Leo con mi amigo Javier Pérez la obra tal y como está hasta el momento y surgen varios puntos para desarrollar en los que no había pensado. Es apasionante y tengo todo el documento lleno de notas en amarillo para hacer de esta obra algo cada vez más sincero, que sea flecha y abrazo al mismo tiempo (agresión y amor hacia cada uno).
Una de las cuestiones más importantes que viene ocupando mi cabeza es el sentido de escribir un texto teatral en la actualidad como organización previa a la realización de un espectáculo. ¿Cuál es el lugar de una acción así en la actualidad, más allá de una rutina heredada? Apunto a un teatro de director, a su libertad responsable, pero ¿no es un terreno sin pasto de tan pisado? Quiero pasto, verde si es posible, ¡al fin y al cabo soy una vaca como todo el mundo! No sé qué sentido tiene preveer un espectáculo únicamente desde el texto, y ya que lo estoy haciendo (quién sabe si será la última vez que lo haga) necesito replantearme la función del dramaturgo y la función del director desde el propio texto. Beckett, por ejemplo, o Peter Handke, parecen ir a contracorriente de este teatro de director para establecer un nuevo teatro de dramaturgo. Pero no es lo que me interesa, o no así, no de esta manera. Una traducción directa a escena, como una partitura antigua, no es lo que quiero. Ni una partitura con un código difícil y exigente para el intérprete, abierta – que es lo que hasta ahora tenía previsto hacer. Necesito más. Necesito más corazón. Debería ser una obra para ser tocada por los adolescentes en los institutos. Entonces no es «teatro». ¡Ay, claro que no es «teatro»!
Es una fiesta temática en una discoteca. Organización y no organización conviven en una fiesta. Para la organización es muy normal tener un texto, unas notas o apuntes, pero ¿para la no organización? ¿Dónde y cómo se apunta lo espontáneo? ¿Lo que no pasa si no es porque no está apuntado? Esto me interesa porque me conduce lentamente a territorios de vacío donde no hay ni un solo teatro, quiero decir, territorios de hierba para mis varios estómagos. Y eso es mucho más estimulante, ¡aire fresco por dios!
Pero precisamente por que el aire fresco es fresco y es aire, no puedo preveerlo teóricamente – nada de aplicaciones mecánicas al texto. Que se extienda la obra hacia allí con el proceso, que se deslice, que se vaya teletransportando. Lo maravilloso es, mientras uno escribe, tender a esas zonas. Sin maletas, sólo con el carro de fuego.
Y aquí no cedo ni comparto el lúgar con el amable lector. Aquí viene la soledad contenta, fría. ¿Y cómo?, pues casi sin espacio – en estos casos sobran tantas, tantas cosas. Atrás todas ellas. Viaje. Extensión extinción vamos a probar qué improbable.
Comment posted by Javier Pérez
at 2/17/2008 8:32:00 AM
Que pensar que sólo ponemos nublados y no luz es algo peligroso… igual que pensar en la vida que sólo es un hilo… qué soledad! el corazón es oído de lo que se escucha, imagen de lo que no se vivió… hay que hacerle caso, sí, pero también todo lo contrario… no estoy muy seguro que tenga mucho que ver, en dramaturgia, con el hecho de escribir, sino con el de representar y, sin duda, estamos luchando para que un texto sólo sea representable (y eso lo hacemos haciéndolo irrepresentable, qué paradoja)…
Además, hay quien dice que de tibios (y expulsados de la boca) elegimos más por estética que por azar… es una cuestión de comunidad (que nos gustaría ser humana), no de lucha heroica contra el vacío. Esta obra, así, ya tiene un contexto… confía en lo permanente, cosa que no hace el corazón, que no suele distinguir (entre lo fluyente y lo estable) hasta que es demasiado tarde.
Comment posted by Emiliano Pastor Steinmeyer
at 2/13/2008 8:34:00 AM
Para mí, añade corazón, porque nos ayuda a ser transparentes. Es decir, ese hilo de la vida que mencionas, sea o no aleatorio su funcionamiento, es en cualquier caso esencial y casi invisible de tan alto. Si añadimos al mundo objetos y objetos, por ejemplo nubes, ¿vamos a ver el sol? Cuando más invisibles sean nuestras obras, mejor (piensa en todas las veces que diariamente los miopes se limpian las gafas). Y ahí también hay pasión y visión, pero no entorpecen. ¿Qué opinas?
Comment posted by Anonymous
at 2/13/2008 4:46:00 AM
El hilo de la vida va engarzando momentos bajo la dirección azarosa de las circunstancias. Elegimos tibiamente, condicionados por parámetros aleatorios. Robarle la pasión del autor o la visión del director al retal de vida-especular que es el espectáculo… añade «corazón» o nos priva de él?
Comment posted by Emiliano Pastor Steinmeyer
at 2/13/2008 4:24:00 AM
Totalmente de acuerdo. Para mí un camino de ida (mi padre me enseñaba a creer en los progresos), para otros un camino de vuelta, pero de ambas maneras uno se va volviendo transparente.
«Recordándote para olvidar. Recordándote para ir más allá de ti hacia otro día
Sobre las alas de un secreto que nunca sabrás.
Sacándome de mí mismo, en el camino
Que la circunferencia pastel del día me ha asignado.» John Ashbery, una oculta bendición
Comment posted by Javier Pérez
at 2/13/2008 2:56:00 AM
“La búsqueda sólo puede tener un objetivo: el camino de vuelta al paraje fértil, a la plenitud de la visión. Esta es la fidelidad fundamental del poeta. Y es posible encontrar una finalidad análoga en todos los demás oficios, en todas las vocaciones.”
Pág. 113, “Traición”, Zagajewski, Adam, Dos ciudades, El acantilado, Barcelona, 2006.