23 de febrero y 1 de marzo a las 21h Erbeste (loca por complacer) en el Teatre Antic.
Hola Rakel,
Siempre he pensado, tal vez desacertadamente desde mi supina ignorancia sobre el tema, que el teatro es «más vida» que cualquier otro género artístico. No hay drama humano que no sea susceptible de ser pintado en el lienzo de un escenario. Pero yo no entiendo de teatro, Rakel. Solo sé, eso sí, lo que me transmite cuando lo veo y cuando lo leo. ¿He dicho leo? En el caso de ERBESTE sería admiro, contemplo o gozo. Y es que el teatro si no araña, roza, golpea, acaricia, desgarra, aprieta, ahoga, transporta, hechiza o libera, lo lamento, no me gusta. Ya ves, defecto de la condición humana, al menos la mía, de la que no me puedo desencadenar. Y llegado el caso, como es éste que nos ocupa, tu obra, uno se encuentra arrastrado a momentos y situaciones cercanos o no pero vividos o, al menos, de alguna manera, ocultos entre la hojarasca y las pisadas que fueron quedándose tiradas, bien por olvido bien por opciones diversas. Las almas -en el mundo anglosajón se cuentan las personas por almas- van ahora tan deprisa que se pierden por el camino las alegrías y las dichas de los momentos presentes en pos, la más de las veces, de sueños intangibles que al final son solo eso, sueños hechos de reflejos. Y en último término pedazos de espejos rotos y desperdiciados por el camino. Tu obra, lleva, no a la risa fácil y sí a una alegría suave cuando uno hace propia la ilusión que lleva en ciertos momentos la protagonista. Conduce, en ciertos instantes de prisa desenfrenada, a querer gritarte muy bajito: «No corras. Al menos no por dentro». Lleva a compartir los silencios de la espera que convierten el Kairós en un «chicle» demasiado largo, demasiado elástico y lento. A desear que sea el teléfono el que te espere a ti y no tú a él. A aborrecer los cables y ansiar un inalámbrico. Esto es broma. A aguardar, de una vez por todas, el retorno del brillo, el destello en la mirada azul que vuelva a encender la esperanza que parecía en franca desbandada.
Josep Lluis Bello
¡Gracias Josep Lluis, por tu generoso comentario!