Me deslizo, casi vuelo, por unas callejuelas tan estrechas que no sé si son calles o pasillos en un edificio enorme. Hay alguien que me persigue, como siempre. Es el guardián o el policía, el que vigila y reprime. Es el más rápido, sorprenderlo no es nada fácil. Lo sé porque observo su trabajo mientras persigue a otros que van antes que yo.
Ahora me toca a mí. Salgo disparado como un loco, me da igual todo, lo único que me importa es escapar del cabrón que me va a perseguir, porque al principio me da ventaja. Son las normas.
Lo que pasa es que me encuentro a una chica que me pregunta por unas calculadoras científicas. Yo creía tener una alargada, en horizontal, pero ahora resulta que ella me da una que es tipo Hewlett-Packard, alargada pero en sentido vertical, y dice que es mía. Me la da envuelta en un plástico, como mi cámara de fotos digital. ¿Qué hago yo con eso? Salgo pitando en dirección al mar, siguiendo la muralla del castillo en el que me encuentro. Sé que el vigilante está cerca. ¿Pero cómo podrá encontrarme? Quizá es más rápido que yo pero ¿también tiene un sexto sentido que le permite detectar mi posición? No estoy seguro pero no puedo arriesgarme. Hablo catalán. Eso le despistará, estoy seguro. Corro hacia arriba, hacia una especie de comedor,y más arriba una sala de estar con una tele. Voy a poner la tele pero me doy cuenta de que estoy gilipollas. Si sigo haciendo el tonto el cabrón me va a pillar. Salto por la ventana y vuelo hacia arriba, muy rápido. Estoy en un bosque inmenso y con unos árboles altísimos. Tan altos que da igual lo que vuele y lo rápido que vaya porque no soy capaz de sobrepasarlos y salir a cielo abierto. Creo que me persigue el cabrón. Debe ser más fácil, para él, detectarme en el bosque. Cuando estaba en el laberinto del edificio tenía sensación de seguridad, aunque si me lo hubiese encontrado en una habitación hubiese sido el fin porque ahí sí que no tenía escapatoria. Sólo, quizás, hablar en catalán. Pero no sé si eso me salvaría o simplemente le jodería más y, cabreado, no tardaría ni un segundo en destrozarme.
Mientras vuelo hacia el infinito programo. Tengo un problema. Algo no funciona en mi estómago. Voy probando cambios, a ver qué reacciones observo. Avanzo muy lentamente. Modifico el código, deploy, reinicio la aplicación y testeo con el navegador. Sé que si lo consigo iré más rápido. Solucionar ese bug es lo que me permitirá pillar la velocidad de la luz y dar el salto al hiperespacio. Si lo consigo, el guardián ya no podrá seguirme.