Loli y yo caminamos de noche por Barcelona. Decidimos ir a dormir a un hotel. Entramos en uno y nos dan una habitación con cama de matrimonio. Una vez en la habitación ella decide, por fin, que quiere liarse conmigo. Esta vez no vamos a dormir juntos sin tocarnos. Como ha decidido liarse conmigo me dice que debemos ir a mi casa. El hotel está bien para dormir juntos pero si vamos a tener sexo debe ser en mi casa. Yo no entiendo nada. Ahora que ya estamos en la habitación ¿por qué hay que irse? Y hay que irse ya, sin devolver la llave y sin pagar la habitación. Mañana, cuando nos despertemos en mi casa ya volveremos al hotel a pagar. Ella lo tiene claro, yo la sigo. Vamos a mi casa.
Estamos en mi cama. Nos besamos. La escena es de un realismo espectacular. Siento cada beso, cada caricia, su boca, sus labios, su lengua, sus tetas, le chupo los pezones, llevo mi mano a su coño, tengo curiosidad por saber si se lo afeita, sí, pero sólo un poco, luego le acaricio el culo, le beso en el cuello, poco a poco voy bajando desde el cuello hasta el coño, matándola a besos, mordiscos … Ella luego me coge la polla y se la mete en la boca mientras me clava sus ojos, esos ojos verdes que me ponen a cien, siento sus labios y su lengua, me voy a correr pero no me deja, antes quiere que se la meta. Me pongo un condón en 2 segundos y juego con mi polla y su clítoris antes de metérsela. La aguanto sin moverla y luego la muevo muy poco a poco mientras no paramos de besarnos con besos húmedos y salvajes. Le cojo el pelo, es todo dulce y salvaje. Y muy real. No recuerdo una escena porno tan real. No sé si ella se correrá pero yo estoy a punto. Pero me aguanto. Quiero que dure, que dure mucho. Para verle esa cara de éxtasis, para beber este momento gota a gota hasta explotar porque ya no puede alargarse más. Porque todo tiene un límite. Pero luego continuaremos porque tengo muchas ganas y ella también. Y los juegos no se acaban nunca. Y me quedo dentro de ella un rato. Y no decimos nada. Los dos estirados, tocándonos con todo el cuerpo, uno al lado del otro y mirándonos a los ojos. Una escena preciosa y tan real como un recuerdo.
me ha gustao este relato, ruben.mmm. muy rico el tono y ademas es divertido cabrón