Luís, con su cabello recortado, sus pequeños ojos café buscando los míos, apareció bien vestido en mi oficina a eso de las cinco de la tarde. Yo estaba terminando de atender a uno de mis clientes y me despedía mientras la recepcionista hacía lo mismo conmigo. Así, tal y como lo habíamos planeado, Luís y yo nos quedamos solos en el edificio.
Ya desnudos empezamos a correr por pasillos intercomunicados y a pararnos a las puertas del gran mogollón de oficinas. En la ultima planta, delante de la última pared, a un palmo de la pared, iniciamos la acción ralentizada de mirarnos. Simulamos hacer cuatro mortales hacia atrás retrocediendo por el pasillo. Simulamos cagarnos de miedo espalda con espalda.
Nos defendemos. Oscuro. Con una espada y un cubata en vasotubo. Oscuro
Nos tumbamos en el suelo mirando el techo, nos arrastramos hasta la pared mas cercana y escalamos hasta incorporarnos. Pegados al muro, sujetándonos con las manos-garras, me cuenta el final: “A las dos horas me desperté con la verga tiesa pegado a la espalda de Montse. Sin decir nada, comencé a colocarme y colocarla a ella para intentar encularla. Ella estaba medio dormida y se dejó hacer. La enculé bien, dilaté su agujero a base de empujones y de polla tiesa ensalivada… y cuando sentí que me venía me retiré y ella pajeó silenciosamente mi verga y esparció los restos de mi leche por su cara y por su cuerpo, para luego relamerse y para manosearse, distribuyendo aquel fluido por su cuerpo y por sus labios. Nos miramos, observamos a Juan aún dormido, y ella susurró…”
El me empuja mi y se pone delante. Yo lo empujo a él y me pongo delante. Así avanzamos. Así llegamos a la entrada.
La recepcionista regresa, baja sobre sus rodillas y saluda. Entra el hombre que se fue. Mi amigo Luís se marcha. Estoy desnudo con el cliente y la recepcionista sigue de rodillas.
Tema: no tocarte de radio futura