Élise Moreau, Elisa Keisanen y Cristina Morales, Iniciativa Sexual Femenina, estrenan su primera obra: Catalina. Decía Eduardo Haro Ibars en sus Intersecciones que ser Flash Gordon es muy fácil, sólo hay que saberse el guión y no chocarse con los muebles. Las Iniciativa van como el rayo, pero siguen su propio guión y no sólo no se chocan, sino que han encontrado placer subversivo al rozarse contra los muebles. Las vi por primera vez hace un año en una presentación de procesos con una incipiente Catalina. Cuerpo y acción despojadas, fuera de las tendencias homogeneizantes, de los juegos conceptuales, no calzan zapatillas de ninguna marca reconocible. Pura escena mami. Me hicieron recordar aquellos versos de Bruce Nauman que leía en el baño de un teatro de Madrid sobre el arte que nace de repente, “como si te dieran con una bate de béisbol. O mejor, como si te golpearan en la nuca. No lo ves venir, te tumba, y se acabó. Una intensidad que no te da pistas sobre si la obra te va a gustar o no”. Mucho se habla de ellas y de su pieza últimamente en Barcelona. Más desde que Cristina Morales, integrante del colectivo, ganara con su Lectura fácil el Premio Herralde de Novela, literatura afilada que se infiltra en esta obra. Catalina se estrena con sold out en el Antic Teatre dentro del Sâlmon<. Let´s pogo.
¿Cómo os conocéis una finlandesa, una francesa y una granaína en Barcelona y acabáis formando un colectivo?
Elisa Keisanen: Nos encontramos en un laboratorio de danza contemporánea en el centro social autogestionado Can Vies. Teníamos intereses en común, empezamos a compartir ideas, a tomar cervezas después del laboratorio…
Cristina Morales: Cuando inicié el laboratorio en Can Vies llevaba Lectura fácil en mi cabeza, es decir, los conflictos de por qué la danza contemporánea es tan conservadora. En la mayoría de clases, jams o espectáculos a los que había asistido me preguntaba por qué no se baila con todas las partes del cuerpo, con los genitales o con las tetas. Por qué es tan sacralizado el acercamiento hacia el propio cuerpo, cuando lo contemporáneo debería precisamente desacralizar. Así que monto el laboratorio para encontrar compañeras de viaje en una danza desacomplejada con las partes del cuerpo que moviliza.
Élise Moreau: Fue totalmente casualidad. No teníamos ni amigos en común en Facebook. Las tres venimos de lugares de la danza distintos. Pero las tres teníamos muchas ganas de hacer algo escénico. A partir de entonces investigamos. Queríamos hacer algo distinto, desde nosotras. Que no viniera de otras personas o ciertas normativas. Ha sido una suerte.
¿Por qué el nombre de Iniciativa Sexual Femenina?
Elisa Keisanen: Recuerdo la primera vez que lo oí. Cristina dijo que tenía una fantasía: llamarnos Iniciativa Sexual Femenina. Para mí fue como OMG, era demasiado largo y algo provocativo. Después me empezó a sonar cada vez mejor y a cobrar todo el sentido con nuestro trabajo.
Élise Moreau: Hay anécdotas divertidas por nuestro nombre. Desde la censura en redes sociales, gente que pensaba que éramos un grupo de trabajadoras sexuales, mujeres que daban talleres para descubrir el placer, spam porno…
El colectivo nace con el deseo de aproximarse a la danza contemporánea desde una perspectiva feminista, libertaria y antiacademicista. No quedándonos dentro de lo que se entiende por danza, con la libertad de tomar lo que nos da la gana. Desde la música punk a cantar o la violencia.
Catalina ha sido un trabajo de creación a fuego lento. Más allá de los espacios por los que ha pasado, ¿cómo ha sido el proceso ?, ¿cómo llegáis al estreno?
Élise Moreau: Creo que ha sido un proceso anticapitalista. Es decir, nos hemos dado mucho tiempo para trabajar sin dinero. Sin buscar la productividad. Nos hemos tomado todo el tiempo del mundo para hablar, para pensar, para no hacer nada o para digerir.
Elisa Keisanen: Al principio teníamos el libro que Cristina estaba escribiendo, y ella quería poner cuerpo a algunos pasajes de la novela que no eran “dancísticos”. Entonces empezamos a jugar con las ideas, con una mesa, con el pogo, con los espacios seguros para la violencia, con los límites del placer en la danza, a descubrir nuestros límites, y a hacer esos límites más grandes.
Élise Moreau: En realidad hemos hecho toda la pieza sin leer el libro, sólo conociendo dos extractos que sí fueron el pistoletazo de salida. Antes hablamos mucho de ser capaces de pasar de una acción a otra, hacerlo de 0 a 100, cuestionando la creencia de la transición en el movimiento. Para que no sea todo siempre limpio y perfecto. Al estreno llegamos bien porque nos hemos tomado el tiempo. Últimamente nos hemos dedicado más a la “decoración” de la pieza, si se puede decir así, a acariciar sus distintas partes, pero la obra ya está.
Catalina es una coproducción del Antic Teatre, el Festival Sâlmon< y La Caldera. En su desarrollo también habéis trabajado en el Konvent y La Poderosa. Pero me gustaría preguntaros por dos espacios en particular, por lo que han significado para Iniciativa Sexual Femenina el centro social autogestionado Can Vies, y el centro de creación de danza y artes escénicas La Caldera.
Élise Moreau: De Can Vies tenemos el punk style. El mundo ocupa está lleno de colectivo feministas y libertarios.
Elisa Keisanen: También el trabajo duro, y el hacerlo tú misma.
Élise Moreau: El aprendizaje de no necesitar dinero para poder hacer algo. Si un centro social casi sin dinero puede sobrevivir, una obra también se puede hacer. A mí también me aporta la idea y la necesidad de hacer algo para gente que no pertenece al mundo artístico. Las ganas de hacer algo fuerte, políticamente incorrecto, pero que puede tocar, de una manera u otra, a todo el mundo.
La Caldera es house of angels. El equipo de La Caldera son nuestros ángeles. Lo primero fue concedernos una residencia en un espacio así cuando sales de la nada. Estamos muy agradecidas, no sólo por nosotras, proyectos, personas y actitudes así con las que cambian el mundo del arte.
Elisa Keisanen: Nos dieron todo el tiempo para que pasaran las cosas más importantes que han terminado pasando en nuestra investigación.
Élise Moreau: Nos han ayudado en todo, a parte del espacio. Durante el año pasado nos dieron muchas invitaciones para ver obras que han enriquecido nuestra visión y nuestra práctica. También hemos podido recibir talleres sin pagar de su programa Spora. El Brut Nature que ha sido un encuentro maravilloso. Y después de todo, por si no fuera poco, nos ofrecieron una residencia técnica. Aquí en el Antic Teatre, por ejemplo, hay cinco focos que son de La Caldera. Recuerdo la primera vez que Óscar Dasí vino a un ensayo nuestro, en el que estuvimos dos horas intentando ponernos las medias con la boca, y no hubo ni un atisbo de juicio. Ellas están en su cosa, algo saldrá, parecía que pensaba. Y sentimos una paz y una confianza enorme.
“Catalina se revienta y consigue, a fuerza de besos bien y mal dados, que las demás se revienten. Frente al “Madame Bovary soy yo”, que no quiere ni en pintura, Catalina declara “La rumba soy yo”, como Andrés Caicedo en su novelón ¡Que viva la música!, el cual nos enseñó a chuparnos el pelo como Lectura fácil de nuestra compañera Cristina Morales nos enseñó a clavarnos el pico de la mesa. Catalina peca de danza y de literatura, pero expía su cultura con su poca vergüenza”. ¿Quién o qué es Catalina?
Elisa Keisanen: Hay muchas respuesta para esta pregunta, porque hay muchas Catalinas. Entre nosotras hemos creado una idea de mujer liberada, problemática y no problemática… Para mí Catalina, por ejemplo, también es la mesa con la que jugamos. Para los espectadores también hay diferentes Catalinas con las que pueden relacionarse.
Élise Moreau: Hay millones de Catalinas potenciales, como en cada una de nosotras. Aunque Catalina es el único personaje que entra en la única narrativa de la obra. Una canción que es un poema de Cristina que se llama Catalina. Catalina está abierta en lo sexual pero protege sus límites, también en la violencia, en lo vulgar, en el desaparecer, en el observar… Catalina hace lo que le da la gana.
Cristina Morales: Catalina peca de danza y literatura porque está dentro de la cultura, por desgracia. Parte de la cultura son la danza y la literatura. Pero con esas mismas herramientas con las que nos han socializado y dominado, intentamos desempolvar, hacer algo diferente, algo emancipador, a lo que ojalá, deseo yo, se parezca la obra.
El nombre de Catalina procede de un poema ampliado, modificado y musicado para la obra que escribí hace doce años, mi último poema. Catalina Castillejo es el personaje femenino de la primera novela que empecé a escribir a los veintidós años, aunque sería mi tercera novela en ver la luz: Terroristas modernos. El poema no está inserto en la novela, pero lo escribí para conocer al personaje desde otros lugares, como cuando me disfraza de ella en la Fundación Antonio Gala.
¿Qué clase de danza, teatro, performance, escena o máquina propone Catalina?
Élise Moreau: Es una creación de pobres. Nos hemos centrado en lo poco que teníamos y lo hemos hecho con eso.
Elisa Keisanen: El movimiento en sí mismo de la obra no es geométrico, ni académico, ni estético, es un acercamiento a cosas que todo el mundo puede hacer, como el pogo o comer pelo, nos centramos en la base de las acciones, no en las formas, y nos empujamos cada una hacia nuestro límite.
Élise Moreau: Es una obra poco conceptual, las pautas de movimiento son claras, todo el mundo la puede entender. Vamos desde la energía del pogo a trabajar a partir de un vídeo de Salma Hayek, es popular. Muy poca gente busca su límite, y así se puede generar una reflexión en la persona que lo ve. Si no se hace en escena, ¿dónde se hace?
Cristina Morales: La obra defiende la literalidad, lo explícito. Existe el deseo de carecer lo máximo posible de símbolos. Como dice el refranero, llamar al pan, pan, y al vino, vino. No hacer como que hacemos, sino hacer. Nos tocamos, nos mordemos, nos besamos, nos follamos a una mesa. La primera consigna de la obra era que todo lo que hiciéramos, que lo que movilizara el movimiento, fuera la búsqueda de placer.
Escuché decir a la poeta María Salgado algo así como que en literatura, ampliable a cualquier campo artístico, se está a favor y en contra de corrientes, formas, de maneras de hacer o desde dónde se trabaja. ¿A favor y en contra de qué escena estáis?
Élise Moreau: Hay artes escénicas que se quedan en lo ya conseguido, que no empujan hacia otros movimientos o pensamientos. Y como quien dice, si no eres parte de la solución, eres parte del problema. También hay obras que son muy machistas, como cuando ves millones de dúos en los que el tío tira al tía por los aires y ella sigue amándolo. Todos con el mismo cuerpo normativo, la tía con maquillaje… Luego a mí me gustan mucho por ejemplo algunos trabajos de la non-dance francesa, entre otras.
Cristina Morales: Estoy a favor y alineada con Angélica Liddell, María Galindo, Max Besora… Y estoy desalineada con Emmanuel Carrère o Juan Soto Ibars.
¿Qué relación tiene Lectura fácil con Catalina?
Élise Moreau: Para mí la relación más importante no es entre Lectura fácil y Catalina, es entre Lectura fácil y Cristina, y la de Cristina con Catalina. La novela estaba dentro de Cristina porque la estaba escribiendo durante el proceso de creación.
Cristina Morales: En Lectura fácil una de las protagonistas va a talleres y clases de danza en centros cívicos. Había sido bailarina profesional, pero sufre un accidente que desemboca en una discapacidad sobrevenida que llaman. Fruto de dicha discapacidad desarrolla el llamado síndrome de las compuertas, que es el artefacto que crea la novela para describir su intolerancia hacia cualquier abuso o actitud fascista, machista o neoliberal hacia ella o hacia quienes la rodean. Algunos de los momentos por los que pasa ella quise llevarlos al cuerpo. Por ejemplo, la mesa, que es la parte central de la obra, sale de una escena de la novela en la que otro personaje que tiene hipersexualidad, el eufemismo actual de la vieja ninfómana, se da golpecitos en el coño cuando va a poner la mesa, y nunca termina de ponerla.
Otra escena que está en el origen de Catalina y que procede de Lectura fácil cuando todavía era inédita, ya que mis compañeras Élise y Elisa fueron las primeras que se acercaron a la obra y apostaron por ella, es una en la que otra protagonista dice que está cansada del conservadurismo, y por tanto machismo, y por tanto neoliberalismo, y por tanto fascismo que es la danza contemporánea, por el que la danza contemporánea proscribe la movilización de las parte del cuerpo consideradas burguesamente íntimas. Léase genitales, pecho, ano. Ella en un pasaje de la novela dice que sí, que la manipulen, pero que la toquen todo. En el personaje y en mí misma como autora hay una voluntad de que cualquier jam, ensayo o clase de danza en la que se nos enseñe a improvisar y a tocarnos los unos a los otros acabe en una orgía.
También, ya parida la novela y a punto de parirse la obra, algunos fragmentos de Catalina han tenido a bien acompañar a la presentación de la novela, demostrando su hermanamiento por los siglos de los siglos.
Y por último, sobre Lectura fácil, decir que en el Antic Teatre se estarán vendiendo ejemplares del fanzine “Yo también quiero ser un macho”, que es parte de la novela, pero en su versión íntegra y sin censurar, y que el dinero va destinado a una Caja de Solidaridad para evitar el ingreso en la cárcel de Pol, un compañero y militante del barrio de Sants que fue detenido en el año 2014 en la manifestación contra el desalojo del CSO La Carbonería.
Habéis despertado muchas expectativas en un mundo ávido de sangre fresca. Estrenáis vuestra primera obra con sold out. ¿Cómo vivís esta circunstancia y cómo os veis, si es eso posible, a medio plazo?
Élise Moreau: Yo no lo entiendo muy bien, no sé por qué tenemos sold out. A ver qué pasa una vez dentro. Me preocupa lo que la gente va a recibir. El plan es no hacer la canción del verano. De momento todo bien, tenemos la sangre fresca. No vamos a mentir, todo esto nos ayuda, hay que surfear esta ola, luego ya veremos dónde llegamos.
Elisa Keisanen: Vamos a seguir haciendo lo de siempre, disfrutar y buscar el placer en nuestro trabajo, explotar de 0 a 100, ya sea para un espectador o para cien.
Cristina Morales: Como estamos acostumbradas a que las cosas en la vida son difíciles, cuando se presenta una situación que puede ser de éxito, pues lo vivimos sin ocultar la alegría. Lo cual es muy bueno. Me alegro de que no estemos en una posición de falsa modestia. Ha habido mucho trabajo por detrás, muchos sin sabores, mucho días de no tener que llevarnos a la boca literalemente. Y si llega un momento de aprecio por los demás lo festejamos y nos alegramos, mucho.
Que cómo lo vivimos a medio plazo, me siento incapaz de responderte. Estamos muy tranquilas de cara al estreno, y eso es fruto del trabajo tan intenso durante un año. De tenernos tan bien tomada la medida, de la confianza de las unas a las otras. Esta va a ser mi primera obra como creadora e intérprete de danza, y no tengo lo tengo tan definido como en la literatura, en la que al final el libro es un objeto alejado de ti, pero en la pieza escénica no, estamos ahí. Las artes escénicas, como todo en esta vida, se capitalizan, y su éxito y fracaso dependen del orden del capital. Lo que a mí me da tranquilidad, porque no estoy alienada con respecto a lo que trabajo.
¿Qué canción recomendáis para bailar pogo?
Élise Moreau:
Elisa Keisanen:
Cristina Morales: Recomiendo Gato Nero, que es una canción de los At-Asko, una banda que ensaya en Can Vies y no tiene disco.