02 LA DANZA DEL FUTURO NO PRODUCE OBRAS

Tradicionalmente hemos pensado que una obra de arte era un objeto concreto que se distinguía de otros objetos ordinarios por su valor estético. La obra de arte no se confundía con su entorno, se erigía como excepción. Marcos, pedestales, iluminaciones, teatros y museos pueden entenderse como dispositivos que recortan la obra y la separan del mundo estableciendo un límite que nos asegura que todo está contenido dentro de ese límite. Así, hemos tratado ese fenómeno delimitado por un marco como un objeto único o singular al que le atribuimos un valor de cambio que lo convierte, de este modo, en una mercancía que, eventualmente, puede participar de la lógica del mercado.
Frente a la idea de obra única, la danza del futuro genera procesos continuos. Eventualmente, dichos procesos emergen a la superficie de lo público y generan un evento público en el que participan lo que normalmente llamamos espectadores, es decir, personas que hasta entonces no han participado del proceso. Estos brotes no deben confundirse con una obra-objeto: aunque puedan llegar a tener unos límites definidos, aunque respeten las convenciones teatrales clásicas, aunque aparentemente sean transportables a distintos sitios, aunque se parezcan a una mercancía y participen de la economía de mercado, las obras de la danza del futuro forman un todo con los procesos dentro de los que se han generado. Así, las aperturas al público, aunque se muestren como obras acabadas y cerradas en sí mismas, son siempre parte de una dimensión más grande que conecta fenómenos muy distintos entre sí y que no siempre se muestran o son visibles para las espectadoras.
La danza del futuro tiene que ver con la idea de proyecto, es decir, con una investigación que se desarrolla en el tiempo y que asume la incertidumbre propia de todo proceso de producción de conocimiento como aquello que justifica su existencia. La danza del futuro se compone como una red de sucesos, cuestiones, experiencias y contextos interconectados que forman una especie de organismo que vive y se transforma constantemente. Por eso, cada vez más, la danza del futuro se refiere y se nutre de las circunstancias concretas en las que tiene lugar y de cómo la vida y el mundo se concretan en un sitio a lo largo de un tiempo. Así, la danza expande sus límites más allá de los dispositivos tradicionales de representación, más allá de los ámbitos de trabajo autorizados y más allá de los espacios asignados al arte y la cultura en las culturas burguesas capitalistas.

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