Me meto en el coche con Mònica
Llegamos en coche a una masía que se parece mucho a la casa de Capellades. Nos ponemos cómodos y nos vamos a dar una vuelta. Me meto en el coche con Mònica. Ella está en el sillón del conductor, yo al lado, de copiloto. Por su ventanilla se ven dos tipos encorbatados que se acercan poco a poco. El de la derecha se saca una pipa y dispara hacia nosotros. Las balas impactan en la ventanilla de Mònica pero no la atraviesan porque el coche está blindado. Le digo a Mònica que baje la ventanilla un poco. Por la rendija que me deja disparo desde mi sitio y, con un par de disparos bien limpios, les doy a los dos matones y caen al suelo. Como si no hubiese pasado nada salimos del coche y nos vamos con los demás, que nos están esperando.
Poliphonia Obliqua, de Whynot
Gracias al músico argentino Manuel Estrada ha llegado a nuestras manos un extracto del excelente programa de radio Música de nuestro tiempo, realizado con motivo de la reedición en CD de Poliphonia Obliqua, obra clave del gran compositor norteamericano Whynot.
«El eclecticismo estilístico, característico de la obra de Whynot, manifestado por el cruce entre los géneros populares y cultos, alcanza en Poliphonia Obliqua su síntesis más lograda. La sorprendente diversidad y los acentuados contrastes de estas canciones dan cuenta de un compositor rebosante de innovadoras ideas y de innegable habilidad técnica, manifestada muy especialmente en su particular estilo interpretativo, donde el cálido y aterciopelado color de su voz, que encuentra siempre el registro exacto para la transmisión de los sentidos del texto, potencia su conmovedora elocuencia a través del uso del tempo rubato como factor expresivo. Muy pocos después de Whynot han logrado un nivel semejante al del compositor en la ejecución de esta obra.»
El guardián
Me deslizo, casi vuelo, por unas callejuelas tan estrechas que no sé si son calles o pasillos en un edificio enorme. Hay alguien que me persigue, como siempre. Es el guardián o el policía, el que vigila y reprime. Es el más rápido, sorprenderlo no es nada fácil. Lo sé porque observo su trabajo mientras persigue a otros que van antes que yo.
Ahora me toca a mí. Salgo disparado como un loco, me da igual todo, lo único que me importa es escapar del cabrón que me va a perseguir, porque al principio me da ventaja. Son las normas.
Lo que pasa es que me encuentro a una chica que me pregunta por unas calculadoras científicas. Yo creía tener una alargada, en horizontal, pero ahora resulta que ella me da una que es tipo Hewlett-Packard, alargada pero en sentido vertical, y dice que es mía. Me la da envuelta en un plástico, como mi cámara de fotos digital. ¿Qué hago yo con eso? Salgo pitando en dirección al mar, siguiendo la muralla del castillo en el que me encuentro. Sé que el vigilante está cerca. ¿Pero cómo podrá encontrarme? Quizá es más rápido que yo pero ¿también tiene un sexto sentido que le permite detectar mi posición? No estoy seguro pero no puedo arriesgarme. Hablo catalán. Eso le despistará, estoy seguro. Corro hacia arriba, hacia una especie de comedor,y más arriba una sala de estar con una tele. Voy a poner la tele pero me doy cuenta de que estoy gilipollas. Si sigo haciendo el tonto el cabrón me va a pillar. Salto por la ventana y vuelo hacia arriba, muy rápido. Estoy en un bosque inmenso y con unos árboles altísimos. Tan altos que da igual lo que vuele y lo rápido que vaya porque no soy capaz de sobrepasarlos y salir a cielo abierto. Creo que me persigue el cabrón. Debe ser más fácil, para él, detectarme en el bosque. Cuando estaba en el laberinto del edificio tenía sensación de seguridad, aunque si me lo hubiese encontrado en una habitación hubiese sido el fin porque ahí sí que no tenía escapatoria. Sólo, quizás, hablar en catalán. Pero no sé si eso me salvaría o simplemente le jodería más y, cabreado, no tardaría ni un segundo en destrozarme.
Mientras vuelo hacia el infinito programo. Tengo un problema. Algo no funciona en mi estómago. Voy probando cambios, a ver qué reacciones observo. Avanzo muy lentamente. Modifico el código, deploy, reinicio la aplicación y testeo con el navegador. Sé que si lo consigo iré más rápido. Solucionar ese bug es lo que me permitirá pillar la velocidad de la luz y dar el salto al hiperespacio. Si lo consigo, el guardián ya no podrá seguirme.
Password
si t’enganyés
o desconfiés de tu
t’hauria ocultat els meus somnis
en canvi tu
que sempre has desconfiat de mi
em vas donar el teu password de gmail
Encant de Figaflor
Bellvitge Hills
Mientras se confirma si el colectivo Hormigón Almado acepta la invitación para un próximo Plastidecor, aquí tenemos un artículo de Quim Pujol sobre el proyecto Bellvitge Hills:
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Alguien dijo una vez que una revista de tendencias es una guía de compras para gente sin criterio. Nada más lejos de la realidad. ¿O quizás no?
Por supuesto, todos tenemos entre nuestros amigos ese personaje que dice que los complementos dorados son lo último y que la chaqueta que mejor nos sienta está pasada de moda. Cuando se va de vacaciones a la India, el personaje en cuestión regresa asombrado de la fuerza con la que vuelven los turbantes esta temporada y profiere a menudo la frase “That’s so last month”.
El motivo por el cual no estampamos contra la pared a este conocido es un secreto mejor guardado que el final de la serie Perdidos pero, por suerte, las tendencias son algo más.
Las tendencias son cada una de las variaciones que se dan en el modo de vivir de una población determinada. Que la gente sea menos religiosa ahora que hace diez años es una tendencia. Que la gente separe los envases del resto de la basura para reciclarlos también es una tendencia. Y ahí es donde se puede recuperar a ese amigo estúpido que asegura que hay mezclar las prendas de diseño con ropa de segunda mano. Como él os dirá lo importante no es seguir la corriente mayoritaria, sino crear tu propia tendencia.
¿Por qué explico todo esto? Porque resulta la presentación ideal para el proyecto “Bellvitge Hills” del colectivo artístico Hormigón Almado. Este colectivo, formado por Domingo Alonso y Rubén Ramos, ya ha realizado varias exposiciones en galerías de Barcelona, Berlín y Viena. Sus trabajos se centran en la observación de que la identidad cultural es una construcción arbitraria y, ya que está formada por elementos que se pueden elegir, lanzan propuestas arriesgadas de transformación sobre la identidad local. En el lenguaje de la moda ellos serían unos trend-setters.
Su último proyecto se centra en un barrio del extrarradio barcelonés llamado Bellvitge. Cualquier ciudad es un conjunto de realidades vecinas en el espacio e inimaginables entre sí, pero pocas personas pueden sospechar hasta que punto Bellvitge se diferencia del resto de Barcelona. Sobre la extensión casi vacía que llevaba su nombre a finales de los cincuenta se empezaron a construir en la década siguiente inmensos bloques prefabricados, idénticos y en fila india.
Esta ciudad dormitorio, que algunos califican acertadamente de bestialista, es un conjunto de edificios singular, pero también un espacio de características únicas. Allí fueron a vivir personas de toda España que llegaron con las diferentes olas de inmigración de los años 60. Hoy en día, estos inmigrantes ya integrados en la realidad barcelonesa se mezclan en el barrio con las nuevas oleadas migratorias que traen a gente del más diverso origen.
Como resultado tenemos a una población heterogénea en un espacio artificial que desafía las leyes del urbanismo a la hora de promover una vida comunitaria. En Bellvitge, los bloques de pisos son idénticos y algunos se sitúan en largas hileras que parecen filas de fichas de dominó.
En este barrio surgido de la nada y sin referentes, el colectivo Hormigón Almado ha decidido crear una identidad colectiva que se basa en las características físicas del lugar, en sus gentes y su pasado.
Hormigón Almado elabora con este propósito la figura de Javier Giménez, un poeta imaginario que habría vivido en Bellvitge. A continuación inventa una biografía para este poeta y rescata toda la información que existe sobre el pasado del área que hoy en día se denomina Bellvitge. Con los elementos del pasado (como la existencia de una ermita de origen románico entre los desconcertantes bloques de pisos) y mediante la observación del presente del barrio, Domingo Alonso y Rubén Ramos elaboran un poemario que gira alrededor de esta zona.
Si el nombre del barrio es sinónimo de extrarradio, el título de “Bellvitge Hills”, que hace referencia a la lujosa zona de Los Angeles, resulta significativo. El poemario constituye una revalorización de la cultura local respecto a otros valores.
El poemario está lleno de guiños, bromas y referencias a otros poetas. Por ejemplo, encontramos el jocoso “Soneto al Lobregat”, de sólo cuatro versos, que reza así: “Oh río de aguas claras/ Niagara, Iguazú, Amazonas/ Tu larga onda diáfana/ va de aquí a Zaragoza.” O sino también leemos la divertida oda que proclama: “Como una cualquiera/ con camisa escotada/ allí estaba en la hoguera/ Juana de Arco sin arco ni espada/ pero armada de paciencia./ Lista para quemar/ como las fallas de Valencia.”
Pero más allá del juego, lo importante es que se establece una relación directa entre la realidad de los habitantes de Bellvitge y el mundo del poemario. Por ejemplo, en este barrio los apartamentos tienen unos techos bajos y en “Bellvitge Hills” se puede leer: “Sublimes suripantas subacuáticas/ que pobláis Asia occidental/ yo quería un diamante de oro/ que adornara mi arrabal,/ y me di un cabezazo contra el techo./ Ojalá los techos fueran más altos./ ¡Oh altos techos!”.
O sino, en el poema titulado “Plegaria en la ermita románica de Bellvitge”, los autores enlazan el pasado y el presente del barrio en un mismo texto: “Nuestra señora de Bellvitge/ reza por nosotros./ Bendice las 114 viviendas/ de cada bloque de hormigón almado/ donde viven de media/ 500 personas/ y un ahorcado./ Bloques que apuntan al cielo como menires,/ música celta: gaitas sin percusión./ ¡Oh Señora! Dame Seroxat/ para la depresión.”
Alguien podría tachar estos poemas de versos fáciles o de poesía punk. En cualquier caso, su eficacia ha sido indiscutible. Domingo Alonso y Rubén Ramos empezaron haciendo pintadas con estos versos en las paredes de Bellvitge, luego repartieron octavillas con los poemas a la salida del metro y finalmente musicaron los textos y se presentaron como grupo musical en las fiestas locales. En una época donde la poesía alcanza cotas mínimas de popularidad, hoy en día la mayoría de los habitantes del barrio conoce poemas de “Bellvitge Hills” de memoria y no es extraño que una vendedora del mercado local cante a modo de copla: “Sector de L’Hospitalet,/ dolor sumido en la obediencia,/ yo regalaría un chalé/ por cada una de tus celdas.”
Es decir, el colectivo Hormigón Almado ha conseguido crear un referente que valoriza la cultura local y le otorga un lugar dentro de la compleja realidad de Barcelona. La conclusión del asunto es la misma que la de las víctimas de la moda: “crea tu propia tendencia”.
Si la identidad cultural se reelabora de forma constante, no aceptes que te sirvan platos precocinados. Diseña tu propia bandera, compón tu himno nacional, inventa tus extravangantes fiestas patronales. En una sociedad donde las personas compiten entre sí, crea círculos sociales donde se valore al individuo por lo que aporta al grupo.
Ser europeo simplemente… That’s so last month.
Mi código (conferencia chachi)
Una idea que me ronda por la cabeza desde hace un mes y pico es la de montar una conferencia chachi sobre el tema de «mi código».
Aquí lo explico: