Paralelamente a «Que no quede ni un solo adolescente en pie», empiezo hoy un nuevo proceso que por ahora tendrá el título de «Aquí el caosmos». Sugiero a las personas que me leen habitualmente que se fijen a partir de ahora en la categoría de cada post, porque iré alternando ambos procesos y quizá incluso más en el futuro. Así que el blog pasa a funcionar por divisiones de categoría, creando así un archivo más complejo. Queda en manos del lector elegir qué proceso le interesa más o entender las relaciones entre ellos.
Quiero hacer una acción teatral yo solo. Para ello he ordenado una habitación en el piso de abajo para poder ensayar y finalmente actuar ante público. Lo único que sé por ahora es:
- el único actor seré yo
- mi yo no tendrá ninguna importancia, es decir, ignoraré todo lo que me concierne personalmente y trataré de superar el individualismo que tanto percibo en estos paisajes occidentales, de manera que a través de mí se manifieste otra cosa: atraer aquí el caosmos.
Lista de cosas que se me ocurren como primeras intuiciones:
- Walt Whitman
- Oraciones contemplativas
- Deleuze, teorías de rizomas y mesetas
- La conferencia de los pájaros
- La no existencia del yo, todo lo que atraviesa el yo
Me apetece ponerme a ensayar algo, buscar formas y materiales, acumular cosas (por supuesto no tengo ni idea de qué). Por otro lado, investigar acerca de la ruptura de la idea de yo, la no unidad, hasta llegar simplemente a ignorar el yo. Tal vez puedo dar ese salto directamente, empezar a trabajar bajo el supuesto de un caosmos sin nombres ni formas individuales permanentes. Heráclito y no Parménides, o quizá incluso más allá: Heráclito y al mismo tiempo Parménides y al mismo tiempo muchos más.
Vamos a intentar formular una primera idea: la continuidad del yo es una ilusión, no existe el yo. A partir de esto, puedo empezar a buscar una primera selección de propuestas para la forma: objetos, acciones, textos… Empiezo, voy a ver qué hay por mi casa.
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Bueno, he encontrado una caja llena de patitos amarillos de los que se ponen en los pasteles. Los he puesto uno por uno sobre pequeñas conchas marinas y los he dejado flotar sobre el agua en una bandeja de horno. Poniendo dos ventiladores enanitos y roñosos, uno de cada lado de la bandeja, los pollitos se desplazan de vez en cuando haciendo surf y formando distintas relaciones espaciales entre ellos. Lo más temerario ha sido cuando he intentado poner alcohol sobre el agua, los pollos y las conchas, porque la llamarada ha saltado de la bandeja al interior de la botella (que estaba en mi mano) y se ha quemado en dos segundos todo el alcohol que contenía, sonando como un bufido terrible, casi me muero del susto… tendré que cuidar más mi integridad física.