, lleno de energías poderosas, como en todos los lugares de sacrificio humano.
Vénganse en bus!!
Apertura proceso Sinte, viernes 24 de mayo a las 20.00 Vello Cárcere de Lugo. Residencias Paraiso. Entrada Libre
Estoy escribiendo un texto para el Centro Dramático Nacional. Por eso no estoy escribiendo en mi blog desde hace mucho mucho tiempo. La verdad es que tiré la toalla en esto de escribir en Teatron mucho antes de que me dieran esta residencia de escritura. Es que veo a la gente con miles de seguidores en el Instagram y veo mis 0’33 comentarios en el blog por post y digo: a nadie le interesa mi mierda.
Ahora que me van a publicar haga lo que haga estoy muy emocionada. He estado a punto de coger algunos textos pocos leídos de aquí y hacer un copi paste en mi nuevo proyecto. Es que los leo y digo: soy buenísima. Pero nunca lo haría porque soy una artista de una honestidad brutal como aquel disco de Andrés Calamaro. Lo que estoy escribiendo se llama Roland mon amour y va de mi amor a la música y a la fiesta. Atraviesan la propuesta el deseo, el Airbnb y la miseria. Y es que sin música estaría perdida e incluso me tiraría a la vacía como en aquel poema de Jesús Lizamo. He sentido la necesidad de darme un poco de autobombo, qué queréis que os diga. Por eso he vuelto, pero no os hagáis ilusiones que no va a ser para quedarme. Después de esto con el Dramático seguro que subo de nivel y me empiezan a hacer encargos y estaré a full como mis compatriotas Marta Pazos o Ester F. Carrodeguas.
Me ha llevado tiempo llegar hasta aquí pero casi lo he conseguido. Solo una entrega más, una lectura dramatizada y mi primera obra publicada. Y mola mucho esto de no tener que hacer un verkami para autopublicarme aunque me dan mucha pena los árboles que se cortarán para hacer la tirada de mi obra. Es un sentimiento agridulce, hasta he estado a punto de pedirles que por favor me publiquen solo en epub pero me han podido la ambición y el reconocimiento. Por primera vez en mi vida siento que estoy trabajando como trabajan los artistas de verdad. He ido a Roma y he estado dos semanas en la Academia de España en donde pase por tres habitaciones emblemáticas. En una incluso me dijeron que había estado Pablo Messiez haciendo su residencia de Los gestos. Vamos que he dormido en camas donde han dormido grandes artistas. Luego me han mandado al Royal Court en Londres otras dos semanas y he estado la mar de bien en una habitación con cocina y lavadora en Chelsea y ensayando en un cuarto del Royal. Allí incluso me pidieron que les hiciera una muestra porque, según ellos, los dramaturgos de allí son muy aburridos y como yo hago música también… que querían divertirse vamos. Salió muy guay y esto me está dando una actitud de prepotencia que sé que turbará a mis fans. Pero tampoco puedo ir por la vida dando pena cuando las cosas me van bien. Así que lo siento por las que no lo habéis conseguido todavía. Seguid intentándolo porque a veces suena la flauta.
Ahora voy mucho a Madrid para los encuentros con el comité asesor y mis residentes. Somos cuatro los agraciados con estas residencias de escritura dramática. Yo soy la mayor y la que vive más lejos. No he aprovechado mucho los talleres ni las obras del dramático a las que tengo acceso gratuito todo el año porque no quiero abusar de mis dos colegass en Madrid para que me alojen. Vi alguna obra y he recibido buenos feedbacks del comité asesor, así que supongo que será un éxito de crítica y público. Nunca he sido profeta en mi tierra, de hecho, antes de presentar el proyecto al Centro Dramático Nacional lo presenté al Centro Dramático Galego y no me cogieron. Quería dejar constancia de esto, de que no me valoran na miña terra galega. Ni siquiera me llamó el director del CDG para felicitarme y eso que cuando le dieron el puesto me llamó para decirme que estaba a mi disposición. De donde sí me han llamado es del Fest Plataforma y el jueves 15 a las 20:00 hs estaré en el CGAC con Roland I feel you que aunque pueda parecer lo mismo que estoy escribiendo para el Dramático no lo es, es una performance. Lo del Dramático es Roland Mon Amour, otra cosa.
Y quería contaros algunas anécdotas y tal pero no quiero quemar el material que estoy produciendo a borbotones. Necesito mantener inédito todo lo escrito para llegar a las 50 páginas que me puse de objetivo para mi pieza. Y eso que hace dos semanas mi vida ha dado un giro de 180 grados que ha hecho que lo que había escrito dejara de tener sentido. La vida es una inagotable fuente de dramas y te pone el conflicto en bandeja. No os cuento nada más para mantener el misterio.
Y creo que ya está, he contado un poco lo que estoy haciendo, me he quejado de la falta de oportunidades en mi matria y me voy a hacer la cena. Hoy toca pasta de arroz con atún, mi especialidad, solo tengo que calentarla en mi nuevo micro con autoclean, un caprichito que me he comprado para celebrar mis logros.
Busco el reconocimiento que me merezco en los vales del súper. Tengo un euro extra para gastar en frutas y verduras, dos euros en chocolate por compra mínima de 7 euros y dos euros en cremas solares. Estos descuentos concretan mi lista de la compra aunque tenga 16 botes de cremas olvidados por mis huéspedes peregrinos. El negocio no está yendo divinamente, supongo que por la mala valoración dejada por un polaco en el perfil de mi habitación best seller. Qué le voy a hacer si no puedo dejar de explicarle a la peña cómo hacer mejor las cosas. Necesito compartir mi sabiduría y cambiar comportamientos incívicos y capitalistas. Todo empezó cuando advertí que mi huésped llevaba media hora en el baño abriendo el grifo cada cinco segundos. Adiviné que estaría afeitándose y, como el lavabo no tiene tapón, ni la bañera tampoco -para que no sientan la tentación de darse un baño de espuma- decidí ofrecerle amablemente un barreño. No me miró bien, pero pensé que era lo normal porque su cara chapata no había emitido expresión alguna durante nuestros breves encuentros de recepción y muestra de las instalaciones del alojamiento vacacional que ostento. Por si fuera poco, había observado durante los dos días de su estancia que por la mañana mis limones aparecían cortados y ligeramente exprimidos. El primer día me sentí algo perturbada, pues no ofrezco desayuno en el precio- aunque sí café, té y galletas de cortesía-. Los limones están claramente fuera del trato, no porque no entienda que el agua templada con limón por la mañana sea un remedio eficaz para mantener una evacuación periódica, sino porque no es una fruta que sepa tratar todo el mundo. Para muestra un limón exprimido al que no se le ha aprovechado el jugo y que directamente no podrá ser aprovechado para próximas infusiones, ya que una vez exprimido está usado, oxidado y con ese aromilla a limón pasado. Y cómo se hacen las cosas bien con los limones, os estaréis preguntando. Pues sencillamente se va tallando como una escultura, con intuición sobre cuánto zumo de limón alberga cada corte, exprimiendo un trocito y dejando el resto dispuesto para próximas mutilaciones. Entonces, después de que mi polaco del alma acabara de afeitarse y mientras estaba llenando el hervidor de agua hasta arriba para hacerse una infusión, me acerque sibilinamente y, previa sonrisa de vengo en son de paz, le dije que le aconsejaba mi método limonero para el aprovechamiento del jugo. Un explicación en inglés con diferentes apoyos gráficos como coger el limón y el cuchillo, hacerle un corte y el gesto de exprimirlo en un vaso imaginario de agua. Este ser se sulfuró y entre varios improperios me dijo que si llega a saber que ésta era la casa de una ecologista nunca habría hecho la reserva. Yo le dije take it easy varias veces pero siguió despotricando de cómo podía ser que en un hotel le llamaran la atención por usar demasiada agua. Yo le dije que en mi perfil ponía que soy ecofriendly, que me gustaba que las cosas se hicieran de manera más sostenible y que, dadas las condiciones y el precio, claramente esto no era un hotel. Pero no me escuchaba, sólo me gritaba que iría al súper inmediatamente a comprarme un kilo de limones. Yo insistía que no era por el dinero, que lo único que no soportaba era el desperdicio. Había mucha tensión en el ambiente y para recuperar el feng shui decidí irme a hacer yoga mientras me seguía increpando movidas en inglés polaco. Se asomó al salón y antes de que continuará con su pataleta me descubrí a mi misma llorando. LLorando por el planeta, llorando por la humanidad, llorando por todos los limones, por el agua que se gasta en los hoteles, por los envases de plástico, por tener que hacer Technocracia en Compos de día y sin luces, por no ser parte de la danza contemporánea de Galicia, por los “su propuesta no ha sido seleccionada”, porque se me han pasado dos convocatorias, porque la tapa del vater baila más que yo, porque me da a pagar en hacienda, por los feudos artisticos, por las mascarillas desechables en el río Sarela, por mis amigas y compañeras, que no son profetas pero saben hacer una buena fiesta, por el puto deshielo ¡joder!… Llorando así, delante de su cara de pan rancio, echándole toda mi emotividad a la cara, dándole una experiencia auténtica de viaje. Que para eso estamos.
Nota al pie: El título de este post es un homenaje consciente a la pieza Los limones, la nieve y todo lo demás de Matarile. Y es que, salvando las distancias, me venía al pelo.
Una hora tirada al sol del imponente parque de Galeras con los
ojos cerrados moviéndolos hacia el infinito y repitiéndome: soy valiosa por ser
y estar.
Una sesión de una hora con el satisfayer hasta llegar al orgasmo. Cada vez me cuesta más. Por qué no seré yo multiorgásmica… joder!
En plena crisis de los cuarenta decido volver a la adolescencia y empezar a hacer skate con mi long board infrautilazada en la pieza Masa madre + sal marina. Como leí en un post del Facebook, los buques anclados están a salvo pero no han sido creados para eso. Mi long board queda muy pintona en el salón pero no ha sido creada en china para eso.
Ah! que no os conté que me han dado un premio al civismo. Pues sí, me han dado un premio al civismo. Iba yo con mis bolsas de basura para tirar en el contenedor adecuado y había una caja de una tele de 100 pulgadas atravesada en medio de la calle. La gente pasaba y la esquivaba y yo -que soy muy cristiana- decidí hacer un alto en el camino, recogerla y colocarla detrás de los contenedores para que no se interpusiera entre los caminantes grises. Luego tiré la bolsa de plásticos al contenedor amarillo y la de restos al verde para seguidamente emprender el ritual del compost. Abrí con mi propia llave el candado de uno de los tres contenedores de compost que tenemos en Galeras -no tendré llave de coche pero tengo una llave para tirar mis residuos orgánicos-, cogí unas cuantas virutas de madera en dos cazos que hay a disposición de los usuarios en un arcón cerrado también con la misma llave. Abrí el composteiro, abrí la bolsa de mierda y eché mis desperdicios, los cubrí con las virutas, cerré el candado y tiré la llave a mi bolsillo. Luego arrojé la bolsa fétida que contenía toda esa fuente de vida al contendor verde y, al pasar por la parada del bus -que está al lado-, una chica que había presenciado todo el recorrido me aplaudió y dijó: Muy bien, premio al civismo, premio al civismo! Yo me ruboricé un poco y en un acto de humildad por mi parte le dije: gracias, es lo mínimo que puedo hacer! y me fui henchida de gozo pensando que estaba en la cúspide de mi evolución personal. Está claro que es un premio legítimo, ya que cualquier civil puede otorgar este tipo de honores. Mi intención no es chulearme de mis logros sino compartir una experiencia de superación personal. Ha sido un largo camino de reciclaje, ahorro energético, reutilización y ventas en aplicaciones de segunda mano para conseguirlo.
Desde entonces el teatro me la pela, la danza me la pela, las artes vivas me la pelan, el amor me la pela…No, eso nunca, vivo por y para el amor. Amo mucho abiertamente y a escondidas, aunque no lo parezca. Pero para declaraciones de amor no abrimos hasta las 10:00. Pero sí, me la pela bastante todo, incluso he dejado de bailar. Me la pela Technocracia, me la pela O que segue, me la pela tu **** festival alternativo. Tanto me la pela todo que hasta he actuado por primera vez en A Cidade da Cultura de Galicia destruyendo ya definitivamente mi reputación de artista comprometida con mi contexto cultural endometrial. Para ponerme en paz conmigo misma y no fustigarme por mis contradicciones, y por ser una vendida, he decidido emprender mi nueva ginkana cívica. A partir de ahora mi meta personal es conseguir que la gente se compre un termo para el café. Quiero servir de apoyo a todas las personas que les gusta el café y cada día van al mismo bar a comprar un café para llevar y tomárselo delante del ordenador. Estas personas necesitan a una gurú cívica que les ayude a hacer la transición entre ser unos seres despreciables a ser personas de bien que piensan en las consecuencias de su consumo indiscriminado de envases no reutilizables. El lema es: No pongas excusas, cómprate un termo. Aquí quiero trasladar mi comprensión a las gentes que piensan que no se ha creado el termo perfecto para ellas. Os entiendo perfectamente, de hecho el otro día mi termo merchandising de Galicia Escena Pro de hace tres años empezó a perder líquido en unos ensayos en la CDC y yo misma he tenido que invertir una tarde entera de mi vida recorriendo todos los chinos y casas de enseres de Compostela para llegar a casa tan desilusionada que tuve que pillarlo en Amazon. No es fácil pero CÓMPRATE UN TERMO!
Pronto emprenderé nuevas acciones civicas, incluso puede que cree mi cuarto perfil de Instagram para compartir mi sabiduría y mis proyectos de civilización, por el poder que me ha concedido la chica de la parada del bus. VISIBILIDADE CÍVICA le voy a llamar.
Qué bonito es levantarte temprano, a las ocho, como nunca antes lo habías hecho y ponerte el pantalón por encima del pijama para echarte a la calle, sin sujetador y con un plumas a modo de saco protector bajo el crudo invierno. El centro médico está a solo dos calles, pero qué bien sienta un paseo mañanero aunque sea para ir a que te quiten sangre. Lo bueno de tener que llevar mascarilla es que solo tienes que preocuparte por tener presentables los ojos, una raya negra generosa que eleve los párpados caídos y un poco de sombra gris oscura para dar profundidad. Salgo en ayunas y camino calentita en mi abrigo de 80€ euros del zara, adquirido por 19’99€ en las pasadas rebajas, con tecnología punta en aislamiento del frío. Voy algo preocupada pensando en si será suficiente la cantidad de pis que llevo en el tubo, como suelo levantarme a las siete a mear no tenía suficiente para el pis de la muestra a las ocho y se quedó un centímetro por debajo de la marca de cantidad mínima de orina para el análisis. Tendrá que llegar pues ahora no tengo más pis que dar.
Llego a la puerta un minuto antes de la hora, que yo me tomo en serio mi salud, y veo una cola de 4 personas a un par de metros de distancia unas de otras esperando para que les quiten la sangre. Después de unos breves 6 minutos de espera me unto de gel desinfectante en las manos y me siento en la mesa de operaciones donde una enfermera con mucha práctica en lo suyo casi sin darme tiempo a decir hola me está apretando la goma en el brazo. ¡Aprieta el puño y suelta! Me dice y en cero coma me saca tres botecitos, la aguja y la goma, me pone una tirita con un algodón gordo y me dice ¡aprieta fuerte si no quieres que te queden marcas de yonqui! Eso no lo dijo, solo es por enfatizar. Salgo a paso ligero y respiro profundamente hasta que me llega la mascarilla a la glotis, para llenarme de la mañana y su rocío, su aire limpio y su sol naciente. Pienso que a partir de ahora me levantaré a las ocho e iré a correr, no puede ser que siga postergando esta maravilla de rutina. Luego volvería como vuelvo ahora a mi casa, me quitaría el pantalón y la sudadera y ya de nuevo en pijama dormiría la siesta del cardenal de 9 a once de la mañana. Sería maravilloso que el cuerpo te pidiera dormir cada dos horas, asimilar lo vivido ese tiempo y asentar todo el conocimiento humano que llevamos en nuestras alforjas en una siesta proporcional al tiempo vivido y vívido. Dormir y empezar de cero cada dos horas como si fuera un día nuevo, puedes levantarte a primera hora dando pena y a media mañana te pones en paz con la vida porque ya se te ha pasado todo en un sueño reparador. Dormir, tal vez soñar cada dos horas. Supongo que una persona sana no sueña con invertir tanto tiempo en el sueño y le sobra energía para dormir solo una vez al día, todo esto puede ser fruto de mi depresión y las enfermedades somatizadas de mi cuerpo. Me preocupo y espero los resultados de mis análisis mientras me duermo.
Me despierto a las 11.00 muy
contenta porque me han pedido una colaboración especial en Teatron. Y mis
hordas de fans os preguntaréis: ¿Qué es lo que la hace tan especial? Y yo os
digo: El dinero. El dinero es la respuesta. No es que sea la primera ni la
segunda vez que me pagan por escribir, pero sí la más onerosa, tampoco una cosa
escandalosa aunque bastante bien. Siento tanto agradecimiento que creo que voy
a hacer un post generoso compuesto de relatos del pasado cercano y del presente
más inmediato que aun no he tenido la valentía de compartir. Las que me seguís
sabéis que el reciclaje, la reutilización y los saldos son mis grandes
obsesiones, no me gusta tirar nada. He estado muy callada estos meses
intentando meditar para evitar pensar en las malas decisiones que he tomado en
mi vida y que me han alejado de mi sueño último de ser profesora de secundaria.
Acabo de apuntarme al casting
de Master Chef porque tengo el típico bajón que se te queda después de que
cierre la RED de Teatros y Auditorios en Galicia sin haber conseguido más que
un bolo en el Auditorio de Ourense. No sé cómo se me da tan mal vender con toda
mi experiencia vendiendo R y Ono a puerta fría en Galicia y Santander
respectivamente. ¿Es que no he aprendido nada
por dios? Si añado mis curros como dependienta de alta bisutería, camisetas de
diseño, cosas de casa y la wi de nintendo debería ser una sensei de la venta
como Daniel Larusso. Me pregunto si haber publicado en redes que tuve un solo
espectador en mi bolo de Negreira pueda tener algo que ver en esta bajada de
contrataciones. Un hito en mi carreara artística, la definición del teatro que
un día escuché se ha materializado en mi pieza O que segue, para que el teatro
exista solo hace falta alguien que haga una movida y alguien que mire. En mis
muchos años de carrera puedo fardar de haber llegado a la esencia del teatro,
su sentido último y razón de ser: la mirada de un solo espectador o de un
espectador solo, la confidencia máxima, la intimidad total. Mentiría si os
dijera que antes tenía más bolos, uno por semestre es lo normal y a veces
menos. Este año me está yendo bastante bien, para qué nos vamos a engañar. De
hecho tenemos ya apalabrado el estreno
de Technocracia en el Auditorio de Galicia el 12 de marzo. Proyecto en el que
estamos haciendo una labor social estos artistas de la pista que somos Félix
Fernández, Manuel Parra y servidora posibilitando un espacio perimétrico para
que el público pueda bailar dentro de la legalidad vigente. Y eso es lo sucedió
en el espacio Normal de A Coruña el 11 de este mes con nuestro segundo Stage
Manifesto dentro del ínclito programa De Corpos Presentes curado con afecto por
Sabela Mendoza. El público bailó y bailó bien, dentro de su parcelita acotada
por cintas verde fosforito que el artista Mauro Trastoy lanzó entre las
columnas a modo de rudimentarios rayos láser. Con eso, unos filtros azules, una
playlist mezclada con amor por las manos de Jean Fixx, un micro para soltar
nuestro manifiesto sobre la fiesta -que es poesía pura la verdad- y un poco de
guaraná nos dimos un buen bailongo.
Qué bien sienta un poco de
luz azul al final de túnel convocatorial que se ha desatado en los últimos
meses de este planeta llamado mundo. Han pasado cosas chungas en la tierra y
parece que lo único a lo que puedo aferrarme para no tirarme a la vacía es a la
esperanza de amasar todos los fondos públicos posibles antes de que todo se
vaya a la mierda. He conseguido la subvención de AGADIC a la producción de
Technocracia en la modalidad de danza. No tengo vergüenza. He conseguido
también una ayuda para hacer dos bolos de O que segue en As Rías Baixas, en los
pueblos que me vieron nacer y crecer, Cambados y Sanxenxo respectivamente,
funciones que fueron canceladas y reubicadas en Ribeira y Boiro. Finalmente las
realicé en Negreira y Boiro porque la de Ribeira me la cancelaron también. De
estas funciones lo más destacado es el hito del único espectador como ya os he
dicho y también la brasa que les di a los alumnos de teatro de segundo de
bachillerato para que se sacaran un plaza en cualquier oposición antes de
dedicarse a esto. El colectivo RPM me regaló un Cruceiro Paraíso para ir a
visitar en noviembre a Alberto Cortés en su residencia de creación del Ardor en
Graner, que es una cosa preciosa. Nada más entrar al emblemático espacio de
creación me informaron muy amablemente de que no habían seleccionado
Technocracia para sus residencias artísticas y me dio un poco pabajo pero luego
Alberto me invitó a una sidra en la terraza, fumé y ya se me pasó. También
aproveché para visionar la última pieza de mi bro Elvi Balboa en el Institut
del Teatre de la que sólo puedo decir: cuidadito con mi hermana… estamos
construyendo un linaje que seguramente acabará con nosotras porque el arte nos
exige tanto que no estamos produciendo ningún ser humano. Incluso me han
invitado por primera vez en tantos años de amor al teatro a un proceso de otra
artista, Cristina Vilariño dirigido también por Alberto Cortés. El proyecto se
llama Mano Dura sobre la educación en la familia y las aulas, que me ha hecho estar en menos de tres meses dos
veces en el Teatro Rosalía de A Coruña y donde puedo capitalizar a gusto mi
bullying y mis traumas. Estoy que no me lo creo de lo bien que me está yendo.
Aquella comida que le pague a una persona influyente de la gestión cultural
pública gallega en un conocido establecimiento de Galeras ha dado sus frutos.
Para recibir primero hay que dar, y no lo dice Coelho, lo digo yo. Pero no es suficiente porque yo siempre
quiero más, ¡mucho más de lo que tu me das vida!
Estoy en un círculo de avaricia que puede
llegar a destruirme y no paro de fustigarme porque perdí una convocatoria de
reactivación de espectáculos por andar enganchada a Cobra KAI y no pude meter
Iberescena por quedarme hasta tarde viendo La isla de las tentaciones. Sí, me
levanté pasadas las diez y entre pitos y flautas y una serie de catastróficas
desdichas tecnológicas le di a enviar el formulario pasando 7 minutos de la
hora límite, las 12 de la mañana en España. Exagerando un poco serían unos 250
formularios creados expresamente por un equipo de tres personas para nada, un
tiempo precioso que no volverá jamás. El día anterior había metido la de Graner
a las 19.00hs, en tiempo, pues acababa a las 20.00hs, que no sirvió para nada
tampoco. Unas que metes, otras que te dan y otras que no van porque la
aplicación es alemana y a las 11.59 cierra y punto.
Es que yo quiero que me las den todas, todas
¡las necesito! Aunque tenga que pasarme la mayor parte de mi vida pidiendo
facturas por cada compra que haga de más de dos euros, descargar los
comprobantes bancarios para corroborar que efectivamente han sido pagadas por
mis tarjetas, enviar mails y gestionar tres cuentas del google para aprovechar
gratis los gigas del drive, crear doscientos cincuenta millones de memorias en docs
para justificarlo todo haciendo equilibrios en el límite de la legalidad del número
de identificación con las deudas de la tesorería de la declaración trimestral y
buscar el número de registro de formulario que se me pira la olla de las firmas
que he mandado en jpg para que pongan en no sé qué explotación de actividad de
la cesión de derechos sobre el concepto de la idea del origen mismo del caos
que tengo en la cabeza, que ya ni sé a
quién he autorizado para manejar mis cuentas en Suiza.
Al final de todas las cosas soy una burócrata
de las artes, yo no quería pero me han engañado para hacer todas estas cosas.
Si veis que no posteo mucho últimamente no os preocupéis, seguramente estaré
subiendo facturas en jpg a uno de mis drive, haciendo una encuesta sobre la
perspectiva de género de mi trabajo en doodle o mandando un mail al ostracismo.
Pd: Así terminaba mi post hasta que me di cuenta que estamos en Navidad y quiero aprovechar para mandar un abrazo y un beso a todas las que sentís que lo habéis hecho todo mal. No quiero ser un ejemplo para nadie, y menos después de haberme inscrito en las opos de correos, pero es mejor que os relajéis y disfrutéis, que la vida son dos días y debería acabar en una gran fiesta corriendo desnudas por la playa puestas de ácido. Prepararos para el futuro apostando a la lotería, duchándoos en agua fría, meditando y haciendo unos hipopresivos, que el suelo pélvico es lo que peor lleva el paso del tiempo. Repartid mucha luz, abrazad a vuestros gatos y no os quejéis, que la soledad insiste siempre. Bailad en el salón, en el baño, en los campos, en los agujeros oscuros y practicad el teorema de Tales que permite follar en los soportales. ¡Feliz Navidad!
Hoy es la noche de San Xoan. Normalmente estaría saltando cacharelas, bebiendo birras e intentando comer una sardina, dos sardinas o tres sardinas…pero aquí estoy haciendo esto. Intuyo que hay un montón de fiestas privadas en la contorna a las que nadie me ha invitado por mi bien, saben que tengo un bolo este viernes y que cumplí años el viernes pasado. Como buena bruja quemada que he sido, este tipo de festejos se me suelen ir de las manos y podría acabar gritando por las colinas, entre las xestas, ¡por qué por qué no me sube el emedé! Y lo que es peor, pasarme por el forro su sana distancia.
He sido buena estos tres meses y he intentado contener mi entusiasmo ante la nueva normalidad preparándome para un futuro prometedor porque el pasado me lo he fundido. He coqueteado con varias pseudosectas de pseudociencias, que me gustan más que comer con los dedos. Me he hecho 23 trainings de varios días sobre cualquier forma de reinvención digital, mercadeo inmobiliario y crecimiento espiritual. Estuve a punto de caer en las fauces de la espiritología pero no tenía dinero para pagar la matrícula. Vamos, que controlo un poco de todo, de cómo memorizar el índice de la constitución, trucos para bajarse loops gratis del garaje band, aprendí sobre el método PAS, para vender mis servicios como copywriter (orientación profesional por la que se ha decantado mi consorte) y hasta me hago mis propias mascarillas. Intenté apuntarme en listas de empleo público pero las únicas que encontré abiertas eran de puestos navales, que yo soy de mar y sería una gran patrona, pero no me hice el fp. Para las opos también llego tarde, salieron todas las inscripciones antes de la pandemia, cuando íbamos por la vida con nuestra inocencia y esperanza. Para las de educación tampoco me puedo apuntar porque no tengo el master de orientación pedagógica. Hice una prescripción en una universidad europea de mindfullnes e inteligencia emocional, para eliminar acotimias y dramatimias. Estas son cosas que tenemos todas, frases de otras incrustadas en nuestra red neuronal que nos impiden vivir en libertad y comunidad como los pingüinos emperador. Y hablando de comunidad me inserté en varias iniciativas de agregación de creadoras a las que no mentaré para que no me echen, ahora que se arma la revolución. Y estoy presentando subvenciones y ayudas a todo lo que doy, todas inconclusas porque me faltan algún papel y que ahora resulta que tengo deudas con hacienda. Puto capitalismo. Luego también lloré y me fustigué insistentemente por mis malas jugadas del monopoly y entré a un webinar para formatear la mente con afirmaciones positivas tipo, todo está bien, no hay pasado, no hay futuro, solo presente, siente como pasa el aire por tus fosas nasales, quizás notes la humedad.
Una tortura esto de la pandemia, el problema es que tengo demasiadas habilidades y el tiempo no me da para atenderlas a todas y llegar a un desarrollo profundo de especialista que vende couching profesional sobre diversos temas. Hasta mi hermana me ha compartido bajo cuerda unas sesiones sobre danza y salud donde he conseguido completar los eslabones que me faltaban para descrifrar la cadena de la nutrición total. Os comparto ahora una información muy importante que es de vital importancia para vuestro hígado. El hígado está programado biológicamente para hacer la limpieza de toda la sangre del cuerpo de 1 a 3 de la madrugada si estás durmiendo. Si andas de jarana o te acuestas tarde por culpa del netflix no se te limpia la sangre, solo se limpia si te acuestas temprano y duermes, con lo cual aquí tenéis la razón de por qué os va mal en la vida. Dejaros de dietas y tranquilizantes, e iros a dormir temprano coño.
Quiero aprovechar también para agradecer a todes les amigues que me han deseado un feliz cumpleaños, sé que puede resultar turbador ver a alguien de mi edad dándolo todo en directos de techno y posando como una influencer en mi modesto instagram, pero qué le voy a hacer si cada día estoy más buena…
También aprovecho para pedir perdón por mi tutorial del garaje band donde se pretendía enseñar a componer un temazo, yo ya sabía que eso iba a salir mal, como también sé que el viernes en Coruña saldrá genial. Pedir perdón sobretodo a Derrick May que fue mentado contra su voluntad en semejante acto de descomposición musical. En mi defensa tengo que decir que tenía entradas para la capitol de su sesión y aún no me han devuelto el dinero, así que estamos en paz.
Una cosa muy buena que me ha pasado es que me han escrito un pretexto tan bonito para mi bolo del viernes en el Rosalía que cualquiera pensaría que le han pagado por ponerme tan lúcida y bien. Y así es, pero os aseguro que no he sido yo. Gracias Estevo Creus, mi ego ha subido un par de rayitas y a ver ahora quién me aguanta. Abajo os dejo el enlace.
Ah! que también doy un taller de autoficción el sábado 27 en el Teatro Colón dentro de la programación expandida del TRC Danza y que mis intestinos me dicen que ya casi está todo controlado. Y por si fuera poco hoy es mi santo. Santa Cristina, que os invita, con el favor de Gaia, a su performance en el Teatro Rosalía de Castro da Coruña este Viernes 26 de junio a las 21.00hs.
No, que no es mi santo, me confundí, pensé que ya era 24 de julio, pero veniros igual.
Ayer por la mañana se me fue la olla. Posteé una foto mia en bragas con un texto impreso que ponía «non me canceles» en un comentario de otro post que criticaba la campaña colectiva #eu tamén son traballadora cultural, non me canceles. La imagen de mis bragas que originalmente ponían happy new year 2011 (que sustituí en mi editor de fotos del móvil por el slogan de la campaña) duró en el post unos diez minutos, antes de que la quitara al ver que no estaba recibiendo ningún like y a causa de un comentario de mi consorte considerándola de mal gusto. Así son mis pequeños actos de rebeldía, inconsistentes, fugaces, contradictorios e incluso soeces. Quiero dejar claro aquí que todas las acciones con discursos colectivos difusos me congratulan y me dan grima a partes iguales. En este deambular perdido que son las profesiones artísticas, los sloganes pueden llevar a confusión, sobre todo cuando algunos van acompañados de imágenes perturbadoras de artistas que parece que están siendo fichadas por la policía. No es que no me sienta parte, apoyo todas estas iniciativas, es que he estado siempre en bragas. Este confinamiento viene de lejos en las artes performativas de la contorna gallega. Mis últimos trabajos no han superado los 7 bolos consiguiendo dos modestas ayudas públicas en mis diez años de dedicación. A día de pandemia mi futuro en lo escénico era un bolo y un nuevo proyecto en ciernes, Technocracia, para producir con buena voluntad y sin cuartos. Así que decidí reformular mi participación en la reivindicación eligiendo una foto artística de una de mis preciosas funciones, porque creo que es importante cuidar las imágenes si nos proclamamos trabajadores culturales y por lo menos salir bien en la foto. Sobre esta foto en la que estaba haciendo el perro boca arriba he puesto Non me canceles o meu único bolo. Después de meditarlo mucho, he decido no publicarla porque creo que sería un mensaje demasiado directo al programador al que ya le he escrito con gran preocupación. Su respuesta ha sido amable, preocupada y llena de incógnitas, como el realismo mágico, con voluntad de hacer las cosas bien. El confinamiento laboral es mi pan de cada día saliendo un par de veces al año a petarlo en la tablas. Mi preocupación más grande está en la supervivencia en mi hogar, que era el de tanta gente, y que ahora está reorganizado para conseguir espacios de libertad y estiramientos físicos.
Lo que intento decir, con esto que no sé lo que es, es que antes ya era todo unha merda pinchada nun pau, un mojón, un parámo … pero podíamos asistir a eventos culturales y quejarnos con una birra o un mencía en la mano. Ahora hasta lo de emborracharnos y sentirnos acompañados es un consuelo vetado.
He estado componiendo un tema, quería que se convierta en el himno de este desastre pero no me salió. Es muy fácil componer música electrónica pero una buena balada de confinamiento requiere de un pulso rítmico sinuoso por el que no consigo adentrarme. Yo quería ser la voz de una generación, esa que empezó a hacer cosas en la crisis y aún avistando el desastre decidió hacer lo que fuera para mantenerse a flote con la esperanza de dar el pelotazo en algún momento. Y ahora entramos en watepeor donde ni siquiera me parece consecuente manifestarme por algo que ni tenía. Me manifestaré para poder rentar mi piso a viajeros ocasionales cuando alguien pueda fiarse de mis condiciones sanitarias. Los teatros nunca han sido mi contexto habitual, sino solo un acontecimiento, algo por lo que estar agradecida cada día simplemente por terminar un proyecto, mostrarlo y luego buscarle un sitio a la escenografía minimalista en mi hogar. Está decoración post escenográfica adornaba mis historias cotidianas, basadas en el fracaso, siempre en el fracaso, el fracaso de la generación perdida, el fracaso de mi estabilidad mental y de mis desgastadas relaciones, donde haber querido ser demasiado moderna me ha reportado noes e intestinos inflamados, donde he querido ir más rápido que la gente. No puedes ir más rápido que la gente, Cristina! me decía mi jefe en un pub de Melide por intentar promoverme pinchando algo que no fuera reggaetón.
Tengo que decir que a medida que avanzaba el día de ayer he asistido a imágenes y vídeos donde ya había una propuesta estética acorde con las creadoras que alzaban el grito. Desgraciadamente, salvo contadas excepciones, siempre suelen ser de las personas que menos bolos tienen o que no tienen ninguno. Y es que aparte de las compañías clásicas y un par de contemporáneas que empezaron bastante antes de la crisis aquí solo hay tres compañías relativamente jóvenes que puedan decir que vivían de su trabajo, de sus bolos. Hay fórmulas que ha resistido como las cooperativas y aglutinadores de propuestas que venden propuestas para todos los públicos. Yo soy el ficus que se agarra al moho que se agarra al hongo que crece de los desechos culturales que sobreviven en el fango gallego. Y como yo, hay muchas en las artes vivas.
Voz en mi cabeza:
¡Es un acto de solidaridad, Cristina!
¡no es literal!
no me canceles significa:
niégame y serás maldito,
existo,
estoy aquí solita comiéndome la cabecita
porque é un futuro incerto
¿y antes?
Antes igual chica.
Technocracia está en pausa porque mi lesión en los omóplatos ha empeorado por las largas horas tirada en el sofá mal, haciendo una torsión para poder estirar las piernas cómodamente hacia la derecha y girando la cabeza a mi pantalla plana de 40 pulgadas que está a la izquierda ¡Mira! Qué buena metáfora del capitalismo. Después de casi dos semanas sin nuestros directos del facebook e instagram, hoy un fan me ha pedido encarecidamente por el chat de Facebook que volviéramos a bailar, que ya bastante mal está todo, que no podemos privar al mundo de nuestros actos de resistencia y lesiones, que hay tiempo de sobra para todo, para estar tiradas en el chaislonge viendo pelis, docus, series, hay tiempo para cocinar arroz con leche en crockpot, para cultivar masa madre durante una semana en un bote, para leer el libro del desasosiego de pessoa, incluso para meditar y convertirnos en un canal disponible y abierto por el que la voz de gaia se manifiesta.
Un sol de justicia me pega en la jeta haciendo que tenga que escribir esto con gafas de sol. Soy una privilegiada de clase z, pero privilegiada al fin y al cabo. Tengo unas vistas a través de mi ventana que me han hecho subsistir desde hace varios años de los alquileres vacacionales. No veo el mar pero si Compostela tuviera playas yo sería una espectadora con suerte. Hace un día tan bonito que no me explico que no haya nadie disfrutando de un baño de sol en la huerta de varias hectáreas que ostentan las vecinas del piso de abajo. He pensado mucho estos días en cómo acceder a ese espacio de lo privado al que solo van a cagar un par de perros mientras su dueña se lee el Hola sentada en una silla plegable. He ofrecido mi generosa ayuda a la vecina por el patio de luces, que es mayor y no está bien que ande yendo al súper. En el momento que la acepte dejaré caer, así como quien no quiere la cosa, que esa huerta está muy sola y ya va siendo hora de plantar unos tomates. Yo no quiero ir a pasear ni tirarme al sol, yo quiero que algo florezca con el mismo sol que transmitió mi ínfimo hálito de vida. Esta última frase es de una poesía mía que ganó el primer concurso de ideas medioambientales de la USC allá por el 2001, creo. He estado pensando mucho últimamente en leer mis poemas, y otras producciones literarias que tengo, en directos por el Facebook y el Instagram. Pero me da miedo que se entienda como una forma de promocionar mis habilidades, que no son pocas. No es momento de echar por fuera, es hora de recogimiento y de pensarse hacia dentro, bien adentro, penetrarnos hasta el fondo anhelando cada instante traspasar los nadires más ocultos. Está última frase es de un poema de Juan Ramón Jiménez que empieza así:
No estás en ti, belleza innúmera,
que con tu fin me tientas, infinita,
a un sinfín de deleites!
¡Estás en mí (…)
Y como dice mi querida Elena Malova agradécete a ti misma por todo lo bueno que hay en ti, por todo lo bello que realmente hay en ti y por haber hecho la práctica, de yoga. En el confinamiento el yoga es al cuerpo como a la música el resistiré para seguir viviendo. Lo que me hace entender que la vida productiva ha hecho dura mella en los gustos musicales de algunas personas haciendo que no vean más allá de los 80. El encierro es duro pero más duro sería tener que trabajar con la letalidad de la libertad de ir y venir. La gente oposita a guardia civil desde balcones y ventanas y no entienden que es un soplo la vida.
Yo digo esta es la mía, una artista como yo que ha tenido flaco acceso a teatros y salas (muy flaco para lo que yo lo valgo) no puede desaprovechar un momento histórico como este teniendo todo el tiempo del mundo para no hacer nada. Tengo pesadillas superproductivas, la más recurrente es una en la que llego tarde a una clase online mientras me aguanto el pis. ¿Qué querrá decir esto? ¿dejaré pasar otra oportunidad en mi vida de obtener el reconocimiento que me merezco? No, esta vez saldré de mi zona de confort, me obligaré a poner por escrito estas ideas lisonjeras que me atenazan las cervicales pidiendo salir mientras yo me acuesto en esa esquina de la habitación donde pega el sol hasta la una de la tarde.
Os contaré que a pesar del dolor que nos rodea, que es mucho, de la incertidumbre que desgasta, de la crítica decimonónica que sale a borbotones, que no borbones, yo desde el principio de este encierro he encontrado un lugar en el mundo. Hasta ese momento no sabía de la existencia del botón de directo del Facebook y un día por probar le di. Estaba yo en la cocina con unos temitas electrónicos y me puse a bailar. Esto que surgió de forma bastante inocente se convirtió con el paso de los días en parte de un proceso escénico que estamos proyectando tres artistas de la pista, Félix Fernández, Manuel Parra García y servidora. Antes de la cuarentena nuestra idea era hacer varias fiestas techno y venderlo como un proceso abierto y expandido donde lo escénico es la fiesta y la comunión de las almas libres en un acto hedonista de cojones. Technocracia es un proceso líquido, energía y su dirección hacia vosotras os. Las que os unís a nuestros directos no estáis viendo una pieza de danza, ni de teatro, estáis asistiendo a una videoconferencia donde las palabras dejan paso a movimientos estilizados. En un acto de resistencia bailando. Esto lo ha apuntado certeramente nuestro compañero Félix. ¿Podría ser esto video-danza? Bailamos tras una pantalla, eso no nos lo puede negar nadie, y en los varios visionados que he hecho de mis movimientos puedo decir que se nota la experiencia y el empeño que he puesto en las pistas de baile durante unos veinte años de nocturnidad y alevosía. Hay recorrido, hay años de entrenamiento, hay disfrute, hay cuerpos. Qué más se le puede pedir al amor en tiempos del coronavirus. Pero no es DANZA. Para no llevarnos a confusión lo llamaremos practicas compartidas de insistencia y estética. Porque tengo que confesar que nos gusta cuidar todos los detalles: una buena iluminación, un poco de humo a medida que evoluciona el proceso, outfits de andar por casa para no olvidar el contexto y una mala conexión wifi para que quede claro que esto no son artes vivas sino big data.
Después de cuatro días de merecido descanso e introspección, obligada por una leve lesión en los omóplatos por venirme arriba con mi pasito del walking dead, hoy volveremos a la carga sobre las 20.00hs. No pasaremos lista aun a sabiendas de que estáis ahí, tras la pantalla. Paciencia amigas, que entre nuestros muros todavía se escucha la letanía de la vida, que después del subidón viene el bajón y que estar juntas es solo una cuestión de conexión. Os mando un fuerte abrazo en código binario.
No sé si habréis oído algo al respecto pero Lo que sigue está pendiente de un hilo ante la amenaza global de un virus que se propaga por el aire. Tengo un bolo en mayo en La Coru y parece que voy a tener que cancelar si la cosa sigue así. Aconsejan darse una maratón de Netflix comiendo ganchitos durante unos quince días consecutivos sin salir de casa para evitar la pandemia. Yo puedo decir que ese hábito lo llevo manteniendo unos 3 años porque ya me lo veía venir, aunque en vez de ganchitos yo tomo apio con humus de diferentes legumbres de tarro, para que me duren el semestre de encierro. Solo salgo para ir a la piscina y darme unos baños turcos cuyos vapores poseen propiedades desinfectantes poderosas. Entre el humo, de uno de mis malos hábitos, y los vapores mantengo mis pulmones oxigenados para que puedan hacer frente a los patógenos. También tuve que salir hoy a llevar el rúter de Jazztel pues por estas fechas siempre suelo cambiar de compañía al mejor postor. No he hablado con nadie, ni si quiera con los de Acnur y la cruz roja, que siempre me echo unas risas. En boquita cerrada no entran virus. Luego he mantenido una distancia prudencial con la dependienta de la tienda ojeando el nuevo Iphone XI. He cogido el recibo de papel y se me ha corrido la tinta al ponerle el gel desinfectante, que lo tienes a disposición gratis en todo negocio que se considere preparado para la pandemia. De camino a casa siempre suelo hacer muchos recados ya que me gusta aprovechar el tiempo y de paso que voy pues ya hago todo. Me acordé que me quedan tres cápsulas de probióticos y me metí en una farmacia. Un señor que también debía de estar enterado de la movida que os estoy contando se quedó a una distancia prudencial de mi persona para pedir una mascarilla. Parece ser que se han agotado las mascarillas y, como las que quedan vienen de China, nadie se fía. Porque esto, como todo, viene de China. Me dio un poco de vergüenza ajena el señor aunque me entró el canguele al saber que las farmacias no tienen recursos ante tal amenaza.
Tengo que confesar que el finde semana me fui a ver a Laurent Garnier en un evento multitudinario de La Coru, yo creo que de más de 1000 personas, así que puede que os estéis infectando ahora mismo al leer esto porque compartí mi botella de agua rellenada del grifo del baño con varias personas que tenían sed, y yo he sido siempre muy cristiana. Ya sabéis, después de usar el ratón enjabonaros las manos durante al menos 5 minutos y haceros unos baños derivativos que, por lo que llevo investigado, valen para cualquier mal al acecho. Qué son los baños derivativos, os preguntaréis. Se trata de una técnica que llevan desarrollando los gatos durante miles de años al lamerse los genitales. Es el mismo principio, sólo que aquí en vez de usar nuestra lengua, que no llegamos por culpa de las costillas, usamos un pañito y nos frotamos el pubis con agua fría de arriba abajo. Esto durante diez minutos al día durante dos o tres semanas y se os cura todo. Los hombres lo podéis hacer frotando el glande, de arriba abajo. Si no os fiais buscad más información en Google para que veáis que esto es algo serio. Soy un servicio social, qué le voy a hacer.
Lo único positivo que le veo a esto es que he dejado de recibir a coreanos en mi casa, a coreanos y a todo el mundo, por lo que puedo disfrutar de un período de intimidad en mi propio hogar al que no estaba acostumbrada desde hacía cuatro años. Me paso en pijama todo el día, experimento en la cocina con mi nueva olla de cocción lenta, sigo mis rutinas con Elena Malova, de diez a veinte minutos al día, intento echar alguna convocatoria, le rasco la panza a mi gata, miro por la ventana mientras el mundo se acaba, vamos… todo como siempre. La misma pena, el mismo desasosiego, las mismas cuitas cotidianas…Acabo de recordar que tengo un par de mascarillas de la última vez que pinté las sillas de forja de mi casa. Os las vendo baratas. Contacto por privado.
Este fin de semana iré de bolos a Vigo, al Teatro Ensalle, una de las pocas plazas donde disfrutar de piezas de la resistencia escénica en Galicia.
Que Galicia es un páramo no es ninguna novedad, pero me desvivo por hacer llegar alguna señal de humo, grito de auxilio o entusiasmo contenido ante la llegada de la nueva década.
Sé que lo tengo jodido, lo he hecho todo mal, tenía que haberme dedicado al audiovisual cuando era joven. Por mucho que lo he intentado en procesos académicos y creativos profundos avalados por grandes ensayos de contemporaneidad, aún no he conseguido huir de mí. Y es esa cosa de ponerte ahí y que te escuchen, la que me pone las tripas a mil con mi trasnochada microbiota.
No os quiero rogar que vengáis, ni llegar al por favor o a la súplica porque he decidido en esta pieza, por muy contemporánea que sea, no arrastrarme por los suelos. Eso sí intentaré que todas salgamos redimidas de algún modo de esas cosas que nos ofuscan, ya sea nuestras deudas pendientes, nuestra salud mental o los sempiternos traumas de ayer y de hoy. Si la redención no ocurre siento deciros que no devolveré la aportación de la entrada porque no soy una chamana infalible.
De las cosas que me han pasado desde el año pasado que no nos vemos no hablaré ahora. Prefiero encomendaros a mi próximo proceso de descubrimiento espiritual, una pieza que seguramente presente a las subvenciones venideras del AGADIC donde quiero barrer pa casa dándole curro a mi hermana que baila en un espectáculo a dos de las Balboa. Sólo puedo adelantaros el título: Las brothers.
A los que me leéis solo deciros que os quiero mucho.
*O que segue en Teatro Ensalle de Vigo 17,18,19 de enero a las 21:00 hs